viernes, diciembre 24, 2010

Acerca de un comentario sobre Vargas Llosa

Hoy recibí un correo en el cual el autor del mismo ensayaba una reflexión literaria sobre Mario Vargas Llosa. Comparto con Uds. el texto recibido y mis impresiones sobre el mismo.

A propósito de Mario

Acerca del señor Mario Vargas Llosa se puede comentar desde varios puntos de vista, principalmente políticos y literarios, y es precisamente desde este último que abordaremos brevemente una reflexión. Decía en una entrevista hecha a un medio periodístico lo siguiente: “…tengo mucha envidia a los escritores que tienen vidas interesantísimas, infernales, demoníacas, y admiro mucho eso desde lejos, pero no podría vivir eso. En realidad, a mí lo que me gusta es vivir mi rutina diaria, mis horas en mi biblioteca,… en mi escritorio; una película, una comida con amigos…”[1] me preguntaba ¿dónde está el “demonio interior” de este escritor, si como sabemos todo escritor lo tiene? Y me parece que está en lo siguiente: ¿Qué individuo a lo largo de su vida se casa con su tía y luego con su prima hermana?, es decir: ¿Quién hace el amor con familiares directos? Pocos o nadie; en todo caso no es un patrón común de nuestra sociedad peruana ver este tipo de situaciones. Pienso que esta actitud es “su demonio interior”, comprensible, por supuesto, por ser escritor.

Gary Alminagorta

Respuesta a "A propósito de Mario"

No tengo el gusto de conocerlo, pero me animo a comentar su mensaje.

Ud. anuncia que su reflexión abordará el aspecto literario de MVLL, aunque debió precisar que sería sobre su oficio de escritor, si es que entendí bien su propósito. De acuerdo a ello, cita el fragmento de una entrevista concedida por el autor donde aborda, de manera demasiado superficial y tangencial, el asunto de los demonios, tema sobre el cual MVLL ha comentado de manera muy clara y extensa en cuantiosas entrevistas y desarrollado en profundidad en GGM:Historia de un deicidio y La orgía perpetua, solo por mencionar dos textos. Es más, en la cita que Ud. expone ni siquiera VLL está reflexionando sobre los demonios interiores, sino que sencillamente está confesando cuál es su particular concepción del oficio de escritor, insisto, de manera muy sucinta.

Por ello, ese fragmento que Ud. cita no ayuda en absoluto a comprender de manera clara, o al menos introductoria, la noción de los demonios ampliamente desarrollada por este escritor; más bien contribuye a la confusión y al desconcierto, pues para que su reflexión literaria fuera más pertinente, Ud. debió acudir a otra fuente mucho para conveniente para su propósito.

Luego me doy cuenta de que ha desviado el objetivo de su comentario. Ud anunció que “Acerca del señor Mario Vargas Llosa se puede comentar desde varios puntos de vista, principalmente políticos y literarios, y es precisamente desde este último que abordaremos brevemente una reflexión.” Le agradecería que nos explique a los destinatarios de su mensaje dónde se halla tal reflexión literaria, ya que, como señalé antes, el fragmento citado es muy poco útil para ello y, además, no se encuentra ni remotamente una alusión a alguna novela del autor. (La brevedad de su reflexión no será un pretexto aceptable. En todo caso, Ud. debió prever el alcance de su comentario para evitar caer en la insustancialidad.)

En lugar de comentar el aspecto literario de las obras o de alguna obra, o alguna idea al menos general vinculada a los demonios, concluye su intervención sosteniendo que el demonio interior de VLL está en su actitud de hacer el amor con sus familiares directos (tía y hermana).

“¿dónde está el “demonio interior” de este escritor, si como sabemos todo escritor lo tiene? Y me parece que está en lo siguiente: ¿Qué individuo a lo largo de su vida se casa con su tía y luego con su prima hermana?, es decir: ¿Quién hace el amor con familiares directos? Pocos o nadie; en todo caso no es un patrón común de nuestra sociedad peruana ver este tipo de situaciones. Pienso que esta actitud es “su demonio interior”, comprensible, por supuesto, por ser escritor.”

Es decir, concluye su reflexión literaria amparándose en acontecimientos de la vida personal del escritor. ¿Qué relevancia literaria tiene que un escritor se haya casado con su tía política y luego su prima hermana? Ninguna. El valor que tiene es el que le podría conceder la revista Cosas, Caras, Luna o el suplemento de sociales de El Comercio, pero, definitivamente, no el de un comentario que aspire a reflexionar literariamente sobre la obra de un escritor.

Pero lo anterior se agrava cuando Ud. incurre en un grosero error: “¿Quién hace el amor con familiares directos?”. ¿Puede demostrar Ud. que Julia Urquidi Illanés es familiar directa de Vargas Llosa? La recientemente fallecida Julia Urquidi era hermana de la esposa de un tío de Vargas Llosa. No existía entre ellos vínculo consanguíneo. Ello lo sabe cualquier persona que haya leído El pez en el agua u observado con cierta atención los innumerables reportajes dedicados al flamante Premio Nobel de Literatura 2010. No es el caso de Patricia Llosa, quien sí es su prima hermana, sin embargo, Ud. no hizo tal distinción.

