tag:blogger.com,1999:blog-318335422024-03-05T01:15:03.171-08:00Letras del SurLiteratura, Cultura y PolíticaCharlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.comBlogger189125tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-19169876375193220142018-02-18T18:55:00.000-08:002018-02-18T19:03:02.933-08:00ELOGIO DE LAS HUMANIDADES<div style="text-align: justify;">
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Ponencia en la Semana de las Humanidades. Panel «El rol de las humanidades hoy».Universidad Tecnológica del Perú, Arequipa, Perú, febrero de 2017.</div>
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I</div>
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Ante la crisis económica de los sesenta y setenta en los Estados Unidos, y como parte de una serie de medidas conducentes a superarla, las unidades encargadas de evaluar la aptitud académica de los estudiantes universitarios aplicaron pruebas de comprensión y producción textual. El resultado alarmó a las autoridades educativas federales, ya que los niveles se encontraban por debajo de los indicadores de sus pares europeos y asiáticos. Las pruebas concluyeron que los estudiantes no estaban en condiciones de desarrollar óptimamente sus estudios por lo que requerían «recibir formación adicional en las universidades para poder trabajar satisfactoriamente en su campo» cualquiera fuera su especialidad. En seguida, se dispuso la reestructuración de las currículas de educación básica, secundaria y superior poniendo énfasis en las ciencias aplicadas y tecnología en perjuicio de las humanidades y las ciencias sociales. El consenso apuntaba a superar la crisis mediante la formación especializada de individuos en conocimientos aplicados a la solución de problemas. Estas medidas correctivas se basaron en una interpretación que atribuía la causa del problema a los contenidos de las materias humanísticas, los cuales, supuestamente, no eran útiles, por lo cual urgía un cambio drástico en el modo de impartirlas, así como en su distribución.</div>
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La tarea de nivelación se asignó a los departamentos universitarios de inglés, cuyos profesores adujeron que no correspondía a la universidad resolver los problemas generados por una desacertada política educativa excluyente y discriminadora que, sin tomar en cuenta la gravedad de la situación, extendió «la educación superior a las minorías raciales y étnicas», cuyo nivel era deficiente debido al abandono de la educación pública en comparación con la privada.Pese a la reticencia de los docentes de humanidades, la reestructuración se ejecutó. A partir de ese instante, ya no era tan importante la literatura inglesa o la historia de las ideas políticas, como la redacción de textos sobre la base de información relacionada con la profesión del estudiante.</div>
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De este modo, se generó una abierta confrontación entre los profesores de literatura y los enseñantes de redacción, al punto que fue necesario «conceder autonomía presupuestaria y organizativa a las nuevas unidades académicas dedicadas a la enseñanza de la escritura», apunta Vlad Godzich en <i>Teoría literaria y critica de la cultura</i> (1998). La enseñanza de la escritura se empezó a impartir transversalmente en las currículas escolares y universitarias. Este fue el inicio del Nuevo Vocacionalismo, el cual enfatiza el carácter instrumental de las currículas y la enseñanza tecnocrática a fin de garantizar la hegemonía del modelo económico neoliberal desde la educación. Este giro fue impulsado por los industrial trainers, acota Ball en <i>Politics and Policymaking in Education: explorations in policysociology</i> (1990), y otros grupos de interés que impulsaron reformas educativas bajo el influjo de la modernización del sector productivo. Las humanidades fueron las primeras en acusar el asedio del Nuevo Vocacionalismo.</div>
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En <i>Sin fines de lucro</i> (2010), Martha Nussbaum sostiene que las humanidades son fundamentales para el desarrollo de la democracia. En consecuencia, considera que la crisis que atraviesa la enseñanza de las humanidades implica un grave riesgo para la continuidad de la democracia a nivel mundial. Luego de distinguir las nociones de «crecimiento» —evaluado en términos cuantitativos, materiales y mediante indicadores macroeconómicos— y «desarrollo» —vinculado al estímulo de las capacidades humanas sobre la base de un acceso igualitario y de calidad a la salud, vivienda y educación—, Nussbaum advierte que los Estados nacionales están relegando la formación de aptitudes básicas en los estudiantes para convertirlos en máquinas utilitarias; es decir, que la educación está deviniendo instrucción en perjuicio del cultivo de ciudadanos críticos. La crisis silenciosa a la que se refiere Nussbaum exhibe marcas ostensibles: erradicación de las materias humanísticas de las currículas escolares y universitarias, repliegue de la educación crítica ante el avance de la educación utilitaria, puesta en valor de carreras lucrativas versus carreras con escaso o nulo valor laboral y tránsito de la educación para la ciudadanía hacia la educación para la renta.</div>
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En este contexto, las millonarias inversiones de los consorcios transnacionales en educación los faculta a decidir los contenidos que recibirá el cuerpo estudiantil en sus centros educativos —el cual una vez terminada su formación será integrado a las empresas del consorcio—, y a influir decisivamente sobre las políticas educativas de los Estados y en la legislación para flexibilizar las restricciones. Paralelamente, oponen tenaz resistencia a políticas educativas igualitarias porque atentan contra su rentabilidad. Así, modelan subjetividades con arreglo a sus intereses económicos.</div>
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Esta conferencia plantea una sucinta revisión de las principales reflexiones en torno a la crisis de las humanidades, la cual comprende, en primer lugar, la discusión de algunas ideas falsas en torno a ellas; en segundo lugar, la superación de la oposición ciencias/humanidades; y finalmente acotar los aportes efectivos de las humanidades.</div>
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II</div>
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Una creencia muy extendida es que las humanidades no tienen aplicación práctica, es decir, que no son útiles.Por el contrario, solo las ciencias y la tecnología sí tendrían utilidad, ya que explican y resuelven problemas, se verifica su importancia mediante prácticas reales y objetivas, y sus resultados son cuantificables. No obstante, las humanidades sí son útiles, por ejemplo, para sentar las bases de una ciudadanía democrática. Esta condición es posible gracias al cultivo de un pensamiento crítico y creativo, al reconocimiento de la diversidad, la empatía con otras experiencias humanas y la reflexión sobre la complejidad del mundo. Literatura, filosofía, historia, psicología, ética y artes forman el pensar y el sentir sobre los otros y nos ayudan a comprender que las diferencias son un desafío para el consenso, mas no una muralla infranqueable.</div>
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Esta creencia falsa es un resabio de la vieja dicotomía entre ciencias naturales y ciencias del espíritu establecida por Dilthey, quien estimaba que la esencia de aquellas residía en la explicación y de estas en la interpretación. Ambas facultades intelectuales fueron distorsionadas a favor de una sobre estimación de las ciencias naturales en perjuicio de las humanidades y las ciencias sociales. La superioridad de la explicación sobre la interpretación se fundamentó en la necesidad de alcanzar resultados constatables y universalizables, lo cual implicaba reducir al máximo las apreciaciones evaluativas y especulativas. El giro lingüístico, desde Wittgenstein hasta el postestructuralismo, ha insistido en la condición primaria de la comprensión analítica del lenguaje antes de iniciar cualquier reflexión sobre la realidad humana, social o natural. Por consiguiente, si el lenguaje organiza nuestra representación de la realidad, las humanidades tienen mucho que decir al respecto.</div>
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«De acuerdo, pero las humanidades no son rentables», es también una objeción frecuente. Mientras las áreas de ciencia y tecnología reciben ingentes presupuestos para investigación, becas, pasantías, etc., por el contrario, las humanidades, salvo excepciones notables, no están contempladas dentro de las áreas estratégicas para el desarrollo nacional. Concytec, la institución rectora del sistema nacional de investigación científica en el Perú, ha establecido áreas estratégicas a las cuales se destinan fondos para becas de posgrado en universidades nacionales e internacionales: no se incluyen maestrías ni doctorados en humanidades ni en ciencias sociales. En Argentina, antes del recorte determinado por el gobierno de Mauricio Macri, Conicet otorgaba becas doctorales y posdoctorales para investigaciones en ciencia, tecnologías, ciencias sociales y humanidades. El mayor recorte lo han sufrido las humanidades. El argumento es que la necesidad de obtener resultados tangibles es impostergable; en consecuencia, impactan directamente en la sociedad debido a que se las necesita. De esto infieren que, en los casos más logrados, la inversión es retornable.</div>
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El retorno de la inversión en humanidades es de otro calibre. Se trata de una rentabilidad social. La reducción de las desigualdades sociales ataca directamente las estructuras causantes de la injusticia social. Es cierto que los resultados no se advierten en el corto plazo; sin embargo, son más duraderas porque las aptitudes, capacidades y valores que estimula se traducen en actos con repercusiones colectivas, las cuales, inclusive, salvaguardan la prosperidad económica. Los responsables de la crisis financiera del 2008 provenían de las universidades de élite de los Estados Unidos. El problema no fue de incompetencia profesional sino su deficiente formación ético-moral. En lugar de insistir en modelos represivos contra la inseguridad ciudadana, habría que reformular los planteamientos educativos en el aula, ese microcosmos que reproduce en miniatura lo mejor y lo peor de la sociedad, para invertir a futuro en una formación ética, pero no teórica, sino práctica: aquella que nos alerta ante la corrupción, el abuso de poder o la inequidad social. Posiblemente, si los apólogos de la educación para el lucro comprobaran las pérdidas económicas provocadas por la corrupción, se decantarían por una educación para el desarrollo humano.</div>
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Desde otras posiciones se afirma que las humanidades carecen de actualidad en el siglo XXI, argumento sucedáneo del anterior. Así, se coloca a las humanidades por debajo de la ciencia y la tecnología, circunstancia que replica la oposición ciencias/humanidades o artes/tecnología, por lo cual se estima que su decir sobre el presente es limitado. Pensemos brevemente en Julio Verne, Arthur C. Clarke, Ray Bradbury, Isaac Asimov, Geoge Orwell o Aldous Huxley y examinemos con claridad si realmente las letras no tendrían que decirnos mucho sobre el presente y el futuro, inclusive. La ciencia ficción ha mostrado ser tanto o más política que la narrativa realista. Y, aún supuesta la inocuidad contemporánea de las humanidades, ¿por qué la historia reciente del totalitarismo da cuenta de su obsesión por seducir o controlar a los intelectuales y sus discursos? ¿Por qué tanta insania contra libros que carecen de vigencia y cuyos contenidos palidecen ante el vigor de la tecnología? ¿Qué motiva a un Estado represor a prohibir la circulación de libros de psicoanálisis, sociología y filosofía, retirarlos de las bibliotecas, quemarlos públicamente y perseguir, asesinar o exiliar a sus autores? Pues el dominio sobre un discurso al que, en realidad, se teme por su aliento subversivo.</div>
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La aparente caducidad de las humanidades solo es sostenible desde una supina necedad. Los saberes humanísticos se renuevan constantemente; sin embargo, su circularidad demanda la revisión de autores, textos e ideas que, aunque remotos, impulsan renovadas reflexiones actuales. Asuntos como la corrupción, desigualdad de género, machismo, racismo, capacitismo, diglosia, discriminación lingüística, etc., evidencian la patente actualidad de la ética, filosofía, lingüística, retórica, argumentación, sociología, psicoanálisis y ciencias políticas. Entonces, si estos problemas son vigentes, los saberes que los explican, interpretan y combaten también lo son. «Leer es un acto de guerra», afirma el crítico y teórico literario español Manuel Asensi en su <i>Crítica y sabotaje</i> (2012). ¿Acaso una lectura crítica no es un arma eficaz y vigente contra la desinformación y la manipulación ideológica de los media? ¿No arriesgamos demasiado al renunciar a una lectura crítica de los discursos hegemónicos? La manipulación a través del discurso político y mediático es de gran actualidad; nuevamente, su confrontación también lo es.</div>
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Conforme se avanza en la demolición de un mito, este echa mano de sus instintos más básicos. En este punto, que las humanidades sean recusadas por incitar la disidencia y al idealismo inocuo es resultado de una flagrante carencia de argumentos. Denostarlas porque incitan al librepensamiento en quienes no están listos para emplearlo revela el pánico de quienes temen la inversión de las jerarquías de poder. Los adláteres de la educación para el lucro añaden que para lograr el desarrollo se necesita consenso, orden para lo cual sería menester también suspender la crítica y el debate para avanzar hacia el objetivo.</div>
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Se trata de una interpretación, además de errónea, mezquina sobre las humanidades y, al mismo tiempo, representativa de los discursos totalitarios. Para estos la disidencia es irritante, prefieren formar individuos operativos y funcionales, que discuten lo menos y obedezcan sin reparos. Los sistemas totalitarios diseñan modos de control muy efectivos hasta en los últimos resquicios. Lo paradójico es que nos someten con nuestro consentimiento. A esta situación Antonio Gramsci la denominó «hegemonía»: sometimiento consensuado de un grupo subalterno a los intereses de un grupo dominante. Así, los sistemas que mejor funcionan son los represivos, puesto que prevén los mínimos detalles y disponen de una organización (recursos humanos y materiales, técnicas, tecnologías) sin lucir coercitivos. No se entienda que aquí atribuimos a las humanidades el monopolio del disenso. La historia nos ofrece numerosos ejemplos de hombres y mujeres de ciencia que desafiaron el saber autorizado de su época. Entiéndase, más bien, que lo señalado antes como un obstáculo para el progreso es para las humanidades un ejercicio de desobediencia ante la autoridad, esa negativa a obedecer sin más a ciertos modos de obrar practicada por Michel Foucault.</div>
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No es casual que los mismos que endilgan «subversión», «rebeldía» o «inocuidad» a las humanidades sean los que promueven la perpetuación de sistemas represivos. Tampoco lo fue que los mismos arquitectos que en Europa diseñaron las penitenciarías, diseñaran luego las grandes escuelas y hospitales públicos; ni que la educación pública, gratuita y obligatoria haya emulado el modelo fabril de producción en serie y el rigor disciplinario de los cuarteles. Su objetivo era la formación de cuerpos dóciles ante el poder, objetivo retomado por la educación para la renta interesada en el cultivo de la obediencia utilitaria a favor de la maximización de las utilidades del consorcio empresarial.</div>
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Por ello las humanidades comportan una amenaza para el pensamiento único, cuya incursión en el ámbito educativo ha sido a través de una distorsión del aprendizaje por competencias: reemplazo de la educación por la instrucción, evaluaciones homogéneas y estandarizadas, de la cátedra libre al guion de clase y una perpetua avanzada de la administración sobre lo académico, justamente, para doblegar su resistencia.</div>
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La última idea falsa se asienta en la marginalidad laboral. Al parecer, la filosofía, lingüística, literatura y las artes solo nos depararían miserias, a diferencia de las ingenierías. Aquí el razonamiento parte de una constatación: la empleabilidad está vinculada a la emergencia de ciertas áreas estratégicas de alcance nacional y global, por lo cual unaprofesión prioritaria, que amerita un salario significativo, es la que obedece a una necesidad objetiva. Sin embargo, ¿cuáles son las causas estructurales que determinan la empleabilidad de una profesión? No son, necesariamente, condiciones objetivas independientes de quienes ejercen algún poder, sino expresiones de esa voluntad de poder. Si la demanda por un salario justo fuera atendida con justicia, no habría un trato desigual entre la remuneración de los maestros y los catedráticos universitarios del sector público respecto a otros funcionarios públicos o privados. Lo que sucede es que la política económica neoliberal, el diagrama hegemónico de nuestro tiempo, estructura las razones que justifican sus jerarquías en los territorios sociales de su interés, donde moviliza y activa medios para asegurar la dominación.</div>
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Del maltrato salarial a los servidores públicos en educación, se infiere que la consigna es precarizar la educación pública a través del desprestigio social, profesional y laboral de la carrera magisterial, escolar y universitaria. Un modo de hacerlo es atribuirle al docente la culpabilidad absoluta de la crisis educativa y ocultar la corresponsabilidad del Estado; otro, precarizando los salarios. Estas acciones son producto de una razón económica deliberadamente orientada a doblegar la resistencia contra la avanzada del neoliberalismo. Esta misma razón es la que, por un lado, empodera conocimientos, proyectos, profesiones, convenios, y universidades propicias a sus intereses y, por otro, excluye a los que no lo son. En otras palabras, si esta razón económica, y sus condiciones (estabilidad laboral dependiente de evaluación, aumento salarial dependiente de evaluación, etc.), fuera acogida sin reparos por los docentes del Estado, posiblemente los recompensarían con salarios expectantes. Por consiguiente, no deberíamos ver en el salario de algunas profesiones una evidencia incontrovertible de superioridad, sino en las estructuras de poder que las sobrevaloran o subestiman. Si la oferta laboral para carreras de humanidades es reducida, hay que preguntarnos por cómo esto fue posible en vez de atribuirles per se una condición inferior.</div>
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III</div>
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El sentido común que guía el discurso de la educación para el lucro es que la ciencia y la tecnología ofrecen un saber superior a las humanidades, en tanto aquel es considerado útil y este, inútil. ¿La ciencia y la tecnología se oponen irremediablemente a las humanidades? ¿Es conveniente hoy acentuar esta confrontación?</div>
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El significado de <i>ars liberalis</i> no es contingente. En <i>Three rival versions of moral enquiry</i> (1990), Alasdair McIntyre recuerda que «La palabra ars tal como se utiliza en ars liberalis significa precisamente lo que techné significa; las artes liberales son las artes o las destrezas de las personas libres». La techné griega designaba lo mismo que la ars latina, su traducción. Sin embargo, en la Grecia clásica, la jerarquización de las artes estaba en función del sujeto que las cultivaba. Arte y técnica significaban lo mismo, pero las había liberales, propias de los hombres libres, y las serviles, realizadas por esclavos. En la antigua Roma, ars también hacía referencia por igual a las actividades manuales (hoy conocidas como «oficios») como a las estéticas (actualmente denominadas artísticas). Posteriormente, ars se convirtió en el opuesto a techné. Hacia fines del siglo XV, durante el Renacimiento italiano, se empezó a diferenciar a los artesanos de los artistas, es decir, la artesanía y las bellas artes. Esta distinción es sumamente significativa por cuanto inicia el camino hacia la confrontación y jerarquización social entre las actividades intelectuales y las manuales. Así, el artesano devino productor de obras generales, de necesidad social, fabricadas bajo encargo y promesa de un pago. Por el contrario, el artista se erigió en creador de obras únicas, al margen de las necesidades sociales y sin motivación económica. A este refinamiento de las bellas artes lo acompañó el surgimiento de áreas de estudio y de lenguajes especializados para explicar el proceso creativo, lo cual no sucedió con las artes vulgares. Paralelamente, la herencia clásica que establecía una estructura para las artes liberales (trivium: gramática, retórica, didáctica; y cuadrivium: aritmética, geometría, astronomía y música) se fue desarticulando como resultado de la especialización del saber hacer. Durante este proceso, hubo reacomodos: por ejemplo, la pintura no estaba contemplada dentro de las artes liberales sino entre las manuales. Al término del Renacimiento, la pintura se había instalado para siempre en la cúspide de las bellas artes, y las disciplinas matemáticas conformaron un cuerpo singular de sumo interés para las ciencias aplicadas, de tal modo que hacia fines del Renacimiento e inicios de la Modernidad, y con mayor énfasis durante la Revolución Industrial, la economía dotó a ciertas artes manuales el respaldo para ingresar a un masivo orden de producción industrial que trascendiera la manufactura de herencia familiar.</div>
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Este devenir histórico nos sitúa en el corazón de la polémica en torno a «Las dos culturas» (1959), título de la conferencia del científico y novelista inglés C.P. Snow, en la cual sostiene que la incomunicación entre científicos y humanistas dificulta la solución de problemas globales; no obstante, fustiga a los literatos por subestimar la importancia del saber científico. Luego de criticar la incultura de los científicos en asuntos literarios y el desprecio de los hombres de letras hacia la cultura científica, Snow se decantó por una renovada confianza en el saber científico y una sostenida crítica contra el esnobismo de los intelectuales literarios. Visto así, el futuro sería de las ciencias, no de las humanidades. La respuesta del célebre crítico literario inglés F.R. Leavis, para quien las humanidades eran el fundamento de la civilización, fue airada y contribuyó a acentuar la polémica. Básicamente, Leavis devolvió la afrenta sin avanzar en el desmontaje de una controversia estéril.</div>
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Medio siglo después, en <i>The Three Cultures</i> (2009), el psicólogo estadounidense Jerome Kagan agregó la cultura de las ciencias sociales al binomio propuesto por el profesor Snow, aparte de concluir que las humanidades se hallaban en franco declive. Lo central en las reflexiones de Snow y Kagan es que la crisis de las humanidades es evaluada en función de los resultados y avances obtenidos por las ciencias naturales y sociales. Es decir, que las artes liberales al contrario de las ciencias, aportan muy poco a la solución de problemas concretos. En otras palabras, que las humanidades tienen poco o nada qué decir a la humanidad.</div>
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Las secuelas de estas miradas reductivas son evidentes: en la actualidad, las secretarías, comisiones, consejos y demás similares de ciencia y tecnología envarios países latinoamericanos no contemplan, o si lo hacen es en grado mínimo, la investigación en humanidades, pues está muy arraigada la idea que la tecnología y las humanidades son actividades antagónicas y que estas últimas no constituyen un área estratégica para el desarrollo nacional.</div>
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IV</div>
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Insistir en la maniquea oposición entre ciencias y humanidades, artes y tecnología, dificulta la superación de esta falsa dicotomía, la cual se fortalece con la recíproca subestimación entre científicos visionarios y humanistas apasionados. Es más útil visibilizar los aportes de las humanidades a la solución de los problemas globales de hoy. En este punto, retomo a Martha Nussbaumpara avanzar sobre este aspecto.</div>
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Pensamiento crítico. En lo que me concierne como crítico literario y docente universitario, la lectura crítica es fundamental. Promocionar la lectura no es suficiente. Urge formar lectores premunidos de una mirada crítica y metacognitiva sobre los discursos que los rodean. Así, los modos de lectura son más decisivos que las lectura per se, en abstracto. Por el contrario, incentivar la lectura al margen del cultivo de un juicio y de la reflexión sobre los juicios propios y ajenos puede ser funcional a los intereses del gran capital editorial o mediático. No debemos abandonar al ciudadano a la voracidad del gran capital, demandaba Edward Said; ello es análogo a lo antedicho: no abandonemos a los lectores y lectorassino brindémosles herramientas de lectura útiles para resistir el embate de los discursos hegemónicos.</div>
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Reconocimiento de la diversidad. Los más entusiastas defensores del liberalismo económico a nivel nacional y local suelen invocar las premisas de Adam Smith vertidas en <i>The Wealth of Nations</i> (1776); no obstante, soslayan el valor de <i>The Theory of Moral Sentiments</i> (1759), donde Smith matiza buena parte de las tesis de su libro más divulgado. Solidaridad, simpatía, benevolencia, empatía y la condolencia en y con el otro son algunos de los valores que una sociedad liberal no debería relegar a favor del egoísmo o la competitividad malsana. Otra importante precisión es la diferencia entre el individualismo y egoísmo. Smith pensó un individuo integrado a la sociedad, no uno que persiguiera egoístamente su propio bienestar al margen de los demás. La tolerancia, otro valor central del liberalismo político, ha motivado densas reflexiones en todo el espectro liberal en cuanto sus límites en un horizonte multicultural. Estos valores vienen siendo abandonados progresivamente debido al ascenso de la educación para la renta, lo cual, según Nussbaum, pone el riesgo la democracia, ya que egoísmo, la repugnancia ante lo diferente, el nacionalismo y la indiferencia socavan el tejido social. Las humanidades contribuyen a la formación de una ciudadanía global, uno de los más grandes desafíos para la sociedad contemporánea que permitirá trascender la mirada local, regional y nacional sin abandonarla, pero relocalizando los problemas en clave global para pensar también en soluciones globales. Filosofía, historia, psicología y literatura nos aproximan a saberes diversos, problemáticos, desafiantes, contradictorios que, asimismo, nos introducen a la comprensión de un mundo complejo.</div>
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Creatividad. Nussbaumprecisa que los estudiantes formados bajo un régimen educativo rentista desarrollan en su proceder más antivalores como el egoísmo, la discriminación el nacionalismo, la desigualdad, etc., debido a que su campo de visión está limitado por la adquisición de bienes económicos que no les permite ver el panorama completo; sin embargo, la ventaja que tienen los estudiantes que recibieron una formación humanística es la comprensión de la realidad y sus matices de forma diferente: se trazan nuevos objetivos cada vez y los cumplen sin necesidad de pasar por encima de nadie; brillan por sí mismos, ya que han desarrollado, además de varias habilidades, originalidad y creatividad en sus proyectos; tomanla iniciativa, son perseverantes y, además,posee un agudo pensamiento crítico y discernimiento, que son importantes no solo en el ámbito laboral sino también para el entorno social. El pensamiento crítico lleva como correlato la creatividad. Aquel nos mantienen en un perpetuo estado de alerta; esta, a ensayar nuevas salidas ante viejos y nuevos problemas.</div>
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Ciudadanía activa. Los recientes acontecimientos a nivel nacional y mundial evidencian la vigencia del activismo ciudadano. Un ciudadano crítico, creativo y empático es vital para el sostenimiento de una democracia vigilante. La percepción sobre las marchas varía de acuerdo a la narrativa que la cuenta. Sin embargo, la educación rentista —enfocada en la instrucción más que en la educación, en la aplicación de saberes más que en la crítica de los mismos— es adversa, paradójicamente, a los valores fundamentales del liberalismo cuyo lado económico celebran en perjuicio de su tradición política. Por ello es extraño que resientan del activismo y la participación ciudadana cuando esta se organiza abiertamente contra el abuso de poder. En Homo academicus(1984), Pierre Bourdieu detalla cómo la distribución del conocimiento en facultades, escuelas y departamentos universitarios reproduce la estructura social dominante. Para Bourdieu esta confrontación es análoga a la que existe entre la clase dominante (hombres de negocios, ejecutivos y funcionarios estatales detentadores del poder político y económico) y los científicos, artistas e intelectuales) representantes del poder simbólico y cultural. En consecuencia, si la educación rentista no emancipa sino que sujeta, hace falta un giro radical en ella para confrontarla con el poder y removerla del lugar donde viene garantizando la continuidad del sistema.</div>
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Hace varias décadas que la universidad decimonónica, cuyo modelo mantenía un equilibrio entre ciencias y humanidades, está en retirada. El acceso a la educación universitaria está motivado por los intereses económicos; así lo evidencia la inclusión al estilo de las universidades-empresa: contenidos precarios, sistemas de evaluación permisivos y exigencia académica mediocre son el aliciente para incorporar ingentes masas de estudiantes a sus establecimientos.</div>
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La educación para la renta se asienta en el capitalismo cognitivo, el nuevo vocacionalismo y la gestión administrativa. Por un lado, el capital empresarial captura el potencial de creación de saber, conocimiento y cultura; por otro, se reemplaza la educación humanística por la tecnológica; y finalmente, la avanzada de la administración somete lo académico a la consecución de metas económicas. La investigación universitaria recibe cada vez más ingentes estímulos económicoscon lo cual se pervierte la naturaleza de la investigación, puesto que se investiga para «vender» la fuerza de trabajo intelectual al mejor postor pero no para desarrollar conocimiento. El estímulo económico debe ir acompañado de un sistema de que regule el acceso a la condición de docente investigador para que el compromiso académico no vaya atado a la oferta del resultado sino al trabajo de investigación.</div>
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De lo expuesto no debe seguirse que los humanistas nos sintamos superiores a los científicos. Literatura, filosofía, historia y artes no poseen el monopolio de la creatividad o el pensamiento crítico. Las matemáticas y la física también suscitan complejas reflexiones en torno a la realidad circundante. Tampoco deberíamos pensar que las humanidades sin más nos conducirán a una sociedad igualitaria y tolerante. Bien apuntaba George Steiner en su conferencia <i>The Humanities don´t Humanize</i> (2013) que las humanidades no humanizan en el sentido que la erudición y la sensibilidad artística no influyen directamente en la formación de una sociedad que haga extensivos los logros de las artes y las letras. Y no se equivoca en tanto el siglo XX vio florecer miles de museos, bibliotecas, ferias del libro, certámenes literarios, además de insólitos Premios Nobel de Literatura y al mismo tiempo ha sido el siglo de las guerras mundiales, el Holocausto y el apartheid.</div>
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<br /></div>
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El valor actual de las humanidades no puede fundamentarse más en la erudición o en la vanidad de la contemplación estética: la sobrevivencia de las humanidades dependerá del potencial que podamos usar para formar ciudadanos vigilantes ante el totalitarismo; en palabras de Michel Foucault, para «no ser gobernado de esa forma y a ese precio».</div>
<div style="background-color: #fbfbf0; border: 0px; color: #333333; font-family: Verdana, Geneva, sans-serif; font-size: 12px; margin-bottom: 20px; padding: 0px; text-align: justify;">
</div>
Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-48537133701002971222014-08-08T19:13:00.000-07:002014-08-08T19:34:08.700-07:00EL FANTASMA DE LA CIUDAD MESTIZA<i>Eusebio Quiroz Paz Soldán. Entre Arequipa y la historia</i><br />Carlos Rivera (comp.)<br />Cascahuesos<br />Arequipa, 2014<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman","serif";"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzhsTbtajYeH-RNExxbMZkTs1-os1qEn2MyS0l9POBKPkJJbRa3zXHQZ5veE00ERK0IFVUyd1v_23sc3G-5ILyuffo4mQ9GjdoMeau5ok_D5bMnlTV5w_KLhbElEZc0Nid8BwP/s1600/EUSEBIO.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzhsTbtajYeH-RNExxbMZkTs1-os1qEn2MyS0l9POBKPkJJbRa3zXHQZ5veE00ERK0IFVUyd1v_23sc3G-5ILyuffo4mQ9GjdoMeau5ok_D5bMnlTV5w_KLhbElEZc0Nid8BwP/s1600/EUSEBIO.jpg" height="640" width="392" /></a></div>
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<br /></div>
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Gracias a la inagotable labor de Carlos Rivera y al auspicio de la Asociación de Municipalidades Distritales de Arequipa, nuevamente la editorial Cascahuesos publica otro libro homenaje, en esta ocasión, dedicado a Eusebio Quiroz Paz Soldán. </div>
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<br /></div>
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El libro contiene cinco secciones —entrevistas, apuntes críticos, semblanzas, trazos y obra— y congrega a periodistas, historiadores, caricaturistas, científicos sociales, abogados, críticos literarios conocedores de la trayectoria personal y académica del historiador arequipeño.</div>
