sábado, octubre 31, 2009

Contra la reelección presidencial en el Perú

Arturo Caballero Medina

Carlos Meléndez acaba de postear un artículo que también publicó en Correo,"Re-elección presidencial", en el cual sostiene que la reelección consecutiva por un solo periodo es apropiada. En virtud de ello, propone que en el Parlamento de discuta esta posibilidad. Por el contrario, considero que existen sociedades con mayores posibilidades que otras para que la reelección se instituya como un mecanismo efectivo que asegure la continuidad de un proyecto nacional entre las cuales excluyo al Perú por el momento.

La primera razón que esgrime a favor de la reelección es que "es el principal mecanismo de rendición de cuentas con el que cuentan los electores sobre el desempeño de sus elegidos". Es decir, que cuando el electorado manifiesta su deseo de elegir nuevamente a quien gobernó el país, se debe interpretar como un reconocimiento a la gestión o una renovación de la confianza. Sin embargo, a la luz de la nefasta experiencia del Fujimorato, no entiendo cómo Carlos Meléndez puede tener confianza en que -habiendo transcurrido tan poco tiempo de la re-re-elección de Alberto Fujimori- la reelección consecutiva pueda, efectivamente, servir como un instrumento de fiscalización. Carlos no nos explica cómo es que se desarrollaría esta rendición de cuentas de parte del gobierno reelegido. Más bien, sucedería absolutamente lo contrario: ese espíritu de la reelección (cuyas bondades son destacadas por Carlos) se vería distorsionado porque sería aprovechado para, por un lado, afianzar el poder del partido gobernante en el control de las instituciones del Estado, lo cual conduciría a una mayor indiferenciación entre gobierno y Estado; y,por otro lado, para obstaculizar todo intento de fiscalización que apunte a cuestionar la gestión del primer periodo, a la vez que para borrar todas las evidencias acumuladas antes de la culminación del segundo periodo.

La tentación autoritaria en nuestro país no ha desaparecido. Prueba de ello son los exabruptos de Alan García, Luis Giampietri, Rafael Rey, Lourdes Alcorta, Edgar Núñez, Mercedes Cabanillas y Ollanta Humala, del lado político; y Aldo Mariátegui, Andrés Bedoya (Correo), Uri Ben Schmuel (La Razón) y Rafael Romero (Expreso-RBC), del lado periodístico, cuando opinan, por ejemplo, sobre las reparaciones a los deudos de la masacre de Putis. Imaginen si estos mismos sujetos conservaran el poder y/o lo sostuvieran desde los medios. Un eventual tercer gobierno de Alan García consecutivo al presente se caracterizaría por una intensificación de la violencia (en todos sus matices) contra quienes criticaran su gestión amparándose en la voluntad de la mayoría que lo reeligió. Como si la mayoría que ganó tuviera que atropellar a los que discrepan. Este tipo de refugio político en lo popular es frecuentemente visitado por los caudillos. ¿Qué nos garantiza que un gobernante reelegido en el Perú, en las actuales circunstancias, no ceda a la tentación autoritaria?

De otra parte, Carlos Meléndez menciona que "la posibilidad de una re-elección puede ser un incentivo para la autoridad para mejorar su actuación. De otro modo, se corre el riesgo que la autoridad elegida se desentienda de su función y, a falta de motivaciones, reduzca su trabajo a una mediocre administración pública sin ambiciones". Estaría de acuerdo si -a riesgo de parecer pesimista o apocalíptico- el análisis de Carlos estuviera circunscrito a sociedades similares a las europeas en las que la experiencia de participación política de la ciudadanía es muy activa y notablemente más reflexiva (tampoco deseo caer en idealizaciones), pero no en el Perú de hoy. Carlos confía demasiado en los buenos propósitos de los gobernantes. Un presidente nunca gobierna solo, sino que gobierna "con" y "contra" algunos (en el sentido de lidiar frente a conflictos); la psicología de gran parte de la burocracia estatal o de la partidocracia en nuestro país no se guía por los principios de elementales del márketing ni actúan en función de la excelencia administrativa (excluyo a los tecnócratas que acuden al auxilio de los políticos cuando estos destacan por incompetentes); sino que están totalmente politizadas (en el sentido peyorativo del término), o sea, que actúan por consignas personales y partidarias. Esto se consolida cuando el sistema garantiza su permanencia en el poder.