Para terminar, le sugeriría que antes medite con tranquilidad sus presupuestos y defina mejor lo que va a comentar y desde donde lo va a hacer. Si Ud. desea realizar un comentario literario de VLL, revise su teoría de la novela, sin ir muy lejos, acuda a La verdad de las mentiras.

Cordialmente

Arturo Caballero

miércoles, diciembre 08, 2010

Empresarios, emprendedores y políticos







Durante las campañas electorales, se configuran diversos perfiles de candidato presidencial. La tendencia hacia la construcción de una determinada imagen genera una corriente de arrastre tal que, cuando logra imponerse, se convierte en un referente de larga duración. En el 80 el electorado restituyó a Belaúnde en la presidencia, pues lo prestigioso era ser un demócrata; en el 85 se apostó por la vitalidad de un joven y apasionado Alan García; en el 90, se eligió a un candidato apolítico o antipolítico en contraste a lo que representaban los partidos y políticos tradicionales. La presente campaña viene delimitando un tipo especial de candidato-empresario-emprendedor motivado por participar en política y cuya carta de presentación suele ser el éxito obtenido a través de su liderazgo empresarial. Luis Castañeda Lossio, César Acuña y Hernando Guerra García reúnen las condiciones de lo que parece ser el perfil del nuevo político que podría cautivar a un electorado cada vez más inconforme e inestable, pero, a la vez, seguro de que el sucesor de Alan García tiene la responsabilidad de hacer realidad el "milagro peruano".

Sin embargo, este perfil de candidato no es reciente. Es posible rastrearlo desde la incursión de Alberto Fujimori en 1990. Bajo el slogan de "Honradez, Tecnología y Trabajo", logró transmitir e instalar en el electorado la idea que el pragmatismo gerencial, empresarial y técnico era preferible al debate ideológico. La década del 90 traía a cuestas más de medio siglo de hegemonía de lo ideológico dentro de la escena política. Ningún líder o partido político que deseara presentarse ante la ciudadanía y luego alcanzar el poder soslayaba el hecho de que había que ubicarse primero dentro del espectro ideológico-político, lo que implica diseñar un esquema de ideas, una base ideológica que fundamentara un posterior plan programático. Así fue como se constituyó el pensamiento conservador, el socialismo, el aprismo, de inicios y mediados del siglo XX, y el liberalismo de sesgo economicista de los años 90.

Al iniciar esta década, todas las tiendas políticas estaban enormemente desprestigiadas y con ellas sus fundamentos ideológicos y sobre todo el término "ideología" acuso un desgaste tal que era frecuente oír en quienes se iniciaban en política que su propuesta no era ideológica sino absolutamente técnica, es decir, lo ideológico se convirtió en sinónimo de ineficiencia, infructuosidad, inutilidad e inoperancia, en contraposición a la eficiencia, la practicidad y la diligencia de las nuevas mentalidades político-empresariales que sintieron el llamado de participar, sino directamente, de manera indirecta como soporte económico del candidato y luego presidente Alberto Fujimori, ya que este garantizaba la vuelta al orden y la maximización de la rentabilidad del empresariado nacional y del capital transnacional que encontró en el Perú un lugar propicio para invertir y obtener ganancias exorbitantes sin mayor resistencia social, pues el Estado había asegurado la contención de la reacción popular, paradójicamente, con medidas populistas y efectistas. Al desgaste de lo ideológico colaboraron los partidos políticos y sus líderes, la tradición autoritaria que periódicamente agitaba nuestra vida política y, en sumo grado, los movimientos subversivos, como Sendero Luminoso y el MRTA, los cuales imprimieron al término un sentido totalmente nefasto por cuanto sirvió para fundamentar un accionar demencial. En este sentido, lo ideológico fue entendido entendido como una cualidad próxima al fanatismo, radicalismo, intransigencia y dogmatismo en momentos que se necesitaba una profunda reforma del Estado y de los fundamentos ideológicos que sustentaron a los partidos políticos durante muchas décadas.

Dentro de este panorama, lo esperable era asumir una postura no-ideológica, sino anti-ideológica para capitalizar la decepción de la ciudadanía frente a los partidos políticos y el temor frente al radicalismo de la subversión. Así lo entendió Fujimori, quien elevó el pragmatismo político a altos niveles de aceptación popular. Ser un sujeto apolítico significaba no integrar partido político alguno, no poseer un pasado en política, pero sí ciertos logros obtenidos en la gestión pública o privada. Fujimori era un modesto profesor universitario cuya mayor experiencia en la gestión pública era haber sido rector de la Universidad Agraria La Molina y presidente de la Asamblea Nacional de Rectores. "A la universidad se va a estudiar y no a hacer política" es una afirmación que merece ser analizada en profundidad, ya que la aceptación y difusión de su validez tiene consonancia con la actitud de la población frente al debate ideológico: es mejor actuar que hablar; toda discusión es inútil, mucho más la persuasión o el intercambio de opiniones; no todos son interlocutores válidos, hay quienes merecen y quienes no participar en un debate; el disenso, la diferencia, la inconformidad son subversivas, hay que combatirlas.

