A propósito de un artículo de Carlos Meléndez
Hace unos días, Carlos Meléndez publicó en Correo un artículo titulado "Crecimiento sin izquierda". Allí sostiene la hipótesis de que existe una correlación entre el actual crecimiento económico y la crisis de la izquierda peruana. Si bien una hipótesis no es de carácter concluyente, es una muestra de lo que el autor sostiene, frente a lo cual considero que la impresión de Meléndez es demasiado simplificadora y aventurada por las siguientes razones.
El primer punto que encuentro criticable en el mencionado artículo es que el autor transita entre la certeza y la vacilación. Al inicio consigna datos que son acertados (inflación galopante, terrorismo e inestabilidad social), es decir, hechos cuya veracidad es irrefutable. La presentación de estos datos apocalípticos (en verdad así fue aquella época) en contraste con la actual situación del país, da la impresión, por un momento, que Meléndez posee la convicción de que, efectivamente, la crisis de la izquierda peruana, o sea, su incapacidad para elaborar una propuesta concreta y la pérdida de arraigo popular permitió que en nuestro país pudieran implementarse reformas económicas que, finalmente, están dando frutos. Sin embargo, hacia el final, vemos que tal convicción adopta un tono relativo al señalar una serie de interrogantes cuya respuesta queda suspendida. Al parecer, la contundencia de las evidencias anteriormente presentadas deberían darle el respaldo suficiente a su postura, pero el columnista prefiere, estratégicamente, exponer su postura como una mera hipótesis. Personalmente, hubiera preferido que continuara en la línea inicial porque es muy sencillo lanzar una idea con apariencia de seguridad y luego matizarla: lo más probable es que sus lectores tengan la idea que la izquierda fue la única responsable de la debacle política, social y económica de los 80´s y a pesar de que se trata "solo de una hipótesis" esta última mención se queda en el olvido.
En relación con esto, y en contraposición a lo manifestado por Carlos Meléndez, considero que la izquierda no tuvo toda la culpa. Es cierto que muchos no deslindaron filiaciones de manera tajante con Sendero Luminoso (al respecto, sí me gustaría oír un mea culpa mucho más explícito de aquellos políticos que consideraron a Sendero como una fuerza política deliberante) pero también lo es que muchos líderes de izquierda estuvieron en la mira de Abimael Guzmán y sus huestes. A propósito, el pedagogo Juan Borea nos comentó a un grupo de amigos en una reunión que hubo oportunidades en que miembros de Izquierda Unida eran sindicados como parte del aparato estatal burgués y que cuando visitaba el interior del país iban premunidos de un arma. Es más, las amenazas eran constantes y muy difícilmente se podía realizar alguna concentración en poblados de la selva no solo por el narcotráfico sino porque Sendero debía autorizarlo. Y ser integrante de Izquierda Unida no significaba ninguna garantía de supervivencia. Asimismo, en Puno, existen registros acerca de la participación de Izquierda Unida contra Sendero Luminoso. Entonces, es mejor enfocar el tema con luces más claras y mucho más amplias.
Otra razón por la cual considero que la izquierda no tuvo toda la culpa es porque tanto AP como el PPC, el APRA y el fujimorismo agudizaron la crisis. El gobierno de Belaúnde fue incapaz de combatir el terrorismo (claudicó el poder civil ante el militar en las zonas de emergencia) y la crisis económica al igual que el primer gobierno de García. Fujimori lo hizo a su manera (Cantuta, Barrios Altos, Putis, Los Cabitos, etc.) y hoy asistimos al descubrimiento de más fosas comunes.
Por otro lado, el crecimiento al que Meléndez hace referencia hay que analizarlo con mucho cuidado. Cuando se dice que el Perú ha crecido en los últimos años, ¿significa todo el Perú por igual? ¿Creció Trujillo lo mismo que Arequipa? ¿Lima lo mismo que Huancavelica? De ninguna manera. Así como sucedió en el sudeste asiático entre los 70 - 90´s, y como sucede en China, el crecimiento económico, en estos últimos años, se ha sectorizado geográfica y socialmente. Por ello, los "logros" a los que Meléndez atribuye como resultado de las políticas económicas de mercado hay que medirlos en el sentido de ¿a quién y en dónde? ¿por qué si todo está también yo estoy tan mal? ¿Estamos mejor que antes, pero en qué sentido?
