jueves, mayo 26, 2011

Prácticas letradas contemporáneas. Claves para su desarrollo

Hace tres meses un grupo de docentes de Lenguaje de la UPC intercambiamos opiniones acerca de cuál sería la metodología más adecuada para enseñar nuestro curso toda vez que está orientado a la comprensión y producción de textos académicos. Lo particular de este debate fue el medio en el que se realizó: la mayor parte tuvo lugar a través del correo electrónico. Durante casi dos semanas, todos los destinatarios del debate asistimos a una larga e instructiva exposición de observaciones, acotaciones, ampliaciones, réplicas e interpelaciones que si bien coincidían o diferían, mantuvieron en todo momento un tono alturado en el que prevalecieron las ideas.

El debate tomó un giro repentino desde que el profesor Roberto García nos remitiera un artículo de Wilfredo Ardito publicado en su blog Reflexiones Peruanas, titulado "Le voy a decir a mi papá". El este post, Ardito, conocido activista antirracista y profesor de la Facultad de Derecho de la PUCP, ofrece su punto de vista acerca de la actitud que asumen los actuales estudiantes universitarios y sus padres respecto a la exigencia y las normas universitarias. El comentario de Paul Llaque sobre este artículo giró el debate hacia otro tema no menos interesante y polémico: el rol del profesor en la enseñanza contemporánea. Es en este marco que me animo a participar de lleno en el diálogo. A continuación, publico parte de aquel interesantísimo debate que, en lo personal, significó una muy grata oportunidad para refrescar la rutina e imprimirle una buena dosis de emoción a una actividad que disfruto enormemente: debatir.

Antes que leer las intervenciones de los participantes, sugiero la lectura del artículo de Wilfredo Ardito, "Le voy a decir a mi papá". En este post, publico el minucioso comentario de Paul Llaque acerca del referido artículo.

Reflexiones Peruanas Nº 342


-LE VOY A DECIR A MI PAPÁ

Wilfredo Ardito Vega

-Lo busca la señora Martínez -me dijo la recepcionista.

Bajé preocupado, pues, por su entonación, debía ser una situación grave. Efectivamente, en medio de todas las personas que había en ese momento en la recepción logré distinguir a una señora muy angustiada. Cuando me identifiqué, ella exclamó:

-¡Usted ha jalado a mi hija!

Me quedé estupefacto. Cuando yo estudiaba en la universidad, era impensable la intervención de un padre de familia en las notas de sus hijos, la matrícula o cualquier otro aspecto de la vida universitaria. Se asumía que, quien lograba ingresar a la universidad, en mérito a un peleado examen, era una persona suficientemente responsable para resolver sus propios problemas.

Ergo: No hay mejor forma de aprender como yo aprendí ni mejor forma de enseñar como me enseñaron a mí.

Ojo: El problema es que el profesor y la alumna pertenecen a generaciones distintas. Y si al profesor le enseñaron tan bien, debería tener capacidad para comprender que existe un sinnúmero de personas, como la señora de la historia, que piensa o siente distinto de él, ¿verdad?

Años después, un amigo que enseña en una universidad de Surco me confiesa que su principal habilidad es percibir quiénes son los alumnos más palomillas, cambiarlos de sitio cuando conversan y, si se exceden, hacerlos salir del salón.

Ojo: Si un profesor universitario tiene como principal habilidad cambiar de sitio a sus alumnos para lograr la disciplina, el problema es el profesor, no los alumnos.

-Pero eso parece un colegio -le digo yo.

-Así es -me responde -.Por eso que muchos profesores no resisten.

Pregunta: ¿Qué tiene de raro en que una universidad se parezca a un colegio? Tanto la universidad como el colegio (de secundaria, primaria o inicial) son centros de enseñanza-aprendizaje. Tanto en la universidad como en el colegio, los profesores deben propiciar el aprendizaje de los alumnos. Es obvio que las estrategias para lograr esos aprendizajes son diferentes en una universidad que en un colegio, pero tanto el profesor universitario como el profesor de colegio van a enseñar. Si algún profesor cree que a la universidad se va solo a disertar o solo a demostrar que es un sabio ignorado o postergado por la ciencia, el problema es el profesor, no el alumno ni la universidad.