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<br /></div>
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Una primera apreciación es la desigual distribución y profundidad de los contenidos. La entrevista realizada por Paola Donaire es excesivamente liviana, pues incide en preguntas insustanciales que obtienen en su mayoría el mismo registro de respuestas, breves y anodinas, excepto en las que el mismo entrevistado lleva adelante el diálogo al profundizar en detalles autobiográficos que enriquecen una entrevista que se perfilaba como el abordaje de una faceta más íntima del historiador arequipeño. En contraste, Fernando Valle Rondón dialoga con el homenajeado de modo más solvente y distendido. </div>
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<br /></div>
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Los apuntes críticos merecían convocar mayor cantidad de artículos, ya que es muy poco lo que ofrecen como reflexión acerca del pensamiento de Quiroz Paz Soldán. A excepción de algunos pasajes del artículo de Álvaro Espinoza de la Borda, los textos de José Tamayo Herrera y Percy Eguiluz Menéndez son propiamente apuntes biográficos, es decir, se enfocan mucho más en la persona que en la discusión o explicación de ideas. Y debido a que hay más semblanzas que reflexiones críticas, la mayoría de aquellas reiteran constantemente datos y anécdotas, salvo José Carlos Vargas, Chalo Guillén y Carlos Rivera, quienes evitan esos lugares comunes. Inclusive algunos perfiles pudieron omitirse por lo escuetos y reiterativos. Por el contrario, resalta el artículo de Tito Cáceres, el cual presenta algunas notas biográficas como preámbulo de su análisis; sin embargo brinda variados alcances críticos sobre la poesía de Quiroz Paz Soldán, por lo cual estaría mejor ubicado en la parte crítica. </div>
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<br /></div>
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Este desbalance entre la parte crítica y las semblanzas posterga la oportunidad de iniciar una discusión de su pensamiento y de ciertas ideas que siguen latentes, cual fantasmas, en el imaginario político, social y cultural de la población arequipeña, entre ellos, el fantasma de la ciudad mestiza.</div>
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<br /></div>
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Importado de las ciencias biológicas, el concepto de mestizaje fue incorporado por las ciencias sociales entre mediados del siglo XIX hasta adquirir vitalidad ya bien entrado el siglo XX. La influencia del positivismo en las ciencias humanas y sociales determinó que estas últimas adhirieran cada vez más los presupuestos epistemológicos de las ciencias naturales. De allí que en su afán de lucir como científicas, las humanidades y ciencias sociales, especialmente, ciertas áreas de la crítica literaria, buena parte de la antropología, sociología e historia acogieron con entusiasmo metodologías y categorías provenientes de las ciencias naturales. Es en este contexto que la noción de mestizaje se propuso como un recurso conciliador que destacaba lo mejor de las culturas involucradas en un encuentro cultural. No en vano el mestizaje como construcción ideológica del discurso científico colonial-imperial sirvió en un horizonte postcolonial para apaciguar la ruptura política y seguir prolongando la dominación cultural sobre la base de una continuidad sin conflictos, resuelta a partir del mestizaje, es decir, de un encuentro entre semejantes que aportaron lo mejor de cada uno a favor de una síntesis que sería más que la suma de las partes. De este modo, aunque las repúblicas latinoamericanas proclamaban jubilosas su emancipación política, la clase política dominante de orientación conservadora y sus más preclaros intelectuales acudieron al mestizaje para insistir en la innegable ligazón histórico-cultural que unía a la nación mestiza con nación imperial. </div>
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<br /></div>
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No obstante, el mestizaje oculta la condición subalterna de las culturas que entraron en contacto con otras hegemónicas. El fantasma de la ciudad mestiza —en el caso de Eusebio Quiroz Paz Soldán— sostiene que el mestizaje cultural acontecido en Arequipa serviría como fundamento para un mestizaje nacional. Por el contrario, considero que esta peligrosa homologación sigue inscrita en una matriz colonial pero de segundo orden, una especie de colonialidad hacia adentro.</div>
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<br /></div>
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Durante la colonia, el discurso de la pureza de sangre fue un dispositivo de dominación empleado por europeos, criollos y mestizos en distinto grado. Los españoles apelaron a la limpieza de sangre para refrendar su superioridad sobre los hijos de europeos nacidos en América; los criollos la usaron para situarse en un mejor lugar frente a los mestizos, negros, indios y demás castas; y los mestizos la utilizaron para asegurar un mínimo de movilidad social especialmente durante el periodo de las reformas borbónicas. </div>
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<br /></div>
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Aparentemente, la noción de mestizaje supera el discurso colonial de la pureza de sangre; no obstante, no lo abandona del todo sino que lo maquilla. Pues el mestizo en tanto resultado superlativo de la mezcla cultural, reúne esa cualidad en la medida que solo ha recibido el aporte de los segmentos más empoderados de una y otra cultura, y no de las diversidades en conflicto relegadas dentro de sus propios contextos culturales. El «blanco aventurero» y el «indio emperador» son los sujetos predilectos de la idea de mestizaje postcolonial. Por ello no resulta sorprendente que en la poesía de Chocano, la pureza de sangre sea el blasón de los sujetos pre mestizos: véase que no es cualquier blanco ni cualquier indio el que aporta al mestizaje, sino un blanco y un indio en particular. De otro lado, una revisión del sistema de castas colonial muestra que el mestizo ocupa el primer lugar en la jerarquía. Este es el resultado de la mezcla entre europeo e india (con la presunción agregada de que el sujeto dominante es el varón), luego le suceden el cholo, el mulato, el morisco, el zambo, etc., es decir, a medida que se desciende en la clasificación, hay menos presencia de «sangre pura». Por esta razón, no es antojadiza la posición del mestizo en esa jerarquía; esta se explica por la presunción que en comparación con el resto de castas el mestizo es el menos indio o negro.</div>
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<br /></div>
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El mestizaje implica un proceso unidireccional de aculturación, ya que el mestizo, aunque «síntesis viviente» de dos culturas, es menos aindiado y más blanqueado. A quien se invocaba desde la intelligentsia emancipadora era al criollo y al mestizo, porque se suponía que en ellos habitaba una mayor conciencia de libertad que en el resto de castas tenidas por irremediablemente sumisas. Parte de un supuesto encuentro de iguales, la evocación modernista- hispanista los ubicó como sujetos semejantes, pero el orden colonial los concibió como necesariamente desiguales. De este modo, el mestizaje avala un orden basado en la desigualdad étnica. </div>
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<br /></div>
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Otra razón para desestimar el mestizaje, y relacionada con el discurso de la pureza de sangre, es que aquel se ampara en la categoría de «raza», ampliamente discutida en las ciencias sociales. Parte del <i>aggiornamento</i> operado en el mestizaje es que oculta sus filiaciones racistas. Desde mediados del siglo XX se fue abandonando progresivamente, aunque no del todo, la noción de raza como elemento constitutivo del mestizaje para dar lugar a otra más universal como la cultura. O sea, se hablaba cada vez menos de razas mestizas pero más de culturas mestizas. Se trata de una estrategia discursiva que invisibiliza el conflicto cultural, por supuesto, solo de modo aparente. Por ello, afirmar como Quiroz Paz Soldán que el Perú todo es mestizo como se simboliza en la imagen del Inca Garcilaso de la Vega arrastra consigo el enorme lastre del discurso de la pureza de sangre, la raza y la desigualdad étnica. Me parece que con tal solo examinar la condición mestiza del Inca Garcilaso, fundamento del mestizaje primigenio, podemos advertir la posición desde donde se enuncia este concepto, además de las superposiciones, desplazamientos, tensiones y diversidades que la idea de mestizaje no logra explicar. En otras palabras, no todos los sujetos mestizos lo fueron al modo del Inca Garcilaso. Este es uno de los fantasmas más recurrentes en los historiadores peruanos de talante conservador.</div>
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<br /></div>
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Por todo lo anterior, dificulto que exportar desde Arequipa una identidad cultural mestiza hacia el resto del Perú, con las connotaciones excluyentes, racistas y jerárquicas que la acompañan, nos brinde un mejor panorama intercultural que el actual. Una identidad cultural mestiza descansa sobre la desigualdad, lleva consigo soterrada la racialización de las relaciones sociales y una dualidad español/indígena que reduce el mapa de la heterogeneidad cultural.</div>
</div>
Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-68240954517937518402014-03-16T12:14:00.000-07:002014-03-16T12:14:33.429-07:00FREUD Y LA CREACIÓN ARTÍSTICA <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKf4nlv5gPEQAot0VqGSU27E3PzgpUuXvWw7vcrafLL4jb76xHdYP3Bm19GHDLQ4pXiQRw443hIyJMhLUEXthl5cPZFshR4JRWHallzNfeRf5haZE5USycBr7XR6LRvE4K7fZi/s1600/psicoanalisis+arte.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKf4nlv5gPEQAot0VqGSU27E3PzgpUuXvWw7vcrafLL4jb76xHdYP3Bm19GHDLQ4pXiQRw443hIyJMhLUEXthl5cPZFshR4JRWHallzNfeRf5haZE5USycBr7XR6LRvE4K7fZi/s1600/psicoanalisis+arte.jpg" height="640" width="403" /></a></div>
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<br /></div>
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<br /></div>
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Según Freud, la creatividad
artística era un misterio. Y si bien estimó que la esencia de la función artística
era psicológicamente inaccesible, sostuvo que el psicoanálisis podría explicar
el proceso creativo indagando en los condicionamientos y propósitos que
subyacen al trabajo del artista. Freud dedicó varios ensayos a la obra de
escritores, pintores y escultores, en los cuales expuso sus aproximaciones
psicoanalíticas al estudio del arte. «La interpretación de los sueños» (1900), «La
creación literaria y el sueño diurno» (1906), «El delirio y los sueños en la “Gradiva”
de W. Jensen» (1907), «Un recuerdo de infancia de Leonardo de Vinci» (1910), «El
Moisés de Miguel Ángel» (1914), «Un recuerdo de infancia en “Ficción y verdad”
de Goethe» (1917) y «Dostoievski y el parricidio» (1928) reúnen las principales
reflexiones freudianas sobre la creación artística. </div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
«Un recuerdo de infancia de
Leonardo de Vinci» expone, luego de explorar los primeros años de vida del genial
artista y científico florentino, las claves de su enigmática personalidad. Una
anécdota de la infancia de Goethe permite a Freud delimitar algunos rasgos
fundamentales de la personalidad del autor de <i>Fausto</i>. El análisis de los personajes de <i>Los hermanos Karamazov</i> y de la biografía de Dostoeivski apuntan a sustentar la existencia de rasgos neuróticos
y sadomaquistas en el novelista ruso. «El delirio y los sueños en la Gradiva de
Jensen» nos ofrece una metodología para el psicoanálisis de la literatura. En
este ensayo, Freud analiza clínicamente al personaje descrito por el escritor
Jensen en una novela titulada Gradiva, que narra la aventura de un joven
arqueólogo alemán, Norbert Hanold, quien fascinado por un bajo relieve romano
que representa a una joven andando,
llama a esta joven «Gradiva», la que avanza. Hanold construye sin cesar
hipótesis sobre esta joven y se interesa principalmente en su modo de andar; luego
bruscamente siente deseos de ir a Pompeya y cede a este impulso. </div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
De los ensayos dedicados por
Freud al proceso de creación artística, me interesa destacar algunas
conclusiones. En primer lugar, la obra literaria surge en el inconsciente y
casi siempre posee un origen sexual, pues Freud asumía que todo deseo obedecía a
una pulsión sexual alojada en el inconsciente. Para el psicoanálisis freudiano la
inspiración artística se origina en el inconsciente del artista. Freud ubicó al
inconsciente en el «lado oscuro» de la mente humana, y lo representó como el
depósito de nuestras pulsiones, deseos y
temores más secretos. El inconsciente, objeto de estudio del psicoanálisis,
es aquel lugar del psiquismo humano que contiene las pulsiones innatas y los
contenidos reprimidos por el individuo, a los que no tiene acceso su consciente.
Se trata de un concepto descriptivo, estático, y a su vez, dinámico, que refiere
a la existencia de fuerzas ocultas que tienen la aspiración de hacerse
conscientes. Esto implica la existencia de una fuerza antagónica: la represión.</div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
Este mecanismo de defensa del
yo actúa sobre el deseo y se produce porque la satisfacción del deseo entra en
conflicto con la censura social. Los contenidos reprimidos solo pueden acceder
a la conciencia después de haber sufrido la deformación de la censura. Los
elementos que han sido reprimidos pero nunca anulados por la censura tienden a
reaparecer de manera disfrazada. A esta tendencia de las manifestaciones
inconscientes de salir a la superficie se denomina «retorno de lo reprimido».
El producto de esa deformación que adopta lo reprimido para hacerse presente —síntoma,
sueño, símbolo, lapsus, chiste y en general cualquier producto del inconsciente—
se le conoce como «formación de compromiso». </div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
La obra literaria es una
formación de compromiso situada entre dos tendencias contrapuestas: por un lado,
necesidad de expresión del «ello» del escritor y el control de su «yo» y «superyó». Freud
señala que para que sea posible el retorno de lo reprimido tienen que debilitarse
las defensas del inconsciente y, paralelamente, acontecer un refuerzo de la
tensión pulsional. En este sentido, la literatura vendría a ser una
satisfacción perversa de los deseos
inconscientes. Perversa pues no se trata de una satisfacción directa sino
indirecta. Entiéndase por «perversos» aquellos elementos que no van encaminados
directamente a su finalidad genital-sexual, sino que buscan placer por otros medios.
Por lo tanto, están desviados de su finalidad originariamente sexual. La
literatura —el arte en general— ofrece, según el modelo freudiano, una válvula
de escape para estos deseos conflictivos.</div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
En segundo lugar, Freud advirtió
que la sublimación —otro de los mecanismos de defensa del yo— actúa sobre el
material reprimido convirtiéndolo en cultura, es decir, en un material simbólico
socialmente aceptable, donde el arte y
la ciencia son las principales manifestaciones sublimadas. La sublimación es un
proceso por el cual el «yo» —regido por el «principio de realidad»— negocia los
impulsos del «ello» —dominado por el «principio de placer»— que entran en
conflicto con el «superyó» —que contiene las normas morales impuestas por la
sociedad con el objetivo de asegurar un comportamiento correcto— transformándolos en material inofensivo,
complaciendo así a las fuerzas en conflicto. En <i>Nuevas aportaciones al psicoanálisis</i>, Freud definió la sublimación
como «una cierta modificación de finalidad y de cambio de objeto en la cual
entra en consideración nuestra evaluación social». De este modo, la sublimación
ofrece una salida al dilema en que se ve envuelto el yo, agobiado entre las
demandas del ello y el superyó. </div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
Finalmente, y en relación con
el punto anterior, Freud anota que los contenidos del ello se proyectan hacia
el yo a través de la libido (energía de la pulsión sexual), lo cual hace
posible su desexualización, es decir, que la libido se reoriente hacia
actividades no sexuales. A este proceso lo denomina «narcisismo secundario»<i>, </i>que consiste en proyectar la libido hacia
objetos exteriores de naturaleza no sexual. Este repliegue de la libido sobre
el creador le parece a Freud imprescindible para la realización de toda
actividad artística. </div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
El origen sexual de la
creatividad artística es el punto más controversial del psicoanálisis freudiano.
Freud estableció que la energía necesaria para la creación es de naturaleza
erótica y que el escritor sublima sus impulsos eróticos en la escritura porque
en la realidad hay algo que le impide descargar directamente esos impulsos. En
resumen la frustración sexual (entiéndase la frustración por realizar cualquier
deseo proveniente del inconsciente, incluso los no sexuales) conduce al artista
hacia la creación. Es así que el Eros —el instinto de vida, la pulsión que
conduce al sujeto de manera positiva hacia el objeto— es el tipo de energía más
flexible y expansiva; por lo tanto es lógico que sea la energía erótica y no la
agresiva —Tánatos, el instinto de muerte— quien proporcione el material para la
creatividad en el arte.</div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
El psicoanálisis halló en la
creación literaria un espacio donde investigar porque la ficción es un producto
de la conciencia del autor y de los personajes que lo habitan. De allí que Freud
planteara relaciones entre la creación onírica y la creación literaria. Según el
psiquiatra y escritor español Carlos Castilla del Pino, a pesar que centremos
nuestra atención exclusivamente en el texto, sin tomar en cuenta el
inconsciente del autor, su biografía o su comportamiento social, el sujeto sigue
siendo necesariamente el «objeto» de todo psicoanálisis, aunque el texto sea el
conjunto de «síndromes» que nos permite interpretar su conducta. La crítica
psicoanalítica es siempre un psicoanálisis del autor. La única diferencia entre
la clínica psicoanalítica y el psicoanálisis crítico de la literatura es que
esta última no puede tener como objetivo el alivio del sufrimiento del sujeto.</div>
<br />Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-9735129988213850992014-02-23T19:07:00.000-08:002014-02-23T19:28:45.553-08:00FOUCAULT: SABER, SUJETO Y PODER<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://www2.biusante.parisdescartes.fr/wordpress/wp-content/uploads/naissance-clinique.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://www2.biusante.parisdescartes.fr/wordpress/wp-content/uploads/naissance-clinique.jpg" height="400" width="253" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Sujetos y objetos de saber</b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Cómo el saber constituye al sujeto y a los objetos que estudia? Esta cuestión planteada por Michel Foucault durante su cátedra «Historia de los sistemas de pensamiento» en el Collège de France (1981-1982), exige historizar críticamente los cambios en los sistemas de verdad, cómo se han producido los sistemas de verdad, cómo los sistemas de verdad construyeron saberes e individuos como categorías estables y ahistóricas. Asimismo, ello requiere analizar las condiciones de posibilidad que construyen saberes y sujetos, es decir, los modos de objetivación y subjetivación. Con estos últimos, Foucault se refiere a los procedimientos por los cuales un objeto y un sujeto se convierten en un asunto de interés para un discurso disciplinario de tal modo que este lo constituye sobre la base de relaciones de poder preexistentes. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Los efectos de los modos de objetivación y subjetivación en las prácticas sociales se advierten en la forma como el saber organiza la vida social sobre la base de relaciones de poder. Según Foucault, detrás del sujeto de la locura y del sujeto homosexual existe una compleja red de relaciones de poder que apuntalan la producción de saberes conducentes a justificar su exclusión social. En un determinado momento de la historia, aparecieron el loco, pese a que siempre existieron individuos con trastornos mentales, y el homosexual, pese a que siempre existieron individuos atraídos por alguien del mismo sexo; es decir, que bajo ciertas condiciones fue posible que emergiera un saber que esencializara la locura y la homosexualidad de modo que dejaran de ser solo conductas y devinieran subjetividades encarnadas en sujetos: el loco y el homosexual dejaron de ser acciones para convertirse en esencias características de una subjetividad. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Otro ejemplo se halla en la recurrencia de los medios de comunicación a los especialistas académicos para dilucidar un tema complejo de manera conclusiva ante la opinión pública. En este sentido, la apelación a la autoridad es una de las estrategias más frecuentes para avalar una verdad y refrendar relaciones de poder. La reducción de la discusión sobre derechos sexuales y reproductivos al ámbito exclusivo del derecho, la religión o la medicina, excluyendo la variable política; o las opiniones mediáticas de psiquiatras psicólogos, criminólogos, etc., sobre la personalidad de un supuesto asesino protagonista de un caso mediático, nos muestran cómo un saber autorizado es empleado para disolver dudas y cómo el dominio especializado sobre un área de conocimiento reviste de autoridad a quien lo enuncia sobre quienes no disponen de esa competencia o sobre los que enuncian un discurso que no califica para debatir temas que a priori se estima no son de su incumbencia, como sucede con los economistas que a nivel de medios colocan la economía en el centro del debate cotidiano.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<b>Saber y poder</b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://d202m5krfqbpi5.cloudfront.net/books/1368531600l/130025.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://d202m5krfqbpi5.cloudfront.net/books/1368531600l/130025.jpg" height="320" width="204" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El interés de Foucault por el sujeto está directamente vinculado a sus trabajos previos sobre el saber y el poder. Para este pensador francés un saber, en tanto sistema de verdad, no conformaba un espacio liberado de poder; por el contrario, sostuvo que donde hay verdad, hay poder. A través de la arqueología, podría dar cuenta del régimen político de la verdad en algún dominio específico del conocimiento; y mediante la genealogía, lograría identificar las condiciones de posibilidad de los sucesivos cambios históricos operados sobre tales regímenes del saber: ¿cómo se forma un saber? ¿qué poderes lo regulan? ¿cuáles son las reglas que controlan nuestras prácticas sociales? Si saber es poder, entonces, es posible hallar mecanismos y dispositivos de poder en las ciencias sociales, naturales y humanidades, las cuales no solo producen conocimientos sino modos de objetivación y subjetivación, o sea, que los objetos de estudio científicos son construcciones discursivas elaboradas con arreglo a un determinado régimen político de verdad y que la subjetividad del ser humano narrada por el saber científico también debiera comprenderse dentro de un marco de complejas relaciones de poder; en suma «¿qué forma adquiere el sujeto cuándo es objeto de saber?».</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En tanto los discursos disciplinarios (saberes científicos) sostienen verdades, aceptar la verdad del saber científico implica acatar las reglas de poder que constituyen la verdad enunciada por tal discurso disciplinario. En <i>El orden del discurso</i>, Foucault examina los mecanismos de producción y control de los discursos en la sociedad y para ello propuso un enfoque crítico de los discursos en cuestión, que analice sus condiciones de producción y las coacciones que ejerce, y una genealogía que rastree su evolución y transformación. Si como aseveró Foucault, el discurso está vinculado con el deseo y el poder, entonces quien controle el discurso dominará a sus sujetos destinatarios. En esa tarea, las instituciones cumplen un rol fundamental, pues producen, reproducen y amplifican los alcances del discurso que conviene a sus intereses. Pero también los sujetos cumplen una función. El discurso, dice Foucault, obtiene poder de los sujetos, quienes son constantemente interpelados por diversos discursos muchos de ellos contradictorios. Por esta razón, entiende que el discurso es un campo de batalla por el poder, el poder de controlar la subjetividad y las identidades.</div>
<div style="text-align: justify;">
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En <i>Historia de la locura</i> y <i>El nacimiento de la clínica</i>, Foucault acomete investigaciones basadas en las relaciones entre saber y poder, en otras palabras, se interesó por cómo las formaciones discursivas disciplinarias —entre ellas psiquiatría y medicina, respectivamente— construyeron objetos del discurso que simultáneamente eran resultado y condición de posibilidad de un sistema de exclusiones, es decir, resultado en tanto fueron originados dentro de una formación discursiva, y condición de posibilidad porque se emplearon para diferenciar dominios de verdad. Contrariamente al sentido dominante en las investigaciones precedentes, Foucault advirtió la importancia de atender al régimen político de la verdad, o sea, a la relación entre saber y poder al interior de un discurso disciplinario. </div>
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En consecuencia, existe un orden del discurso que establece verdades y subjetividades. El análisis del poder llevado adelante por Foucault interviene en un momento dominado por el reduccionismo marxista de la base sobre la superestructura, donde el principal criterio para analizar la sociedad era el económico, pero que llevado hacia el estudio de discursos disciplinarios como la psiquiatría o la medicina no comportaba significativa relevancia. Foucault desencializa los pares verdadero/falso que definen el valor de los discursos de verdad a fin de analizar el régimen político que los constituye. Que «cada sociedad tiene su política general de la verdad» significa que cada sociedad posee formas específicas de organizar los tipos de discursos verdaderos y falsos; modos de exclusión e inclusión de unos u otros; procedimientos para obtener la verdad; y reglas que definen lo que es verdadero. El régimen político de la verdad hace referencia a cómo el poder produce verdad y efectos de poder a partir del uso de esa verdad.</div>
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Por esta razón, por ejemplo, analizar el discurso del crecimiento económico en tanto criterio fundamental para evaluar el desarrollo de un país requeriría indagar en las reglas de su formación discursiva, de modo que conceptos universales como «inflación», «salario per cápita», «PBI», «balanza comercial», etc., no se aprecien como categorías esenciales sino como resultado de un orden del discurso. Es decir que en lugar de emplear estas categorías para interpretar situaciones concretas, se interpela el régimen interno del poder articulado con el saber que lo sustenta. </div>
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En suma, Foucault nos incita a pensar cómo es posible que un conocimiento controle, vigile, reduzca y limite las posibilidades de sus sujetos y objetos de estudio, e indagar en los criterios de verdad utilizados para evaluar a esos mismos sujetos y objetos. Y es que no siempre las ciencias tuvieron como fin liberar al hombre de sus ataduras; por el contrario, en algunas ocasiones fueron aliadas estratégicas, por ejemplo, del colonialismo; una herramienta utilizada para doblegar resistencias e imponer concepciones. No obstante, ello no implica abandonar el saber científico sino colocarlo como objeto de crítica, es decir, volcarlo sobre sí mismo.</div>
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</div>Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-6212661189513984962014-02-02T16:31:00.000-08:002014-02-03T06:27:42.480-08:00ANTROPOLOGÍA DE LA MEMORIA<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://www.ediciona.com/portafolio/image/1/2/6/6/memoriacolectiva_6621.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://www.ediciona.com/portafolio/image/1/2/6/6/memoriacolectiva_6621.jpg" height="400" width="245" /></a></div>
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En cierto sentido, la antropología siempre fue de la memoria. Sin embargo, recién desde los setenta y ochenta se viene utilizando la denominación «antropología de la memoria» para designar los estudios vinculados a la identidad y a las dimensiones colectivas del pasado abordadas desde la antropología, temas antes investigados ampliamente por la historia y la sociología. La obra de Maurice Halbwachs aportó notables avances a los estudios sobre la memoria como la categoría de memoria colectiva, la distinción entre memoria e historia y los vínculos entre el poder y la memoria. </div>
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«¿Quién es el que recuerda?» es una de las preguntas constantemente formuladas desde la antropología de la memoria, la cual vincula memoria e identidad. Esta pregunta supone la existencia de sociedades holistas, compuestas por miembros que se conocen y mantienen vínculos estrechos, y sociedades de individuos, que atraviesan agudos procesos de individuación con el subyacente peligro de la dispersión de las identidades. En cuanto a la individualidad y colectividad de la memoria, Jacques Le Goff sostiene que el individuo por sí mismo no tiene memoria, puesto que el recuerdo siempre es una evocación situada en contexto y acudiendo a referentes espacio temporales con significados coyunturales sin los cuales no es posible darle significado al recuerdo. Es por ello que se recuerda con arreglo a circunstancias presentes, de acuerdo a fines establecidos socialmente. Cabe agregar que la relación entre memoria e identidad estriba en cómo la memoria da coherencia y continuidad a la identidad.</div>
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En <i>La memoria colectiva</i> (2004), Halbwachs se plantea las posibilidades de la memoria y afirma que no es posible recordar más que a condición de situarse en el punto de vista de uno o varios grupos y ubicarse en una o varias corrientes de pensamiento colectivo. Así, la memoria afectiva o emocional establece lazos entre los miembros de una comunidad. Facebook es un ejemplo muy actual de comunidad afectiva donde no hace falta el contacto espacial para constituirla. Halbwachs desestima la posibilidad de una memoria universal, pues «toda memoria colectiva tiene como soporte un grupo limitado en el espacio y en el tiempo».</div>
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La diferencia entre memoria e historia resulta crucial. En primer lugar, conviene referirse a memorias en lugar de una sola memoria, ya que se trata de distintos relatos sobre el pasado que entran en conflicto, tal como lo señala Tzvetan Todorov en <i>Los abusos de la memoria</i> (2000), para quien memoria no se opone a olvido, sino lo que se contrapone son los procedimientos de supresión y conservación de la memoria, donde cada grupo de interés enuncia un relato particular para su memoria que contrasta con otros relatos sobre la memoria. En tal sentido, la diferencia entre memoria e historia radica en los usos del pasado. La historia privilegia la búsqueda de la verdad, mientras que la memoria no aspira a la pretensión de verdad, debido a que sus fuentes son las generaciones vivas que recuerdan y no solo los documentos; y además porque no habría que desechar las mentiras en una indagación sobre el pasado, porque son susceptibles de convertirse en objetos de estudio en la medida que ofrecen evidencias sobre las motivaciones del poder por silenciar ciertas memorias. Aunque la historia como disciplina es mucho más antigua que los estudios de la memoria, estos discuten la impronta del positivismo en la historia, el cual estableció métodos y premisas conducentes a la obtención de fuentes fidedignas que validaran una verdad histórica sin reparar en las estructuras de poder donde se produjeron tales fuentes. </div>
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¿Desde qué momento la historia es historia y desde cuándo algo es memoria? La historia emerge en tanto no exista alguien que reconstruya de primera mano lo que sucedió, sino que una voz autorizada organiza el relato del pasado con la garantía de que no habrá réplicas. Por ejemplo, la continuidad de los pueblos originarios como poseedores de una esencia inalterable ha sido objeto de manipulación política. Este relato sobre su memoria narra una continuidad útil a propósitos políticos, pues la historia construye verdades, valida documentos, fuentes, métodos y escrituras (lo escrito adquiere valor de verdad). En cambio, la memoria plantea interpretaciones, problematiza las fuentes escritas, delinea su genealogía, quién, cómo y cuándo produjo el relato de la memoria. Es por esta razón que en procesos de justicia transicional los testimonios de las víctimas contrastan, si es que no rebaten en su totalidad, el discurso oficial del Estado. </div>
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En torno al régimen político de la memoria, a Halbwachs le interesó qué procesos de poder se hallaban detrás de la organización de la memoria. La idea es que quien controla el origen controla el presente y el futuro, ya que el pasado define el presente y los horizontes de una comunidad. En Los marcos sociales de la memoria señala que el recuerdo está circunscrito por el recuerdo de los otros: «es en la sociedad donde normalmente el hombre adquiere sus recuerdos, es allí donde los evoca, los reconoce y los localiza. […]. Lo más usual es que yo me acuerdo de aquello que los otros me inducen a recordar, que su memoria viene en ayuda de la mía, que la mía se apoya en la de ellos». Halbwachs identifica el lenguaje como el «marco más elemental y estable de la memoria colectiva». </div>
