domingo, julio 21, 2013

LO CULTURAL ES LO POLÍTICO

Publicado en diario Noticias de Arequipa, Perú. Lunes 22 de julio de 2013



La afirmación de la autonomía de la intención creadora lleva a una moral de la convicción que inclina a juzgar las obras con base en la pureza de la intención del artista, y que puede culminar en una especie de terrorismo del gusto cuando el artista, en nombre de su convicción, exige un reconocimiento incondicional de su obra. Así, la ambición de la autonomía aparece, desde entonces, como la tendencia específica del cuerpo intelectual.


Pierre Bourdieu. «Campo intelectual y proyecto creador», 1967





La formación de élites intelectuales, las modalidades de consumo artístico, el campo académico y el campo político fueron objeto de interés para el sociólogo francés Pierre Bourdieu, quien desarrolló la categoría «campo intelectual» como resultado de un vasto programa de investigación acerca de la sociología de la creación intelectual que examinaba las relaciones entre sociedad, creadores y obras de arte. En «Campo intelectual y proyecto creador» (1967) Bourdieu sostiene que la relación creador-obra y la obra misma están afectadas por la posición del creador dentro del campo intelectual, es cual está conformado por la confrontación de fuerzas entre sistemas de agentes, es decir, de los actores organizados en torno a un campo intelectual especializado (cultural, científico, artístico, etc.). Señala además que la formación de un campo intelectual fue resultado de la progresiva liberación de instancias legitimadoras exteriores que dejaron de condicionarlo ética y estéticamente y de la emergencia de nuevas instancias de consagración intelectual. 



La confrontación mediática que sostuvieron escritores y críticos luego del Encuentro de Narradores Peruanos en Madrid consistió en un intercambio de estimaciones y desestimaciones, donde la condición de escritor funcionó como garantía de autoridad para pronunciarse sobre el tema en cuestión. Ser «andino» o «criollo» suponía hablar desde un lugar de enunciación que situaba a un grupo de escritores en una posición de poder frente a otros no solo excluidos sino perjudicados por ese poder. Los términos en juego «andino» y «criollo» se emplearon como sustancia y atributo, es decir, como una esencia dada, definitiva, y como una cualidad que se traducía en un recurso para denunciar o defenderse. 

Cuando Melissa Patiño fue detenida al regresar del Ecuador —bajo la presunción que estaba comprometida en actividades terroristas por haber asistido a un encuentro político donde uno de los oradores fue el número dos de las FARC, Raúl Reyes— un nutrido grupo de escritores se pronunció contra la arbitraria detención. Las declaraciones más frecuentes de los escritores y amigos allegados a Melissa Patiño subrayaban, además de que no tenía vínculos con el MRTA ni las FARC, que ella era poeta. 

Gustavo Faverón sostuvo que Gastón Acurio carecía de competencia para integrar el jurado calificador del concurso de las mil palabras organizado por la revista Caretas. Aquí el no poseer la condición de escritor o la idoneidad académica fue argumento del blogger para desestimar la participación de Acurio en el conocido certamen literario. 

Estos episodios exhiben las tensiones del campo intelectual en el Perú y evidencian un uso estratégico de la condición de escritor para atenuar valoraciones negativas o para destacar cualidades positivas sobre la actuación de un individuo, para enaltecerlo o para desmerecer la actuación de un eventual adversario si es que no posee la condición de escritor o si, al poseerla de facto, no se la considera legítima. Es decir, se trata de casos representativos de una ardua disputa por la condición de escritor en el campo intelectual y cultural en el Perú, donde el modo de concesión u obtención de reconocimiento son fundamentales para la legitimación de lo culturalmente correcto.