Si un gobierno solo mide gestión en términos del reconocimiento de la ciudadanía con miras a reelección y reacciona ante la falta de reconocimiento con apatía e indiferencia -como el niño que no estudia si es que no hay premio- reduce la política gubernamental a la relación entre una foca y su entrenador. En vez de buscar solo el reconocimiento de la población, debemos exigir que un gobierno actúe por convicciones dentro de un marco democrático y no por cálculo. Si es por este motivo que se desea promover la reelección presidencial, nuevamente se desvirtúan sus potencialidades.

Finalmente, el autor de la nota afirma que "la posibilidad de una re-elección permite plantear políticas de mediano plazo, con un horizonte mayor al inminente recambio. Y en cuarto lugar, complementariamente con el punto anterior, la posibilidad de la permanencia en el gobierno contribuye a la construcción de una burocracia con profesionales con mayor experiencia en la administración pública, cuyo proceso de aprendizaje se fortalece conforme pasa el tiempo".

La continuidad de un gobierno no siempre asegura la continuidad de políticas acertadas ni la consecución de objetivos nacionales. Prueba de ello ha sido la "dictadura perfecta" del PRI en México, a la cual resulta difícil de catalogarla como de derecha o de izquierda a lo largo de su historia porque ha oscilado entre el proteccionismo, estatismo y populismo, y el libre mercado y la apertura económica.

Precisamente, el argumento de los caudillos que se instalan en el poder, por la fuerza o mediante elecciones democráticas, es que necesitan un tiempo más prolongado para terminar el proyecto iniciado -el cual muchas veces personalizan al grado que se consideran los elegidos para ejecutarlo-. Esto excluye la posibilidad de que el mismo plan pueda ser alcanzado, enriquecido y perfeccionado por otro gobierno y puede servir para perpetuar intereses para nada loables "en bien de la nación". Acerca de que la reelección permitiría el perfeccionamiento de la burocracia profesional, me parece que Carlos solo está considerando a los más calificados, a aquella tecnocracia que no profesa necesariamente algún credo partidario y que más bien acude solícita al llamado de los políticos y que siempre cae bien parada. No dudo de las capacidades de este sector de funcionarios públicos, pero son los menos. El grueso no actúa ni piensa como ellos ni desea perfeccionarse profesionalmente. Estos burócratas que menciona Carlos son "rara avis", aves de paso que tampoco desean perpetuarse en un cargo público porque las ofertas de trabajo y desarrollo de las que disponen son mayores en otro lugar.

A resultas de todo lo anterior, considero que muchas cosas deben cambiar en el Perú antes de volver a la reeleccion presidencial consecutiva. La discusión por este tema requiere de una debate previo concentrado en un diagnóstico acerca de las posibilidades y limitaciones que tendría su aplicación en concreto en nuestro país. La reelección consecutiva no es en sí misma perjudicial o beneficiosa, ya que influyen mucho las circunstancias que rodean su ejecución. No es lo mismo la reelección de Uribe y Chávez que la reelección pasada de Rodríguez Zapatero o la de Mitterrand en los 80's en Francia o las reelecciones en los EEUU. La reelección en el Perú es la reelección en el Perú.

viernes, octubre 23, 2009

Fotos de la semana

Manifestación del sindicato de trabajadores de la PUCP

Entrada principal de la PUCP, miércoles 21, 8.00 am.










Enlaces sobre el tema

PUCP: la huelga de 1984 - Silvio Rendón

Calidad de las demandas político-sociales de la ciudadanía

Qué le paso a Cenaida Uribe

Arturo Caballero

En esta semana, los medios de comunicación informaron de un incidente protagonizado por la congresista y ex voleibolista de la selección Cenaida Uribe. Las fuentes indican que agredió verbalmente a una policía que estaba desviando el tránsito en el centro durante el paso de la procesión del Señor de los Milagros.

Ante el requerimiento de los medios, la congresista decidió no tocar el tema y hasta el momento no ha esclarecido lo que sucedió. Bajo ningún concepto, es justificable que un funcionario público utilice su investidura para no respetar las leyes. Es verdaderamente fatigante enterarse cada semana de los exabruptos de congresistas, jueces y diversas autoridades quienes no están a la altura de las circunstancias. Un vocal en Puno se resiste a ser intervenido y desafía a la policía a liarse golpes; una abogada de la procuraduría nada menos, es intervenida, en completo estado etílico, por la policía y protagoniza un bochornoso incidente en la comisaría; lo del Congreso es pan de cada día.

