domingo, octubre 27, 2013

HOGGART, LA ACADEMIA Y LA CULTURA POPULAR

Publicado en Diario Noticias de Arequipa, Perú, 28-10-2013




The Uses of Literacy (1957 [La cultura obrera en la sociedad de masas, 2013]) de Richard Hoggart provocó inusitado revuelo en la academia inglesa de humanidades y ciencias sociales. ¿Cómo evaluar una investigación impresionista, no metódica, subjetiva y autobiográfica sobre la clase obrera en Inglaterra? No menos airada fue la reacción de la misma comunidad académica en la Universidad de Birmingham ante la creación del Centre for Contemporary Cultural Studies (CCCS) por iniciativa de Hoggart. El testimonio de Stuart Hall, quien años después reemplazó a Hoggart en la dirección del CCCS, es muy elocuente. Apenas instalados, dice Hall, recibieron cartas de profesores del departamento de sociología: «hemos leído The Uses of Literacy y esperamos que ustedes no piensen que están haciendo sociología, porque no es para nada lo que están haciendo». No obstante, Hoggart llevó adelante un ambicioso proyecto que contó con el apoyo de un reducido pero entusiasta cuerpo de estudiantes provenientes, como él, de la clase trabajadora, entre los que destacaría más adelante Stuart Hall, actual referente teórico de los estudios culturales.

El mismo año que se publicó The Uses of Literacy, Roland Barthes hizo lo propio con Mythologies, una selección de ensayos donde analiza la cultura de masas (cine, gastronomía, moda, fotografía, publicidad, etc.) en Francia desde una perspectiva semiológica. No este el lugar para examinar los vínculos entre ambos, pero sin duda, el estructuralismo francés significó una influencia fundamental para el desarrollo de los estudios culturales en Inglaterra.

A primera vista, La cultura obrera en la sociedad de masas podría ser interpretada como un relato nostálgico por la pérdida de ciertos valores en la clase trabajadora debido a la influencia de la industria cultural. Sin embargo, nada más distante que una reificación idílica de la clase obrera; más bien se trata de una lectura crítica de esta clase social, de la industria cultural y del sentido común que afirma el inobjetable progreso de la clase trabajadora en comparación con el pasado.

El propósito de Hoggart fue analizar los cambios suscitados en el discurso, creencias y actitudes de la clase trabajadora inglesa entre las décadas del veinte hasta fines de los cincuentas del siglo XX provocados por el impacto de la cultura de masas, para lo cual se enfoca en las publicaciones populares de mayor arraigo en la clase obrera: revistas, diarios, semanarios, novelas, televisión, películas, etc. La primera parte describe el modo de vida de la clase trabajadora y, a pesar que Hoggart provenía de una familia de la misma extracción social, ello no le impidió formular posteriores críticas. Hoggart procura no reivindicar románticamente el «habitus» de la clase trabajadora, exagerando cualidades o minimizando desacuerdos, como él mismo señala que sucede con investigaciones sociológicas precedentes. La actitud predominante en esta sección es destacar las cualidades positivas de la clase trabajadora desde una mirada autobiográfica. La segunda parte adquiere un tono más crítico, pues enjuicia los supuestos dominantes sobre el progreso, en todas sus líneas, de la clase trabajadora. Hoggart concluye que si bien existe mayor acceso a la educación, mejor calidad de vida y mayor movilidad social, la industria cultural de masas ha deteriorado gravemente el pensamiento crítico de la clase trabajadora, tornándola más vulnerable a la manipulación ideológica. Precisamente, que un amplio sector de esta clase social tenga la convicción de estar mejor exclusivamente sobre la base de mejores condiciones económicas de existencia es para Hoggart una lamentable señal de decadencia.