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La relación entre política y memoria es observable en el concepto «lugar de la memoria», acuñado por Pierre Nora para referirse a la dimensión simbólica e histórica de un suceso, concepto que trasciende lo material o espacial. Es decir que según Nora un espacio cualquiera es susceptible de transformarse en lugar de la memoria. Ello será posible siempre que exista voluntad para recordar, ya que agrega Nora no hay memoria espontánea, razón por la cual se crean archivos documentales, se conmemoran aniversarios o se construyen monumentos. Estos actos no surgen espontáneamente, pues requieren de una expresa voluntad política y social para que se materialicen. Según Pierre Nora, los lugares de la memoria contribuyen al cuidado y mantenimiento constante de la memoria.</div>
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En <i>Antropología de la memoria</i> (2002) Joël Candeau ensaya una delimitación del campo antropológico en los estudios de la memoria. El patrimonio reviste interés antropológico toda vez que los criterios de selección que generan los inventarios culturales que alimentan el patrimonio proceden de memorias nacionales, institucionales, colectivas e históricas. La museificación del pasado o la folklorización de ciertos objetos acopiables y exhibibles como patrimonio dan cuenta no solo de cómo se recuerda el pasado sino de las jerarquías culturales asociadas a los grupos e individuos que recuerdan. Luego, advierte en los monumentos su capacidad para convertirse en difusores de la memoria, así como en las casas de la memoria, relatos de vida, tradiciones, rituales y mitos, lugares de la memoria y los vínculos entre memoria e identidad. Candeau enfatiza que la antropología de la memoria no se detiene en la simple exploración del pasado sino además y sobre todo en la descripción y explicación de las manifestaciones contemporáneas de la memoria. </div>
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<i>Memorias de un soldado desconocido</i> (2012), de Lurgio Gavilán, podría ser objeto de una indagación antropológica de la memoria, debido a que es un relato de vida que coloca en primer plano a los sujetos subalternos de las tres instituciones totales protagonistas del conflicto armado interno: el combatiente adolescente, campesino y quechuhablante de Sendero Luminoso, el soldado de tropa capturado por el ejército y el humilde y reflexivo fraile franciscano. Son memorias subterráneas que problematizan la idea por la cual los sectores políticos adversos a una memoria con justicia y verdad confinan al silencio a quienes padecieron una violencia sin precedentes en la historia del Perú.</div>
Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-38102642117359503772014-01-26T16:20:00.001-08:002014-01-26T16:23:20.582-08:00CRÍTICA DE LA CRÍTICA<div style="text-align: justify;">
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<a href="http://bimg1.mlstatic.com/critica-de-la-critica-aditor-peter-hamm-autores-varios_MLA-F-3372922229_112012.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;"><img border="0" src="http://bimg1.mlstatic.com/critica-de-la-critica-aditor-peter-hamm-autores-varios_MLA-F-3372922229_112012.jpg" height="640" width="403" /></a></div>
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La crítica no solo se ha interesado por objetos situados más allá de sus límites sino que ocasionalmente se ha detenido a examinar sus propias prácticas. El crítico alemán Peter Hamm editó bajo el título <i>Crítica de la crítica</i> (1971) un conjunto de artículos que congregaban a los críticos alemanes más connotados del momento. Hamm anota en el prólogo que varios reputados críticos fueron invitados lo mismo que otros no tan célebres; sin embargo, algunos de los primeros retiraron su artículo a último momento lo que dio lugar a que las voces más jóvenes y menos conocidas entraran en contacto con el público alemán. </div>
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Posteriormente, Tzvetan Todorov publicó una compilación de entrevistas a críticos y escritores, y de artículos con el mismo título, <i>Critique de la critique</i> (1984). En el apartado «Los críticos-escritores», Todorov se interroga sobre la aquella crítica que se convierte en una forma de literatura, donde el lenguaje literario adquiere una nueva pertinencia. Allí, el crítico franco-búlgaro da cuenta de una trayectoria personal por la cual experimentó un giro en la concepción de la crítica: desde una concepción instrumental garante de verdades y resultados hasta otra que situaba a la crítica como un eficiente administrador de ideologías dominantes. Hacia el final, Todorov apuesta por una crítica dialógica que renuncie a la búsqueda de la verdad, en el sentido trascendental o esencialista, pero no de adecuación a los hechos. Recusa a la crítica inmanentista por negarse toda posibilidad de juicio al enfocarse exclusivamente en la descripción de los aspectos formales y estéticos de la obra literaria. Se trata para Todorov de un tipo de crítica que transforma y reduce el texto a un objeto que basta con describir tan fielmente como sea posible. De igual modo, el crítico dogmático, premunido de un aparato teórico al cual se rinde desde el inicio, lo mismo que el crítico impresionista que considera posible un contacto puro con el texto literario, dificulta el diálogo entre el texto y contexto. </div>
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En el Perú, Antonio Cornejo Polar también colocó a la crítica como objeto de sus propias reflexiones. En<i> Sobre literatura y crítica latinoamericanas</i> (1982), dedica algunos artículos a examinar la situación de la crítica literaria en América Latina. Coincidiendo en otros términos y contextos con Roland Barthes, Cornejo Polar señala en «Problemas y perspectivas de la crítica latinoamericana» que lo que está en juego en relación a la cientificidad de la crítica literaria es el estatuto científico del discurso crítico, la validez del conocimiento que propone y la legitimidad de su existencia. Y coincidiendo con Todorov, enjuicia los excesos de la crítica impresionista-inmanentista y del cientificismo en la crítica literaria. </div>
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La crítica inmanentista tiene como fin exclusivo analizar e interpretar textos literarios con arreglo a la «minuciosa descripción del funcionamiento interior de la obra literaria y en la revelación de su estructura intrínseca, al margen de cualquier proyección que exceda los límites objetivos del texto y al margen también de todo enjuiciamiento acerca de su formulación estética, su sentido o su funcionalidad social», anota Cornejo Polar. La tesis de la crítica inmanentista se fundamenta en la absoluta autonomía del fenómeno literario, en virtud de la especificidad de su lenguaje. En este sentido, para Antonio Cornejo Polar la raíz del problema de la crítica literaria contemporánea reside en un inmanentismo universalista, de modo que la especificidad sociohistórica de la literatura occidental se ha utilizado para comprender fenómenos sociales y literaturas periféricas a aquella. </div>
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Y si bien la crítica literaria se ha beneficiado del diálogo interdisciplinario con aportes de la lingüística y la antropología, por mencionar algunos ejemplos, el autor de Escribir en el aire resalta que, simultáneamente, la crítica literaria ha perdido su espíritu humanístico a favor de un lenguaje formalizado, descriptivo, útil en el sentido de la rentabilidad académica, pero muy poco fecundo en cuanto a la resistencia contra el poder: «las obras literarias y sus sistemas de pluralidades son signos que remiten sin excepción posible a categorías supraestéticas: el hombre, la sociedad, la historia».</div>
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La tarea de la crítica es entonces descifrar el sentido de la relación entre el texto y su contexto «revelar qué imagen del universo propone la obra a sus lectores, qué conciencia social e individual la estructura y anima», no evaluar el grado de correspondencia con la realidad, lo que es competencia de las ciencias sociales, sino «iluminar la índole, filiación y significado de esa imagen hermenéutica del mundo que todo texto formula, incluso al margen de la intencionalidad de su autor». Esta es una tarea insoslayable sobre todo para la crítica literaria latinoamericana que se desarrolla en un lugar donde la realidad exige un compromiso ético además del académico-científico por parte del crítico.</div>
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La crítica inmanentista debe adaptarse a las peculiaridades culturales latinoamericanas. Lo delicado es transplantarla y rendirle devoción mediante una aplicación indiscriminada y mecánica. Por ello es que no puede aplicarse con éxito en los estudios literarios latinoamericanos sin que aquella atraviese un proceso de adaptación-transformación. La conflictividad propia de una literatura como la latinoamericana producida en un entorno heterogéneo y colonial. La dinámica social de la literatura latinoamericana articula literatura y sociedad, funcionamiento, modos de producción y sistema de comunicación en que se inscribe la institución literaria. De lo contrario, será imposible comprender «el sentido de su desarrollo histórico y hasta sus manifestaciones textuales concretas», advierte Cornejo Polar. No se trata de aislacionismo epistemológico, sino de examinar reflexivamente las influencias asimiladas.</div>
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La crítica inmanentista comporta ventajas y riesgos, precisa Cornejo Polar. Por un lado, significa una superación del impresionismo, pues establece coordenadas claras para aproximarse al objeto de estudio. Pero, por otro lado, reduce el análisis literario a los límites de una metodología en particular, dando luces sobre muchos aspectos textuales que en el balance resultan accesorios si se persiste en ignorar la relación del fenómeno literario con la sociedad y la historia. Asimismo, no debe olvidarse su compromiso de lucha contra poderes hegemónicos, pues de alguna manera, la crítica posee una dimensión ideológica que intenta explicar una visión del mundo. Esta tarea debe considerarse como parte del proceso de liberación de los pueblos, de un franco proceso de descolonización mental y epistemológica. </div>
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No es reciente, sino la constatación de un hecho: la crítica ha perdido influencia en la opinión pública, entre una variedad de factores, debido a la cultura de masas y al empobrecimiento de la formación en la clase media. La educación de la que hoy disponen es gravemente rudimentaria. Ni siquiera es posible afirmar que una educación costosa sea indicador de calidad. No es extraño entonces que actualmente sea difícil entender lo que un crítico escribe. El modo de lectura imperante no es el de la desobediencia ante los sentidos que un texto literario o los modelos de realidad que pone en circulación, sino estimar cuan dócil es el lenguaje empleado por el crítico a efectos de su comprensión por el lector. No solo la crítica se ha convertido en un cuerpo dócil ante el poder como lo señalaran Edward Said, Terry Eagleton, Peter Hamm, Antonio Cornejo Polar y Michel Foucault sino que el lector, el espectador y cada vez mayores porciones de audiencia devienen también cuerpos dóciles. </div>
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La salida no está en hacer rudimentaria la escritura crítica ni en entregarse al sentido común (gusto, aprecio por el autor, juventud, nacionalidad, gratitud, reconocimientos, premios, etc.) como criterio de evaluación. Tampoco lo es empoderar a un lector solo provisto de sus carencias, obediente y dócil para contrarrestar la oscuridad del lenguaje de la crítica. Si alguna cualidad debe mantener la crítica es combatir la obviedad y el sentido común.</div>
Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-4367776975257782492014-01-19T17:06:00.002-08:002014-01-19T17:22:40.020-08:00LA ESCUELA DE BIRMINGHAM<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://valeriadupey.com.ar/educacion/wp-content/uploads/2012/11/Hoggart-Williams-Hall.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://valeriadupey.com.ar/educacion/wp-content/uploads/2012/11/Hoggart-Williams-Hall.jpg" height="161" width="400" /></a></div>
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El origen de los Estudios Culturales suele asociarse al proyecto académico emprendido por Richard Hoggart quien en 1964 fundó el Centro de Estudios Culturales Contemporáneos en la Universidad de Birmingham (CCCS en inglés). En 1968, Stuart Hall sucedió a Hoggart en la dirección del centro hasta 1979. El centro fue clausurado definitivamente en 2002 debido a una reestructuración académica. Sin embargo, otras versiones señalan que se trató de una decisión política, ya que el centro había congregado a lo largo de cuatro décadas a un compacto grupo de investigadores comprometidos con posiciones de izquierda y manifiestamente contrarios a las reformas liberales imperantes en el Reino Unido desde 1980. Y es que en muchos sentidos, la New Left británica tuvo su brazo académico en el CCCS.</div>
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Con el tiempo, el nombre genérico de Escuela de Birmingham identificó a estos humanistas y científicos sociales interesados en un trabajo transdisciplinario con sólidas bases en el marxismo, aunque mediado por una lectura heterodoxa motivada por la necesidad de llevar el marxismo hacia el análisis de la cultura. Además de Hoggart y Hall, E. P. Thompson y Raymond Williams son las figuras más representativas de la primera generación de estudios culturales. </div>
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El trabajo en la Escuela de Birmingham consistía en el estudio de casos puntuales, de hechos y acontecimientos claramente localizados y en relación con la historia, cultura y sociedad, a diferencia de la Escuela de Frankfurt, más orientada hacia la reflexión teórica y las grandes generalizaciones. La teorización fue para los de Birmingham un recurso de alcance contextual y funcional para el estudio de aspectos concretos de la realidad, en contraste con el marxismo estructuralista empeñado en la elaboración de categorías analíticas universales, como fue el caso de Louis Althusser, quien a través de los Aparatos Ideológicos de Estado describió ciertas estructuras transhistóricas presentes en toda sociedad. </div>
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Más ocupados en la aplicación de la teoría que en la elaboración de sistemas teóricos, los investigadores de Birmingham continuaron las reflexiones de Antonio Gramsci, para quien fue un imperativo contextualizar el marxismo allí donde esta teoría requiriese enmiendas o nuevas formulaciones, ya que no toda reflexión sobre el marxismo habría culminado con el trabajo de Marx y Engels. De Gramsci incorporaron el concepto de hegemonía: la clase dominante lo es porque ejerce el poder mediante la coerción y el consenso luego de conquistar la subjetividad de los grupos subalternos. Es decir, que la hegemonía de la clase dominante no siempre se manifiesta mediante la fuerza sino también a través del reconocimiento de las clases dominadas. No obstante, no es sencillo identificar una situación de hegemonía debido a la superposición de clase social, raza, etnia, nacionalidad, lengua, religión, género, etc., lo cual demanda al investigador observar atentamente la especificidad de su realidad sociocultural.</div>
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Hoggart, Williams y Thompson tuvieron muy presente que la teoría y sus categorías analíticas no garantizan resultados incontrovertibles y advirtieron el problema derivado del uso reverencial de la teoría. De este modo, los trabajos producidos en el CCCS prestaron suma atención a la emergencia de las particularidades de la teoría y de sus objetos de estudio con el propósito de no forzar la aplicación de categorías de análisis. En ello fue determinante la relectura heterodoxa efectuada por los marxistas ingleses a mediados del siglo XX, como lo recuerda Williams en la introducción a su clásico <i>Marxism and Literature</i> (1974). En <i>Die deutsche Ideologie</i> (1932), Marx y Engels definieron al idealismo como la concepción filosófica que establece un a priori en los conceptos y categorías para entender la realidad; en cambio, el materialismo histórico exige partir de situaciones concretas sobre las cuales se construyen los conceptos. La Escuela de Birmingham incorporó a su proyecto esta crítica del materialismo histórico al idealismo. Durante este proceso, se dieron cuenta de que los marxistas más ortodoxos no eran propiamente materialistas sino idealistas, toda vez que pretendían aplicar dogmáticamente el marxismo a cuanta realidad le saliera al encuentro sin reparar en las particularidades de la sociedad y la cultura donde lo aplicaban. Observaron que la aplicación indiscriminada de una teoría sin contextualizarla deviene flagrante violencia epistémica, por lo cual el movimiento analítico es inverso: de la tierra al cielo, no del cielo a la tierra. Así, el marxismo inglés se ubicó en una posición crítica ante el idealismo del estructuralismo francés y ante la reducción de la realidad al discurso alentada por el giro posmoderno.</div>
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Unos de los mayores impactos del CCCS en la academia británica fue el cuestionamiento de la autoridad académica que amparada en su poder refrendaba verdades y saberes. Lo otro fue la desacralización de la idea de cultura. Para los de Birmingham, la cultura dejó de ser sinónimo de buenos modales, gusto artístico refinado, esencia de la identidad, signo de prestigio social o cualidad susceptible de ser poseída o perdida, esencializando la idea de cultura en objetos perdiendo de vista a los sujetos de la cultura. Entendieron que la cultura no existe sin sus sujetos, es decir, sin quienes la viven y practican. En este sentido, la cultura son hechos, prácticas y actores sociales. Exploraron tales prácticas culturales y sus articulaciones siempre desde un enfoque contextual no exento de dificultades. Hoggart, Hall, Williams y Thompson tuvieron que lidiar durante los primeros años del CCCS contra un establecimiento académico hostil, muy lejano de la seducción que irradiaban Barthes, Foucault, Derrida, Lacan o Althusser en el Collège de France o la École des Hautes Études en Sciences Sociales en París.</div>
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Asimismo, pusieron en entredicho las convenciones metodológicas de las humanidades y las ciencias sociales. A pesar de que los más destacados miembros del CCCS pertenecían a una generación formada bajo el influjo conservador de F.R. Leavis en las letras inglesas, no desestimaron totalmente los esfuerzos de quien fuera durante muchos años el paradigma de la enseñanza y la crítica literaria en el Reino Unido, alguien preocupado por espiritualizar a la clase obrera a partir del contacto con la alta cultura, porque los contenidos de los cursos de humanidades estuvieran a disposición de los hijos de obreros que estudiaban en la universidad. El efecto no previsto por Leavis fue la subversión de la centralidad de la alta cultura como resultado de varias generaciones de estudiantes procedentes de la clase obrera que accedieron a la universidad para transformar el modo en que se venía estudiando la sociedad y la cultura. Hoggart lo explica claramente en <i>The Uses of Literacy</i> (1957): subsistía en sociólogos e historiadores una percepción idílica de la clase obrera inglesa a la cual se atribuía exageradamente un compromiso político activo con la lucha de clases, percepción reforzada por la distancia empírica que separaba a los investigadores de la realidad estudiada. En movimiento semejante al de Leavis, en su ensayo Hoggart empleó los métodos de análisis literarios reservados para la alta literatura para analizar la cultura de masas. </div>
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Actualmente existen variadas problemáticas no reconocibles, invisibles e inadvertidas. Uno de los desafíos de la teoría contemporánea es dar nombre a los problemas que no se quieren advertir, problemáticas que no existen nominalmente, pero que sí existen como efectos reales, sensibles en la vida cotidiana de la gente que no tiene obligación de familiarizarse con la teoría. En este desafío, los investigadores de la Escuela de Birmingham se interesaron por indagar en temas olvidados por las humanidades y las ciencias sociales en su momento, no tanto en función de un tema académicamente rentable, sino pensando especialmente en los sujetos de la cultura, sus vivencias y cómo desde la academia podía intervenirse para transformar sus vidas.</div>
Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-70689755229196171492014-01-12T14:34:00.000-08:002014-01-12T14:34:21.723-08:00EL CONFLICTO COMO REVUELTA<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiS5JLh9xGIVxguqH_EC-VnYvcx16Nq5Ifhh7CYN7s8hzA1o4mfklCW5_d8b-eicNxIahViyGm-bthBr3q12V1-TLZt2ioB62VwbsyWwuSVI36UAxzZTsgBblR16skgX2f98Ipb/s1600/Kristeva.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiS5JLh9xGIVxguqH_EC-VnYvcx16Nq5Ifhh7CYN7s8hzA1o4mfklCW5_d8b-eicNxIahViyGm-bthBr3q12V1-TLZt2ioB62VwbsyWwuSVI36UAxzZTsgBblR16skgX2f98Ipb/s1600/Kristeva.jpg" height="366" width="400" /></a></div>
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Roland Barthes, Phillipe Sollers, Jacques Lacan, Jacques Derrida, Lucien Goldmann y Michel Foucault, entre otros, formaron parte del entorno que recibió a <b>Julia Kristeva</b> en París quien a sus 24 años llegó procedente de su Bulgaria natal con el propósito de culminar una tesis doctoral sobre la <i>nouveau roman</i>. Junto a Tzvetan Todorov, esta semióloga, escritora, crítica literaria y teórica feminista introdujo la obra de <b>Mijail Bajtin</b> en Francia.</div>
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Revuelta es un concepto desarrollado por Kristeva en <b>Sentido y sinsentido de la revuelta</b> (1998), <b>El porvenir de la revuelta</b> (1999) y <b>La revuelta íntima</b> (2001). Desde un abordaje que atraviesa lo etimológico, la literatura, la filosofía y el psicoanálisis, da cuenta de los sentidos y posibilidades políticas de la revuelta como expresión pulsional que permite revelar la memoria y recomenzar el sujeto, según Gustavo Bustos. </div>
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El acto de leer ilustra claramente el concepto de «revuelta». La lectura no implica dejar atrás lo leído sino que exige volver y avanzar. Si algún contenido no fuera comprendido o cayera en el olvido, bastaría volver atrás para absolver la duda y luego continuar. Asimismo, sucesivas lecturas incrementarían los sentidos del texto. En cualquier caso, es el lector —y no solo el texto— quien participa activamente de la construcción de los sentidos posibles que un texto adquiere, ya sea durante su desplazamiento hacia atrás o hacia adelante mientras se lee. La experiencia acumulada del lector —grande o mediana, sólida o endeble, confrontacional o dócil— es primordial al momento de tomar contacto con un texto. No en vano, Manuel Asensi sostiene que leer es un acto guerra, puesto que es mucho, o no es poco, lo que como lectores actualmente ponemos en juego durante la lectura. </div>
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Desentenderse de ello supone ceder ante la más letal forma de naturalización de saberes: el sentido común, el cual posee la fuerza de lo evidente, de lo que no requeriría mayor análisis. Por ejemplo, es más confortable endilgarle a un texto la condición de difícil, oscuro, ininteligible o impopular que asumir la responsabilidad como lector y darse cuenta de que no solo los textos tendrían que estar a la altura de los lectores. Así, se reemplaza el examen riguroso de situaciones que merecerían una reflexión prolongada por la liviandad, el entusiasmo y la gracia. En suma, es como detenerse en el dedo que apunta la luna. Pan y circo son competidores desleales frente al pensamiento crítico; sin embargo, hasta las muchedumbres más sumisas pueden advertir que quien está interesado en complacerlas no lo hace desinteresadamente. Estas exigencias del sentido común acontecen en una era postideológica, de vacuo hedonismo como sostuvo <b>Gilles Lipovestky</b>, en la que el goce del consumo guía la ética de un sujeto posmoderno individualista. </div>
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<a href="http://mlu-s2-p.mlstatic.com/el-porvenir-de-la-revuelta-julia-kristeva-1797-MLU4198417266_042013-F.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://mlu-s2-p.mlstatic.com/el-porvenir-de-la-revuelta-julia-kristeva-1797-MLU4198417266_042013-F.jpg" height="640" width="417" /></a></div>
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La etimología del término revuelta, como lo anota Kristeva, remite al sánscrito y quiere decir «pasar hacia atrás y volver hacia el futuro. Una memoria fuerte de la transformación, pero que no es nunca una negación del tipo ‘estoy en contra y mato eso’». Dicho de otra manera, el sentido de la revuelta es la resignificación de los antiguos valores para que surjan otros nuevos, los cuales volverán a examinarse, consiste en recrear nuevos ideales a partir de la exploración crítica del pasado, la cual también se proyecta al futuro. Un estado de alerta permanente ante la fijación de sentidos que con el tiempo dejan de ser solo términos significantes y pasan a ocupar el lugar de filtros ideológicos. </div>
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En un contexto de aparente tranquilidad, donde no existirían motivos para rebelarse, la revuelta se torna indispensable. Las demandas sociales históricamente postergadas e insatisfechas no se han aplacado pese a la globalización de la era digital, la expansión de los mercados o la democracia liberal. Entonces, existen suficientes razones como para emprender la revuelta. «Y para eso hay que apropiarse del pasado, pensarlo, y hacer algo nuevo. Esa es la revuelta contemporánea», nos dice Kristeva.</div>
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La revuelta revitaliza al individuo y a la sociedad que la emprende, «constituye el único pensamiento posible, indicio de una vida simplemente viva». Implica cuestionar permanentemente las creencias propias y ajenas. Sin embargo, la época actual no es propicia para desarrollar una cultura de la revuelta, pues cada vez es más difícil darse el tiempo y el espacio para aventurarse en el pasado, rememorarlo críticamente y retornar con nuevos bríos. No lo es porque en el centro de interés mundial no es tanto la renovación de paradigmas como la crisis financiera mundial, el terrorismo, las epidemias, la caída de las principales bolsas del mundo y el predominio de la cultura-show. No obstante, habrá revuelta si queda espacio para un permanente volver a empezar.</div>
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Este concepto tiene una fuerte connotación política. A menudo se le asocia con «revolución» en tanto giro radical o subversión de valores tradicionales, pero en ese camino fue adquiriendo un sentido que para los fines de la revuelta concebido por Kristeva es indeseable, ya que el cuestionamiento retrospectivo fue reemplazado por el simple rechazo de lo antiguo y su sustitución por nuevos dogmas. No obstante, la teórica búlgara-francesa insiste en evitar la reducción política de la revuelta, ya que lo fundamental es la transformación psicológica previa a la transformación política, porque la revuelta requiere antes un cambio de mentalidad, una reforma psíquica para activar un estado de interrogación perpetua. Aquí es donde la revuelta comporta una retrospección hacia la intimidad, una indagación introspectiva. </div>
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Aquí es preciso distinguir entre nihilismo y revuelta. Para Kristeva el nihilismo no es revuelta ni revolución, sino pseudorevuelta. El nihilista desestabiliza lo antiguo pero se reconcilia con nuevos valores, actitud «mortífera, totalitaria», acota la autora de <b>El porvenir de la revuelta,</b> pues el totalitarismo es consecuencia de suspender el retorno retrospectivo, es decir, el pensamiento crítico hacia atrás (vuelta) y hacia el porvenir (re-vuelta). Una pseudo revuelta es «el rechazo de antiguos valores en provecho de un culto de nuevos valores cuya interrogación es suspendida» cuyo efecto es la perpetuación de nuevos dogmas. La pseudo revuelta es crítica a la vista del sentido común, pero eleva la liviandad al rango de dogma a la cual se adhiere incondicionalmente, sin cuestionarla. Por el contrario, la verdadera revuelta en el sentido que lo plantea Kristeva no se detiene jamás, su movimiento retrospectivo de cuestionamiento crítico es infinito y se aplica a toda forma de saber. Allí se encuentra la creatividad del pensamiento crítico: en la re-creación constante.</div>
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En <b>La revuelta íntima</b>, Kristeva señala que lo íntimo es «lo más profundo y lo más singular de la experiencia humana»; y en <b>El porvenir de la revuelta</b> afirma que la salvación de la vida psíquica pasa por darle un espacio a la revuelta: «romper, rememorar, rehacer [...] un permanente volver a empezar […] A diferencia de las certezas y de las creencias, la revuelta permanente es ese cuestionamiento de sí mismo, del todo y de la nada que, evidentemente, ya no tiene lugar o razón de ser».</div>
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La estabilidad es provisional. El placer está en el conflicto. Y este es un compromiso ante todo crítico y no apologético.</div>
Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-40008282177028414092013-12-22T18:15:00.001-08:002013-12-22T18:15:30.149-08:00LA IDEA DE COMUNIDAD<div style="text-align: justify;">
¿Cuál es la pregunta actual por la “comunidad”? La idea de comunidad ha concitado la atención de diversos pensadores a través de la historia. Platón y Aristóteles indagaron sobre la sociabilidad de los hombres, es decir, en qué sentido los hombres son seres sociales y animales políticos. Para Aristóteles, el hombre es político porque es racional, lo cual inserta una ruptura dentro de la visión clásica y redefiniendo la felicidad en tanto ataraxia (ausencia de perturbación), como distanciamiento de los asuntos públicos políticos para conseguir la felicidad individual. Así, la ruptura aristotélica escindió la felicidad individual y la justicia colectiva, a diferencia del conjunto de la filosofía clásica que establecía unidad entre ética y política según lo cual no se podía lograr la felicidad en una comunidad injusta. De este modo, quedaban vinculadas la virtud privada y la pública.</div>
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<a href="http://www.libreriaolejnik.com/images/libros2/8199.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://www.libreriaolejnik.com/images/libros2/8199.jpg" /></a></div>
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En un momento en que la unidad de la Polis griega se fundamentó en la racionalidad de juzgar el bien y el mal bajo los mismos valores, el dominio del imperio macedónico, desestabilizó la idea de una comunidad organizada en torno a la ética y la política, pues ello ya no podía ser más evaluado desde los parámetros de una comunidad de individuos que compartían los mismos valores, debido a la diversidad cultural producto de su expansión imperial.</div>
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Posteriormente, tuvo lugar otra ruptura en relación al pensamiento político y el cristianismo. Siendo que Cristo fue condenado por un orden político que no aceptó la soberanía de Dios en la tierra y que consideraba al hombre virtuoso por excelencia y no pecador, en consecuencia, una pequeña comunidad cristiana entró en conflicto con una comunidad política hegemónica, donde cada una se definía como más perfecta que la otra. Fue el momento en que la unidad política del imperio romano no podía mantenerse exclusivamente bajo criterios políticos, porque lo político se tornó en un nexo débil toda vez que la comunidad cristiana en franca expansión no acudió a lo político sino a la fe, pues ese vínculo resultó más fuerte. A consecuencia de que la comunidad política condenó a muerte al hijo de Dios en la tierra, surge una visión peyorativa del poder. La política fue percibida desde la comunidad cristiana como una dificultad en el camino hacia una vida santa. El cristianismo redefinió la pregunta por la comunidad estableciendo lazos de pertenencia más estrechos entre los individuos que albergaba, donde se admitía vivir con otros en la comunidad en tanto compartieran la creencia en una salvación comunitaria representada en el cuerpo de Cristo, en la comunión. Se trataba de un ritual que ratificaba la pertenencia comunitaria.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhO-iNX8shftmJd8B44I7kD17CYGBejmBFJ7EghPOBfSVGU8-LgwiZPDIvUiDlkGFPvZp59ez9nFVq3LnyqvS2h9SSDB6Q8kYKImeU-5CGPC3KeD1xFJjAkTyH9F_AHHnzeP_xr/s1600/Agamben+-+La+comunidad+que+viene.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhO-iNX8shftmJd8B44I7kD17CYGBejmBFJ7EghPOBfSVGU8-LgwiZPDIvUiDlkGFPvZp59ez9nFVq3LnyqvS2h9SSDB6Q8kYKImeU-5CGPC3KeD1xFJjAkTyH9F_AHHnzeP_xr/s320/Agamben+-+La+comunidad+que+viene.jpg" width="220" /></a></div>
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Los modernos criticaron el clasicismo sosteniendo que el hombre no es sociable por naturaleza sino que es un ser conflictivo. Según Hobbes, lo que nos hace iguales a los hombres es la capacidad de matar a otro. El hombre en estado natural destruye la vida social. Y si el hombre es un ser que desea, la felicidad es un continuo deseo. En este panorama, el deseo infinito en un mundo finito deviene siempre en conflicto, lo que hace del conflicto algo inevitable.</div>
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También redefinieron la relación entre lo público y lo privado. La impronta del individualismo, ausente en las reflexiones de los clásicos, motivó que la “vida buena” pasa al dominio de lo privado, mientras que en el ámbito de lo público se busca garantizar la pluralidad de formas de vida. En este sentido, el orden político no debiera aspirar a lograr la felicidad del hombre, sino a garantizar la convivencia entre diferentes formas de vida, es decir, que el debate se concentra en cuál sería la mejor forma de gobierno sobre una comunidad integrada por formas de vida diversas. Sin embargo, la pregunta por la mejor forma de gobierno fue desplazada por la discusión en torno a la legitimidad del poder, en un contexto donde se tuvo la convicción como afirmara Hobbes, de que sin Estado no hay sociedad. </div>