La constante en todos estos casos, además del abuso del cargo para burlar la ley o una sanción, es la ausencia total de autocrítica. La incapacidad para reconocer un error, por el motivo que sea, imposibilita cualquier propósito de enmienda. Estos individuos, seguramente piensan que reconocer un error es signo de debilidad o pérdida de autoridad cuando realmente enaltecería su imagen en un contexto en el que es poco frecuente que una autoridad pida disculpas por sus errores.

Algo que me sorprende y creo merece analizarse es la cuestión de género. Es una observación empírica, pero he sido testigo, en diversas circunstancias, de cierta agresividad intensificada cuando la protagonizan mujeres. Cuando era profesor secundario y comunicaba al salón que en mi reemplazo llegaría una profesora, la reacción inmediata de la mayoría de las alumnas era adversa: preferían que venga un profesor; a menudo en los hospitales, he sido testigo a través de familiares o de pacientes, que ante la posibidad de que una doctora atienda u opere a su familiar, agoten la probabilidad de hallar a un doctor; incluso cuando ha ocurrido algún incidente de tránsito, no solo los choferes hombres hacen gala de su malacrianza al lanzar agravios de corte sexista contra conductoras, sino que también otras mujeres lo hacen: "mujer tenías que ser". (Una colega en mi trabajo nos contaba furiosa que "una mujer" la había chocado por detrás destacando sobre todo la condición de género de la misma).

Lo anterior tiene relación con una idea de Marco Aurelio Denegri: el feminismo, entendido como una propuesta revisionista y crítica de las relaciones intergenéricas, no ha calado en la mayoría de mujeres en el mundo. Prueba de ello es que muchas veces son las mismas mujeres quienes fomentan, avalan o difunden prácticas machistas. De manera similar sucede con otros tipos de discriminación (el cholo que cholea, el negro que discrimina con mayor ferocidad a sus similares). Recordemos que los agentes de represión durante la Colonia no solo fueron las autoridades españolas, sino que había indígenas a su cargo que ejecutan órdenes represivas contra sus congéneres. Sucede algo similar con los miembros de seguridad de algunas discotecas: en vez de indignarse por un maltrato contra un ciudadano debido a sus rasgos físicos, la emprenden con violencia contra los mismos acatando una orden superior; cuando diversas instituciones protestaban contra el personaje de la Paisana Jacinta de Jorge Benavides, podíamos apreciar que la sintonía era enorme en los sectores que supuestamente eran agraviados con ese personaje.

Sin embargo, estos casos no deberían servir para concluir que algunas situaciones injustas deben permanecer en aras de lo acostumbrado. Por el contrario, deben incentivarnos a buscar mejoras y tratos igualitarios. El problema es que quienes tienen la responsabilidad y la posibilidad de implementar cambios tienen actitudes éticamente reprobables. Además, quienes los eligen para que cumplan con su deber, no suelen estar interesados en fiscalizar o no tienen acceso a los mecanismos fiscalizadores para revertir tal situación o, mucho peor, estos no existen. A ello se agrega que la calidad de la demanda de gran parte de la ciudadanía en temas de corrupción es muy pobre: se aprecia más al vivo que al honesto, al cual se califica de ingenuo.

Hechos como el de la congresista Uribe solo cambiarán cuando la ciudadanía eleve las exigencias que plantea a sus representantes políticos.

miércoles, octubre 07, 2009

"Cuando tenga la tierra, la tendrán los que luchan, los maestros, los hacheros, los obreros..."

Adiós a Mercedes Sosa

Acabo de escribir un post sobre Mercedes Sosa en Náufrago Digital. Simplemente, desde aquí, quiero dejarles una canción que la Negra interpretó en Managua, Nicaragua, en un concierto organizado en respaldo del gobierno sandinista y en protesta por el abierto apoyo que los Estados Unidos brindaba a la guerrilla de los contras. El tema es "Cuando tenga la tierra". El contenido del video es una edición que toma el tema de la letra, pero no es video del concierto propiamente. En Náufrago Digital, pueden encontrar el video del concierto.