El reciente reconocimiento a Martha Meier Miró Quesada en el marco de la FIL Lima 2013 ha generado el rechazo unánime de varios escritores nacionales donde destaca una carta que congrega adherentes contrarios al referido reconocimiento. Aquella carta, que circuló en las redes sociales y logró reunir cerca de doscientas firmas, es reveladora de un discurso acerca de la condición de escritor, la idea de cultura y los vínculos entre cultura y política. Es una consideración manifiesta de y por intelectuales y escritores (IE), identidad colectiva asumida para mostrar su desacuerdo. El sujeto colectivo que enuncia la carta rechaza el reconocimiento a MMMQ por dos razones: su falta de idoneidad profesional y cercanía al fujimorismo. Son objeciones de carácter profesional, cultural y política. La disputa por la idea de cultura se aprecia en varios pasajes de la carta. El enunciador de la carta establece una distinción inicial: «intelectuales y escritores» suscribientes supone un cuerpo diferencial de otro, los IE que no la firmen u ocasionales lectores adversos o indiferentes a su postura.

En el contexto del caso MMMQ, la discusión se ha concentrado en la incapacidad de la resistida directora de «El Dominical» como gestora cultural y su filiación fujimorista, y en lo nefasto que significaría que la FIL Lima lo ignore. Pero hay otras implicancias más importantes que atender, pese a que la tacha contra el reconocimiento a MMMQ tiene fundamento. Este caso prosigue la discusión sobre qué significa ser escritor en el Perú (condición de escritor), quiénes sienten que lo son (espíritu de cuerpo) y la selectividad de los asuntos que consideran válidos para intervenir públicamente como escritores e intelectuales (deliberación pública organizada). En suma, es una manifestación bastante significativa de una batalla ideológica por la legitimidad cultural y política, o dicho de otra manera, un hecho donde se verifica que lo cultural es un asunto político.

Los poetas Marco Martos y Antonio Cisneros recibirán homenajes en esta edición de la FIL Lima 2013. Los detractores de Martos recusan el homenaje recordando que fue decano de la Facultad de Letras durante la intervención de la Universidad de San Marcos por una comisión designada desde el gobierno de Alberto Fujimori. Antonio Cisneros condujo un programa literario en un canal de cable que a la postre se supo recibió dinero de Vladimiro Montesinos para apoyar la rereelección de Fujimori. Ciertamente, ambas participaciones no los convierte en fujimoristas, pero fijémonos cómo en un caso la proximidad fujimorista es empleada como agravante y cómo en otro es sencillamente soslayada, creo yo, porque la condición de escritores reconocidos por un sector influyente de escritores, críticos y lectores funciona como atenuante, es decir, lo artístico blanqueando lo político. 

¿Por qué sí se evalúa integralmente a MMMQ, en lo profesional y lo político —lo cual arroja un irrefutable saldo negativo— y por qué se evalúa exclusivamente a Martos y Cisneros en tanto poetas? ¿qué determina que se evalúe integral o selectivamente a un intelectual? Ello depende de las fuerzas que constituyen el campo intelectual. El grupo que disponga de los recursos simbólicos suficientes para instalar su discurso logrará alterar el equilibrio de fuerzas, conquistando o recuperando espacios o dando señales de actividad que alerten a sus adversarios.

Para los emisores de la carta «cultura» es algo diferente de lo que es para sus otros. La idea de cultura expuesta en la carta es sinónimo de labor promotora eficiente, producción artística de calidad y corrección política, condiciones que MMMQ no reúne y que la convierten en un sujeto vulnerable por las deficiencias que la señalan. Una de las afirmaciones más sugerentes de la carta de los intelectuales y escritores contra el reconocimiento a MMMQ es que la cultura proteja de las dictaduras. Primero, porque supone la cultura como un espacio diferenciado de los usos autoritarios de la política, segundo que habría algo constitutivo o esencial en la cultura (elevado, puro, enaltecedor) que repele el ejercicio autoritario de la política (perversa, degradante, baja), y tercero, la apelación a la cultura para salvarnos de la política autoritaria, o sea, superioridad moral de la cultura. ¿Y si el autoritarismo fuera una práctica, un «habitus» configurado con arreglo a nuestras formas de vivenciar la política o si la cultura fuera una traducción de nuestros hábitos políticos? (me viene a la mente el filme Das Weisse Band [La cinta blanca], de Michael Haneke). Pensada así, la cultura no protege de las dictaduras sino que las constituye. El asunto es que una reducción de la cultura a bellas letras, bellas artes, excelencia artística, etc., impide apreciar que la cultura es susceptible es engendrar todas aquellas tropelías que se le atribuyen a la política.