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En contraste, Reinhart Koselleck distingue sociedad y Estado. Mientras Hobbes diferencia al individuo y al ciudadano en tanto confiere al primero el dominio de lo privado y al segundo el dominio de lo público, Koselleck considera que la vida social es posible sin mediación política estatal, o sea, que es posible una sociabilidad sin un Estado vigilante como decía Hobbes. </div>
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Un interés particular de Koselleck fue indagar cómo se construyó en Europa una sociedad civil que se definió como apolítica, entendiendo lo apolítico no como negación de la política sino como subsistencia de la vida social más allá o prescindiendo de la política o como la fijación de límites al poder estatal. Si como sostiene Koselleck, la noción de crítica surgió desde la sociedad civil contra el Estado, toda vez que la sociedad civil enjuicia al orden político, ello trae como consecuencia una concepción apolítica de lo social y un enorme proceso de despolitización donde el orden de lo político, de la política como poder estatal, deviene prescindible. </div>
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<a href="http://www.arenalibros.com/Portada_Inconfesable_nueva.gif" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://www.arenalibros.com/Portada_Inconfesable_nueva.gif" /></a></div>
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Y es allí donde el liberalismo introdujo una nueva forma de entender la vida social. Ya que sin el Estado la vida social sería mejor de acuerdo a las premisas del liberalismo; y si no es posible desaparecer al Estado, al menos se lo podría reducir al mínimo. Así, la vida social se fundamentó en el individuo y ya no en el Estado. </div>
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Émile Durkheim introdujo nuevas reflexiones sobre la idea de comunidad: el estar juntos, el origen del vínculo social, el ser con los otros; una visión crítica de la sociedad en que vivimos y la disolución de la comunidad en microgrupos; la comunidad como un ideal a realizar; y la comunidad como un concepto analítico que sirve para pensar ciertas formas sociales. </div>
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Jacques Rancière (<i>El desacuerdo</i>), Giorgio Agamben, (<i>La comunidad que viene</i>), Roberto Espósito (<i>Communitas</i>), Jean-Luc Nancy (<i>La comunidad inoperante</i>) y Maurice Blanchot (<i>La comunidad inconfesable</i>) nos ofrecen en un contexto contemporáneo, renovadas aproximaciones a la idea de comunidad que, a pesar de las sustantivas diferencias que presentan, parten de una visión que no busca restituir una noción de comunidad esencial o sustancial. En este sentido, parten de las críticas a cualquier posibilidad de fundamentar la comunidad en un principio trascendente, en otras palabras, a desencializar la idea de comunidad.</div>
Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-86074997073640909892013-11-27T10:50:00.000-08:002013-11-27T10:50:00.623-08:00LA SEDUCCIÓN DE LA TEORÍA<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://img2.mlstatic.com/551-teoria-de-la-critica-murray-krieger_MLA-O-4524637975_062013.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="http://img2.mlstatic.com/551-teoria-de-la-critica-murray-krieger_MLA-O-4524637975_062013.jpg" width="286" /></a></div>
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A diferencia de la crítica, se suele afirmar que la teoría literaria reflexiona sobre los fundamentos de la interpretación literaria, es decir, se asocia la sistematización de conceptos, categorías y métodos a la teoría, y la aplicación de estos a la crítica. Pero las fronteras entre ambas actividades no siempre son tan claras: la teoría es una actividad, es una práctica, un saber-hacer; aparte, la crítica deviene teoría cuando emerge un principio organizador que provee un marco de inteligibilidad para analizar, comprender, explicar e interpretar el hecho literario, o también imágenes, sonidos, conductas, o cualquier tipo de discurso, en general, toda clase de enunciado que transmita sentido. Así, luego de atravesar un vasto corpus de discursos, es frecuente que el crítico adquiera algunas convicciones sobre el modo de abordar la literatura, el cine, el teatro, la pintura, la música, etc.</div>
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Jonathan Culler señala que la teoría se define por su impacto en otras áreas de conocimiento más allá de la matriz donde tuvo su origen. En este sentido, el psicoanálisis influyó en la sociología y la crítica literaria; lingüística y antropología sentaron las bases del estructuralismo que a su vez influyó también en la crítica literaria. La crítica marxista de la sociedad y de la historia brindó a la crítica literaria un marco teórico que luego fue reelaborado por la Escuela de Frankfurt y los Cultural Studies para aplicar el marxismo al análisis de la cultura de masas. Estos saberes además del feminismo, la deconstrucción, la teoría de la recepción y tantos otros sistemas de ideas conforman lo que a menudo se denomina teoría literaria, que no se trata exclusivamente de la reflexión sobre asuntos literarios, sino la mayor de las veces, sobre cuestiones que, en principio, no tienen relación directa con la literatura. De allí que un reclamo constante entre quienes siguen apostando por una crítica inmanentista, es decir, basada en la autonomía del hecho literario, lo cual exigiría aproximarnos a él partiendo de su condición esencial, su literariedad. Aquellos consideran que la teoría lejos de esclarecer, oscurece la comprensión de la obra literaria y que desplaza al crítico hacia saberes distantes de su especialidad como filosofía, historia, psicoanálisis, sociología, antropología, ciencias políticas, etc. </div>
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Quien se dedique con empeño a los estudios literarios podrá tener tus filiaciones y animadversiones por ciertos autores y tendencias, pero indefectiblemente no podrá ignorarlos. “Nadie que estudie literatura puede permitirse el lujo de no estudiar teoría deteniéndose en sus problemas y en sus eventuales soluciones”, advierte Murray Krieger. Esa demanda constante podría desalentar al más entusiasta investigador. Ni bien se instala un paradigma, aparece otro que lo rebate y así sucesivamente. Es así que emprender la tarea de dominar la teoría puede ser tan frustrante como negarse a atravesarla. </div>
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No obstante, por más sistemática, reveladora, funcional o seductora que pueda parecer una teoría, no garantiza éxito alguno al crítico. Del dominio de la teoría no se sigue la obtención de un sentido incontrastable; por el contrario, si el quehacer teórico estuviera dominado por la fijación de conceptos, habría que sospechar de esa teoría, pues nada más antiteórico que la devoción acrítica por una teoría. </div>
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Me interesa enfatizar en este punto los riesgos que supone la seducción de la teoría. Ciertos usos rudimentarios de la teoría revisten de glamour y poder a quienes la instrumentalizan mecánicamente. Un ejemplo es la violencia epistémica ejercida por quienes apelan a la teoría sobre una audiencia que no puede replicar sus afirmaciones. Argumentos del tipo “para reclamar reformas en las relaciones de poder primero hay que poseer solvencia académica”, es decir, condicionando la participación política a la excelencia académica, colocan una barrera allí donde habría que reteorizar la política y repolitizar la teoría. </div>
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El antídoto frente a esta tentación es el desprendimiento, el abandono y la travesía, metáforas más que categorías mediante las cuales Roland Barthes resolvió atravesar el marxismo, la semiótica, el estructuralismo y el postestructuralismo, abandonando, retornando, partiendo nuevamente, pero sin adhesiones infinitas ni rechazos a destiempo.</div>
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El gran peligro, la primera tentación de la teoría es la seducción. Porque una vez seducido, el crítico reducirá sus análisis a los dictámenes de la teoría y, lo que es más grave, hará tabula rasa de la especificidad de su objeto de estudio. La teoría seduce, entre otras razones, porque quienes la invocan con fines instrumentales están convencidos de que les garantiza un lugar seguro. Y si logramos advertir esta seducción habría que recusar inmediatamente esa teoría porque la teoría es la práctica de una actividad contraria al establecimiento de lo definitivo.</div>
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La multiplicidad de experiencias, valores y sentidos de la literatura descoloca cualquier propósito reductivo de la teoría. Es por eso que atender a la especificidad del hecho literario será menester a fin de evitar que la teoría allane sus peculiaridades y se sirva de la literatura solo para comprobar sus hipótesis. Esta actitud “normalizadora” es muy extendida en los estudios literarios contemporáneos. Tiene estrecha relación con la divulgación acrítica, cuando no devocional, de categorías, métodos, obras, corrientes y autores.</div>
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El abuso de la teoría se observa en la reducción de la literatura efectuada desde la teoría, cuando se hace un uso circular, redundante, tautológico, en otras palabras, cuando la teoría se lee a sí misma. La teoría no precisa de la literatura para nombrarse, hacerlo implica un uso rudimentario de la teoría. Lo que esta debiera alentar es su permeabilidad ante la especificidad de la literatura, pues, en tanto objeto de estudio, esta también es susceptible de generar desplazamientos en la teoría. Una teoría que no está dispuesta a descolocarse, solo verá en la literatura un insumo del cual obtener provecho para su propia sostenibilidad.</div>
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Un indicio favorable del aprovechamiento de la teoría es el cultivo de un estado de alerta perpetuo ante la obviedad y el sentido común. De lo contrario, la teoría nos encapsulará en una perspectiva excluyente. Por ello atravesar la teoría es la experiencia más aconsejable, no abrazarla ni rechazarla fervientemente sino listos para abandonarla o volver. </div>
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Todo lector posee una “teoría literaria” producto de sus lecturas. Esta experiencia acumulada sirve de marco interpretativo para otros textos. Son preconcepciones que aprueban o descalifican lo que leemos o que podrían modificarse al encontrarnos con textos que descoloquen tales preconceptos. La evidencia más sencilla de que la literatura motiva cambios en nuestra “teoría” la hallamos en los giros de interpretación de una obra a la cual volvemos luego de explorar otras.</div>
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Alentar el olvido de la teoría, despreciar el valor de la crítica a favor de un contacto puro con la obra literaria o denostar la crítica con el argumento del escritor frustrado fomenta una lectura irresponsable e ingenua. No dejarse seducir por la teoría y no emplearla como garantía de sentido son dos precauciones que por el momento me interesar destacar. La teoría no garantiza una crítica inexpugnable ni su dominio hará del especialista un gran crítico. A lo sumo podrá convertirlo en un diligente divulgador si es que no cultiva un estado de alerta perpetua ante el abuso de la teoría. Ejercer el desacuerdo y la disidencia, con esa contundencia con la que Foucault insistió en no ser gobernado “de esa forma y a ese precio” es el actual desafío de la crítica.</div>
Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-64013588084439014192013-11-10T20:16:00.000-08:002013-11-10T20:33:03.507-08:00IDEOLOGÍA Y CULTURA DE MASAS<div style="text-align: justify;">
El estudio de la cultura de masas es uno de los temas centrales en los estudios de comunicación, entre los que destaca el análisis de los medios de comunicación y sus implicancias sociopolíticas. El análisis ideológico de la cultura de masas, en tanto ideología considerada conocimiento deformado, ilusorio o falso, constituyó uno de los principales intereses de Max Horkheimer y Theodor Adorno, para quienes la industria cultural actúa como interfaz tecnológica entre la población y los grupos de poder.</div>
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Horkheimer y Adorno consideraron la cultura de masas como expresión ideológica del capitalismo, de modo equivalente al que a Barthes le interesó reflexionar «sobre algunos mitos de la vida cotidiana francesa» en <i>Mythologies</i> (1957), en la medida que estos mitos estructuraban un marco de interpretación funcional a los intereses de la ideología burguesa. Entre 1942 y 1944, Horkheimer y Adorno desarrollaron sus estudios sobre la cultura de masas, expuestos en «La industria cultural: Iluminismo como mistificación de masas», último capítulo de una obra fundamental, <i>Dialéctica del Iluminismo</i> (1947), donde industria cultural y cultura de masas son entendidos como vehículos ideológicos de los grupos de poder.</div>
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<a href="http://www.english-online.at/art-architecture/andy-warhol/andy-warhol.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://www.english-online.at/art-architecture/andy-warhol/andy-warhol.jpg" width="294" /></a></div>
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Sin embargo, las investigaciones de la Escuela de Frankfurt son acreedoras de la tradición marxista. Karl Marx aportó una comprensión histórica de los fenómenos sociales. El autor de El Capital sostuvo que la realidad social se organiza a partir de una base material-económica que determina una superestructura ideológica. De este modo, el análisis de las condiciones de producción, base material sobre la que se erige la superestructura social, fue primordial para Marx y para los integrantes de la Escuela de Frankfurt. Pero luego de una atenta relectura de sus textos y esclarecidas las distintas etapas del pensamiento marxista, los teóricos de la cultura que emplearon el marxismo para el análisis cultural observaron que las lecturas deterministas que asignaron al análisis marxista de la sociedad y de la historia una sola orientación (de la base a la superestructura) distorsionaban en sumo grado los aportes de la teoría marxista, ya que también era posible que las ideas configuren un marco de inteligibilidad de la realidad, es decir, que eventualmente la superestructura determine la base. Recordemos que Marx definió la superestructura como el conglomerado de ideas, creencias y actitudes que ofrece a la conciencia un marco de interpretación de la realidad.</div>
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A mediados del siglos XX, en Inglaterra, los investigadores del Centre for Contemporary Cultural Studies (CCCS) en la Universidad de Birmingham también efectuaron una relectura crítica del marxismo que devino análisis marxista de la cultura, especialmente, de la cultura de masas, que posteriormente sentaría las bases de los Cultural Studies. En <i>The Uses of Literacy</i> (1957), Richard Hoggart estudió el impacto de las publicaciones de masas en la cultura obrera inglesa, concluyendo que han deteriorado su pensamiento crítico y la han tornado más vulnerables ante las demandas ideológicas de las clases dominantes. En <i>Marxism and Literature</i> (1977), Raymond Williams testimonia que el marxismo, tal como se conducía en los establecimientos académicos del Reino Unido a mediados del siglo XX, descartaba la incorporación de los aportes provenientes de un emergente cuerpo de teorías sobre la cultura, situación que, anota el crítico inglés, contrasta notablemente con el significativo interés actual que el marxismo muestra por la cultura. Tanto Hoggart como Williams aplicaron los métodos de análisis literario al análisis del discurso de la cultura de masas, desplazamiento que provocó enorme revuelo en la academia de humanidades en el Reino Unido. </div>
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<a href="http://www.warhol.org/exhibitions/2012/15minuteseternal/en/img/art-marilyn-470x469.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="319" src="http://www.warhol.org/exhibitions/2012/15minuteseternal/en/img/art-marilyn-470x469.jpg" width="320" /></a></div>
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Esta breve travesía por las investigaciones sobre la cultura de masas y la industria cultural permite contextualizar algunas reflexiones en torno a la recepción de las publicaciones de celebridades mediáticas. Una postura muy extendida descalifica de inmediato su calidad literaria, criterio que delimita la frontera entre lo literario y lo no literario o entre literatura y subliteratura; otra diametralmente opuesta, rebate la anterior por elitista y academicista, es decir, excluyente y distante del gusto popular; la primera opone a los libros de los personajes de farándula que incursionan en la literatura lo mejor de la tradición literaria nacional y universal, con mayor frecuencia al autor en lugar que sus obras; la segunda considera que cualquier individuo tiene la libertad de escribir y publicar lo que desee y que nadie obliga al lector a consumir esas publicaciones. Es innegable que ambas perspectivas están animadas por muy buenas intenciones. ¿Cómo recusar la exigencia de calidad literaria y cómo negar el derecho a que el lector evalúe por sí mismo lo que desea leer? Sin embargo, estos nobles propósitos entrañan algunas presunciones que conviene examinar. </div>
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La primera postura centra el debate en la literariedad del texto en discusión, mediante categorías como alta cultura/baja cultura resuelve jerárquicamente la controversia, o peor aún, opta por rechazar o ignorar las publicaciones de masas. «¿Qué es la literatura y qué importa lo que sea?», se pregunta provocadoramente Jonathan Culler recalcando que se trata de una discusión insulsa, pues lo «literario» es producto de convenciones sociohistóricas y culturales y por ello variables, en otras palabras, literario es aquello que en un determinado contexto convenimos sea literario. Las oposiciones dicotómicas nada ayudan a comprender las publicaciones de masas, por el contrario, muestran su lado más reactivo ¿es que acaso la tradición literaria se forma espontáneamente? ¿La centralidad que ocupan ciertos autores y obras en el canon literario está exenta de intereses ideológico-políticos? Asimismo, confrontar el efecto de la cultura de masas rechazando o ignorándola solo contribuirá a allanarle el camino. </div>
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La tesis de la libertad del lector no es menos problemática. Definitivamente, el lector no se aproxima a un texto sin mediación alguna sino con toda su experiencia acumulada; el equívoco aquí es la excesiva confianza en la subjetividad autónoma del lector —heredera de la Ilustración que confiaba en un sujeto plenamente cognoscente de cuanto lo rodea— cuando en realidad lo que se despliega es la intersubjetividad, donde la experiencia de lectura vincula nuestra subjetividad con otras subjetividades dentro de un contexto donde sin duda alguna existe una pugna por la hegemonía cultural entre diversas concepciones sobre, por ejemplo, la literatura, la cultura, el arte, etc. Al desestimar la crítica académica por considerarla excluyente u oscurantista, esta postura, queriéndolo o no, se alinea con la lógica del capitalismo tardío que tiene en el posmodernismo su mayor expresión cultural, puesto que no basta solo leer más o fomentar la libre elección de lecturas sino incentivar un modo de lectura crítica, de manera que el lector no quede indefenso ante la arremetida de la industria cultural sostenida por el capitalismo. Por ello la atención que merece la literatura «light» no es la de una magna obra, sino la de un síntoma de las condiciones de producción cultural en la actualidad y como vehículo ideológico del capitalismo avanzado.</div>
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La crítica no supone necesariamente un distanciamiento del lector como tampoco un aval concesivo en aras de la pluralidad. Significa empeñarse por un estado de alerta constante ante el sentido común; preocupación por la formación de lectores desobedientes e inconformes ante lo obvio y lo aparentemente natural.</div>
Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-52669352050542366052013-10-27T16:51:00.001-07:002013-11-04T16:09:38.485-08:00HOGGART, LA ACADEMIA Y LA CULTURA POPULAR<span style="color: blue;">Publicado en Diario Noticias de Arequipa, Perú, 28-10-2013</span><br />
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<i><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIcnlCO-aeVq918QDrWMO0_N67x1O2wGIT6fT6yLmtwxRVkT7FtNZJTwyTi818_Ka8GUm5Zsiid6Fgmt4BtulxQGAcY6Z1szf2vHsri-DsS5E4yObnR8ahfsjtzvsDx3oj5Y10/s1600/la+cultura+obrera+en+la+sociedad.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIcnlCO-aeVq918QDrWMO0_N67x1O2wGIT6fT6yLmtwxRVkT7FtNZJTwyTi818_Ka8GUm5Zsiid6Fgmt4BtulxQGAcY6Z1szf2vHsri-DsS5E4yObnR8ahfsjtzvsDx3oj5Y10/s640/la+cultura+obrera+en+la+sociedad.jpg" width="427" /></a></i></div>
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<i style="font-style: italic;">The </i><i style="font-style: italic;">Uses of Literacy</i><i style="font-style: italic;"> </i>(1957<i style="font-style: italic;"> </i>[<i style="font-style: italic;">La cultura obrera en la sociedad de masas</i><i>, </i>2013])<i> </i>de Richard Hoggart provocó inusitado revuelo en la academia inglesa de humanidades y ciencias sociales. ¿Cómo evaluar una investigación impresionista, no metódica, subjetiva y autobiográfica sobre la clase obrera en Inglaterra? No menos airada fue la reacción de la misma comunidad académica en la Universidad de Birmingham ante la creación del Centre for Contemporary Cultural Studies (CCCS) por iniciativa de Hoggart. El testimonio de Stuart Hall, quien años después reemplazó a Hoggart en la dirección del CCCS, es muy elocuente. Apenas instalados, dice Hall, recibieron cartas de profesores del departamento de sociología: «hemos leído <i>The Uses of Literacy</i> y esperamos que ustedes no piensen que están haciendo sociología, porque no es para nada lo que están haciendo». No obstante, Hoggart llevó adelante un ambicioso proyecto que contó con el apoyo de un reducido pero entusiasta cuerpo de estudiantes provenientes, como él, de la clase trabajadora, entre los que destacaría más adelante Stuart Hall, actual referente teórico de los estudios culturales.</div>
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El mismo año que se publicó <i>The Uses of Literacy</i>, Roland Barthes hizo lo propio con <i>Mythologies</i>, una selección de ensayos donde analiza la cultura de masas (cine, gastronomía, moda, fotografía, publicidad, etc.) en Francia desde una perspectiva semiológica. No este el lugar para examinar los vínculos entre ambos, pero sin duda, el estructuralismo francés significó una influencia fundamental para el desarrollo de los estudios culturales en Inglaterra. </div>
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A primera vista, <i>La cultura obrera en la sociedad de masas</i> podría ser interpretada como un relato nostálgico por la pérdida de ciertos valores en la clase trabajadora debido a la influencia de la industria cultural. Sin embargo, nada más distante que una reificación idílica de la clase obrera; más bien se trata de una lectura crítica de esta clase social, de la industria cultural y del sentido común que afirma el inobjetable progreso de la clase trabajadora en comparación con el pasado. </div>
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El propósito de Hoggart fue analizar los cambios suscitados en el discurso, creencias y actitudes de la clase trabajadora inglesa entre las décadas del veinte hasta fines de los cincuentas del siglo XX provocados por el impacto de la cultura de masas, para lo cual se enfoca en las publicaciones populares de mayor arraigo en la clase obrera: revistas, diarios, semanarios, novelas, televisión, películas, etc. La primera parte describe el modo de vida de la clase trabajadora y, a pesar que Hoggart provenía de una familia de la misma extracción social, ello no le impidió formular posteriores críticas. Hoggart procura no reivindicar románticamente el «habitus» de la clase trabajadora, exagerando cualidades o minimizando desacuerdos, como él mismo señala que sucede con investigaciones sociológicas precedentes. La actitud predominante en esta sección es destacar las cualidades positivas de la clase trabajadora desde una mirada autobiográfica. La segunda parte adquiere un tono más crítico, pues enjuicia los supuestos dominantes sobre el progreso, en todas sus líneas, de la clase trabajadora. Hoggart concluye que si bien existe mayor acceso a la educación, mejor calidad de vida y mayor movilidad social, la industria cultural de masas ha deteriorado gravemente el pensamiento crítico de la clase trabajadora, tornándola más vulnerable a la manipulación ideológica. Precisamente, que un amplio sector de esta clase social tenga la convicción de estar mejor exclusivamente sobre la base de mejores condiciones económicas de existencia es para Hoggart una lamentable señal de decadencia. </div>
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¿Por qué <i>The Uses of Literacy</i> irritó tanto a humanistas y científicos sociales? El ensayo no era precisamente el género considerado más idóneo para la exposición científica y mucho menos el registro autobiográfico como refuerzo de sus afirmaciones, más próxima al diario de campo antropológico caracterizado por la observación participante y por las minuciosas descripciones de la vida cotidiana de la comunidad observada, interlacadas por explicaciones e interpretaciones del observador. La citas de autoridad son mínimas y tampoco hay una exposición teórico-metodológica del marco conceptual empleado. En un contexto donde los departamentos universitarios funcionaron durante década como feudos académicos, no extrañaba que los sociólogos recelaran de un estudio tan excéntrico como el de Hoggart, y que los titulares de literatura inglesa se escandalizaran porque alguien formado en la tradición de las letras inglesas aplicara sus métodos de análisis al estudio de las publicaciones populares. </div>
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¿Cómo acreditar científicamente las observaciones personales, opiniones, semblanzas y retratos de costumbres de la clase trabajadora escritas, además, en un estilo autobiográfico? Posiblemente, a los humanistas, sociólogos y antropólogos de Birmingham los reconfortara que un ensayo «impresionista» sobre la idiosincrasia de la clase trabajadora inglesa, abundante en valoraciones -a su criterio- rayanas en el prejuicio, sin marco teórico-metodológico que lo ampare, no pudiera llegar lejos. Debió sobresaltarlos más que el «estilo Hoggart» se espaciera en el ámbito académico poniendo en riesgo la autonomía epistemológica que durante tanto tiempo habían defendido. Autonomía que no contemplaba en absoluto la apropiación de un objeto de estudio ajeno a la especialidad del investigador. Si algún impacto concreto tuvo la publicación de <i>The Uses of Literacy</i> este fue el progresivo levantamiento de las aduanas disciplinarias, es decir, la apuesta por el estudio interdisciplinario o transdisciplinario de la cultura. De allí que un especialista en literatura inglesa emprendiera un estudio sociológico cualitativo de la clase trabajadora complementado con apreciaciones psicológicas y antropológicas.</div>
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Otro logro se advierte en la desmitificación de la clase trabajadora. Hoggart eligió una muestra que le permitiera analizar, como fue su objetivo, el impacto de las publicaciones de masas en la clase obrera. Por ello es que dejó de lado a sectores comprometidos con valores políticos, religiosos e ideológicos explícitos, pues ellos suelen ser los menos vulnerables a la influencia de la industria cultural. En cambio, optó por la «gente común», eligiendo indicadores materiales y simbólicos para delimitar su muestra: áreas geográficas de residencia, tipo de vivienda y de trabajo, nivel de ingresos y de educación escolar, tipo de habla, vestimenta y hábitos de consumo, entre otros, tomando la precaución de no esencializar un perfil absoluto del individuo de clase trabajadora. </div>
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Hoggart enjuicia con severidad el discurso de las publicaciones populares dirigidas a la clase obrera, las cuales fundamentan su éxito en sus altos niveles de ventas y en la apropiación de valores como la espontaneidad, sinceridad, libertad, igualitarismo y tolerancia, con los cuales se identifican sus destinatarios. Sin embargo, Hoggart afirma que estos valores se pervierten al ser vaciados de contenido. La libertad, el igualitarismo y la tolerancia que profesan los publicistas de masas es en realidad la libertad de la mediocridad, el igualitarismo en el consumo y la tolerancia ante el maltrato. Es la libertad de poder afirmar cualquier cosa sin temor a represalias, aunque se constate la falsedad de lo dicho, pues de confirmarse esto, les queda el valor de la sinceridad: «está equivocado pero al menos dice lo que piensa», es una frase que ilustra claramente la perniciosa influencia de las publicaciones populares en la clase trabajadora. En este panorama, continúa Hoggart, es poco lo que los intelectuales pueden ofrecer si es que no reparan en comprender el discurso de la industria cultural, la cultura popular y el «habitus» de la clase obrera. El problema es que mientras los intelectuales continúen desestimando los márgenes de la alta cultura, los sujetos más vulnerables a la manipulación ideológica de la industria cultural los seguirán viendo cada vez más como individuos distantes que nada tienen que decirles.</div>
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A casi 60 años de su publicación, <i>La cultura obrera en la sociedad de masas</i> goza de admirable vitalidad y actualidad. Testimonio académico comprometido con acercar la investigación a los sujetos más afectados por el cambio cultural. <br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjE5ab-fhtl7IyZNtjqKs3UdK5ap8Zs0AhalY2JVM945koqimqTr7gXVuQhWcTHjY8YyvmxJ8z9fDiz-eJwW3yT6yVjRsNIvrejkq0dyG7lYF54nSIjeWfhHHnw-hV_EY0vhpHe/s1600/Hoggart+la+academia+y+la+cultura+popular.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjE5ab-fhtl7IyZNtjqKs3UdK5ap8Zs0AhalY2JVM945koqimqTr7gXVuQhWcTHjY8YyvmxJ8z9fDiz-eJwW3yT6yVjRsNIvrejkq0dyG7lYF54nSIjeWfhHHnw-hV_EY0vhpHe/s320/Hoggart+la+academia+y+la+cultura+popular.jpg" width="246" /></a></div>
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<div class="fb-comments" data-href="http://naufragoaqp.blogspot.com.ar/2013/10/hoggart-la-academia-y-la-cultural.html" data-num-posts="10" data-width="500">
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Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-43007628484639870782013-09-22T13:23:00.002-07:002013-10-28T17:18:52.718-07:00SARLO / GONZÁLEZ: BALANCE DE UNA DÉCADA<div style="text-align: justify;">
<span style="color: blue;">Publicado en Diario Noticias de Arequipa, Perú, 23-09-2013</span><br />
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Bajo el lema “Hacia 30 años de democracia”, la Feria del Libro de Córdoba 2013 organizó diversas actividades en torno a democracia, derechos humanos y memoria. En este marco, Beatriz Sarlo y Horacio González abrieron el ciclo de conversatorios “Pensar la democracia”, coordinado por el curador de la actual edición de la feria, Héctor Schmucler. Si bien el tema de esta mesa inaugural era “La aspiración a la igualdad en libertad”, la dinámica del conversatorio devino polémica, lo cual no podía tomar otro giro habida cuenta las sentadas posiciones de los expositores ampliamente conocidas por la opinión pública. </div>
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<a href="http://bucket.clanacion.com.ar/anexos/fotos/85/1706585.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="266" src="http://bucket.clanacion.com.ar/anexos/fotos/85/1706585.jpg" width="400" /></a></div>
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Beatriz Sarlo, ensayista, crítica literaria y cultural, es habitualmente requerida por los medios de comunicación para comentar la coyuntura social y política argentina. En 2012 firmó junto a otros intelectuales un pronunciamiento en contra de la celebración del Día del Veterano de la Guerra de Malvinas porque consideraron que conmemoraba un episodio alentado por la última dictadura militar y propiciaba un nacionalismo regresivo. Su columna semanal en el diario opositor La Nación es su principal tribuna de expresión. Sarlo no ha edulcorado en absoluto sus críticas a kirchnerismo, aunque se coloca en un lugar muy distante del misterioso “Círculo Rojo”, ese conglomerado de agentes del “hacer y el saber” aludido por el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, que en sus palabras, viene incitando un movimiento destituyente en la Argentina. </div>
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Horacio González, sociólogo de formación, es el actual director de la Biblioteca Nacional e integra Carta Abierta, agrupación que congrega a intelectuales simpatizantes del kirchenrismo. En 2011 sostuvo una polémica con Mario Vargas Llosa a raíz del veto que González propuso contra la presencia del Nobel de Literatura peruano en la conferencia inaugural de la Feria de Libro de Buenos Aires. La misma presidenta Cristina Fernández de Kirchner desestimó ese pedido y González no tuvo más remedio que retirar su propuesta. González es una de las personalidades más visibles de Carta Abierta a quien los medios también suelen acudir con frecuencia. </div>
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<a href="https://encrypted-tbn3.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcQE1TplNzpb566v9OoRdKbNPIMEidkLUcPWDVsfeWiSywz0-inL" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="224" src="https://encrypted-tbn3.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcQE1TplNzpb566v9OoRdKbNPIMEidkLUcPWDVsfeWiSywz0-inL" width="400" /></a></div>
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Pasados cinco minutos de las 19, el Patio Menor del Cabildo Histórico de Córdoba estaba repleto. En esta ciudad cuya historia cuenta la reforma universitaria de 1918 y el Cordobazo del 1969 entre sus principales hitos político-sociales, los debates entre intelectuales siguen vigentes. Quince minutos pasadas las 19, la impaciente asistencia aplaude a modo de invocación colectiva porque los invitados se presenten. Beatriz Sarlo es la primera en aparecer secundada por González y Schmucler ante un renovado aplauso que no distingue preferencias. </div>