Cuando tenga la tierra
sembraré las palabras
que mi padre Martín Fierro puso al viento,
cuando tenga la tierra
la tendrán los que luchan
los maestros, los hacheros, los obreros.

Cuando tenga la tierra
te lo juro semilla
que la vida será un dulce racimo
y en el mar de las uvas
nuestro vino, cantaré, cantaré.

Cuando tenga la tierra
le daré a las estrellas


astronautas de trigales, luna nueva
cuando tenga la tierra
formaré con los grillos
una orquesta donde canten los que piensan.
Cuando tenga la tierra
te lo juro semilla
que la vida
será un dulce racimo
y en el mar de las uvas
nuestro vino, cantaré, cantaré.

'Campesino, cuando tenga la tierra
sucederá en el mundo
el corazón de mi mundo
desde atrás de todo el olvido secaré con mis lágrimas
todo el horror de la lástima y por fin te veré,
campesino, campesino, campesino, campesino,
dueño de mirar la noche en que nos acostamos para hacer los hijos,
campesino, cuando tenga la tierra
le pondré la luna en el bolsillo y saldré a pasear
con los árboles y el silencio
y los hombres y las mujeres conmigo'.
Cantaré, cantaré, cantaré, cantaré.

domingo, octubre 04, 2009

Crisis de la socialdemocracia europea

Un diagnóstico paralelo

En su último post, Martín Tanaka recomendó la lectura de algunos artículos que daban cuenta de la crisis que actualmente atraviesa la socialdemocracia en Europa, la cual se ha acentuado luego de la reelección de Angela Merkel en Alemania. En general, la crisis de la socialdemocracia es un eco de la crisis que atraviesan los partidos políticos tradicionales en todo el mundo, solo que en el caso de los socialdemócratas es particularmente más grave porque tanto los liberales como los conservadores se han acomodado mejor al nuevo contexto político, sobre todo si es que lo analizamos desde la perspectiva de los votantes.




En What is wrong with Social Democracy? (¿Cuál es el problema con la Socialdemocracia?) Matt Browne, Ruy Teixiera, and John Halpin establecen las causas, limitaciones y posibilidades de la Socialdemocracia en el escenario político europeo actual. Los autores del artículo publicado en Spiegel plantean la siguiente interrogante: ¿Por qué los grupos sociales emergentes, que anteriormente eran próximos a la Socialdemocracia, no votan por ella? Primero, porque los socialdemócratas europeos no han definido bien lo que ellos representan o qué los diferencia de los conservadores. En un post reciente, mencioné que una de las críticas más fuertes contra la centroizquierda era que, después de la caída del Muro de Berlín y el derrumbe del socialismo, se allanaron ante la agenda de la derecha liberal, lo que implicó una renuncia a ciertos principios fundamentales que históricamente la Socialdemocracia había defendido: igualdad, libertad, Estado de Bienestar y más recientemente, multiculturalidad, entre otras. De esta manera, las propuestas progresistas se inhiben con la finalidad de que sus representantes luzcan más modernos, autocríticos y más conectados con el quehacer político-económico actual. Es así que el votante que antes depositó su plena confianza en los socialdemócratas ahora ve con simpatía las propuestas de la derecha liberal, ya que no se distinguen radicalmente de las socialdemócratas, las cuales parecen ser un apéndice de aquellas.

Segundo, los socialdemócratas no han conectado con los valores de los votantes y en consecuencia, tampoco responden al enojo populista que está típicamente arraigado en estos valores. En todo el mundo, es evidente que ha aparecido una nueva clase social emergente producto del desarrollo económico centralizado en algunas zonas del planeta: India, China, sudeste asiático, etc. En Europa ha ocurrido lo propio, pero de manera que esta nueva clase emergente que antes fuera la reserva electoral de la socialdemocracia posee nuevas expectativas que no concuerdan con lo que los progresistas tienen previsto para ellos. Frente a problemas concretos como la delincuencia, la inmigración, el desempleo, la crisis financiera y el terrorismo, la derecha aparece como más determinante, sin medias tintas y con medidas concretas (lo que no quiere decir acertadas) para enfrentar los problemas de interés público. Asimismo, no llaman la atención del gran electorado porque están enfrascados en discusiones intelectuales sobre cuestiones éticas muy loables acerca de lo que "debe ser" y, en consecuencia, olvidan que su agenda también debe incluir las nuevas expectativas de sus votantes. Por ello, los electores terminan por inclinarse hacia la derecha que sí les presta mayor atención.