Cabe resaltar que crecimos a costa de un plan de recuperación económica neoliberal que no tuvo parangón alguno en Latinoamérica: nos allanamos en todo y no pusimos resistencia alguna porque, simplemente, no la había. Hacia 1900, todos los partidos políticos, y no solo la izquierda, estaban desacreditados; los sindicatos y los movimientos estudiantiles ya no tenían eco en la opinión pública que los consideraba como posibles extensiones de la subversión. La inflación desbordante y la violencia terrorista debían convencer a la población de la necesidad de medidas radicales, pero no votamos por Vargas Llosa ni su plan liberal, sino por Fujimori quien ofreció un plan progresivo y menos doloroso: ya conocemos la historia. En fin, votamos por la opción moderada y nos retribuyeron la receta neoliberal más extrema.
En suma, la izquierda no fue la única responsable de la crisis aunque tuvo una participación gravitante. Me inclino a afirmar que también hay que analizar el papel de aquella derecha complaciente y hipócritamente liberal que se rindió ante Fujimori, que consintió el autogolpe del 5 de abril, que calló en todos los idiomas cuando se supo de las masacres de La Cantuta y Barrios Altos, que oficia de traductora de los exabruptos de Alan García y que, de vez en cuando, siente la tentación de tocar las puertas de los cuarteles para poner orden cuando las masas se les van de las manos. En lo personal, confío en que el centro, hasta ahora vacío, pueda aglutinar a aquellas fuerzas políticas que contengan una propuesta alternativa y viable a la actual, lo cual no significa un viraje drástico, sino un esfuerzo por no dejar la economía en piloto automático.
Hace unos días, Carlos Meléndez publicó en Correo un artículo titulado "Crecimiento sin izquierda". Allí sostiene la hipótesis de que existe una correlación entre el actual crecimiento económico y la crisis de la izquierda peruana. Si bien una hipótesis no es de carácter concluyente, es una muestra de lo que el autor sostiene, frente a lo cual considero que la impresión de Meléndez es demasiado simplificadora y aventurada por las siguientes razones.
El primer punto que encuentro criticable en el mencionado artículo es que el autor transita entre la certeza y la vacilación. Al inicio consigna datos que son acertados (inflación galopante, terrorismo e inestabilidad social), es decir, hechos cuya veracidad es irrefutable. La presentación de estos datos apocalípticos (en verdad así fue aquella época) en contraste con la actual situación del país, da la impresión, por un momento, que Meléndez posee la convicción de que, efectivamente, la crisis de la izquierda peruana, o sea, su incapacidad para elaborar una propuesta concreta y la pérdida de arraigo popular permitió que en nuestro país pudieran implementarse reformas económicas que, finalmente, están dando frutos. Sin embargo, hacia el final, vemos que tal convicción adopta un tono relativo al señalar una serie de interrogantes cuya respuesta queda suspendida. Al parecer, la contundencia de las evidencias anteriormente presentadas deberían darle el respaldo suficiente a su postura, pero el columnista prefiere, estratégicamente, exponer su postura como una mera hipótesis. Personalmente, hubiera preferido que continuara en la línea inicial porque es muy sencillo lanzar una idea con apariencia de seguridad y luego matizarla: lo más probable es que sus lectores tengan la idea que la izquierda fue la única responsable de la debacle política, social y económica de los 80´s y a pesar de que se trata "solo de una hipótesis" esta última mención se queda en el olvido.
En relación con esto, y en contraposición a lo manifestado por Carlos Meléndez, considero que la izquierda no tuvo toda la culpa. Es cierto que muchos no deslindaron filiaciones de manera tajante con Sendero Luminoso (al respecto, sí me gustaría oír un mea culpa mucho más explícito de aquellos políticos que consideraron a Sendero como una fuerza política deliberante) pero también lo es que muchos líderes de izquierda estuvieron en la mira de Abimael Guzmán y sus huestes. A propósito, el pedagogo Juan Borea nos comentó a un grupo de amigos en una reunión que hubo oportunidades en que miembros de Izquierda Unida eran sindicados como parte del aparato estatal burgués y que cuando visitaba el interior del país iban premunidos de un arma. Es más, las amenazas eran constantes y muy difícilmente se podía realizar alguna concentración en poblados de la selva no solo por el narcotráfico sino porque Sendero debía autorizarlo. Y ser integrante de Izquierda Unida no significaba ninguna garantía de supervivencia. Asimismo, en Puno, existen registros acerca de la participación de Izquierda Unida contra Sendero Luminoso. Entonces, es mejor enfocar el tema con luces más claras y mucho más amplias.