De hecho, en algunas universidades el grave problema es la total ausencia de filtros en el ingreso. Basta estar en cuarto o quinto de media de algún colegio caro, para que las "oficinas de admisión" comiencen a cortejar a los alumnos o pasen a acosarlos, inclusive llamando a sus casas. La única selección para ello es la capacidad económica de los padres. Naturalmente, esta captación de escolares sin ningún rigor académico, también ha contribuido a rebajar los niveles de la enseñanza escolar.

Ergo: El problema no es del profesor, sino de «la total ausencia de filtros en el ingreso [a la universidad]». Y este problema «[n]aturalmente» […] también ha contribuido a rebajar los niveles de la enseñanza escolar». El problema sigue sin ser del profesor; es el sistema, los fantasmas, el imperialismo, el comunismo; alguien es responsable, pero el profesor no, ¿verdad?

Otro ergo: Mientras tanto, el profesor podrá seguir sin hacer nada al respecto, ya que fuerzas sobrehumanas lo atenazan. ¡Y eso que a él le enseñaron muy bien, ah!

Un ergo más: El problema se ha detectado en los colegios caros (al parecer, no en el sistema estatal). Y ocurre porque «[l]a única selección [para ingresar a la universidad] es la capacidad económica de los padres».

"Tengo alumnos que no saben ni leer ni redactar", se lamenta un profesor de una universidad que jacta de no rechazar a ningún postulante? en tanto pueda pagar las boletas. En otra universidad, una profesora de Lengua, que cuando era estudiante en dicho curso leía y comentaba a Chomsky y Saussure, confiesa que ahora en ese curso enseña a colocar tildes y el uso del punto y coma? lo que en mis tiempos eran competencias básicas a los doce años o aún antes.

Ergo: No hay mejor forma de aprender como yo aprendí ni mejor forma de enseñar como me enseñaron a mí.

Ojo: Los jóvenes de hoy leen y escriben mucho más que los de generaciones anteriores, no porque sean más inteligentes o estudiosos, sino porque están expuestos a mayor información textual que otras generaciones, y porque los niveles de analfabetismo, en la actualidad, se han reducido, entre generación y generación, tanto en el Perú como en el resto del mundo. Ciertamente, los jóvenes de hoy —a menos que estudien Lingüística, Semiótica o alguna disciplina pariente de las anteriores— no suelen leer a Chomsky ni a Saussure, porque esos autores no les son significativos. ¿Qué aportaría Chomsky o Saussure a un futuro médico veterinario, a un futuro decorador de interiores o a un futuro gourmet? Por otro lado, los jóvenes de hoy omiten tildes y signos de puntuación cuando chatean o envían mensajes de textos, circunstancia que no han experimentado los integrantes de generaciones anteriores cuando eran niños o púberes. Desde esa perspectiva, el aprendizaje y la experiencia en acentuación y puntuación son generacionalmente distintos; por tanto, los tratamientos deberán ser diferentes. Finalmente, si un profesor de Lengua no desea hacerse cargo de la acentuación y puntuación, que renuncie y que le deje la tarea a otros cursos, por ejemplo, los de Marketing o de Electrónica… Siempre hay buenos samaritanos dispuestos a ayudar, ¿verdad?

A esto se añade que ser universitario en el Perú implica menos preparación que en otros países de América y Europa, por el simple hecho que uno termina el colegio a los 16 años, muy, pero muy joven. Por eso ahora tiene más sentido que nunca la existencia de Estudios Generales, como afortunadamente subsisten en la Universidad Católica. Es bien sabido, sin embargo, que éstos son percibidos como una ?pérdida de tiempo? en la mayoría de universidades. El funcionario de otra universidad admite que al no haber Estudios Generales sus alumnos ?no tienen una real vocación por la carrera que están siguiendo?.

Pensamiento célebre: Los universitarios peruanos no están bien preparados que sus similares en el resto de América y en Europa porque terminan el colegio a los 16 años. Es decir, si terminaran con mayor edad, ¿estarían mejor preparados?

Otro pensamiento célebre: «El funcionario de otra universidad admite que al no haber Estudios Generales sus alumnos no tienen una real vocación por la carrera que están siguiendo». ¿¡!?