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Schmucler, “Toto” para sus allegados, fue el primero en tomar la palabra delineando un panorama de los temas por desarrollar durante el programa que él mismo coordina. ¿Es cierto que los libros contribuyen al fortalecimiento de la democracia? ¿Acaso quien lee está más predispuesto a amables relaciones con el otro? Schmucler fue enfático al respecto: los más atroces totalitarismos fundamentaron sus acciones en libros que validaron formas de humanidad hostiles frente a la diferencia cultural, donde el otro constituía una amenaza a eliminar, ideas que configuraron realidades futuras donde un “ellos” desapareciera para que un “nosotros” se expandiera. La ficción de ser iguales en el mercado, acotó Schmucler, se basa en la ideas de que en tanto consumidores todos hacemos los mismo, es decir, consumir. Esa es la igualdad que nos depara el libre mercado, la cual no podría ser vista sino como otra forma de totalitarismo, en lo que concierne a la idea de “totalidad”. Otra cuestión que Schmucler soltó fue la legitimidad de imponer la idea de libertad e igualdad. ¿Es que la nobleza propósitos justifican su imposición? De otro lado, apuntó que la democracia es una decisión más que un sentir, por lo cual su continuidad no está asegurada, ya que no es algo dado ni aceptado plenamente ni un valor que todos compartimos por igual, sino que requiere de un constante empeño por conservarla. La historia nos ha demostrado que no todos se sienten obligados a vivir en democracia.</div>
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Sarlo evocó la experiencia de <i>Pasado y Presente</i>, revista de orientación marxista publicada en Córdoba, entre 1963 y 1965, dirigida por Héctor Schmucler, el Cordobazo, las luchas del sindicalismo clasista. “Lo mejor de mi pasado está relacionado con Córdoba”: así sintetizó Sarlo la trascendencia de esta ciudad en su formación política. </div>
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La autora de <i>Escenas de la vida posmoderna</i> optó por un balance contrastante de la libertad y la igualdad durante los últimos 30 años de democracia. Uno optimista y rápido concluiría que la continuidad democrática, las libertades republicanas y la celebración periódica de elecciones significan un avance en comparación con décadas pasadas. Pero un diagnóstico de la igualdad a partir de los noventa arroja un saldo negativo, ya que un cuarto de la población subsiste bajo la línea de pobreza. Y es que, agregó Sarlo, no se trata solo de asegurar educación pública y gratuita sino de incrementar la inversión para que además esta educación sea de calidad para mejorara las expectativas de los más pobres, es decir, no solo que la población más desposeídas logre acceder a educación pública sino que el Estado pueda garantizar una educación digna como la que reciben los que disponen de mayores ingresos. Sarlo afirmó que en comparación con los sesenta y setenta, la denominada “década ganada” por el kirchnerismo gobierna una sociedad menos integrada, o sea, estamentalmente más diferenciada. La expropiación de territorios a los pueblos originarios no ha cambiado sustancialmente de lo que lo fue a inicios del siglo XX. La apuesta por industrializar el país no ha contemplado, según Sarlo, una política por enmendar los abusos históricos cometidos contra la población indígena. </div>
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Para Sarlo las evidencias inequívocas del retroceso de la igualdad y la libertad en lás últimas tres décadas son las villas miserias y un Estado que controlado por una cúpula partidaria actúa descontroladamente. Las villas miseria concentran todas las deudas pendientes del Estado ante la población más vulnerable: pobreza, violencia, narcotráfico y discriminación. No puede declararse ganada una década donde los servicios públicos, aunque subsidiados algunos y gratuitos otros, arriesguen la seguridad y el desarrollo de la población. En todo caso se trata de una igualdad muy modesta que dejará de serlo cuando todos puedan acceder a los mismos servicios públicos aunque muestren ingresos económicos diferentes. La estatización del sistema productivo marcha paralela a la privatización partidaria de amplias zonas de la burocracia estatal. Sarlo fue determinante al final de su intervención: “cuánto más se descolonice el Estado de una cúpula partidaria, más se avanza en términos de igualdad y libertad”.</div>
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En contraste con el análisis concreto y situado de Sarlo, Horacio González apeló a un introito bastante digresivo y retórico, plagado de lugares comunes: desde los románticos liberales de mediados del siglo XIX, pasando por Deodoro Roca, el último hombre de la ilustración argentina a decir de González, las guerrillas de los setentas, la dictadura militar y la transición democrática de Alfonsín hasta recalar en Néstor Kirchner. Explícitamente declaró que obvió el menemismo porque se trataba de un periodo que no revestía mayor importancia. No ofreció propiamente un balance, en lo que ello manifiesta aciertos y desaciertos, sino un panorama de las vicisitudes de la igualdad en la historia Argentina. Ensayó una tímida crítica, casi imperceptible a los desaciertos del kirchnerismo. En su perspectiva, las críticas contra la actual gestión tienen más de discurso que de realidad. Entre la igualdad y la libertad, se inclinó más por los avances de la primera, pues la historia de los movimientos populares en la Argentina, a su entender, estuvieron motivados por la igualdad más que por la libertad. </div>
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La réplica de Sarlo incidió en lo soslayado por González. El menenismo fue la etapa que gestó la identidad aspiracional de consumidores que fracturó esa sociedad más o menos integrada que sobrevivió a la dictadura militar. Fueron precisamente los que adquirieron la identidad de consumidores los que ya no votaron por Menem cuando vieron venir a menos su condición. Sarlo destacó, no sin poca ironía, la capacidad revolucionaria del peronismo que a lo largo de su historia congregó tendencias autoritarias, progresistas, guerrilleras y liberal-conservadoras. ¿Cómo ignorar el menemismo si durante los noventa se destruyó la industria argentina, se desmantelaron los derechos laborales?</div>
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La determinación que Sarlo imprimió a sus intervenciones, más breves y contundentes que las de González, jugaron a favor de sus argumentos. González no aprovechó su dúplica sino que persistió en aproximaciones erráticas, etéreas y evasivas, a diferencia de Sarlo que apeló a la contextualización de sus ideas que en breves trazos permitían redondear sus planteamientos. Tal es así que ni el mayor tiempo que ocupó el actual director de la Biblioteca Nacional compensó sus digresiones. </div>
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Mi impresión fue estar frente a un González agotado y cada vez más incómodo por representar el papel de intelectual oficialista, de cual no puede desprenderse con facilidad. En cambio, vi a una Beatriz Sarlo en todas sus facultades, vital, aguda y sumamente crítica, lo menos que podemos pedirle a un intelectual en el otoño de su existencia.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2A0KcS_ueLHM_BCio3KgAPesKFQ4qX8pEMyLmKM1Wz5NPhZS5XK8RhWEssyB6cUT5_v7c5b602ajpbPoiEIgtQYEOX4Ms5IMlE6tQf-Dg-Y3eig0wEDL52MQ8MSwrilworVZq/s1600/Sarlo-Gonzalez+-+balance+de+una+decada.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2A0KcS_ueLHM_BCio3KgAPesKFQ4qX8pEMyLmKM1Wz5NPhZS5XK8RhWEssyB6cUT5_v7c5b602ajpbPoiEIgtQYEOX4Ms5IMlE6tQf-Dg-Y3eig0wEDL52MQ8MSwrilworVZq/s400/Sarlo-Gonzalez+-+balance+de+una+decada.jpg" width="313" /></a></div>
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<div class="fb-comments" data-href="http://naufragoaqp.blogspot.com.ar/2013/09/sarlo-gonzalez-balance-de-una-decada.html" data-num-posts="10" data-width="500">
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Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-39269957184138562142013-09-15T15:12:00.000-07:002013-09-23T08:46:56.387-07:00EPISTEMOLOGÍAS CRÍTICAS<div style="text-align: justify;">
<span style="color: blue;">Publicado en Diario Noticias de Arequipa, Perú, 16-09-2013</span><br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAjXGfTpF154iw7zgIMa2UjOQvbnbKkV178js_jLs7AFQ67P1iX7t4ge9aPiRyHqaD6ulP0nEPalisqokFNJrNp-rU2oisyD8X8eHK_DKnkRioytod-Lxposz2RzY3hDzKsJC_/s1600/Alternativas+epistemologicas.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAjXGfTpF154iw7zgIMa2UjOQvbnbKkV178js_jLs7AFQ67P1iX7t4ge9aPiRyHqaD6ulP0nEPalisqokFNJrNp-rU2oisyD8X8eHK_DKnkRioytod-Lxposz2RzY3hDzKsJC_/s640/Alternativas+epistemologicas.jpg" width="496" /></a></div>
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<b><i><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;">Alternativas
epistemológicas. Axiología, lenguaje y política<o:p></o:p></span></i></b></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;">Silvia Rivera (coord.)<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;">Prometeo</span></b></div>
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<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;">Buenos Aires, 2013<o:p></o:p></span></b></div>
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<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;"><br /></span></b></div>
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Pensar América Latina desde su propia especificidad geocultural es un esfuerzo que tiene una larga tradición en la ensayística continental a partir del momento en que se fueron constituyendo los Estados-nación latinoamericanos desde mediados del siglo XIX. Esta inquietud cobró renovado aliento en los años sesenta al calor del postestructuralismo francés, el posmodernismo, la teología de la liberación y la teoría crítica cultural latinoamericana, la cual manifestó la necesidad impostergable de efectuar una lectura crítica del pensamiento occidental, elaborar categorías de análisis locales y agendas de investigación acordes al contexto latinoamericano. Y aunque las vicisitudes de este esfuerzo por la emancipación epistemológica no siempre han dejado un saldo halagador, en distintos establecimientos académicos de América Latina subsiste un denodado empeño por llevar adelante una epistemología crítica que trascienda el inocuo «apartheid» epistemológico y la simple evocación acrítica del pensamiento europeo más notable.</div>
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<i>Alternativas epistemológicas</i> (Buenos Aires, 2013) congrega diversas reflexiones sobre el régimen político de la verdad científica, es decir, sobre la insoslayable relación entre poder y verdad científica, como lo enfatizara <b>Michel Foucault</b>, en un contexto como el latinoamericano donde la colonialidad del poder y del saber mantienen activos los mecanismos que prolongan la vigencia del colonialismo en un horizonte poscolonial a través del saber científico. Es así que la noción de «alternativa» se entiende como superación de la resistencia y la denuncia indignada, que, si bien necesarias, se reducen a formas reactivas de lucha que no comportan un cambio sustancial del statu quo, toda vez que no contemplan la construcción de un discurso alterno al hegemónico que transforme la matriz saber-poder. </div>
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En la presentación, Silvia Rivera anota que un discurso alternativo supone la referencia a un modelo preestablecido, una «concepción heredada» que exime al filósofo, al científico —y podríamos agregar al artista— de elaborar reflexiones propias, y por el contrario, proporcionándoles un lugar confortable y seguro para pensar, libre de incertidumbres, o más bien, pleno de certezas incuestionables. A los artículos compilados en este libro —con diversos matices según los autores— los une el esfuerzo por tomar conciencia de esa concepción heredada y la formulación de alternativas epistemológicas emancipadoras. </div>
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El último Wittgenstein, la teoría crítica de la <b>escuela de Frankfurt</b> y un sostenido cuestionamiento al positivismo son presencias recurrentes en los trabajos reunidos en <i>Alternativas epistemológicas</i>. Sara Rietti y Silvia Rivera actualizan los aportes de <b>Óscar Varsavsky</b> a la consecución de una epistemología político-crítica que, en la línea de los filósofos de Frankfurt, puso de manifiesto la relación entre ciencia e ideología y entre ciencia y política. Ambas autoras señalan que Varsavsky, por un camino distinto al de Foucault, aunque no menos disidente frente a lo establecido, también advirtió la función primordial de las relaciones de poder en la organización del saber disciplinario. De este modo, el cientificismo sostuvo la ilusión de objetividad, neutralidad y universalidad para validar la autoridad de su discurso. Rietti y Rivera destacan que Varsavsky desmontó con suma claridad los fundamentos de una ciencia que se exponía como política e ideológicamente desinteresada, únicamente motivada por el progreso de sus saberes y que desestimaba el contexto de la teoría como una variable a considerar dentro de la metodología. La crítica del epistemólogo argentino a la noción de «aplicación» implica observar cómo la teoría ocupa una instancia superior que durante el proceso de descenso a la praxis disemina sistemáticamente una concepción epistemológica y política del saber y el quehacer científicos. Vista así, aplicar una teoría es orientar una cierta idea sobre las relaciones sociales de poder y garantizar una situación de dependencia. </div>
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Las políticas nacionales en materia de investigación científica también evidencian los modos en que la política condiciona la divulgación del conocimiento. Los recortes de becas en humanidades y ciencias sociales a favor de las ciencias exactas se explican por una excesiva confianza en los métodos cuantitativos que terminan siendo funcionales a la expansión del capital y el mercado cuando no los acompaña un cuestionamiento a los principios que las motivan. De modo que el modelo educativo neoliberal que debilita la educación pública y gratuita estará al servicio de la difusión de conocimientos que le reporten beneficios para su expansión, lo cual, a final de cuentas, constituye un objetivo político. Al respecto, Varsavsky, acotan Rietti y Rivera, mostró de manera contundente cómo los criterios científicos configuran modelos de desarrollo.</div>
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Rocío Flax revisa los antecedentes, fundamentos, metodología y principales objeciones al análisis crítico del discurso (ACD). El <b>ACD</b>, al inscribir una propuesta metodológica transdisciplinaria y más atenta a problemas sociales concretos que a la elaboración de sofisticadas categorías de análisis, demanda del analista la asunción de un compromiso con los oprimidos por el poder hegemónico, lo cual ubica a este enfoque analítico como alternativa epistemológico-política frente a otras perspectivas reductivas al texto o al análisis descriptivo sin mayor preocupación por la transformación de las relaciones de poder. Flax cita la crítica de Alejandro Raiter al ACD, la cual observa que no basta con la adopción de una postura contrahegemónica, pues así no se supera una actitud que en tanto reactiva sigue condicionada por lo establecido desde la hegemonía, por lo cual es indispensable además de postura crítica elaborar un discurso alternativo que reconfigure la matriz de las relaciones de poder. Flax adhiere a la observación de Raiter y asimismo sostiene que, de lo contrario, el ACD estaría contribuyendo al refinamiento de los mecanismos del poder, a consecuencia de que la proliferación de análisis críticos del discurso, sin proponérselo, advertirían al poder para que este diseñe representaciones ideológicas más difíciles de identificar. </div>
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Nuria Florencia Setti explica los fundamentos teórico-metodológicos del análisis reticular del discurso (ARD), el cual combina una orientación dura ciencia cognitiva, que prescinde de lo social, con otra más flexible que incorpora los aportes de las ciencias sociales, como la teoría del poder de Foucault o la teoría de la argumentación de Anscombre y Ducrot. El ARD entiende el discurso como una red de significados y su objetivo consiste en evidenciar las reglas que orientan la producción discursiva, es decir, la red de creencias que la sostiene, y vincular esas reglas con el proceso social analizado. El artículo cierra con el esbozo de un estudio de caso al aprendizaje escolar del paradigma gramatical de la lengua castellana. </div>
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El resto de trabajos —a excepción del último bastante insular de Claudio Martyniuk— proponen diferentes lecturas que parten de las reflexiones de Ludwig Wittgenstein sobre epistemología, lenguaje y antiesencialismo. Silvia Rivera explora la relación entre Wittgenstein y T.S. Kuhn, recorrido que la lleva a sostener que los aportes del filósofo austríaco a la epistemología suelen ser opacados cuando son asimilados dentro de las propuestas de Kuhn. Ingrid Becker emplea la noción wittgensteiniana de «juegos de lenguaje» para analizar el discurso de la América colonial. Extraña sobremanera que no aluda a Aníbal Quijano cuando menciona las implicancias de la colonialidad del poder y del saber al interior del discurso colonial. En este artículo hubiera convenido abordar un discurso concreto y analizarlo en su especificidad para apreciar cómo la autora opera la categoría de Wittgenstein; sin embargo, los alcances que brinda son muy generales, tendiente más a elucubraciones teóricas que a un desarrollo analítico. Sabina Knabenschuh de Porta evalúa las contribuciones de Wittgenstein a la idea de contexto; Witold Jacorzynski hace lo propio pero rescatando la crítica del autor del Tractatus al esencialismo; y Gelsa Knijnik acude a los «juegos de lenguaje» para analizar las formas de vida campesinas del <b>Movimiento Sin Tierra del Brasil</b>. </div>
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El título de la compilación es motivador por cuanto anuncia alternativas epistemológicas político-críticas; no obstante, ello se cumple de manera muy desigual. Salvo por las intervenciones de Silvia Rivera, los demás autores insisten en una lógica de aplicación funcional de categorías sin reparar en una necesaria contextualización de la misma o en detenerse a examinar cómo podría reformularse el pensamiento de Wittgenstein, cuya trascendencia es incuestionable, como resultado de la especificidad del contexto y los objetos de estudio analizados. La mayoría de los artículos oblitera un necesario cuestionamiento a las prácticas epistemológicas hegemónicas efectuadas en diversos establecimientos académicos regionales que subestiman la reflexión latinoamericana y que, paralelamente, reifican abordajes aplicativos de teoría y categorías. Por ello es que en varios de los artículos se percibe un pensar <i>desde</i> Wittgenstein más que un pensar <i>con</i> Wittgenstein. Asimismo, una omisión constante, toda vez que el título y la presentación hacen referencia a la emancipación epistemológica, son las reflexiones realizadas por los teóricos del <b>giro decolonial</b>: Aníbal Quijano, Walter Mignolo, Santiago Castro-Gómez y Enrique Dussel, entre otros. </div>
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Si la epistemología latinoamericana ignorase que su enunciación tiene lugar desde la otredad, una epistemología alternativa difícilmente lograría interpelar las prácticas epistemológicas regionales y avanzar en la consecución de un discurso emancipador.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinSmS5y1S_ADE_Ns-7ieDUxnA4SaF3rMLkQ_dQlwMy11o_gSTla6wtf2SCMCBudMFoJsIJkqTm2Tl2tC9C3zn3n9eTImeb_RXlIbaBa3QkK3ORjf3Fvp83y6YdBUdsZbT1X-Wt/s1600/Epistemologias+criticas.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinSmS5y1S_ADE_Ns-7ieDUxnA4SaF3rMLkQ_dQlwMy11o_gSTla6wtf2SCMCBudMFoJsIJkqTm2Tl2tC9C3zn3n9eTImeb_RXlIbaBa3QkK3ORjf3Fvp83y6YdBUdsZbT1X-Wt/s400/Epistemologias+criticas.jpg" width="301" /></a></div>
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Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-3704874668253793232013-09-01T14:47:00.001-07:002013-09-03T20:16:13.725-07:00CVR+10: UNA VERDAD INCÓMODA<div class="MsoCommentText">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghe-30yp-QAkdHjlrqrOFrov8PIok8rkj9IqVo5PkwxuA4x7Paq5AGkMaBiRBeth9nPPKXAwMcTwk-RKB83H0tKEvzuZtphBlZ8gse7Fq2PQTs-M8FEw6iEliyrXVmTgjVD0ig/s400/hatun_willakuy.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghe-30yp-QAkdHjlrqrOFrov8PIok8rkj9IqVo5PkwxuA4x7Paq5AGkMaBiRBeth9nPPKXAwMcTwk-RKB83H0tKEvzuZtphBlZ8gse7Fq2PQTs-M8FEw6iEliyrXVmTgjVD0ig/s640/hatun_willakuy.jpg" width="452" /></a></div>
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Publicado en <span style="color: blue;"><b>Diario Noticias de Arequipa, lunes 2 de setiembre de 2013</b></span><br />
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Desde 2003, conforme se acerca la conmemoración de la entrega del <i>Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación </i>(IF CVR) cada 31 de agosto, asistimos a una superabundancia de columnas de opinión, notas, posts, eventos académicos y una desatada cadena de comentarios en las redes sociales que desestiman o defienden el IF CVR. Recientemente, <a href="http://lapizymartillo.blogspot.com.au/2013/08/el-informe-de-la-comision-de-la-verdad.html" target="_blank">Javier Garvich</a> sostuvo que el discurso de la CVR ha caducado. Sus contradicciones, el desánimo que embarga a los que confiaron en que la CVR efectuaría un cambio sustancial conducente a la reconciliación, el rechazo de las élites militares y económicas ante el informe, su visión maniquea (buenos: Fuerzas Armadas vs. malos: Sendero Luminoso) —que según Garvich, fue condescendiente con las Fuerzas Armadas— y el incumplimiento de la mayoría de las recomendaciones del IF CVR son las razones que llevan a Garvich a afirmar que el discurso de la CVR «se ve agotado, incompleto, jodido». Pero, ¿es realmente así?</div>
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¿Cuál es la contradicción en el IF CVR sobre el número de víctimas? ¿Es cierto, como afirma Javier Garvich, que en el IF se dan cifras contradictorias? El IF indica una cifra sobre la base de víctimas reportadas a la CVR, 23,969, que podría llegar a 26,259; y una proyección estimada de 69.000, entre márgenes de 61,007 y 77,552. No son contradicciones, una es la cifra que se fundamenta en testimonios que, por supuesto no son conclusivos, pues hubo muchos más que no pudieron ser acopiados (¿sería ello posible —aspirar a la totalidad en un primer informe— o sería mejor convenir que hay una muestra sobre la cual se puede afirmar que esas cifras brindan una imagen muy cercana al horror de la violencia? Ningún informe elaborado en contextos de justicia transicional aspira o se arroga un carácter definitivo ni cancelatorio; si lo hiciera, habría que descartarlo en primera instancia. Este no es el caso del IF CVR, ni de sus pares <i>Nunca más</i> (Argentina, 1984), Comisión Valech (Chile 2004 y 2009) o <i>De la Locura a la Esperanza: la guerra de los Doce Años en El Salvador</i> (1993), por mencionar algunos ejemplos latinoamericanos. La <i>Truth and Reconciliation Commission</i> (Sudáfrica, 1995) si bien estableció reparaciones y recopiló testimonios que permitieron identificar a víctimas y desaparecidos, significó que el costo de la transición sudafricana concediera amnistía a los acusados por delitos de lesa humanidad, sobre la base de sus testimonios, siempre y cuando colaborasen con el esclarecimiento de la verdad. De ningún modo, esta fue una condición que dirigiera la labor de los comisionados que integraron la CVR. </div>
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No obstante, no hay que soslayar que la correlación de fuerzas que toman partido por una «memoria de salvación» (definida por la voluntad de perdón y olvido) o una «memoria para la reconciliación» (definida por la voluntad de verdad y perdón con justicia) es determinante para que una u otra memoria se imponga dentro del proceso de justicia transicional. En contextos como el de Sudáfrica o España —donde la Ley de Amnistía de 1977 que declinó investigar los crímenes de Estado cometidos durante el franquismo, así como iniciar procesos de justicia y reparación para las víctimas fue fundamental para que los poderes fácticos del franquismo dieran continuidad a la transición— los agentes políticos que la condujeron se vieron en la encrucijada de sopesar el costo de llevar adelante una transición «ideal», sino imposible, en la cual los gobiernos de facto se allanan por completo a las exigencias de la verdad con justicia; o una más «real», donde, toda vez que se ha evaluado la situación, es viable alcanzar algunos objetivos, pese a que otros, no menos primordiales, deben abandonarse. </div>
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Con sus propios matices y connotaciones, el contexto de la elaboración del IF CVR no fue ajeno a estas decisiones, pues, a pesar de que el gobierno de transición de Valentín Paniagua decidió crear la comisión de la verdad, los gobiernos posteriores, en particular el de Alan García, no mostraron interés expreso por continuar el proceso de justicia transicional en lo que concierne a los juicios contra militares acusados por violación de derechos humanos, agilizar las reparaciones a los deudos de la violencia armadas y exhumar las 4,000 fosas comunes que el Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF) estima permitirían identificar a 15, 000 desaparecidos. Por el contrario, en los últimos diez años hemos asistido a un progresivo deterioro, cuando no retroceso, en la búsqueda de la verdad y el logro de la reconciliación, y no precisamente porque la CVR sea el obstáculo, sino por la manifiesta ausencia de voluntad política de parte de los dos últimos gobiernos por continuar el proceso que la CVR inició y que de ninguna manera dio por cancelado el 31 de agosto de 2003. Y también por la profusión de lecturas livianas que no trascienden el lugar común o que ceden a la tentación de las conjeturas apresuradas. </div>
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Justamente, el error más frecuente en los detractores del IF CVR, entre muchos otros que son evidentes como en el reciente post de Garvich, es atribuirle responsabilidades que competen a las instituciones del Estado que tomó la decisión de conformar una comisión de la verdad, no con fines académicos sino de verdad y justicia. Es decir, si hoy no existe un número significativo de militares sentenciados por crímenes de lesa humanidad —en comparación con los emerretistas y senderistas que cumplen condena—; si hoy las Fuerzas Armadas persisten en no desclasificar información que permitiría identificar a efectivos responsables aquellos crímenes, si hoy aún quedan 4,000 fosas comunes por exhumar; si actualmente, como dice Garvich, el discurso de la CVR «ni siquiera es aceptado por buena parte de las élites empresariales y militares […], las víctimas de la guerra no han recibido casi ninguna compensación. La corrupción está peor que antes. Seguimos con uno de los peores poderes judiciales de América Latina […] La democracia no ha impedido que tengamos por Congreso un hatajo de analfabetos e inmorales» ¿todo ello es responsabilidad de la CVR? O sea ¿el discurso de la CVR es caduco porque la gran mayoría de las recomendaciones no se cumplen? ¿Es que acaso Garvich ignora que la labor de la CVR era indagar, informar y recomendar, pero no ejecutar sus propias recomendaciones, las cuales tampoco tienen carácter vinculante ante un eventual juicio? Siguiendo la lógica de Garvich, habría que declarar la caducidad de la lectura en el Perú porque la cantidad de lectores es baja; de la investigación en humanidades porque la cantidad de ingresantes a literatura y filosofía es decreciente. Luego de la caída del muro de Berlín y del socialismo en Europa oriental, no quedaría más que declarar la caducidad del marxismo porque no logró sobrevivir al embate neoliberal. Y es que según Garvich un discurso caduco es aquel que no se traduce en acciones concretas, lo cual luce muy coherente al estilo de «por sus frutos los conoceréis» o «la fe sin obras es muerta», pero no si reparamos en que la CVR aunque es el enunciatario de una memoria para la reconciliación, constituye un punto de partida y no de llegada. Garvich confunde competencias, y por ende, responsabilidades. De acuerdo al artículo número 3 del decreto que la creó, «La Comisión no tiene atribuciones jurisdiccionales, por tanto no sustituye en sus funciones al Poder Judicial y al Ministerio Público». Por ello, solo errada o testarudamente podríamos endilgar a la CVR la responsabilidad de todas aquellas situaciones que, aunque ciertas e indignantes, obedecen a la negligencia de otros actores, a no ser que junto a Garvich consideremos que, efectivamente, la CVR es culpable de su escasa aceptación entre la opinión pública o de la corrupción en el Poder Judicial. </div>
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Y en el supuesto que convengamos, como sostiene Garvich, que el discurso de la CVR ha caducado ello implicaría admitir que con ella habrían caducado también los principios que la animaron. No obstante, el compromiso de una sociedad con la verdad, la justicia, la memoria y la reconciliación no se evalúa por encuestas de opinión ni de simpatía. Si el discurso de la CVR es denegado cada vez con mayor fuerza, me animo a pensar que es porque nos enrostra una verdad incómoda.</div>
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<div class="fb-comments" data-href="http://naufragoaqp.blogspot.com.ar/2013/09/cvr10-una-verdad-incomoda.html" data-num-posts="10" data-width="500">
</div>Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-31242986457614900162013-08-25T16:32:00.001-07:002013-09-03T20:29:19.452-07:00ANDINOS VS. CRIOLLOS: ¿UN CONFLICTO DE CLASES?<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJG4TAOGfdAdGMHNJEw3Pt4lcIXsyzjs8_FT9PilPe43asYtHvmct2efeap5z7IJYYjVV8UON6bXvFO37TZOc0ULfoZJU-ykx0uUL5MpuhPBGMrPNXBUyyL8urOoS76t3mK_3Y/s1600/grascmi.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJG4TAOGfdAdGMHNJEw3Pt4lcIXsyzjs8_FT9PilPe43asYtHvmct2efeap5z7IJYYjVV8UON6bXvFO37TZOc0ULfoZJU-ykx0uUL5MpuhPBGMrPNXBUyyL8urOoS76t3mK_3Y/s640/grascmi.jpg" width="363" /></a></div>
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Publicado en <span style="color: blue;"><b>Diario Noticias de Arequipa, lunes 26 de agosto de 2013</b></span><br />
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«¿Quién escribe y para quiénes escribimos?» Es la pregunta con la que recientemente Anouk Guiné inició sus cuestionamientos a la recordada polémica entre andinos y criollos, suscitada a partir de la ponencia del novelista Miguel Gutiérrez en el Primer Encuentro de Narradores Peruanos en Madrid el 2005, quien sostuvo existía una confrontación entre escritores del grupo que controla y se beneficia medios de comunicación y editoriales hegemónicas, y los escritores del mundo andino. Guiné considera que aquel debate, «más que un conflicto entre “criollos y andinos”, se trata fundamentalmente de un conflicto entre clases sociales». Y seguidamente añade que «la élite literaria (sea criolla, andina o afroperuana) no es definitivamente de raigambre popular o proletaria». Luego formula una serie de preguntas que apuntan a respuestas de inventario cerrado, que no abren nuevos frentes de discusión sino que esencializan, pero en otra dirección, la dicotomía andinos/criollos, y lo hace introduciendo las nociones de «clase» y «proletariado» a fin de confrontar los términos en disputa. En un contexto donde se pretende leer una polémica cuyo trasfondo fue la pugna por el estatuto hegemónico del escritor en el Perú —siendo que la condición de escritor es una de las batallas más intensas dentro del campo intelectual— el reduccionismo de la lucha de clases comporta varios reparos. </div>
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Si una categoría de análisis no es contextualizada, se debilita su potencia crítica e incluso se da lugar a homogenizaciones y gruesas reducciones, que hacen <i>tabula rasa </i>de las particularidades de la situación donde se las intenta aplicar. Así sucede con las nociones de «clase» y «lucha de clases», las cuales en su matriz de origen europea no estuvieron racializadas, como sí ocurrió cuando se las introdujo en América Latina, donde clase, etnia, raza y género se superponen conflictivamente. Por ello, definir la (falsa) controversia andinos vs. criollos en términos de lucha de clases, como señaló Anouk Guiné, simplifica un panorama muy complejo de relaciones. Insistir en este tipo de lecturas descontextualizadas que fijan la clase como categoría central de las luchas políticas (o culturales) obvia que, por ejemplo, tales batallas emprendidas por movimientos indígenas en América Latina articulan cultura y política, o que la expresión de sus demandas culturales adquieren formas políticas, de tal modo que si fueran enunciadas exclusivamente en términos de clase, difícilmente podrían congregar la multiplicidad de demandas que los apremia. Tal insistencia es funcional a una mirada eurocéntrica, pues no repara en la especificidad del contexto peruano y latinoamericano.</div>
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La afirmación de Anouk Guiné inscribe una nueva dicotomía: el escritor proletario y la literatura proletaria frente a sus otros no-proletarios. Denominaciones esencialistas como «literatura proletaria» no tardan mucho en construir o hallar su par opuesto, al que necesitan para reafirmar su existencia e identidad. Repensar productivamente el debate andinos vs. criollos no significa radicalizar los pares en conflicto ni promover nuevas esencialidades, como sucede con la pregunta por la literatura proletaria, sino desmontar los fundamentos de esa confrontación como la apelación al conocimiento vivencial de la realidad sobre la que se escribe como garantía de calidad artística o la descalificación del adversario por su filiación ideológica. El nosotros/ellos es un buen indicador, entre otros, de las pugnas ideológicas por el poder.</div>
