martes, julio 08, 2008

El Ejecutivo al borde de un ataque de nervios

Arturo Caballero

El paro nacional convocado para el 9 de julio viene generando en el oficialismo una paranoia no antes vista. Que Antero Florez-Aráoz sea ministro de Defensa y que Alva Castro continúe en Interior pese a su ineptitud solo nos confirma que el APRA del siglo XXI no solo ha cambiado sus paradigmas económicos sino también los políticos y sociales. Durante las movilizaciones contra el gobierno de Toledo por el Arequipazo del 2002, Alan García fustigó duramente al gobierno por la represión policial en el sur, además de conminar al gobierno a formar una comisión multipartidaria para negociar con los frentes regionales, en vez una comisión de alto nivel conformada por ministros de Estado. Tampoco debemos olvidar que en La Casa del Pueblo, se brindó posada a los manifestantes de la CGTP entre ellos a Mario Huamán. García y Del Castillo, frecuentaban las manifestaciones abrazados con el SUTEP y CGTP.

La psicosis del oficialismo alcanza cada día niveles insólitos. ¿Es que acaso temen un desborde popular como el "Moqueguazo"? Esta paranoia gubernamental no tiene fundamento: si bien existe una gran inconformidad en el interior del país, bloquear todos los accesos a Lima en las actuales circunstancias es poco probable debido a que, por un lado, los transportistas no acatarán el paro. Esto causará un gran impacto mediático, puesto que la población en su conjunto, y los trabajadores en general, acudirán a trabajar con cierta normalidad. Esta movilización ni remotamente se asemejará a la Marcha de los Cuatro Suyos. Ni en los peores momentos de la dictadura fujimorista de movilizó a las FFAA.

Lo que creo es que los sucesos de Moquegua han dejado una herida psicológica muy fuerte en el Ejecutivo y tal parece que no quieren exponerse a una nueva humillación: una cosa en Moquegua y otra muy diferente sería en los contornos de Lima. De todos modos, convocar a las Fuerzas Armadas aunque fuera para resguardar las instalaciones públicas, puede interpretarse, como bien apunta Jose Alejandro Godoy, como una señal indirecta de la incapacidad del ministro del Interior para controlar el orden. Si Alva Castro no se da por aludido debe tener la espalda mojada: todo le resbala.

Los discursos en juego están claros: el gobierno insistirá en exhibir el crecimiento económico y en descalificar a los sindicatos. Por su parte, estos continuarán por el peor camino alimentando lo que justamente desea el gobierno: tener la excusa necesaria para justificar acciones represivas.
Pronostico un paro deslucido, sin embargo, si las FFAA intervienen en la represión ello podría encender la chispa que precisamente el gobierno quiere apagar. García debería recordar lo de Ecuador y Bolivia hace algunos años. No vaya a terminar como Sánchez de Lozada, Lucio Gutiérrez o Fernando de La Rúa.

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