¿Por qué The Uses of Literacy irritó tanto a humanistas y científicos sociales? El ensayo no era precisamente el género considerado más idóneo para la exposición científica y mucho menos el registro autobiográfico como refuerzo de sus afirmaciones, más próxima al diario de campo antropológico caracterizado por la observación participante y por las minuciosas descripciones de la vida cotidiana de la comunidad observada, interlacadas por explicaciones e interpretaciones del observador. La citas de autoridad son mínimas y tampoco hay una exposición teórico-metodológica del marco conceptual empleado. En un contexto donde los departamentos universitarios funcionaron durante década como feudos académicos, no extrañaba que los sociólogos recelaran de un estudio tan excéntrico como el de Hoggart, y que los titulares de literatura inglesa se escandalizaran porque alguien formado en la tradición de las letras inglesas aplicara sus métodos de análisis al estudio de las publicaciones populares.

¿Cómo acreditar científicamente las observaciones personales, opiniones, semblanzas y retratos de costumbres de la clase trabajadora escritas, además, en un estilo autobiográfico? Posiblemente, a los humanistas, sociólogos y antropólogos de Birmingham los reconfortara que un ensayo «impresionista» sobre la idiosincrasia de la clase trabajadora inglesa, abundante en valoraciones -a su criterio- rayanas en el prejuicio, sin marco teórico-metodológico que lo ampare, no pudiera llegar lejos. Debió sobresaltarlos más que el «estilo Hoggart» se espaciera en el ámbito académico poniendo en riesgo la autonomía epistemológica que durante tanto tiempo habían defendido. Autonomía que no contemplaba en absoluto la apropiación de un objeto de estudio ajeno a la especialidad del investigador. Si algún impacto concreto tuvo la publicación de The Uses of Literacy este fue el progresivo levantamiento de las aduanas disciplinarias, es decir, la apuesta por el estudio interdisciplinario o transdisciplinario de la cultura. De allí que un especialista en literatura inglesa emprendiera un estudio sociológico cualitativo de la clase trabajadora complementado con apreciaciones psicológicas y antropológicas.

Otro logro se advierte en la desmitificación de la clase trabajadora. Hoggart eligió una muestra que le permitiera analizar, como fue su objetivo, el impacto de las publicaciones de masas en la clase obrera. Por ello es que dejó de lado a sectores comprometidos con valores políticos, religiosos e ideológicos explícitos, pues ellos suelen ser los menos vulnerables a la influencia de la industria cultural. En cambio, optó por la «gente común», eligiendo indicadores materiales y simbólicos para delimitar su muestra: áreas geográficas de residencia, tipo de vivienda y de trabajo, nivel de ingresos y de educación escolar, tipo de habla, vestimenta y hábitos de consumo, entre otros, tomando la precaución de no esencializar un perfil absoluto del individuo de clase trabajadora.

Hoggart enjuicia con severidad el discurso de las publicaciones populares dirigidas a la clase obrera, las cuales fundamentan su éxito en sus altos niveles de ventas y en la apropiación de valores como la espontaneidad, sinceridad, libertad, igualitarismo y tolerancia, con los cuales se identifican sus destinatarios. Sin embargo, Hoggart afirma que estos valores se pervierten al ser vaciados de contenido. La libertad, el igualitarismo y la tolerancia que profesan los publicistas de masas es en realidad la libertad de la mediocridad, el igualitarismo en el consumo y la tolerancia ante el maltrato. Es la libertad de poder afirmar cualquier cosa sin temor a represalias, aunque se constate la falsedad de lo dicho, pues de confirmarse esto, les queda el valor de la sinceridad: «está equivocado pero al menos dice lo que piensa», es una frase que ilustra claramente la perniciosa influencia de las publicaciones populares en la clase trabajadora. En este panorama, continúa Hoggart, es poco lo que los intelectuales pueden ofrecer si es que no reparan en comprender el discurso de la industria cultural, la cultura popular y el «habitus» de la clase obrera. El problema es que mientras los intelectuales continúen desestimando los márgenes de la alta cultura, los sujetos más vulnerables a la manipulación ideológica de la industria cultural los seguirán viendo cada vez más como individuos distantes que nada tienen que decirles.

A casi 60 años de su publicación, La cultura obrera en la sociedad de masas goza de admirable vitalidad y actualidad. Testimonio académico comprometido con acercar la investigación a los sujetos más afectados por el cambio cultural.