El camino para confrontar al fujimorismo no es excluirlo de la política, sino conminarlo a aceptar valores democráticos para lo cual es necesario que deliberen en política. Y el camino para fomentar la cultura en una feria del libro no pasa por invitar a escritores mundialmente consagrados, no solamente, ni en denostar la participación de cantantes pop o escritores que no sean del gusto del cuerpo intelectual hegemónico, sino en abrir ese espacio a las experiencias cotidianas de la población. 

Identificar cultura con arte de calidad es una de las más nefastas reducciones de la idea de cultura. Si la cultura es monopolio de los artistas de la alta cultura, lo único que se logra es que la cultura sea lo que hacen estos artistas. Cultura es un modo de habitar el mundo. Entonces el desafío no debe ir solo por reconocer lo que hacen los artistas, sino haciendo algo efectivo por la cultura atendiendo a lo que la gente siente, expresa y aprecia. Si nuestro modo de experimentar la cultura en una feria internacional del libro no se ajusta a la de Frankfurt o Londres, no es esto lo preocupante sino que los organizadores de estos eventos no asuman como prioridades la inclusión y la pluralidad. No me incomoda que la cultura de masas ocupe el pedestal de los gustos refinados. Me preocupa que la noción de cultura sea secuestrada por un cuerpo intelectual.




lunes, julio 08, 2013

DISCURSO, CONTEXTO Y SOCIEDAD


Sociedad y discurso
Teun Van Dijk
Gedisa
Barcelona, 2012



Teun Van Dijk es uno de los investigadores más destacados en el ámbito del Análisis Crítico del Discurso (ACD), del cual es considerado uno de los principales fundadores. Sus áreas de investigación son la textolingüística, la pragmática, la psicología social, la ideología, el racismo, los medios de comunicación, el poder y el contexto. Actualmente, sus estudios se fundamentan en una aproximación interdisciplinaria que integra aportes de las ciencias sociales y las humanidades, especialmente, psicología, sociología, antropología, lingüística y literatura. Van Dijk propone un análisis sociocognitivo del discurso, en el cual contexto, cognición y texto son dimensiones que se deben analizar conjuntamente para comprender en profundidad los alcances del sentido de un discurso.

En Sociedad y discurso (2012), amplía su teoría del contexto expuesta anteriormente en Discurso y contexto (2012). Mientras en este estudio focalizó los aspectos lingüísticos, sociolingüísticos y cognitivos de su teoría del contexto, en Sociedad y discurso se concentra en los aportes de la psicología, sociología y antropología a esta teoría. Para comprender bien la teoría del contexto de Van Dijk es necesario revisar ambos trabajos monográficos, pues en ellos sostiene, contrario al sentido imperante, que el contexto no influye directamente en el discurso, sino que son los usuarios del lenguaje quienes construyen representaciones mentales del contexto, las cuales definen la situación comunicativa. Van Dijk aclara que la influencia del contexto es indirecta, ya que está intermediada por las representaciones mentales de los usuarios del lenguaje. 

El punto de partida es la noción de contexto empleada por Van Dijk, quien lo define como aquellas propiedades de la situación comunicativa, configuradas por los usuarios del lenguaje, relevantes para la producción y comprensión del discurso. De este modo, toma partido a favor de una comprensión cognitiva del discurso que otorga fundamental importancia al modo cómo los sujetos procesan la información, pero sin caer en un reduccionismo mentalista que deje de lado la dimensión social. Por ello es que constantemente recalca que su enfoque es sociocognitivo. De acuerdo a la definición anterior, los contextos no son cualidades objetivas sino más bien subjetivas en tanto representaciones mentales o, como lo expresa Van Dijk, modelos de contexto. 

Si bien considera que no hay una influencia directa y determinista entre contexto y discurso, advierte que la dificultad radica en seleccionar cuáles son las propiedades del contexto más relevantes para la producción del sentido, pues «un contexto es lo que los propios participantes de una situación social definen como relevante» (20). Para ello realiza una exhaustiva revisión de diversas propuestas teóricas que sistematizan algunas categorías útiles para este propósito. Van Dijk las sintetiza en categorías y subcategorías como situación, escenario, tiempo, lugar, circunstancias, suceso o acontecimiento, actores y actividad. Subraya que es indispensable diferenciar entre las influencias físicas del entorno, que determinan respuestas fisiológicas que podrían influir en el sentido del discurso, y los modelos mentales que sirven de interfaz para comprender dicho discurso. Por consiguiente, la descripción del contexto exige determinar la relevancia de los elementos que influye en el significado del discurso.