Otra razón por la cual considero que la izquierda no tuvo toda la culpa es porque tanto AP como el PPC, el APRA y el fujimorismo agudizaron la crisis. El gobierno de Belaúnde fue incapaz de combatir el terrorismo (claudicó el poder civil ante el militar en las zonas de emergencia) y la crisis económica al igual que el primer gobierno de García. Fujimori lo hizo a su manera (Cantuta, Barrios Altos, Putis, Los Cabitos, etc.) y hoy asistimos al descubrimiento de más fosas comunes.
Por otro lado, el crecimiento al que Meléndez hace referencia hay que analizarlo con mucho cuidado. Cuando se dice que el Perú ha crecido en los últimos años, ¿significa todo el Perú por igual? ¿Creció Trujillo lo mismo que Arequipa? ¿Lima lo mismo que Huancavelica? De ninguna manera. Así como sucedió en el sudeste asiático entre los 70 - 90´s, y como sucede en China, el crecimiento económico, en estos últimos años, se ha sectorizado geográfica y socialmente. Por ello, los "logros" a los que Meléndez atribuye como resultado de las políticas económicas de mercado hay que medirlos en el sentido de ¿a quién y en dónde? ¿por qué si todo está también yo estoy tan mal? ¿Estamos mejor que antes, pero en qué sentido?
Cabe resaltar que crecimos a costa de un plan de recuperación económica neoliberal que no tuvo parangón alguno en Latinoamérica: nos allanamos en todo y no pusimos resistencia alguna porque, simplemente, no la había. Hacia 1900, todos los partidos políticos, y no solo la izquierda, estaban desacreditados; los sindicatos y los movimientos estudiantiles ya no tenían eco en la opinión pública que los consideraba como posibles extensiones de la subversión. La inflación desbordante y la violencia terrorista debían convencer a la población de la necesidad de medidas radicales, pero no votamos por Vargas Llosa ni su plan liberal, sino por Fujimori quien ofreció un plan progresivo y menos doloroso: ya conocemos la historia. En fin, votamos por la opción moderada y nos retribuyeron la receta neoliberal más extrema.
En suma, la izquierda no fue la única responsable de la crisis aunque tuvo una participación gravitante. Me inclino a afirmar que también hay que analizar el papel de aquella derecha complaciente y hipócritamente liberal que se rindió ante Fujimori, que consintió el autogolpe del 5 de abril, que calló en todos los idiomas cuando se supo de las masacres de La Cantuta y Barrios Altos, que oficia de traductora de los exabruptos de Alan García y que, de vez en cuando, siente la tentación de tocar las puertas de los cuarteles para poner orden cuando las masas se les van de las manos. En lo personal, confío en que el centro, hasta ahora vacío, pueda aglutinar a aquellas fuerzas políticas que contengan una propuesta alternativa y viable a la actual, lo cual no significa un viraje drástico, sino un esfuerzo por no dejar la economía en piloto automático.
P.D.
A PESAR DE QUE EN SU BLOG ACTUALIZÓ Y PRECISÓ LOS ALCANCES DE SU HIPÓTESIS QUE ME PARECEN ATENDIBLES, SIGUE EXISTIENDO EN CARLOS MELÉNDEZ UN CONFLICTO DE PROPÓSITOS: NO SE PUEDE HACER ANÁLISIS SERIO Y A LA VEZ "CHACOTA" PORQUE EL PERSONAJE GRACIOSO OPACA AL POLITÓLOGO QUE CREO ASPIRA A SER. LO OTRO ES QUE, QUERIÉNDOLO O NO, SE CONVIERTE EN UN RETRANSMISOR E INDIRECTAMENTE, AVAL DEL DIARIO DE ALDO MARIÁTEGUI.