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Las preguntas de Guiné se sintetizan en la cuestión de identificar a un enunciatario «proletario» y a un destinatario igualmente «proletario», lo cual además de insertar una nueva dicotomía comporta una excesiva reducción que coloca la clase por encima de otra determinaciones. Las relaciones entre clase, raza, género y etnia dislocan el reduccionismo de una aproximación que se concentra exclusivamente en la «lucha de clases». Las mutuas determinaciones entre las identidades antes mencionadas ha sido uno de los problemas teóricos más complejos y difíciles de tratar, y con frecuencia ha sido resuelta de modo extremista: colocando a una de ellas como la primordial y perdiendo perspectivas de las interrelaciones existentes entre ellas. Se ha privilegiado la relación de clase enfatizando que todas las fuerzas laborales étnica, racialmente y genéricamente diferenciadas están sujetas a las mismas relaciones de explotación dentro del capital; o se enfatiza el carácter central de las divisiones étnicas, raciales y genéricas a costa de la estructura de clases. Pese a que lucen opuestos, en realidad, estos extremos son el reflejo invertido uno del otro, en el sentido en que ambos fijan un principio determinante único y exclusivo de articulación —clase, raza, etnia, género, etc. </div>
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Este debate adquiere especial relevancia en América Latina, donde la categoría «lucha de clases» se posicionó como la noción dirimente, que terminó marginando las luchas de los pueblos indígenas y afrodescendientes. Es decir, al confinarlos a la condición de «campesinos» colocando así la clase por encima sobre cualquier otra determinación, la izquierda tradicional redujo la diferencia en una sola categoría homogeneizante. La intervención de Anouk Guiné se inscribe en esa línea de lecturas reduccionistas que obtura la heterogeneidad de los intereses y las identidades. </div>
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Poner en relación la clase con otras identidades no implica en absoluto abandonar la crítica marxista de la historia y la sociedad, sino contextualizar la teoría marxista de acuerdo a la especificidad de la situación donde se pretende formular una lectura marxista. En este sentido, el análisis cultural no solo debe dar cuenta de los procesos constituyentes de la realidad histórica sino advertir las especificidades que lo diferencian de otros momentos y épocas históricas. Esta historicidad del análisis es un rasgo fundamental de lo que ha sido definido como «coyunturalismo».</div>
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Antonio Gramsci y José Carlos Mariátegui criticaron sostenidamente la asimilación descontextualizada del marxismo. El italiano practicó un marxismo abierto, que desarrolla muchas de las ideas de marxismo pero orientándola hacia nuevas cuestiones y circunstancias. Su trabajo pone en acción conceptos que el marxismo clásico no provee pero sin los cuales la teoría marxista no podría explicar adecuadamente los fenómenos sociales complejos del mundo contemporáneo. Gramsci nunca fue un marxista ortodoxo o religioso. Por el contrario, entendía que el esquema general de la teoría marxista no era un producto acabado y expedito para ser transplantado sin más a cualquier realidad, sino que debía ser desarrollado constantemente en términos teóricos, susceptible de ser enriquecido con los aportes de otras teorías sobre la economía, la cultura y la sociedad, a fin de compensar los desarrollos que, evidentemente, desde sus propios contextos, Marx y Engels no tuvieron la posibilidad de prever. Por esta razón, sus ideas más esclarecedoras son frecuentemente de corte coyuntural. Lo mismo es extensible al modo como Mariátegui entendió el marxismo. Las diversas reflexiones sobre economía, literatura, sociedad, educación, religión e historia dan cuenta de los alcances de una lectura marxista de la sociedad en constante diálogo con la heterogeneidad de sus componentes. Sin embargo, no se debe soslayar que invocar sin más a Mariátegui para analizar la coyuntura actual podría devenir gruesas simplificaciones y lamentables omisiones de lecturas críticas sobre su pensamiento, por ejemplo, en lo concerniente a la heterogeneidad cultural, respecto a la cual Mariátegui aún permanece anclado al paradigma indigenista, de talante reductivo y dicotómico.</div>
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Ni Gramsci ni Mariátegui tienen las respuestas para los problemas de hoy. Pero sí es posible pensar la actualidad en clave gramsciana o mariateguiana, que es diferente. No se trata de emplearlos abusivamente —como sucedió por tanto tiempo con Marx— como profetas que nos ofrecerán la cita apropiada en el momento preciso. Pensar al modo de Mariátegui es más productivo que invocarlo acríticamente para dirimir un asunto de actualidad.</div>
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Esa forma reductiva y binaria de abordar los procesos culturales le hace un magro favor a la potencia crítica del marxismo, cuya lectura descontextualizada sigue siendo un muerto que no terminamos de enterrar.</div>
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</div>Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-78895584751632930752013-08-18T13:57:00.001-07:002013-09-03T20:18:00.879-07:00LOS FAST-THINKERSPublicado en <span style="color: blue;"><b>Diario Noticias de Arequipa, lunes 16 de agosto de 2013</b></span><br />
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Los <i>fast-thinkers</i> son aquellos intelectuales que con la misma avidez que adhieren a una teoría —a la cual no dedicaron el tiempo suficiente para evaluar sus resultados— se desprenden de ella. Son atentos consumidores de las teorías de moda, pero lo son del modo más inocuo: se sirven de ella para consolidar prestigio académico, asegurar espacios de poder en instituciones académicas e intervenir en los debates públicos a fin de ilustrar a su auditorio (hacen pedagogía en cuanta oportunidad se les presenta), si no es empleando la jerga académica de su preferencia, haciendo gala de un uso liviano de la teoría que profesan o acudiendo a la corrección política, pero en muy pocas ocasiones o ninguna esforzándose por la consecución de los logros teóricos en la vida de la gente común. En ellos se cumple la traición de la teoría, pues la potencia transformadora de la deconstrucción, los estudios culturales, la crítica poscolonial o el feminismo se convirtieron en el mejor de los casos en una maquinaria para producir textos académicos, participar en conversatorios de convocatoria cerrada o para darle mayor densidad a la hoja de vida. </div>
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Con frecuencia, se presentan ante auditorios que difícilmente podrían interpelarlos; así, su modo de divulgación apela a un claro ejercicio de violencia epistémica. A lo sumo se exponen a los agravios que reciben a través de las redes sociales, pero mayormente reciben amables comentarios de sus pares. Son progresistas en artículos académicos, monografías y tesis, pero sostienen posturas reactivas y conservadoras en las redes sociales. </div>
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También exhiben una gran habilidad para estar al día de la coyuntura política, cultural y mediática nacional, sin importar cuan lejos radiquen. Obvian matices, detalles, circunstancias y contrastes; radicalizan los debates hasta el grado en que el lector que los sigue no tiene más opción que estar con ellos o contra ellos, ya que la corrección política y la corrección cultural son el agua bendita que les permite distinguir entre el bien y el mal. Por ello, los <i>fast-thinkers</i> prefieren sentenciar antes que comprender. </div>
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En ellos ha operado una gran transformación. Al inicio, la cautela y el prudente escepticismo, la agudeza del análisis ocupaba un lugar primordial. Luego, progresivamente, la arrogancia intelectual los condujo a una performance mediática donde es más importante ofrecer garantías, construir certezas y demoler las opiniones adversas. Por este motivo es que son muy selectivos para elegir a sus rivales de ocasión. Un enemigo rentable es una figura mediática cuya imagen moral ante la opinión pública sea tan repulsiva que fulminarlo durante un par de semanas con una andanada de posts genera una indubitable corriente de adhesión. Una respuesta furibunda, condescendiente o sencillamente, el silencio del adversario de ocasión son reacciones que a todas luces representan una victoria para los <i>fast-thinkers</i>.</div>
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El uso rudimentario que hacen de la teoría es tan grave que, aunque convencidos sobre un gran saber que los respalda, lo cierto es que la teoría los utiliza a ellos con mayor efectividad. Si teoría los debía incitar a reflexionar sobre el saber y el hacer, es decir, sobre el conocimiento adquirido y sobre su práctica, en el caso de los <i>fast-thinkers</i> ello poco o nada importa. La lógica del sentido común los saca de apuros, pero olvidan que la teoría, al menos la más reciente, es un enjuiciamiento de todo aquello que se ha pensado como normal, natural o tradicional, porque, en realidad, se trata de productos históricos y culturales. </div>
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Desplegando uno de los movimientos más empobrecedores, los <i>fast-thinkers</i> sostienen una noción reductiva de la teoría y la crítica: emplean un texto literario para comprobar en él las premisas de la teoría, rinden pleitesía a sus pensadores fundamentales hasta que aparezca otro cuya cita textual o mención al paso los revista de mayor glamour, se han acercado a la opinión pública, por un lado, siendo funcionales a la agenda de los medios de comunicación, y por otro, abandonando a la ciudadanía ante las fuerzas coercitivas del libre mercado y la manipulación de los apetitos del consumidor. Su jerga preciosista oscurece los problemas que urge esclarecer, lo que favorece un academicismo venido a menos: el de las pugnas por una cátedra que, dependiendo del establecimiento académico, no se concursa, sino que se hereda, como ocurría antiguamente con el oficio notarial. Interrogan improductivamente los artefactos culturales deteniéndose en su grandeza artística o miseria pero no se interesan por la relación de ese objeto cultural con la vida de los individuos que lo consumen. Los <i>fast-thinkers</i> manifiestan expresamente su desprecio por la cultura de masas, la cual solo adquiere valor porque remite a otras expresiones «más valiosas». La desigualdad es constitutiva de estos puntos de vista sobre la cultura de masas. Por eso estos divulgadores de la corrección artística o estética la defienden a ultranza, pues sin ella les sería complicado legitimar su posición.</div>
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A pesar de su apariencia sólida y bien acabada, son abrumadoramente vulnerables ante las críticas adversas, las cuales confrontan con suma vehemencia con cuanto adjetivo se acomode a su pluma. De ningún modo podrían colocarse a la altura de los pensadores que invocan en sus textos o intervenciones mediáticas, aquellos que como Michel Foucault, Terry Eagleton y Edward Said desarrollaron ideas originales, las ampliaron, las criticaron y las aplicaron para combatir los poderes que condenaban a muchos a un sufrimiento que para cierto pensamiento determinista era natural. Una didáctica simplificación concluiría que los <i>fast-thinkers</i> gustan más del beso francés que de la filosofía francesa. Son el vívido ejemplo de que las humanidades no humanizan, como bien anota un sempiterno inconforme George Steiner.</div>
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Los <i>fast-thinkers</i> devenidos <i>blog stars</i> o celebridades virtuales se inclinan, en todo el sentido del término, ante el culto, la reverencia y el proselitismo teórico, pues esto más redituable que arriesgarse a no ser atendido por las masas virtuales hambrientas de espectáculo. La indignación vía redes sociales es el límite de sus posibilidades de disidencia.</div>
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</div>Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-1008234989972491012013-08-11T15:27:00.001-07:002013-09-03T20:30:09.856-07:00CIENCIA POLÍTICA<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4OZWdB-z_4Ty69td65ORLCoFWP2XUF3OUZ2w4j1vQxlFA1MsaxXYidgQQYb12zxAb-EZFMDlydTcA6VDjz0mKcfYkgxjJpi0sghhWE6ZAz3S866bBoIR6Xcsq8yKnAxjKN4oz/s1600/teoria+critica.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4OZWdB-z_4Ty69td65ORLCoFWP2XUF3OUZ2w4j1vQxlFA1MsaxXYidgQQYb12zxAb-EZFMDlydTcA6VDjz0mKcfYkgxjJpi0sghhWE6ZAz3S866bBoIR6Xcsq8yKnAxjKN4oz/s640/teoria+critica.jpg" width="425" /></a></div>
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Publicado en <span style="color: blue;"><b>Diario Noticias de Arequipa, Perú, lunes 12 de agosto de 2013</b></span><br />
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¿Es posible mantener a la ciencia libre de condicionamientos ideológico-políticos? Es la pregunta que atraviesa el célebre ensayo «Teoría tradicional y teoría crítica» (1937) de Max Horkheimer. La distinción entre dos modos de entender y practicar la investigación científica está para Horkheimer en el grado de reconocimiento de la situación y compromiso contra el poder de parte del científico, es decir, que la asunción de una postura frente a las relaciones de sociales de poder y las determinaciones ideológicas que las constituyen establecen la frontera entre una idea de ciencia que se piensa autónoma y automotivada, y otra idea de ciencia que no soslaya los condicionamientos de la política o la economía sino que los denuncia y combate. Así la teoría tradicional es aquella que sirvió de soporte a una concepción de la actividad científica aislada de los asuntos sociales y por acción u omisión, cómplice de las tramas del poder. La teoría crítica comporta un giro hacia las relaciones entre ciencia, política, ideología, sociedad, economía, etc., es decir, evaluar el quehacer científico en su contexto y situación social adoptando una explícita postura contra el poder.</div>
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Horkheimer afirma que la esencia de la teoría es el cuestionamiento constante, por lo cual nada luce más antiteórico o no teórico que fijar dogmas y reproducir sus aplicaciones a fin de conservar el poder que reviste la administración de un saber teórico, manifestado en una clara demostración de violencia epistémica cuando los destinatarios no poseen la capacidad para interpelar lo que se les impone como verdad científica. En este sentido, matices más, matices menos, dependiendo del establecimiento académico, la crítica literaria se ha vuelto acrítica, pues la deificación de la teoría literaria viene produciendo su estancamiento toda vez que la recepción de la teoría no trasciende la mayoría de las veces su correcta divulgación y usufructo político-académico, por lo cual solo en escasas ocasiones, es discutida. Siendo la teoría una actividad primordial dentro del quehacer científico, lo señalado por Horkheimer se traduce en una reflexión acerca de su exterioridad (respecto a sus objetos de estudio) y su interioridad (sobre sus prácticas epistemológicas).</div>
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La actividad científica halla una justificación de subsistencia en el progreso tecnológico alentado por la sociedad burguesa, continua Horkheimer. La importancia adquirida por la ciencia en este contexto es indesligable de los avances logrados por la sociedad industrial. De este modo, se comprende por qué actualmente en un horizonte postindustrial las artes y las letras revisten cada vez menor importancia, ya que el espacio dedicado a su investigación o promoción es opacado por la atención que concitan la ciencia y la tecnología, dominada por una concepción tradicional de la teoría que también afecta a las ciencias sociales y las humanidades. Horkheimer agrega que la revolución tecnológica ofrece los hechos que merecen ser estudiados por la ciencia como evidencias en sí mismas, lo que condiciona las líneas de investigación científica. En otras palabras, el modo y los medios de producción capitalista determinan la elección de los objetos de estudio que deberán interesar a la ciencia.</div>
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La observaciones del sociólogo y filósofo de la Escuela de Frankfurt, discuten la idea de una ciencia autocontenida, autónoma en sus decisiones y animada exclusivamente por el desarrollo intelectual y revela que, en realidad, ha sido el capitalismo industrial el responsable de los avances científicos, toda vez que los estimuló y generó condiciones favorables para que los hombres de ciencia dispusieran sus esfuerzos a favor de la revolución tecnológica, que a su vez, ha sido funcional a los propósitos del capitalismo. </div>
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Después de la economía y la política, el capitalismo tuvo en la ciencia a su más eficaz colaborador. En el presente se está sumando la cultura como una plataforma para la expansión del capitalismo en clave neoliberal, con el propósito de divulgar la idea de un neoliberalismo como legítima forma de vida, elegible entre tantas otras. Si el neoliberalismo logra incorporar la cultura a sus dominios, podrá más fácilmente convencer de que se trata de un modo legítimo de habitar el mundo y recurrir con éxito al argumento de la excepción cultural tan grata a los multiculturalistas. El mayor logro del capitalismo ha sido disfrazar su carácter ideológico a través de la ciencia y la cultura. Ambas facilitaron al capitalismo lo que la política y la economía no obtuvieron con éxito tan abrumador, entre otras razones, porque cuando el capitalismo acudió a la política y la economía no tuvo reparos para exhibirse como discurso ideológico en pugnas con otros contradiscursos. Medio siglo después de la Gran Depresión, el capitalismo corrigió su error. El empecinamiento de intelectuales y artistas en alejar la ciencia y la cultura de la ideología y la política, a manera de zonas liberadas, y la adopción de un perfil no político de la labor científica y artística también allanaron el camino para edulcorar los ropajes ideológicos del capitalismo. </div>
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De acuerdo con Horkheimer, la agenda del capitalismo fue impuesta al trabajo científico. En consecuencia, la utilidad de saber no estuvo tanto en el análisis riguroso de un objeto de estudio como en el imperativo capitalista de escoger un objeto funcional a sus intereses. ¿A quién beneficia este saber? ¿A quién le es útil? ¿A quién perjudica? Si en algún momento los libros constituyeran una amenaza para el poder, tengamos por seguro que el escenario de Farenheit 451 se haría realidad, y surgirían teorías y categorías en los centros académicos más prestigiosos del mundo que demostrarían ampliamente la inconveniencia de leer. </div>
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Horkheimer observa que la teoría tradicional se movilizó en consonancia con el expansionista del capitalismo más que por superar paradigmas de conocimiento, de modo que, las razones que han guiado el desarrollo científico habría que buscarlas fuera del ámbito de las investigaciones académicas: en las cumbres de mandatarios, foros mundiales y directorios de megacorporaciones, diría hoy Horkheimer, para quien las conquistas de la ciencia han sido en realidad las conquistas del capitalismo, es decir del poder hegemónico. Décadas después, el colectivo decolonial profundizaría la crítica de las relaciones entre el saber y el poder mediante el desarrollo de la colonialidad del poder para dar cuenta de la continuidad de propósitos entre colonialidad y modernidad. La expansión de una teoría hay que apreciarla como parte de un proyecto colonizador, como lo exponen Aníbal Quijano, Walter Mignolo, Santiago Castro-Gómez y el grupo decolonial, pero, además, siguiendo a Horkheimer, como una evidencia, otra más, de la complicidad del saber con el poder. </div>
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La actividad científica es parte de la división del trabajo, anota Horkheimer. La ciencia posee una función definida en la producción de conocimiento útil a propósitos extracientíficos, independientes del compromiso individual de cada científico con su labor. La ciencia es un área especializada en la producción de saber, una tecnología moral, un área dentro de la industria cultural.</div>
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Los aportes de la teoría crítica formulados en el seno de la Escuela de Frankfurt adquieren notoria vigencia en un contexto actual tan adverso al pensamiento crítico, en especial en lo que concierne al debate sobre las prácticas epistemológicas, la contextualización de la teoría y la confrontación contra el poder. Como lo advirtiera Edward Said, la preocupación de los humanistas en la profesionalización y el cultivo de la erudición derivó en que las humanidades percibieran el entorno social como una molestia, descuidando que, a fin de cuentas, un saber es lo que hacen aquellos que lo practican, es decir, que las humanidades son lo que piensan y lo que hacen los humanistas, y lo que hicieron la mayoría de ellos en los instantes más dolorosos de la humanidad fue resguardarse en su erudición, pero no emplear un ápice de su saber para transformar la desigualdad. Said nos dice con claridad que los humanistas le dieron la espalda a la humanidad.</div>
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Horkheimer contrasta la teoría tradicional con la teoría crítica pero ahondando más en la caracterización de la primera, en las implicancias de la relación que mantuvo con el capitalismo industrial. «Teoría tradicional y teoría crítica» es un agudo balance que arroja como resultado la necesidad de cambiar el modo en que se ha pensado y ejercido la teoría tradicionalmente, para reemplazarla por una teoría crítica frente a las determinaciones impuestas desde el capitalismo.</div>
<div class="fb-comments" data-href="http://naufragoaqp.blogspot.com.ar/2013/08/ciencia-politica.html" data-num-posts="10" data-width="500">
</div>Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-70036235934181284912013-07-21T18:28:00.000-07:002013-09-03T09:32:14.155-07:00LO CULTURAL ES LO POLÍTICO<div style="text-align: justify;">
Publicado en diario <span style="color: blue;"><b>Noticias de Arequipa, Perú. Lunes 22 de julio de 2013</b></span><br />
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<i><a href="http://thefrailestthing.files.wordpress.com/2011/09/pierre-bourdieu.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="http://thefrailestthing.files.wordpress.com/2011/09/pierre-bourdieu.jpg" width="141" /></a></i></div>
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<i><i>La afirmación de la autonomía de la intención creadora lleva a una moral de la convicción que inclina a juzgar las obras con base en la pureza de la intención del artista, y que puede culminar en una especie de terrorismo del gusto cuando el artista, en nombre de su convicción, exige un reconocimiento incondicional de su obra. Así, la ambición de la autonomía aparece, desde entonces, como la tendencia específica del cuerpo intelectual.</i></i></div>
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<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;">Pierre Bourdieu. «Campo intelectual y proyecto creador», 1967<o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;"><br /></span></div>
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La formación de élites intelectuales, las modalidades de consumo artístico, el campo académico y el campo político fueron objeto de interés para el sociólogo francés Pierre Bourdieu, quien desarrolló la categoría «campo intelectual» como resultado de un vasto programa de investigación acerca de la sociología de la creación intelectual que examinaba las relaciones entre sociedad, creadores y obras de arte. En «Campo intelectual y proyecto creador» (1967) Bourdieu sostiene que la relación creador-obra y la obra misma están afectadas por la posición del creador dentro del campo intelectual, es cual está conformado por la confrontación de fuerzas entre sistemas de agentes, es decir, de los actores organizados en torno a un campo intelectual especializado (cultural, científico, artístico, etc.). Señala además que la formación de un campo intelectual fue resultado de la progresiva liberación de instancias legitimadoras exteriores que dejaron de condicionarlo ética y estéticamente y de la emergencia de nuevas instancias de consagración intelectual. </div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7dQFTmI1gJVkcAoVtMGp_Gqd7joUARDpsahqg8W8aSLUzqVmXiIKwmziA8IYFl8RhwHSwXjL9ooUVuRzbiyb-eIydae-PAgSS8iCPAG58SUsxhXNIOVN6Nc1O04D_UY07goD4/s1600/ABAAAASuEAK-0.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7dQFTmI1gJVkcAoVtMGp_Gqd7joUARDpsahqg8W8aSLUzqVmXiIKwmziA8IYFl8RhwHSwXjL9ooUVuRzbiyb-eIydae-PAgSS8iCPAG58SUsxhXNIOVN6Nc1O04D_UY07goD4/s640/ABAAAASuEAK-0.png" width="475" /></a></div>
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La confrontación mediática que sostuvieron escritores y críticos luego del Encuentro de Narradores Peruanos en Madrid consistió en un intercambio de estimaciones y desestimaciones, donde la condición de escritor funcionó como garantía de autoridad para pronunciarse sobre el tema en cuestión. Ser «andino» o «criollo» suponía hablar desde un lugar de enunciación que situaba a un grupo de escritores en una posición de poder frente a otros no solo excluidos sino perjudicados por ese poder. Los términos en juego «andino» y «criollo» se emplearon como sustancia y atributo, es decir, como una esencia dada, definitiva, y como una cualidad que se traducía en un recurso para denunciar o defenderse. </div>
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Cuando Melissa Patiño fue detenida al regresar del Ecuador —bajo la presunción que estaba comprometida en actividades terroristas por haber asistido a un encuentro político donde uno de los oradores fue el número dos de las FARC, Raúl Reyes— un nutrido grupo de escritores se pronunció contra la arbitraria detención. Las declaraciones más frecuentes de los escritores y amigos allegados a Melissa Patiño subrayaban, además de que no tenía vínculos con el MRTA ni las FARC, que ella era poeta. </div>
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Gustavo Faverón sostuvo que Gastón Acurio carecía de competencia para integrar el jurado calificador del concurso de las mil palabras organizado por la revista Caretas. Aquí el no poseer la condición de escritor o la idoneidad académica fue argumento del blogger para desestimar la participación de Acurio en el conocido certamen literario. </div>
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Estos episodios exhiben las tensiones del campo intelectual en el Perú y evidencian un uso estratégico de la condición de escritor para atenuar valoraciones negativas o para destacar cualidades positivas sobre la actuación de un individuo, para enaltecerlo o para desmerecer la actuación de un eventual adversario si es que no posee la condición de escritor o si, al poseerla de facto, no se la considera legítima. Es decir, se trata de casos representativos de una ardua disputa por la condición de escritor en el campo intelectual y cultural en el Perú, donde el modo de concesión u obtención de reconocimiento son fundamentales para la legitimación de lo culturalmente correcto.</div>
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El reciente reconocimiento a Martha Meier Miró Quesada en el marco de la FIL Lima 2013 ha generado el rechazo unánime de varios escritores nacionales donde destaca una carta que congrega adherentes contrarios al referido reconocimiento. Aquella carta, que circuló en las redes sociales y logró reunir cerca de doscientas firmas, es reveladora de un discurso acerca de la condición de escritor, la idea de cultura y los vínculos entre cultura y política. Es una consideración manifiesta de y por intelectuales y escritores (IE), identidad colectiva asumida para mostrar su desacuerdo. El sujeto colectivo que enuncia la carta rechaza el reconocimiento a MMMQ por dos razones: su falta de idoneidad profesional y cercanía al fujimorismo. Son objeciones de carácter profesional, cultural y política. La disputa por la idea de cultura se aprecia en varios pasajes de la carta. El enunciador de la carta establece una distinción inicial: «intelectuales y escritores» suscribientes supone un cuerpo diferencial de otro, los IE que no la firmen u ocasionales lectores adversos o indiferentes a su postura.</div>
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En el contexto del caso MMMQ, la discusión se ha concentrado en la incapacidad de la resistida directora de «El Dominical» como gestora cultural y su filiación fujimorista, y en lo nefasto que significaría que la FIL Lima lo ignore. Pero hay otras implicancias más importantes que atender, pese a que la tacha contra el reconocimiento a MMMQ tiene fundamento. Este caso prosigue la discusión sobre qué significa ser escritor en el Perú (condición de escritor), quiénes sienten que lo son (espíritu de cuerpo) y la selectividad de los asuntos que consideran válidos para intervenir públicamente como escritores e intelectuales (deliberación pública organizada). En suma, es una manifestación bastante significativa de una batalla ideológica por la legitimidad cultural y política, o dicho de otra manera, un hecho donde se verifica que lo cultural es un asunto político.</div>
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Los poetas Marco Martos y Antonio Cisneros recibirán homenajes en esta edición de la FIL Lima 2013. Los detractores de Martos recusan el homenaje recordando que fue decano de la Facultad de Letras durante la intervención de la Universidad de San Marcos por una comisión designada desde el gobierno de Alberto Fujimori. Antonio Cisneros condujo un programa literario en un canal de cable que a la postre se supo recibió dinero de Vladimiro Montesinos para apoyar la rereelección de Fujimori. Ciertamente, ambas participaciones no los convierte en fujimoristas, pero fijémonos cómo en un caso la proximidad fujimorista es empleada como agravante y cómo en otro es sencillamente soslayada, creo yo, porque la condición de escritores reconocidos por un sector influyente de escritores, críticos y lectores funciona como atenuante, es decir, lo artístico blanqueando lo político. </div>
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¿Por qué sí se evalúa integralmente a MMMQ, en lo profesional y lo político —lo cual arroja un irrefutable saldo negativo— y por qué se evalúa exclusivamente a Martos y Cisneros en tanto poetas? ¿qué determina que se evalúe integral o selectivamente a un intelectual? Ello depende de las fuerzas que constituyen el campo intelectual. El grupo que disponga de los recursos simbólicos suficientes para instalar su discurso logrará alterar el equilibrio de fuerzas, conquistando o recuperando espacios o dando señales de actividad que alerten a sus adversarios.</div>
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Para los emisores de la carta «cultura» es algo diferente de lo que es para sus otros. La idea de cultura expuesta en la carta es sinónimo de labor promotora eficiente, producción artística de calidad y corrección política, condiciones que MMMQ no reúne y que la convierten en un sujeto vulnerable por las deficiencias que la señalan. Una de las afirmaciones más sugerentes de la carta de los intelectuales y escritores contra el reconocimiento a MMMQ es que la cultura proteja de las dictaduras. Primero, porque supone la cultura como un espacio diferenciado de los usos autoritarios de la política, segundo que habría algo constitutivo o esencial en la cultura (elevado, puro, enaltecedor) que repele el ejercicio autoritario de la política (perversa, degradante, baja), y tercero, la apelación a la cultura para salvarnos de la política autoritaria, o sea, superioridad moral de la cultura. ¿Y si el autoritarismo fuera una práctica, un «habitus» configurado con arreglo a nuestras formas de vivenciar la política o si la cultura fuera una traducción de nuestros hábitos políticos? (me viene a la mente el filme Das Weisse Band [La cinta blanca], de Michael Haneke). Pensada así, la cultura no protege de las dictaduras sino que las constituye. El asunto es que una reducción de la cultura a bellas letras, bellas artes, excelencia artística, etc., impide apreciar que la cultura es susceptible es engendrar todas aquellas tropelías que se le atribuyen a la política.</div>
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El camino para confrontar al fujimorismo no es excluirlo de la política, sino conminarlo a aceptar valores democráticos para lo cual es necesario que deliberen en política. Y el camino para fomentar la cultura en una feria del libro no pasa por invitar a escritores mundialmente consagrados, no solamente, ni en denostar la participación de cantantes pop o escritores que no sean del gusto del cuerpo intelectual hegemónico, sino en abrir ese espacio a las experiencias cotidianas de la población. </div>
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Identificar cultura con arte de calidad es una de las más nefastas reducciones de la idea de cultura. Si la cultura es monopolio de los artistas de la alta cultura, lo único que se logra es que la cultura sea lo que hacen estos artistas. Cultura es un modo de habitar el mundo. Entonces el desafío no debe ir solo por reconocer lo que hacen los artistas, sino haciendo algo efectivo por la cultura atendiendo a lo que la gente siente, expresa y aprecia. Si nuestro modo de experimentar la cultura en una feria internacional del libro no se ajusta a la de Frankfurt o Londres, no es esto lo preocupante sino que los organizadores de estos eventos no asuman como prioridades la inclusión y la pluralidad. No me incomoda que la cultura de masas ocupe el pedestal de los gustos refinados. Me preocupa que la noción de cultura sea secuestrada por un cuerpo intelectual.</div>
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<img src="file:///C:/Users/Arturo/AppData/Local/Temp/msohtmlclip1/01/clip_image003.gif" /><br />
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<!--[endif]--><b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;"><o:p></o:p></span></b></div>
Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-36094558551198154992013-07-08T20:19:00.000-07:002013-07-08T20:34:22.987-07:00DISCURSO, CONTEXTO Y SOCIEDAD<br />
<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;"><i>Sociedad y
discurso</i></span></b><br />
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<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Teun Van Dijk<o:p></o:p></span></b></div>
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<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Gedisa<o:p></o:p></span></b></div>
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<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Barcelona, 2012<o:p></o:p></span></b></div>
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<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;"><br /></span></b></div>