Luego pasa revista a algunas de las teorías sociológicas más influyentes en el estudio del contexto que incorporaron enfoques cognitivos, con el propósito de demostrar que la tradición sociológica sí había tomado muy en cuenta los aportes de la psicología social, interés que después fue progresivamente abandonado. 

Posteriormente, dedica un capítulo a la relación entre contexto y cultura, donde los aportes de la antropología al estudio del contexto son fundamentales. Y es que la antropología fue una disciplina que desde sus inicios puso mucha atención a la situación que rodeaba su objeto de estudio. Igualmente, revisa las principales contribuciones de diferentes especialistas provenientes de la etnografía y antropología lingüística. Como estudio de caso presenta sus conclusiones sobre el análisis del discurso racista en los medios de comunicación, resultados publicados en Racismo y discurso de las élites (1993), Racismo y discurso en América Latina (2003) y Dominación étnica y racismo discursivo en España y América Latina (2003).

El siguiente capítulo analiza el debate sobre Irak en el parlamento británico a partir de la intervención del primer ministro Tony Blair. Aquí Van Dijk aplica su teoría multidisciplinaria del contexto a través de las categorías de análisis descritas en los capítulos anteriores. 

Estructuralmente, es una monografía que proporciona una idea clara acerca de cómo organizar el marco teórico de una investigación, ya que contiene tanto la revisión teórica precedente como las objeciones y las propuestas propias. A lo largo de todo el texto, el autor mantiene un didáctico contrapunto entre la exposición de la teoría y el análisis de casos, en general, en torno al debate sobre Irak en el parlamente británico. Sociedad y discurso profundiza en una innovadora teoría del contexto que podría aplicarse para el análisis de una amplia variedad de discursos.

UNA TEORÍA SOCIOCOGNITIVA DEL CONTEXTO

Discurso y contexto
Teun Van Dijk
Gedisa
Barcelona, 2012



Discurso y contexto (2012) inicia con un estado de la cuestión acerca de la noción de contexto desde la perspectiva de las ciencias sociales y las humanidades. Concluye que salvo la antropología, el resto de disciplinas no atendió al contexto o lo hicieron con posterioridad, como en el caso de la semiótica, hacia fines de los noventa, y en la lingüística con los estudios de pragmática y sociolingüística, hacia los años sesenta. Seguidamente, esboza los principales intereses que una teoría multidisciplinaria del contexto —basada en la psicología cognitiva y la sociolingüística— tendría por desarrollar. 

Van Dijk sostiene que los contextos no están definidos por cualidades objetivas sino por las representaciones subjetivas de los usuarios del lenguaje sobre la base de la información que estos consideran relevantes, es decir, que los contextos son modelos mentales. De este modo, los contextos o modelos contextuales constituyen un tipo específico de modelo mental que el autor emplea para explicar cómo el contexto controla la producción y comprensión del discurso no directamente sino mediado por la representación subjetiva que realizan los participantes. 

En «Discurso y contexto», sección medular de este libro, se explica cómo los contextos controlan la producción y comprensión del discurso, además de analizar conceptos fundamentales como registro, estilo, género discursivo y variación.

Van Dijk reconoce que su teoría del contexto se encuentra en formación, por lo cual advierte que solo a través de posteriores aplicaciones se ratificará, enmendará o rebatirá su tesis sobre la relación entre el contexto, la sociedad y el discurso. No obstante, se trata de una exhaustiva investigación monográfica, al igual que Sociedad y discurso, que recorre una vasta bibliografía sobre la noción de contexto. Ambas monografías están dirigidas a especialistas en análisis del discurso, sociolingüística, lingüística, pragmática o enfoques semióticos con orientación sociológica, puesto que los contenidos expuestos por el autor requieren conocimientos previos de estas disciplinas.