Tercero, los demócratas sociales se hallan confrontados por una avalancha de nuevos desafíos de la política que la Tercera Vía no previó. Uno de ellos tiene que ver con los conflictos ideológicos que se creían extintos luego de 1989, lo cual alimentó la idea de una nueva etapa postideológica caracterizada por el dominio del capitalismo neoliberal, es decir, por un escenario político-económico unipolar. Sin embargo, el retorno de los fundamentalismos religiosos y del nacionalismo, la amenaza terrorista y la crisis financiera mundial nos han demostrado que lo ideológico sigue vigente, pues tales asuntos alcanzan una dimensión planetaria. ¿Qué tendría que hacer la Socialdemocracia en una etapa marcada por la ausencia de discusión ideológica y marcada por un exacerbado pragmatismo político-económico? Al parecer muy poco y no tanto porque las condiciones no sean las adecuadas (la desigualdad económica, la injusticial social y la restricción de libertades subsisten y la crisis económica mundial brinda una oportunidad a las causas progresistas para que tomen la batuta de la discusión política) sino porque les viene faltando capacidad de reacción. No han aprovechado la actual coyuntura y nuevamente la derecha y los liberales les ganaron por puesta de mano. Creyeron a pie puntillas que la Historia había terminado y con ella los conflictos ideológicos.

Los socialdemócratas, finalmente, no han modernizado su manera de hacer política. Siguen pensando en que un mando central debe dirigir y planificar todas las actividades del partido y olvidan que la discusión política se mudó a otros espacios. La deliberación política de la ciudadanía está cobrando mayor fuerza cada vez en Internet. Los blogs recogen las inquietudes de la población a la manera que lo hacía la radio hasta hace algunas décadas. En la blogósfera circula información sin censura y en tiempo real, e incluso se formulan denuncias que luego se canalizan en los medios oficiales. Los votantes de hoy son menos pasivos y quieren participar de la discusión. Por esta razón, se alinearán con aquella plataforma que recoja sus inquietudes y les dé tribuna para expresarse.

Este diagnóstico sobre la crisis de la socialdemocracia europea puede darnos algunas luces acerca de lo que sucede con la centroizquierda en el Perú. Estas mismas explicaciones sirven también para analizar el rol de los partidos de izquierda en el Perú con una salvedad: no hemos tenido una tradición socialdemócrata en nuestro país. El APRA, que estaba llamado a ser la izquierda democrática, se encuentra hoy a la derecha de la derecha. La izquierda radical, en todos sus matices, intenta recomponerse, pero le cuesta mucho presentarse como tal frente a la opinión pública por lo que prefieren camuflarse dentro de frentes regionales o del nacionalismo. Por su parte, la centroizquierda peruana ha heredado el gen divisionista que ha azotado a la izquierda desde su nacimiento, ya que existen planteamientos microgrupales, pero no se ve la intención de integrarlos en una plataforma más amplia. Aparte de ello, tienen que lidiar con la confusión ideológica que los aproxima a la extrema izquierda y con los prejuicios suscitados a partir del IF CVR, las ONGs y los DDHH.

Si la centroizquierda pretende ocupar el gobierno, debe repensar sus estrategias, sobre todo, su manera de hacer política en el Perú.

Karl Marx, Hitler y la globalización

Una lectura atenta de El manifiesto comunista Marx-Engels 1848 y de Mi lucha, de Adolf Hitler nos llevaría a concluir que aquella izquierda latinoamericana más retrógrada que se refugia en el nacionalismo es totalmente adversa a lo que Marx y Engels tenían previsto para el socialismo posterior a ellos. Hitler, si pudiera contemplar la realidad política mundial, posiblemente celebraría los postulados etnocaceristas, no en contenido, pero sí tal vez como estructura de pensamiento que enarbola la centralidad de una cultura por sobre otras y que considera al extranjero como una amenaza a la existencia propia. Hitler sería de izquierda en Latinoamérica.