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<a href="http://image.casadellibro.com/libros/0/sociedad-y-discurso-como-influyen-los-contextos-sociales-sobre-e-l-texto-y-la-conversacion-9788497842808.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://image.casadellibro.com/libros/0/sociedad-y-discurso-como-influyen-los-contextos-sociales-sobre-e-l-texto-y-la-conversacion-9788497842808.jpg" width="216" /></a></div>
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<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;"><br /></span></b></div>
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<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;"><br /></span></b></div>
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Teun Van Dijk es uno de los investigadores más destacados en el ámbito del Análisis Crítico del Discurso (ACD), del cual es considerado uno de los principales fundadores. Sus áreas de investigación son la textolingüística, la pragmática, la psicología social, la ideología, el racismo, los medios de comunicación, el poder y el contexto. Actualmente, sus estudios se fundamentan en una aproximación interdisciplinaria que integra aportes de las ciencias sociales y las humanidades, especialmente, psicología, sociología, antropología, lingüística y literatura. Van Dijk propone un análisis sociocognitivo del discurso, en el cual contexto, cognición y texto son dimensiones que se deben analizar conjuntamente para comprender en profundidad los alcances del sentido de un discurso.</div>
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En <i>Sociedad y discurso</i> (2012), amplía su teoría del contexto expuesta anteriormente en <i>Discurso y contexto</i> (2012). Mientras en este estudio focalizó los aspectos lingüísticos, sociolingüísticos y cognitivos de su teoría del contexto, en Sociedad y discurso se concentra en los aportes de la psicología, sociología y antropología a esta teoría. Para comprender bien la teoría del contexto de Van Dijk es necesario revisar ambos trabajos monográficos, pues en ellos sostiene, contrario al sentido imperante, que el contexto no influye directamente en el discurso, sino que son los usuarios del lenguaje quienes construyen representaciones mentales del contexto, las cuales definen la situación comunicativa. Van Dijk aclara que la influencia del contexto es indirecta, ya que está intermediada por las representaciones mentales de los usuarios del lenguaje. </div>
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El punto de partida es la noción de contexto empleada por Van Dijk, quien lo define como aquellas propiedades de la situación comunicativa, configuradas por los usuarios del lenguaje, relevantes para la producción y comprensión del discurso. De este modo, toma partido a favor de una comprensión cognitiva del discurso que otorga fundamental importancia al modo cómo los sujetos procesan la información, pero sin caer en un reduccionismo mentalista que deje de lado la dimensión social. Por ello es que constantemente recalca que su enfoque es sociocognitivo. De acuerdo a la definición anterior, los contextos no son cualidades objetivas sino más bien subjetivas en tanto representaciones mentales o, como lo expresa Van Dijk, modelos de contexto. </div>
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Si bien considera que no hay una influencia directa y determinista entre contexto y discurso, advierte que la dificultad radica en seleccionar cuáles son las propiedades del contexto más relevantes para la producción del sentido, pues «un contexto es lo que los propios participantes de una situación social definen como relevante» (20). Para ello realiza una exhaustiva revisión de diversas propuestas teóricas que sistematizan algunas categorías útiles para este propósito. Van Dijk las sintetiza en categorías y subcategorías como situación, escenario, tiempo, lugar, circunstancias, suceso o acontecimiento, actores y actividad. Subraya que es indispensable diferenciar entre las influencias físicas del entorno, que determinan respuestas fisiológicas que podrían influir en el sentido del discurso, y los modelos mentales que sirven de interfaz para comprender dicho discurso. Por consiguiente, la descripción del contexto exige determinar la relevancia de los elementos que influye en el significado del discurso.</div>
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Luego pasa revista a algunas de las teorías sociológicas más influyentes en el estudio del contexto que incorporaron enfoques cognitivos, con el propósito de demostrar que la tradición sociológica sí había tomado muy en cuenta los aportes de la psicología social, interés que después fue progresivamente abandonado. </div>
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Posteriormente, dedica un capítulo a la relación entre contexto y cultura, donde los aportes de la antropología al estudio del contexto son fundamentales. Y es que la antropología fue una disciplina que desde sus inicios puso mucha atención a la situación que rodeaba su objeto de estudio. Igualmente, revisa las principales contribuciones de diferentes especialistas provenientes de la etnografía y antropología lingüística. Como estudio de caso presenta sus conclusiones sobre el análisis del discurso racista en los medios de comunicación, resultados publicados en <i>Racismo y discurso de las élites</i> (1993), <i>Racismo y discurso en América Latina</i> (2003) y <i>Dominación étnica y racismo discursivo en España y América Latina</i> (2003).</div>
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El siguiente capítulo analiza el debate sobre Irak en el parlamento británico a partir de la intervención del primer ministro Tony Blair. Aquí Van Dijk aplica su teoría multidisciplinaria del contexto a través de las categorías de análisis descritas en los capítulos anteriores. </div>
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Estructuralmente, es una monografía que proporciona una idea clara acerca de cómo organizar el marco teórico de una investigación, ya que contiene tanto la revisión teórica precedente como las objeciones y las propuestas propias. A lo largo de todo el texto, el autor mantiene un didáctico contrapunto entre la exposición de la teoría y el análisis de casos, en general, en torno al debate sobre Irak en el parlamente británico. Sociedad y discurso profundiza en una innovadora teoría del contexto que podría aplicarse para el análisis de una amplia variedad de discursos.</div>
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<b>UNA TEORÍA SOCIOCOGNITIVA DEL CONTEXTO</b></div>
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<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-MX;"><i>Discurso y contexto</i><o:p></o:p></span></b></div>
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<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-MX;">Teun Van Dijk<o:p></o:p></span></b></div>
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<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-MX;">Gedisa<o:p></o:p></span></b></div>
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<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES-MX;">Barcelona, 2012<o:p></o:p></span></b></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdIsoUpf5Cw06O9myFb2n-Gv3Nb35GTNZenlF6i2MQx5VCY97PSrJ6IBaFjHrw0lYbx2t6Zb1ia68AfpBuMcAqqZQq2z9p1J74lZuNGDGP1ikrvkYsxRnz_GuoOQNf0czESlDA/s1600/discurso+contexto.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdIsoUpf5Cw06O9myFb2n-Gv3Nb35GTNZenlF6i2MQx5VCY97PSrJ6IBaFjHrw0lYbx2t6Zb1ia68AfpBuMcAqqZQq2z9p1J74lZuNGDGP1ikrvkYsxRnz_GuoOQNf0czESlDA/s1600/discurso+contexto.jpg" /></a></div>
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<i>Discurso y contexto</i> (2012) inicia con un estado de la cuestión acerca de la noción de contexto desde la perspectiva de las ciencias sociales y las humanidades. Concluye que salvo la antropología, el resto de disciplinas no atendió al contexto o lo hicieron con posterioridad, como en el caso de la semiótica, hacia fines de los noventa, y en la lingüística con los estudios de pragmática y sociolingüística, hacia los años sesenta. Seguidamente, esboza los principales intereses que una teoría multidisciplinaria del contexto —basada en la psicología cognitiva y la sociolingüística— tendría por desarrollar. </div>
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Van Dijk sostiene que los contextos no están definidos por cualidades objetivas sino por las representaciones subjetivas de los usuarios del lenguaje sobre la base de la información que estos consideran relevantes, es decir, que los contextos son modelos mentales. De este modo, los contextos o modelos contextuales constituyen un tipo específico de modelo mental que el autor emplea para explicar cómo el contexto controla la producción y comprensión del discurso no directamente sino mediado por la representación subjetiva que realizan los participantes. </div>
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En «Discurso y contexto», sección medular de este libro, se explica cómo los contextos controlan la producción y comprensión del discurso, además de analizar conceptos fundamentales como registro, estilo, género discursivo y variación.</div>
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Van Dijk reconoce que su teoría del contexto se encuentra en formación, por lo cual advierte que solo a través de posteriores aplicaciones se ratificará, enmendará o rebatirá su tesis sobre la relación entre el contexto, la sociedad y el discurso. No obstante, se trata de una exhaustiva investigación monográfica, al igual que Sociedad y discurso, que recorre una vasta bibliografía sobre la noción de contexto. Ambas monografías están dirigidas a especialistas en análisis del discurso, sociolingüística, lingüística, pragmática o enfoques semióticos con orientación sociológica, puesto que los contenidos expuestos por el autor requieren conocimientos previos de estas disciplinas.</div>
Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-30189049354121756342013-06-29T19:57:00.000-07:002013-06-29T21:03:18.467-07:00ESTUDIOS CULTURALES: UN CONTEXTUALISMO RADICALPublicado en <a href="http://critica.cl/estudios-culturales/estudios-culturales-un-contextualismo-radical" target="_blank"><span style="color: blue;">Revista Latinoamericana de Ensayo</span></a>.19-06-2013<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMOfq1XgUFNwUDCG720IYOxzZtVs0rqBqB-UiGCvBTT4R0vMvZXDzwrWLDyp1fLS_slm-dj-kFzidw2K7aTdT4qbcIlRmnhe3vwkFAhTfz_wRKu6HLwnIKLqfqukpccgl-5rTA/s199/restrepo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMOfq1XgUFNwUDCG720IYOxzZtVs0rqBqB-UiGCvBTT4R0vMvZXDzwrWLDyp1fLS_slm-dj-kFzidw2K7aTdT4qbcIlRmnhe3vwkFAhTfz_wRKu6HLwnIKLqfqukpccgl-5rTA/s199/restrepo.jpg" /></a></div>
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Desde su irrupción en el ámbito académico, los estudios culturales han suscitado intensos debates y combates en el ámbito académico, especialmente entre los sectores más convencionales de las ciencias sociales y humanidades. Falta rigurosidad metodológica, banalización de la investigación, moda intelectual importada y pasajera figuran entre las más frecuentes objeciones. En esta controversia, la antropología ocupa un lugar expectante, como lo muestra Carlos Reynoso en <i>Apogeo y decadencia de los estudios culturales</i> (2000), un libro que puede leerse como una síntesis de las reticencias de la antropología frente a los estudios culturales.</div>
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La expansión de los <i>Cultural Studies</i> en América Latina tuvo lugar durante los años noventa, periodo caracterizado por la proliferación de programas de grado, diplomados, maestrías y doctorados, eventos académicos y publicaciones, a tal punto que el término «Estudios culturales latinoamericanos», que reivindica una tradición en estudios culturales independiente de la anglosajona, ha adquirido notoriedad dentro de la comunidad académica norteamericana y regional. Todo parece indicar que los estudios culturales llegaron para quedarse, afirma el antropólogo Eduardo Restrepo, en su libro <i>Antropología y estudios culturales. Disputas y confluencias desde la periferia</i> (2012).</div>
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Eduardo Restrepo posee una amplia trayectoria académica vinculada a la antropología y los estudios culturales. Es autor de <i>Tumaco: Haciendo ciudad </i>(en coautoría con Michel Agier, Manuela Álvarez y Odile Hoffmann) (1999), <i>Políticas del conocimiento y alteridad étnica</i> (2003), <i>Teorías de la etnicidad. Stuart Hall y Michel Foucault</i> (2004), <i>Políticas de la teoría y dilemas de los estudios de las colombias negras</i> (2005), <i>Inflexión decolonial: fuentes, categorías y cuestionamientos</i> (coautoría con Axel Rojas) (2010), <i>Intervenciones en teoría cultural</i> (2012), además de múltiples artículos sobre teoría social contemporánea, políticas de la representación, articulaciones entre etnia y raza, y colombianidad y afrodescendencia.</div>
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En <i>Antropología y estudios culturales</i>, Restrepo sintetiza los encuentros y desencuentros que dividen y aproximan a estos saberes sobre la cultura, trazando previamente sus especificidades, divergencias internas y la posición de los establecimientos académicos latinoamericanos dentro de la geopolítica global del conocimiento. La estructura tripartita del libro facilita la identificación de estos aspectos: la primera y segunda parte dedicadas a la antropología y estudios culturales, respectivamente, así como un recuento final a modo de epílogo donde se contrastan sus disputas y confluencias. Además de exponer, dialogar y contrastar posturas, Restrepo discute los presupuestos que giran en torno a la práctica de la antropología y los estudios culturales, enfatizando en todo momento el lugar que ocupan dentro de la comunidad académica latinoamericana.</div>
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La primera parte examina el lugar de enunciación del discurso antropológico hegemónico y periférico dentro de la geopolítica global del conocimiento. Restrepo realiza un ejercicio de antropología crítica de la antropología, puesto que no ha sido frecuente que los antropólogos examinen sus prácticas intelectuales a la luz de las teorías que emplean en sus investigaciones. Los contextos administrativos, laborales, profesionales y académicos en torno al ejercicio de la antropología a menudo se mantuvieron distantes de las discusiones teóricas.</div>
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El panorama descrito por Restrepo da cuenta de antropologías varias tanto en los establecimientos académicos hegemónicos como en los periféricos. Y que si bien desde Europa y los Estados Unidos se ejerce hegemonía epistemológica, también en esos espacios existen disputas entre perspectivas dominantes y subalternas, lo mismo que en los establecimientos académicos latinoamericanos. De otro lado, analiza las desigualdades en el campo antropológico transnacional entre antropologías hegemónicas y antropologías subalternizadas. Observa que la asimetría entre las antropologías no obedece exclusivamente a la acción manifiesta de un establecimiento por dominar a otro sino en la recepción acrítica del saber que facilita la subalternización. Entre los procedimientos que subalternizan una antropología a favor de otra, la escritura destaca como un recurso utilizado para controlar la producción disciplinaria: artículos, monografías, ponencias, tesis, informes, documentos de trabajo, etc., poseen formatos, registros textuales, estrategias argumentativas, sistemas de cita, propiedad intelectual y modos de distribución que garantizan accesos privilegiados a información no disponible para quienes no estén insertos en el sistema de divulgación académico. </div>
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Esta situación motivó el surgimiento de la Red de Antropologías del Mundo (RAM-WAN), a modo de respuesta ante la falta de compromiso por examinar el lugar de enunciación de la epistemología antropológica. El proyecto RAM-WAN no apunta a esencializar las antropologías periféricas ni las considera más auténticas porque se enuncien desde el margen. Por el contrario, busca abandonar una lectura esencialista de la «antropología» para dirigirse hacia las «antropologías» y discutir las condiciones de posibilidad de la teoría antes que aplicarla y divulgarla de manera eficiente. Interpelar políticamente el ejercicio de la antropología mediante la intervención en el saber más que su instrumentalización fue unos de los objetivos centrales de este proyecto.</div>
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¿Es posible definir los estudios culturales? ¿Acaso una definición no corre el riesgo de excluir una amplia diversidad de perspectivas que no siempre reconocen confluencias entre sí? La segunda parte aborda las particularidades de los estudios culturales. En un sentido contrario al de sus detractores, quienes afirman que carecen de especificidad, Restrepo considera que es necesario aclarar qué son los estudios culturales a fin de evitar confusiones que deriven en una disolución de su singularidad y, en consecuencia, en una pérdida de su vocación política, lo que Stuart Hall y Lawrence Grossberg convendrían llamar el corazón de los estudios culturales. Sin embargo, plantea una definición no tan teórica como empírica, es decir, más fundamentada en las prácticas intelectuales de quienes identifican su trabajo con los estudios culturales.</div>
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Luego de esclarecer que no basta con citar a Stuart Hall, Raymond Williams, E.P. Thompson o Richard Hoggart; ni adoptar cultura, ideología o poder como objetos de estudio; manifestar amplitud interdisciplinaria o cuestionar el establishment académico dominante, Restrepo ensaya una definición de estudios culturales sobre la base de las características más notables de esta práctica intelectual: «los estudios culturales remiten a ese campo transdisciplinario que busca comprender e intervenir, desde un enfoque contextual, sobre cierto tipo de articulaciones concretas entre lo cultural y lo político» (p.157). Primero, significa entender lo transdisciplinario no como la superposición de metodologías varias, sino criticar el parcelamiento disciplinario que impide reformular los métodos para adecuarlos a nuevas circunstancias. Esto supone, en segundo lugar, una actitud antirreduccionista que abre la posibilidad de lecturas, pues el estudio de la cultura no es exclusivamente un asunto cultural; es también político, económico, social, jurídico, etc. Asimismo, exige al investigador una explícita voluntad política, pues los estudios culturales tienen como finalidad intervenir para transformar, es decir, utilizar la teoría para provocar cambios en las relaciones de poder y no solo la elaboración de complejos aparatos conceptuales. En otras palabras, teorizar lo político y politizar lo teórico. Finalmente, ello explica por qué contextualizar la teoría es primordial en los estudios culturales: la teoría no debería ignorar las condiciones de posibilidad que determinan a sus objetos de estudios ni su propio lugar de enunciación dentro de una geopolítica del conocimiento. El abordaje de los objetos de estudio en sus manifestaciones concretas pone límites a una hiperteorización que tiende a nivelar todos los contextos, lo que constituye un ejercicio de violencia epistémica, acentuando el colonialismo intelectual. </div>
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Restrepo no soslaya las duras críticas a los estudios culturales, pero al mismo tiempo, subraya que en la mayoría de ocasiones son producto de prejuicios y desinformación; e incluso observa que la recepción irreflexiva de los estudios culturales provocó tergiversaciones que a la postre contribuyeron a su desprestigio; por ejemplo, la convicción de que los métodos y teorías de las antiguas disciplinas eran obsoletos; confundir estudios culturales con estudios sobre la cultura; creer que su institucionalización fortalecería la intervención de la intelectualidad en los asuntos sociales; o que podría homologarse sin más a los estudios culturales con la teoría poscolonial, los estudios subalternos, la teoría posmoderna o el posestructuralismo. De algún modo, la imagen distorsionada de los estudios culturales es resultado de sus seguidores acríticos como de sus detractores desinformados. </div>
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Stuart Hall es muy consciente de que el trabajo realizado por los investigadores del Centro de Estudios Culturales Contemporáneos de la Universidad de Birmingham no representa el único modo de hacer estudios culturales. Asumir el contextualismo radical exige que esta práctica intelectual sea resultado de las demandas y adaptaciones surgidas en diferentes establecimientos académicos. En tal sentido, ¿existen los estudios culturales latinoamericanos? Raúl Bueno Chávez considera que América Latina posee una tradición propia que precede a la escuela de Birmingham considerada habitualmente lugar de origen de los estudios culturales. Jesús Martín-Barbero también declaró que en América Latina se hacía estudios culturales mucho antes que apareciera la etiqueta. Del mismo modo, García-Canclini y Beatriz Sarlo se adhieren a esta postura.</div>
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Sin embargo, Restrepo discute esta idea sobre los estudios culturales latinoamericanos sostenida por un amplio sector de la crítica cultural latinoamericana. Señala que calificar como estudios culturales la producción ensayística de fines del siglo XIX y durante el siglo XX en América Latina es confundir estudios culturales con estudios sobre la cultura. Definitivamente, Sarmiento, Alberdi, Bello, Rodó, Mariátegui, Fernando Ortiz, Antonio Cornejo Polar, Ángel Rama, Roberto Fernández Retamar, etc., se interesaron por la idea de cultura pero ello no significa que estuvieran realizando estudios culturales. Asimismo, anota que la necesidad de delimitar la especificidad de un proyecto regional de estudios culturales corre el riesgo de obliterar la heterogeneidad de las investigaciones desarrolladas en América Latina esencializando su práctica. Y porque la cualidad «latinoamericanos» es problemática porque remite a un doble lugar de enunciación: ¿son latinoamericanos los estudios culturales pensados desde o sobre América Latina? ¿lo son por la procedencia del investigador o por sus intereses académicos? Aparte de esto, Restrepo nos recuerda que el origen de la etiqueta está relacionado a los <i>area studies</i> de la academia estadounidense, donde <i>Latin American Cultural Studies</i> involucra una vasta combinación de intereses sobre los países de América Latina. Se trata, como podemos apreciar, de una adjetivación que no oculta sino que pone en evidencia la geopolítica del conocimiento.</div>
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La recepción de un libro sobre estudios culturales enfrenta el desafío de aportar algo nuevo a la monumental cantidad de trabajos disponibles en la actualidad, sobre todo los que provienen de la academia estadounidense y británica. Al respecto, el valor de Antropología y estudios culturales no radica en la sustentación de una primicia teórica ni en la exposición de los resultados de una investigación, sino en la selección y síntesis de las disputas en y entre ambos saberes, lo cual trasciende la simple comparación, puesto que apunta al reconocimiento de vínculos silenciados y a tomar distancia de la «política de la ignorancia», causante del desconocimiento y descalificación de los avances en ambas formaciones.</div>
Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-26185008383858882082013-06-23T16:25:00.001-07:002013-06-29T20:55:49.007-07:00LAS HUMANIDADES EN LA ENCRUCIJADA<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://kozmicbooks.files.wordpress.com/2010/01/lasodsculturas.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="420" src="http://kozmicbooks.files.wordpress.com/2010/01/lasodsculturas.jpg" width="326" /></a></div>
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Publicado en el <span style="color: blue;">diario Noticias de Arequipa</span>, 24-06-2013<br />
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En 1959 el físico y novelista inglés Charles Percy Snow dictó una conferencia en la Universidad de Cambridge bajo el título «The Two Cultures» —editado después como <i>The Two Cultures and the Scientific Revolution</i>— en la cual hizo referencia a los ámbitos que distinguen las ciencias y las humanidades hasta constituir dos saberes cada vez más separados, situación que impediría la mutua comprensión. Luego de criticar la incultura de los científicos en asuntos literarios y el desprecio de los hombres de letras hacia la cultura científica, Snow se decantó por una renovada confianza en el saber científico y una sostenida crítica contra el esnobismo de los intelectuales literarios. Medio siglo después, en <i>The Three Cultures</i>, el psicólogo estadounidense Jerome Kagan agregó la cultura de las ciencias sociales al binomio propuesto por el profesor Snow, aparte de concluir que las humanidades se hallaban en franco declive. Lo central en las reflexiones de Snow y Kagan es que la crisis de las humanidades es evaluada en función de los resultados y avances obtenidos por las ciencias naturales y sociales. Es decir, que las <i>ars liberalis</i> —las artes liberales, como se nombraba en la antigüedad a las profesiones, disciplinas y oficios cultivados por hombres libres— al contrario de las ciencias, aportan muy poco a la solución de problemas concretos. En otras palabras, que las humanidades tienen poco qué decir a la humanidad. </div>
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Tal parece ser la consigna detrás de los cambios que la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa ha implementado en su examen de admisión a partir de este año, reduciendo la cantidad de preguntas para los cursos de humanidades y ciencias sociales no solo en el área de biomédicas e ingenierías, donde podría justificarse una mayor tendencia hacia las ciencias naturales y exactas, sino también en el área de ciencias sociales. Materias como Literatura y Filosofía prácticamente no aportan un puntaje significativo para los postulantes a Derecho, Sociología, Antropología, Educación, Literatura y Lingüística, y Filosofía, carreras cuya formación básica requiere del conocimiento general que ofrecen las humanidades.</div>
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Esta reducción ha sido progresiva durante los últimos 10 años. Entre 2001 y 2003, Literatura aportaba 8 preguntas, Lenguaje 12, y Filosofía y Psicología, 5. Desde 2005 se redujo la cantidad de preguntas de estos cursos casi a la mitad, y un poco más después de cada proceso de admisión. Actualmente, los postulantes a cualquier carrera del área de ciencias sociales podrían prescindir sin reparos de los contenidos que el prospecto asigna a Literatura, Filosofía y Psicología, pues salvo la primera que solo exige una pregunta, las dos siguientes contribuyen solo con dos. En contraste, Razonamiento verbal, lógico y matemático mantienen en las tres áreas la misma cantidad de preguntas que conjuntamente suman 24. Por lo que se advierte en la nueva matriz de evaluación, las humanidades no revisten de mayor importancia para los responsables de la Oficina de Admisión de la primera casa de estudios de Arequipa ni siquiera en lo que concierne al área de ciencias sociales. Igualmente significativo es que un <a href="http://launsa.blogspot.com.ar/" target="_blank">blog</a> administrado por los estudiantes de la universidad no contemple en su información a los postulantes que en la UNSA existen las escuelas de Arte, Filosofía, y Literatura y Lingüística.</div>
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Las consecuencias de estos cambios se aprecian no solo en la cantidad de horas dictadas por un profesor de Comunicación, en el caso de colegios, o de Literatura y Filosofía, en el de academias preuniversitarias, y sino especialmente, en la percepción sobre las humanidades que la universidad ofrece a la ciudadanía. En su ensayo <i>Sin fines de lucro</i> (2010), Martha Nussbaum llamó la atención sobre las nefastas consecuencias del recorte de las artes y letras en los planes de estudio escolares y universitarios a nivel mundial y de lo fundamentales que son las humanidades para la formación de ciudadanos con valores democráticos. Y no es que esta facultad sea exclusiva de la literatura, la música, las artes plásticas, la filosofía o la psicología, ya que cualquier profesor lo suficientemente comprometido con su materia podría emplearla para cultivar la tolerancia, el disenso, la reciprocidad, la aceptación, el diálogo y la crítica, valores indispensables en el día a día de esa microestructura que es el aula, una muestra representativa de lo que acontece en la sociedad.</div>
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La progresiva disminución de las humanidades en los planes de estudio de colegios, universidades y prospectos de admisión suele estar motivada por la creencia que la literatura y la filosofía no son saberes prácticos, que bastaría con leerlos o acceder a sucintos resúmenes elaborados por los profesores del curso para facilitar la comprensión de los alumnos a fin que dispongan de tiempo para estudiar «materias importantes». El argumento de la falta de trabajo o los bajos salarios en las carreras de humanidades ha sido uno de los más efectivos recursos para intimidar las pretensiones de quienes desean estudiar literatura, filosofía, antropología, historia entre otras carreras. Recuerdo que algunos profesores del área de Lingüística nos advertían a los estudiantes de primer año sobre el reducido campo laboral para los egresados que eligieran la especialidad de Literatura (la Escuela de Literatura y Lingüística de la UNSA es la única en el Perú que otorga esta doble y extraña mención que de facto no se cumple, pues desde el segundo año los estudiantes se orientan hacia una especialidad u otra); y en contraste, de mayores oportunidades si nos orientábamos hacia Lingüística, toda vez que al egresar podríamos acceder a un curso de titulación para aspirar a una plaza como maestros. No solo los animaba el noble propósito de «ponernos los pies sobre la tierra» («¿creen realmente que hay trabajo en Literatura?») sino que desconfiaban absolutamente en que alguno de sus alumnos se interesara seriamente por la investigación literaria o lingüística más allá de la inevitable experiencia de dictar clases o en que ellos mismos, en tanto catedráticos de la especialidad ,pudieran incentivarlos a persistir pese a las dificultades. El premio consuelo que prometían era trabajar como profesores de Lenguaje.</div>
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Otros prejuicios muy arraigados atribuyen a quienes estudian artes, literatura o filosofía ser individuos idealistas, disipados, sin aspiraciones serias en la vida, políticamente reprobables por sus filiaciones izquierdistas o simplemente excéntricos. Sobre las disciplinas humanísticas, abundan comentarios de todo calibre, en particular de quienes provienen de carreras consideradas más útiles, rentables, socialmente prestigiosas y necesarias para el desarrollo del país. Ingenieros, médicos, administradores, economistas y abogados estiman sus profesiones (más bien las desestiman diría yo) en la medida que están convencidos de que el saber que las rige es superior al de las artes liberales porque no admite especulaciones, divagaciones ni reflexiones inútiles sino que brinda un método eficaz para aplicarlo a la resolución de problemas. De este modo, excluirían a un filósofo de los debates en torno al aborto, la pobreza, el libre mercado o el matrimonio homosexual, pues son asuntos, en su opinión, que competen exclusivamente al especialista. Y, finalmente, desde los sectores más rabiosamente empresariales enquistados en la educación, se sostiene que las humanidades contribuyen muy poco a la economía de un país, por lo cual se descarta invertir en becas de posgrado en Literatura Comparada, Estudios Culturales o Bioética porque no son rentables como un MBA cursado en Lima a precio de Nueva York.</div>
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Me ocuparían varias semanas rebatir estos prejuicios. Solamente quiero advertir las dimensiones que viene adquiriendo la avanzada neoliberal en la educación tanto en las universidades-negocio o universidades-empresa como en las universidades públicas. Las humanidades son totalmente írritas al neoliberalismo porque nada más incómodo para este proyecto que la crítica contra la ejecución de mandatos irreflexivos, esa disidencia a la cual Michel Foucault llamó «el arte de no ser gobernado de esa forma y a ese precio». No estoy a favor de una defensa corporativa de las humanidades solo porque yo me dedique a los estudios literarios. Semejante actitud es la que C.P. Snow fustigó con severidad en los intelectuales. <i><span style="color: blue;">No se trata solo de la reducción de un par de preguntas de Literatura y Filosofía en el examen de admisión de la UNSA sino lo que esto implica y cómo viene reaccionando la comunidad agustina de humanidades y ciencias sociales. Me preocupa sobremanera que ante la posibilidad que se imponga un modelo de universidad al estilo del Nuevo Vocacionalismo, que alienta la sustitución y progresivo abandono de los valores humanísticos, los directamente involucrados no se pronuncien</span></i>.</div>
Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-70796630998492693672013-06-02T23:47:00.000-07:002013-06-04T22:13:58.395-07:00FOUCAULT, EL PODER, EL ARTE<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
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El análisis del poder es uno de los ejes fundamentales en la obra de Michel Foucault. En sentido contrario a la ciencia y la filosofía políticas, Foucault entendió el poder no como una esencia, atributo o propiedad susceptible de ser poseída por alguien, sino como relación. La consecuencia inmediata de afirmar que el poder no es algo que se tenga es el desplazamiento de la hipótesis represiva del poder, la cual fue discutida por Foucault, pues desde su perspectiva el poder no se puede reducir a su efecto meramente represivo. Si desde Platón gran parte de la tradición filosófica occidental no podía concebir que la verdad estuviera contaminada por el poder —¿cómo podría estarlo un saber en su estado puro?— el filósofo francés sostuvo que donde hay verdad, hay poder. El poder para Foucault no es ubicuo en un lugar, institución o individuo. Para él hablar de poder es en realidad hablar sobre relaciones de poder, puesto que el poder está distribuido en toda una red de relaciones. Sin embargo, esto no implica negar que haya quienes ostenten un ejercicio del poder que somete a otros. </div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-8MSDXG0Td6jOKzrmMDk47jOoSi986wpPI-UJSMX9iagOAHUAYrvt1XZHrPA3ECoL1pgr-n0OaeK3kZcapd-ofTK6t_m6ozA-VlGz31sD9kBecdcoG-Z42FwtUELILTP6k-Os/s1600/archeologie.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-8MSDXG0Td6jOKzrmMDk47jOoSi986wpPI-UJSMX9iagOAHUAYrvt1XZHrPA3ECoL1pgr-n0OaeK3kZcapd-ofTK6t_m6ozA-VlGz31sD9kBecdcoG-Z42FwtUELILTP6k-Os/s320/archeologie.jpg" width="204" /></a></div>