Ojo: Los centros de aprendizaje más avanzados del mundo consideran que, para lograr habilidades en un nivel de experto, es necesaria una práctica intensa de unas diez mil horas en un período de, aproximadamente, cinco años, con lo cual uno no debería invertir tiempo ni esfuerzo en asignaturas que pueden ser muy importantes para los profesores que las dictan, pero no para el alumno y su carrera. Para decirlo con otras palabras, ¿qué diría un alumno de Lingüística o de Literatura al que se le obligara a llevar un curso básico de Mecánica Cuántica, entre otras cosas, porque el decano de Ciencias argumenta que, aunque parezca mentira, esta realidad —y las personas forman parte de la realidad— está constituida por partículas subatómicas, y uno no puede irse al más allá sin saber algo de Mecánica Cuántica?

Actualmente, además, un factor importante para la selección de la universidad es que muchos padres quieren evitar que sus hijos estudien "lejos". Un amigo me dice: "Quizás la experiencia del terrorismo nos convirtió en una generación extremadamente sobreprotectora". Desde la perspectiva peruana parece infame el modelo anglosajón, donde los adolescentes viven en la Universidad, muy lejos del hogar paterno.

Ojo con este giro estilístico: «[U]n factor importante para la selección de la universidad es que muchos padres quieren evitar que sus hijos estudien lejos» (mi énfasis).

Mientras los padres buscan prolongar la dependencia de sus hijos, hay quienes disfrutan de esta sobreprotección, evitando asumir responsabilidades normales para su edad o buscando una universidad donde haya gente "como las de mi colegio".

A largo plazo la sobreprotección puede generar personas realmente atrofiadas en sus capacidades sociales, que a los 25 años jamás han usado el transporte público, que perciben a sus compatriotas con temor o desprecio... y que en el ámbito académico no logran aceptar muchas exigencias. Después de todo, cuentan con sus padres si un profesor los desaprueba. Lamentablemente, en este proceso también han intervenido algunas universidades que prefieren tratar a los alumnos como si fueran eternos colegiales.

¿Se puede enfrentar esta situación? Por supuesto que sí? Una primera medida sería extender uno o dos años la educación escolar, procurando que hacia el final se brinde una capacitación orientada al desempeño profesional o técnico de los alumnos. Otra posibilidad sería que todos los egresados de secundaria dieran un mismo examen y, de acuerdo a su rendimiento, podrían optar por ingresar a las universidades. Debería prohibirse toda manipulación de los escolares como llamadas a las casas o correos electrónicos que busquen deslumbrarlos. Otra medida sería hacer obligatorios los Estudios Generales en todas las universidades.

Ergo: El sistema funciona muy mal; por eso, hay que darles más de ese sistema: ya no cinco años de secundaria sino siete. ¿¡!?

Ojo: Ampliar el nivel secundario para incluir una formación técnica fue una medida que ya se ha implementado en el Perú; lamentablemente, el proyecto constituyó un rotundo fracaso.

Otro ojo: «Otra posibilidad sería que todos los egresados de secundaria dieran un mismo examen y, de acuerdo a su rendimiento, podrían optar por ingresar a las universidades». ¿Es esta una cita no entrecomillada de Fidel Castro o de Hugo Chávez?

Tercer ojo: «Otra medida sería hacer obligatorios los Estudios Generales en todas las universidades» (¿Cita no entrecomillada de Fidel Castro o de Hugo Chávez?).

Un ojo más: «Debería prohibirse toda manipulación de los escolares como llamadas a las casas o correos electrónicos que busquen deslumbrarlos». ¿Quién debería prohibir esto? ¿Y a quién se le debería prohibir esto?

Mientras esperamos que todo esto suceda, a quienes enseñamos en la universidad nos queda aprender a formar personas maduras, serias y responsables. Y algunas veces, nos tocará tratar con los padres que, en el fondo, no quieren que esto suceda.

Ojo con esta idea: «Y algunas veces, nos tocará tratar con los padres que, en el fondo, no quieren que esto suceda [¿los padres no quieren que a sus hijos se los forme como personas maduras, serias y responsables?]». Es decir, no solo los alumnos de hoy no saben ni leer ni escribir, sino que también los padres son unos degenerados… ¡Y eso que los padres son de generaciones anteriores…!