En cambio, el viejo Marx vería a esta izquierda con mucho recelo, pues la tildaría de fascista y bárbara. Posiblemente, sería ecologista radical y, a la luz de los hechos posteriores a 1989, habría moderado su postura hacia la centroizquierda. ¿Y por qué? Porque, simplemente, la izquierda no puede ser nacionalista. Para que saque sus propias conclusiones, lea atentamente estos fragmentos de los textos antes mencionados. (Si lo prefiere, contrástelo con otra fuente similar)

Manifiesto del Partido Comunista (1848)

La burguesía ha desempeñado, en el transcurso de la historia, un papel verdaderamente revolucionario.

Dondequiera que se instauró, la burguesía echó por tierra todas las instituciones feudales, patriarcales e idílicas (...)

La burguesía, al explotar el mercado mundial, da a la producción y al consumo de todos los países un sello cosmopolita. Entre los lamentos de los reaccionarios destruye los cimientos nacionales de la industria. Las viejas industrias nacionales se vienen a tierra, arrolladas por otras nuevas, cuya instauración es problema vital para todas las naciones civilizadas; por industrias que ya no transforman como antes las materias primas del país, sino las traídas de los climas más lejanos y cuyos productos encuentran salida no sólo dentro de las fronteras, sino en todas las partes del mundo. Brotan necesidades nuevas que ya no bastan a satisfacer, como en otro tiempo, los frutos del país, sino que reclaman para su satisfacción los productos de tierras remotas. Ya no reina aquel mercado local y nacional que se bastaba así mismo y donde no entraba nada de fuera; ahora, la red del comercio es universal y en ella entran, unidas por vínculos de interdependencia, todas las naciones. Y lo que acontece con la producción material, acontece también con la del espíritu. Los productos espirituales de las diferentes naciones vienen a formar un acervo común. Las limitaciones y peculiaridades del carácter nacional van pasando a segundo plano, y las literaturas locales y nacionales confluyen todas en una literatura universal.

La burguesía, con el rápido perfeccionamiento de todos los medios de producción, con las facilidades increíbles de su red de comunicaciones, lleva la civilización hasta a las naciones más salvajes. El bajo precio de sus mercancías es la artillería pesada con la que derrumba todas las murallas de la China, con la que obliga a capitular a las tribus bárbaras más ariscas en su odio contra el extranjero. Obliga a todas las naciones a abrazar el régimen de producción de la burguesía o perecer; las obliga a implantar en su propio seno la llamada civilización, es decir, a hacerse burguesas. Crea un mundo hecho a su imagen y semejanza.


Digitalizado para el Marx-Engels Internet Archive por José F. Polanco en 1998. Retranscrito para el Marxists Internet Archive por Juan R. Fajardo en 1999.


Mi lucha (Adolf Hitler)

Sólo la fuerza unida y concentrada de una pasión nacional en ebullición conseguirá hacer frente a la esclavitud internacional de los pueblos. Una solución tal se logrará siempre sólo por medio de la fuerza.
El objetivo por el cual tenemos que luchar es el de asegurar la existencia y el incremento de nuestra Raza y de nuestro pueblo; el sustento de sus hijos y la conservación de la pureza de su sangre; la libertad y la independencia de la Patria, para que nuestro pueblo pueda llegar a cumplir la misión que el Supremo Creador le tiene reservada.

La labor de la llamada prensa liberal fue obra de los sepultureros de la Nación alemana y del Reich. Nada diremos de las gacetas marxistas consagradas a la mentira; para ellas la falsedad es una necesidad vital como para el gato los ratones. Su misión se concreta a dislocar el poder racial y nacional del pueblo, para prepararlo a llevar el yugo de la esclavitud del capitalismo internacional y de sus gerentes, los judíos.

Si en el fragmento de El manifiesto comunista reemplazamos "burguesía" por "globalización", veremos que el texto tiene gran actualidad y que si fuera leído, por ejemplo, en el CADE, claro con ciertos arreglos, captaría la atención de los más rabiosos inversionistas y, de seguro, despertaría elogios de parte de Jaime de Althaus y enormes críticas de Ollanta Humala y los nacionalistas. Análogamente, si en los fragmentos de Mi lucha cambiamos "judío" por "chileno", este fragmento bien podría pasar como uno de los tantos mensajes de Ollanta o Isaac Humala emitido durante su última campaña -porque el Humala de este instante es totalmente otro-

Les dejo la interrogante para comentarla luego: ¿Por qué la izquierda no puede (ni debe) ser nacionalista?