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El poder se manifiesta cuando el sujeto es reducido a una cosa, pero su análisis debe trascender las manifestaciones factuales para indagar en las condiciones de posibilidad del tal o cual poder, es decir, preguntarse «cómo» (modos) en lugar de «qué» (definiciones, esencias). Por esta razón, Foucault no se interesó por la verdad o falsedad de los discursos sino por los efectos de verdad de los mismos; de aquí que fuera más relevante para su trabajo el estudio de los procesos de objetivación y subjetivación: ¿cómo es que un objeto o un sujeto llegan a convertirse en un asunto digno de ser estudiado por un saber científico? ¿Las verdades científicas están realmente exentas de un poder empleado para excluir y someter a otros en beneficio de quienes apelan al saber científico? En tal sentido, Foucault nos cuenta cómo hemos objetivado y subjetivado la cultura occidental a tal punto de naturalizar un saber/verdad perdiendo de vista que ha sido construido deliberadamente con arreglo a cierto poder: sexualidad, locura, castigo, historia, hombre, modernidad son algunas categorías donde el autor de <b>La arqueología del saber</b> halla evidencias de un accionar del poder a través de la verdad, de modo que se pregunta ¿cómo es que la sexualidad de pronto fue importante para el Estado y la sociedad? ¿cómo y por qué se recluyó a los locos y enfermos en recintos especiales? ¿cómo y cuándo el Hombre deviene objeto de conocimiento? En un sentido más general, ¿cuál es el estatuto que configura la verdad de un saber? ¿cómo un saber se objetiva? ¿quién realmente habla cuando «nosotros» hablamos, o es que somos hablados por el lenguaje? ¿quién está autorizado o no a opinar sobre ciertas materias? ¿por qué? </div>
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Foucault adquiere la convicción de que el hombre es objetivado a través de un saber que se naturaliza. De qué manera se objetivó/subjetivó al hombre como un modo de saber posible lo podemos apreciar en la sentencia “la esencia del hombre es el trabajo” o “el trabajo dignifica al hombre” por el efecto de verdad que ambas sostienen dentro de una estructura de relaciones de poder que privilegia la maximización de recursos y ganancias, y la reducción de costos. Los actos de habla de la crítica cultural han servido para legitimar valoraciones sobre literatura, cine, pintura, etc., fundamentadas en el prestigio o microprestigio local de los críticos y artistas o en una supuesta cualidad superlativa de sus obras, soslayando el análisis de las condiciones que posicionan a tal o cual en un lugar expectante. En este punto, lo primordial no es evaluar, por ejemplo, la calidad de una obra literaria o cinematográfica en lo que concierne a su grandeza o liviandad, sino preguntarse cómo y por qué ciertas expresiones artísticas se convierten en mercancías y los lectores y espectadores, en consumidores; cómo y por qué ciertas formas artísticas emergen en algunas circunstancias y en otras no. En esto consistiría el análisis del proceso de objetivación y subjetivación del arte según Foucault. </div>
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Kant y Nietzsche influyeron a Foucault en el cuestionamiento de toda <b>ursprung</b> (fundamento, origen). Para este último, los fundamentos no existen como esencias naturalmente invariables, sino como invenciones, como construcciones discursivas. Así, todo enunciado del lenguaje es de factura humana; la verdad, una posibilidad de enunciación desde el lenguaje, la cual ocupa un lugar preferencial no en mérito al contenido de su discurso sino al poder que la sostiene. Entonces, diría Foucault, ¿por qué tanta preocupación por decir la verdad y desechar la falsedad? ¿por qué no atender a los efectos de afirmar que algo es verdadero o falso en la vida de las personas y en la prolongación de situaciones de dominio y sujeción? Por ello le interesa sobremanera el régimen político de la verdad. </div>
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A través de su aparato metodológico, Foucault lanzó un decidido ataque a la concepción de naturaleza. (Si algo es natural, entonces es indiscutible, esta es la fuerza impositiva de la naturaleza). Foucault advirtió que la disciplina normaliza prácticas permitiéndolas o prohibiéndolas, las cuales progresivamente devienen naturales. De modo que el análisis del estatuto de los discursos y prácticas que se defienden fervorosamente revelaría la existencia de una estructura de poder. El resultado final es que la norma termina colonizando las leyes científicas y estas, validando como normales las prácticas de los grupos de poder. Para naturalizarse la norma se ampara en la tradición, la historia y la razón marcando la pauta actuar a seguir por un individuo «normal». ¿Por qué buscar fundamentos invariables si la teoría es una práctica social? Ello explica por qué el trabajo de Foucault no es epistemológico sino arqueológico, ya que su objetivo consistía en desencializar categorías naturalizadas en lugar de fijar sentidos.</div>
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Foucault invirtió la lógica del trabajo analítico. En lugar se asumir que los objetos de estudio se justifican en virtud de su naturaleza, consideró que las prácticas discursivas inventan sus propios objetos de estudio. En ese proceso de objetivación/subjetivación es que Foucault encuentra el vínculo entre conocimiento verdadero y poder, el cual establece la perspectiva legítima para el sujeto de conocimiento, el lugar correcto desde donde valorar un objeto.</div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLDZrAI-fSIbBO7iwULF_ny2aqbD6oyuYdH_DsnmPy9zGfAv5VOqqLvZDX5AswDa9MijTuRGDAE54LUdQSCmDKY3Q25vLi-BEvRqhBWfkCVZgdLCX1CJYT0N7UhatFwhXIiCax/s1600/Foucault_Mots_et_choses.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLDZrAI-fSIbBO7iwULF_ny2aqbD6oyuYdH_DsnmPy9zGfAv5VOqqLvZDX5AswDa9MijTuRGDAE54LUdQSCmDKY3Q25vLi-BEvRqhBWfkCVZgdLCX1CJYT0N7UhatFwhXIiCax/s320/Foucault_Mots_et_choses.jpg" width="198" /></a></div>
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<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;"><br /></span></div>
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Del mismo modo que Foucault utilizó <b>Las meninas</b> de <b>Velásquez</b> en el primer capítulo de <b>Las palabras y las cosas</b> para explicar los límites de la representación del lenguaje, acudió luego al Quijote de Cervantes para explicar cómo en un momento de la historia, la literatura potenció la facultad subversiva del lenguaje en lo que se refiere a la representación de la realidad. El Quijote es un personaje que trastoca los valores tradicionales de la representación, pues interpreta la realidad de manera distinta e inversa a lo que todos interpretan. Sin embargo, él piensa que está en lo cierto y actúa de acuerdo al orden establecido por su interpretación de la realidad.</div>
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Vinculó esta idea con la sensación que invadió el saber intelectual a principios del siglo XVII. Ya no pensar en términos de semejanzas, porque estas inducirían al error, sino en términos de discernimiento. Foucault atribuye este giro a la influencia de Descartes: «se trata del pensamiento clásico que excluye la semejanza como experiencia fundamental y forma primera del saber, denunciando en ella una mixtura confusa que es necesario analizar en términos de identidad y de diferencias, de medida y de orden». En esta época, la similitud es reemplazada por la búsqueda de identidades y de diferencias. Es decir, la semejanza será evaluada mediante la comparación y esta será una nueva forma de obtener conocimiento. Foucault trata de explicar este giro en la representación desde la similitud hacia la comparación mediante la aparición de una tendencia hacia el orden y la organización del saber que se presentó en las ciencias de la época. </div>
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Esta tendencia al orden se manifestó a través de la matematización del saber que colocó al análisis como el método científico más prestigioso. De esta manera, los signos fueron utilizados no solo para interpretar sino también para ordenar la realidad. En la historia natural encontramos que Linneo se empeñó por elaborar una taxonomía universal de las especies vivientes; en la economía, aparece una teoría del valor del capital; y en la lingüística, la gramática cobró una gran importancia al resaltar la importancia de las relaciones entre los elementos de la estructura de una lengua. En esta actitud, Foucault señala que existió una orientación hacia la conformación de una ciencia general del orden, de una teoría de los signos que analizaría la interpretación.</div>
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Que un escritor, una obra literaria, un filme, una tendencia artística sean duramente cuestionados por la crítica académica y aclamados por los medios y el público consumidor evidencia la pugna entre modos contrapuestos de objetivar el arte, donde se ponen en juego hegemonías y contrahegemonías. Lo que habría que interpelar, en esto convendría Foucault, son los procedimientos que le confieren a un producto cultural el estatuto de obra de arte (o los que se lo retiran o niegan). Problematizar, por ejemplo, la exitosa irrupción de la cultura popular a través del mercado debería conducirnos, primero, a problematizar nuestro interés en lo popular, o sea a pensar desde cuándo y por qué lo popular representa un asunto atendible como objeto de crítica; cómo y por qué la potencia transgresora de la cultura de masas se convierte en un cuerpo dócil cuando la disciplina el mercado; o cómo diferentes interlocutores se apropian del discurso popular para refrendar su posición en el campo intelectual. </div>
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Y aquí problematizar significa formular preguntas incómodas al sentido común, esa forma de saber que basa la contundencia de su verdad en lo que sería evidente por sí mismo sin requerir mayor dilucidación, sentido común que habita sentencias del tipo «el arte nos libera», «se está perdiendo la identidad cultural», «los valores culturales están en crisis», «los jóvenes ya no leen como antes». Por el contrario, Foucault nos alienta a ejercer una crítica perpetua de lo convencional, a efectuar lo que él denomina el arte de la indocilidad reflexiva, a rebelarnos contra las fuerzas de la normalización.</div>
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Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-39563269942817709072013-05-26T16:56:00.005-07:002013-05-26T16:57:31.845-07:00MARXISMOS LITERARIOS<div>
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<a href="http://critica.cl/wp-content/uploads/2013/05/marxismos-literarios.gif" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="420" src="http://critica.cl/wp-content/uploads/2013/05/marxismos-literarios.gif" width="305" /></a></div>
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Publicado en <span style="color: blue;"><a href="http://critica.cl/literatura/marxismos-literarios" target="_blank"><span style="color: blue;">Critica.cl. Revista Latinoamericana de Ensayo. 20-05-2013</span></a> </span><br />
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Aunque Marx y Engels son más conocidos por sus obras políticas y económicas —ya que ambos estaban más ocupados en asuntos de política y economía, que en formular una teoría estética— sus escritos contienen abundantes referencias literarias. En la introducción a los Grundisse, Marx recurre al arte para ejemplificar la compleja relación entre base y superestructura, la cual no es simétrica ni unívoca, pues no siempre el arte está determinado por la lucha de clases o la economía sino que posee sus propias reglas de evolución. Por el contrario, la literatura podría dar cuenta de procesos revolucionarios contrarios a los modos de producción económica dominantes, inclusive de la mano es escritores cuya posición de clase no sea proletaria. Que Marx acudiera con frecuencia a la literatura para ejemplificar sus categorías de análisis se explica porque era un denodado lector de Goethe, Shakespeare y Balzac, el teatro griego y la novela folletinesca inglesa, además de ser muy exigente con su propio estilo de escritura. En Marxismo y crítica literaria, Terry Eagleton (Salford, Inglaterra, 1943) explora las principales cuestiones del pensamiento marxista acerca de la literatura en relación a la historia, la forma y el contenido, el compromiso del escritor y el autor como productor, para lo cual revisa no solo a Marx sino a los más destacados teóricos marxistas que hayan reflexionado sobre la creación literaria.</div>
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Desde la primera edición inglesa de 1976, dos acontecimientos han marcado un giro en el desarrollo del marxismo dentro de las ciencias sociales y las humanidades. Por un lado, el ascenso del neoliberalismo durante los ochenta y noventa, liderado por los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher; y por otro, el desmoronamiento de la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín. En este contexto, el marxismo fue desestimado como teoría para interpretar o cambiar la realidad, pues sus detractores concluyeron que la realidad misma había demostrado su fracaso. Sin embargo, si partimos de que cuando menos se discute una ideología es cuando está más activa, entonces la globalización de la crisis financiera evidencia que el capitalismo neoliberal está en crisis. En el ámbito de la crítica literaria, el marxismo sobrevivió, aunque no sin dificultades ni desplazamientos, en los Cultural Studies, pero entre 1980 y el presente, una amplia variedad de enfoques teóricos alineados dentro del giro posmoderno, prescindieron de categorías de análisis marxista como base, superestructura, lucha de clases, ideología por considerarlas obsoletas, concentrando sus esfuerzos en las reivindicaciones de las minorías culturales (género, etnia, nacionalidad, religión, lengua, etc.). Como afirmara Frederic Jameson, el multiculturalismo terminó haciéndole el juego al capitalismo avanzado fragmentando la lucha política en lugar de fortalecer un frente en el que, pese a las diferencias particulares de cada lucha, sea la lucha contra el capital lo que articule las diversas luchas a nivel global.</div>
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Recientemente, editorial Paidos Argentina ha lanzado una nueva edición de este clásico de Eagleton, que surgió a partir de las notas elaboradas para un curso introductorio sobre teoría literaria marxista. Su interés por el marxismo tuvo lugar bajo el magisterio de Raymond Williams, quien llevó adelante una relectura crítica de la obra de Marx a fin de enriquecerlo con el aporte de otras teorías, apartándolo del determinismo económico y aplicándolo al estudio de la cultura de masas. La literatura inglesa, los estudios culturales y el psicoanálisis constituyen los principales intereses académicos de Terry Eagleton como crítico literario y de la cultura. </div>
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La crítica literaria marxista está muy distante de constituir un cuerpo homogéneo de fundamentos y pensadores. Posteriores reflexiones a las de Marx y Engels añaden, modifican o radicalizan algunas de sus afirmaciones. No obstante, la crítica marxista de la literatura tiene por finalidad explicar la obra literaria (forma, estilo y significados) y las determinaciones históricas que actúan sobre estos recursos, y explicar los aspectos formales de una obra literaria comprendiéndolos como resultados de un proceso histórico. Supone un análisis histórico, pero no se limita a ello ni a una sociología de la literatura. En última instancia, entender la literatura es para la crítica marxista entender el proceso total del cual forma parte.</div>
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Contra el sentido común que atribuye al marxismo una interpretación determinista del arte por efecto de la economía y la historia, Eagleton aclara que Marx y Engels no sostenían tal cosa, sino que entre base (modos de producción material) y superestructura (diversas formas de conciencia social) existía una relación dialéctica, donde eventualmente era posible que la superestructura determinara la base. Lo que no habría que perder de vista es que la ideología dominante en una sociedad es la de la clase dominante y que el arte no es un territorio libre de ideología. Siguiendo a Louis Althusser, Eagleton matiza la relación entre literatura e ideología: la literatura no se reduce a ser simple ideología, sino que mantiene con esta una relación compleja; por un lado, la literatura podría reflejar la ideología dominante, pero por otro podría alejarse de ella hasta el punto de hacer visible la ideología de donde proviene.</div>
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Asimismo, Eagleton halla en la crítica marxista argumentos a favor de un estudio de los aspectos formales del lenguaje literario, pero de un modo distinto al que proponían los formalistas rusos, la New Criticism o el estructuralismo. El par binario forma/contenido es tratado por la crítica marxista como una unidad más que como una dicotomía compuesta por elementos inconciliables. No es que la forma sea una dimensión menor respecto al contenido, sino que la forma literaria es ideológica. Por consiguiente, hay que prestar atención a las expresiones, formas y retórica del lenguaje no para reforzar un análisis inmanentista desde el texto (close reading), sino para examinar la forma que la ideología ha adquirido en el discurso. Para Lukács la novela como forma literaria surge en un momento histórico donde la ideología burguesa requería de una expresión literaria acorde a su visión del mundo. Sin embargo, ello no impidió que dentro del realismo aparecieran novelas que subvirtieran la ideología hegemónica mediante representaciones del decadentismo burgués, como La guerra y la paz, de Tolstoi, el ciclo de la Comedia humana de Balzac. El estructuralismo genético de otro crítico marxista como Lucien Goldmann se fija en la relación dialéctica entre el texto, la visión del mundo y la historia, es decir en explicar las condiciones históricas en las que surge una ideología y la forma que adquieren en el texto literario. </div>
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La parte medular y más extensa es la que correspondiente al compromiso del escritor, Eagleton acude nuevamente a Marx y Engels para rebatir varios presupuestos erróneamente atribuidos a la crítica marxista del arte. Si el marxismo no conforma un todo estable y unificado de fundamentos es justamente porque no todos los pensadores marxistas consideraron idóneo que el escritor exhibiera explícitamente en su obra una militancia política revolucionaria. Es decir, que ni Marx ni Engels apoyaron el uso de la literatura, o del arte en general, como un panfleto. Eagleton anota que el propio Lenin se opuso a que la literatura proletaria sea cultivada con arreglo a un mandato político, pues lo rechazaba por artificial. Más bien, Lenin invitaba a conservar lo más valioso del artes burgués que pudiera ser empleado en nombre de la revolución. Un gran escritor reaccionario podría escribir una gran obra revolucionaria, como el caso de Tolstoi, ya que las creaciones artísticas no están plenamente determinadas por la ideología de sus autores. Trotsky también insiste en que la cultura socialista incorpore lo mejor del arte burgués. Eagleton destaca las apreciaciones de Marx y Engels en torno a la función del arte dentro de la revolución. Ambos sostenían que el arte no era de ningún modo un medio sino un fin en sí mismo, por lo cual se ubican en las antípodas de evaluar la literatura bajo prescripción política. Sin embargo, Plejánov era un convencido de que la literatura refleja la realidad y que la tarea del crítico es analizar ese reflejo. Contra la teoría del reflejo, además de Marx y Engels, también se suma Trostky, para quien la literatura en realidad deforma o refracta la realidad. De otro lado, Lukács declaraba que los escritores debían hacer algo más que reflejar la realidad y eso significaba criticar la sociedad burguesa. El realismo crítico de Lukács, que suponía un compromiso político explícito del escritor a través de su obra, fue duramente criticado por Bertolt Brecht, quien realizaba un arte teatral crítico de la sociedad burguesa, pero no empleando recursos que la reflejaran simétricamente sino reflexionado sobre la realidad misma, buscando crear un efecto de distanciamiento en el espectador, no una identificación como se desprende de la teoría del reflejo. </div>
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La última sección del libro trata sobre la consideración de la literatura no solo como un producto estético sino también como una mercancía producida por la industria editorial, y al autor como un obrero productivo, además de artista, y del lector o espectador como consumidor. Eagleton parte el ensayo de Walter Benjamin, «El autor como productor» (1934). Para Benjamin el arte, como cualquier otra forma de reproducción, depende de ciertas técnicas de reproducción, las cuales forman parte de las fuerzas productivas disponibles y que consisten en un conjunto de relaciones sociales entre el autor y el público. Benjamin señala que el artista revolucionario es aquel que se rebela contra la hegemonía de los modos de producción desarrollando formas estéticas novedosas que obliguen a la necesaria renovación de las fuerzas de producción. Como consecuencia, se producirá un cambio en las relaciones entre artista y el público. No se trata tanto de imponer un modelo artístico revolucionario a través de los medios existentes como de revolucionar los medios mismos.</div>
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Para Brecht y Benjamin, acota Eagleton, el autor es en esencia un producto. Así, se distancian de la idea romántica de autor como creador, esa figura cuasidivina que construye su obra a partir de la nada. Esta concepción individualista de la creación basada en la inspiración dificulta comprender el influjo de la historia y los modos de producción. Igualmente, Brecht y Benjamin critican duramente la postura idealista que define la obra de arte como resultado de una armonía perdida o como prefiguración de una perfección estética porvenir. La forma artística fue el terreno más celosamente guardado por los defensores de la estética. El análisis de la forma es importante para la crítica marxista pero por motivos distintos: lo es porque es en la forma literaria donde se cristaliza la ideología. </div>
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Además de introducirnos en la perspectiva marxista sobre la literatura, en Marxismo y crítica literaria se desmitifica varios presupuestos equivocados sobre la crítica marxista de la literatura: el determinismo histórico-económico, la subestimación del análisis formal del lenguaje, el arte como vehículo de propaganda política y la literatura como simple expresión del genio creador. Un libro que a casi cuarenta años de su primera edición nos brinda claves teóricas de gran actualidad.</div>
Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-31833542.post-43982465843431501422013-04-21T15:18:00.001-07:002013-09-03T20:14:35.868-07:00¿DEMOCRATIZACIÓN DE LA JUSTICIA?<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://www.argentina.gob.ar/advf/imagenes/51645561c99f8_460x311.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="316" src="http://www.argentina.gob.ar/advf/imagenes/51645561c99f8_460x311.jpg" width="420" /></a></div>
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<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12pt;">Cri</span>stina Fernández de Kirchner</b> ha dado un paso más, en el camino hacia el control de los poderes del Estado en la Argentina. Una semana después de la catástrofe por las inundaciones en La Plata y en diversos sectores de Buenos Aires ciudad y provincia, anunció un paquete de reformas del Poder Judicial bajo la consigna “democratización de la justicia”<span style="color: red;">.</span> Se trata de seis proyectos de ley:<span style="color: lime;"> </span><b>reforma del Consejo de la Magistratura, ingreso democrático a la carrera judicial, publicidad de las actas del Poder Judicial, creación de tres nuevas Cámaras de Casación, publicidad y acceso directo a declaraciones juradas de los funcionarios de los tres poderes del Estado, y regulación de medidas cautelares contra el Estado Nacional y sus Entes Descentralizados. </b></div>
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No todas las reformas son recusables por igual. Efectivamente, la publicación de sentencias y declaraciones juradas de los funcionarios del Estado ha sido bienvenida por la oposición. Pero el resto de proyectos constituyen en conjunto un peligro para la independencia del Poder Judicial en la Argentina. Porque no es cierto que estas reformas apunten a democratizar la justicia —salvo en el sentido retorcido que el kirchnerismo quiere impregnar a la idea de democracia, es decir, como imposición de la mayoría sobre la minoría— sino a controlar un poder del Estado que hasta este momento no se ha comportado como un cuerpo dócil, al menos no completamente. Como tampoco es cierto que así mejorará la penosa situación de los ciudadanos que a diario tienen lidiar con procesos engorrosos. Por el contrario, la agravará. ¿Qué se puede esperar de jueces que expresamente manifiesten durante su campaña su militancia partidaria oficialista al momento de evaluar un juicio que afecte al gobierno de turno? La justicia no puede depender del voto popular, de lo que democráticamente decida la mayoría, porque en ese momento, la justicia dejará de ser imparcial. ¿Acaso el kirchnerismo pretende que la justicia se aplique en función de lo que los ciudadanos afines a un partido político exijan a los jueces elegidos por voto y no con arreglo a la constitución y demás leyes? </div>
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Del mismo modo que el peronismo kirchnerista aprovechó la coyuntura de la crisis del 2001-2002 para actualizar demandas sociales largamente exigidas por la izquierda (matrimonio igualitario, reapertura de juicios contra los militares amnistiados durante los noventa, memoria y derechos humanos como política de Estado, autonomía económica frente a los organismos financieros internacionales, recuperación del Estado de Bienestar, entre otros), actualmente, desea sacar ventaja del desprestigio del Poder Judicial ante la opinión pública a fin de, bajo el argumento de que es ineficiente, corporativo, elitista, corrupto y en consecuencia antidemocrático, ponerlo al servicio del pueblo. El kirchnerismo fiel a sus raíces peronista constantemente invoca las palabras “nacional”, “pueblo”, y “popular”. Pero existen cientos de sentencias favorables a jubilados para que cobren pensiones que están suspendidas por medidas cautelares a favor del Estado. El proyecto del Ejecutivo recientemente aprobado propone que las cautelares contra el Estado duren máximo 6 meses. ¿Y las cautelares que favorecen al Estado contra particulares, qué? ¿Seguirán eternamente? </div>
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Sorprende cada vez menos la reacción de los sectores que apoyan al kirchnerismo cada vez que surgen críticas fundadas contra su gestión. Los medios de comunicación próximos al oficialismo reproducen las mismas estrategias que denuncian en los medios opositores: divulgación de medias verdades, silenciamiento o minimización de los éxitos del otro, demolición mediática encarnizada contra las voces que apoyan al rival o que critican sus posturas. Pensamiento binario en otras palabras: “estás con nosotros o contra nosotros”. La capacidad de autocrítica en los programas de análisis político pro K. es nula. Que el INDEC no publique el índice inflacionario real (uno de los más elevados en el país junto a Venezuela), que el dólar se dispare casi 40% más que el oficial, que la población salga masivamente a las calles en todo el país en 3 oportunidades en menos de un año, que un informe periodístico revele las conexiones del fallecido ex presidente Néstor Kirchner con una mafia de lavado de dinero o que el gobierno proponga elegir a los miembros del Consejo de la Magistratura, organismo encargado de nombrar y destituir jueces, mediante voto popular, no despierta en ellos la menor suspicacia. Y como ellos no se sorprenden, nada de lo hagan es igualmente sorprendente. </div>
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No se plantean, por ejemplo, que si una autoridad judicial es elegida por voto popular, como se elige a un diputado, senador o presidente de la nación, se distorsiona la legitimidad del voto y la independencia del juez. La democratización de la justicia, tal como lo anunció Cristina Fernández, parte de una seductora premisa: el pueblo tiene derecho a elegir a sus autoridades, con mucha mayor razón si es que estas han actuado en muchas ocasiones a espaldas de los intereses del Estado. Se refería a la medida cautelar que favoreció al <b>Grupo Clarín</b> y que impide se adecue a la <b>Ley de Medios</b>, el verdadero disparador de la reforma judicial kirchnerista. Dicha cautelar arruinó el fin de año al gobierno, empecinado en doblegar a un medio que no le es nada grato, ni tendría por qué serlo. El gobierno quedó muy mal parado luego de venir anunciando un conteo regresivo para que el 7 de diciembre se aplique la Ley de Medios, situación que finalmente no ocurrió, porque a Clarín lo favorece una medida cautelar. </div>
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La presidenta mencionó durante su presentación una peligrosa asociación que pasó inadvertida para los medios y analistas políticos: que los intereses del Estado son los intereses de la nación, por lo cual toda sentencia judicial contra el Estado perjudica directamente a la población. Esta identidad entre Estado y nación es lo más cercano al estalinismo que he oído de parte de un mandatario latinoamericano en los últimos años. Precisamente porque los intereses del Estado no siempre son los de sus ciudadanos, y para no dejar en desamparo al individuo frente a algún eventual abuso, es que existen las medidas cautelares. Al gobierno no le gustará la sentencia, pero de ningún modo puede afirmar que el recurso de amparo que favorece a Clarín es inconstitucional. </div>
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La democratización de la justicia es una consigna demagógica: la justicia no puede ser democrática en el sentido que no debe estar condicionada a las exigencias de la mayoría que votó por un magistrado; un juez debe actuar en función a la ley, no en retribución a un voto. Un congresista o un presidente no son elegidos bajo los mismos criterios que se elige al presidente de Banco Central de Reserva, al jefe de la ANSES o al de la AFIP. Mientras en los primeros la trayectoria académica y la experiencia en gestión pública no son requisitos excluyentes, sí son primordiales en los segundos. Ello no impide que estos funcionarios se comprometan ideológicamente con el gobierno de turno, pero un contexto en el que expresamente exhiban su militancia o la legitimidad de su gestión amparada en el voto popular como criterio para administrar esas instituciones es mucho más grave. Es comprensible que un diputado o un senador cierre filas ante su líder y que actúe den acuerdo a los intereses de sus electores a quienes representa. Sin embargo, ¿se imaginan que el presidente del BCRA conduzca la política monetaria en consonancia a las demandas de sus electores? ¿Es inimaginable pensar qué sucedería si el Consejo de la Magistratura en la Argentina fuera elegido por voto popular? Yo creo que no; y no es solo un reparo ante el kirchnerismo sino ante cualquier otro gobierno. </div>
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Defender desaciertos de un gobierno exhibiendo solo sus aciertos o criticar una buena gestión exclusivamente listando sus deficiencias no es la mejor forma de hacer un balance. Hay que reconocer ambas cosas por separado sino todo está muy bien o todo está muy mal. ¿Hay avances en políticas sociales en Argentina? sí los hay. A diferencia de la Cámara Peruana del Libro, institución privada que organiza la Feria Internacional del Libro en Lima, la de Buenos Aires recibe financiamiento y apoyo institucional del Estado lo cual garantiza la visita de escritores de renombre mundial y el éxito de una de las ferias más visitadas en todo el continente. En educación, pese a la crisis económica, Argentina mantiene estándares altos en América Latina. Estudiantes de centro, Sudamérica y España y Francia últimamente llegan cada año para estudiar, pues la universidad pública y gratuita es un derecho constitucional. Varios familiares de la generación de mis padres vinieron a la Argentina para estudiar agronomía, odontología y medicina en La Plata, Buenos Aires, Tucumán y Mendoza. Yo mismo puedo dar testimonio como estudiante extranjero. De no ser por una beca otorgada por la <b>Universidad Nacional de Córdoba</b>, en el Perú me habría sido prácticamente imposible iniciar un doctorado por los elevados aranceles. </div>
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No obstante, lo anterior no me impide aceptar que hay crisis económica y muy grave. Criticar lo que anda mal no equivale a negar lo que marcha bien. Las opiniones que defienden de manera cerrada y acrítica al gobierno de Cristina Fernández son semejantes a la defensa cerrada que hace el fujimorismo de la lucha contra el terrorismo, y reducción de la inflación. Hasta el 2008 estuvo bien aplicar una economía proteccionista, basada en subsidios y congelamiento de tarifas de servicios públicos, porque había que ayudar a la población más afectada. Pero ello debía ser momentáneo. Mantenerla durante mucho tiempo genera una dependencia morbosa de la población y crea en el gobierno la sensación de que puede condicionar apoyo mediante redes de clientelismo, lo cual en números le sale muy caro al gobierno, en realidad, a todos los argentinos. </div>
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Charlie Caballerohttp://www.blogger.com/profile/00152132951176601203noreply@blogger.com29