Hablar poco y dejar que las obras hablen por sí mismas tenía relación con una muy escasa disposición al debate de ideas, a la disposición de recibir cuestionamientos o dar explicaciones. Las mentalidades pragmáticas, operativistas o funcionales no se ven en la necesidad de dar explicaciones, pues asumen que la conducta se evalúa en términos binarios (éxito/fracaso, costo/beneficio, acierto/error) y sin matices. El resultado y su utilidad será el único criterio al que recurran para evaluar su accionar. El fujimorismo, conciente o inconcientemente, instituyó una nueva forma de hacer política con las masas, de manera que recogió las expectativas de la clase alta, media y marginal. Ese fue, a diferencia de otros partidos, el éxito del fujimorismo: su tranversalidad sociopolítica.

Dicho estilo de hacer política sobre la base del éxito gerencial y la actitud práctica viene siendo revitalizado, en primer lugar, por Luis Castañeda, quien luego de ser Gerente General del IPSS (hoy ESSALUD), catorce años después del final de su gestión, sigue cosechando réditos electorales. El balance de su gestión municipal al frente de la alcaldía de Lima le es bastante favorable. Los destapes de malversación de fondos en los casos Comunicore y Metropolitano, por mencionar algunos, no han mellado gravemente su imagen ante la opinión pública.

En segundo lugar, tenemos a César Acuña, flamante alcalde reelecto de Trujillo. Su historia personal es digna de aquellos libros de autoayuda o motivación para empresarios y emprendedores ansiosos por encontrar la receta mágica para lograr el éxito. Proveniente de una numerosa familia dedicada a la agricultura, Acuña superó la adversidad y logró convertirse en un próspero empresario educativo que, además, obtuvo el reconocimiento de su comunidad a tal punto que rompió la hegemonía del APRA en su propio bastión. Es dueño de la corporación universitaria más grande del país, de un canal de televisión, de un equipo de fútbol profesional y un gran impulsador de actividades sociales en su región.

Por último, tenemos a Nano Guerra García, quien posee una amplia trayectoria vinculada a la pequeña y mediana empresa, a la cual se suele denominador como el sector emprendedor, es decir, de aquellos empresarios que de manera autónoma generaron crecimiento y riqueza, y que conformaron un amplio sector empresarial que ha venido adquiriendo gran protagonismo, a pesar de la competencia desleal y del trato desigual que reciben del Estado, que prefiere beneficiar la gran inversión extranjera y que aún no se atreve a realizar profundas reformas tributarias y administrativas que permitan acelerar el crecimiento de este sector. Es por ahora el precandidato de Fuerza Social a la presidencia de la República. El carisma y la empatía están de su parte; haber sido director de El Peruano en los momentos en que la matanza de Barrios Altos y el autogolpe del 5 abril exigían adoptar una postura frontal contra el fujimorismo le viene acarreando duras críticas.

Los tres tienen una idea clara acerca de cómo debe ser la gestión y administración de una organización: operatividad, funcionalidad, resultados, inmediatez, eficiencia, etc. La prescindencia de un marco ideológico le permite al empresario-político una flexibilidad en el campo de las ideas que lo deja libre para recomponer su proyecto político e incorporarse o integrar alianzas estratégicas con quien se necesite, pues las barreras ideológicas no representan para aquel ninguna dificultad, porque, sencillamente, no la necesitan. Ese fue y sigue siendo el éxito, o el know how en lenguaje empresarial, del fujimorismo: la ausencia absoluta de una definición ideológica que lo ubique explícitamente dentro del espectro ideológico-político. El empresario-político no está en la derecha ni en el centro ni en la izquierda, está en todos lados o podría estarlo si las circunstancias así lo exigen.

La actitud de la ciudadanía ante lo ideológico no ha cambiado en gran medida, más bien se ha acentuado su desconfianza frente a las plataformas evidentemente ideológicas. En cambio, la practicidad ha ganado más prestigio. Ello puede explicar, de alguna manera, por la notable recuperación económica que ha experimentado la clase media, cuyo mayor componente está conformado por un sector emergente que ha visto en la acción una mejor vía resolver sus problemas. Ante esta situación, los partidos políticos tienen el deber de recoger las inquietudes de una ciudadanía cuyas expectativas de bienestar económico son ahora mayores, pero, que, lamentablemente, posee algunas demandas muy débiles en materia de corrupción, derechos humanos y participación activa en la vida política. Los emprendedores saben muy bien qué desea el ciudadano de a pie, pueden brindar su testimonio personal para sintonizar con sus preferencias, pero mi gran pregunta es si tienen en su agenda política fortalecer la institucionalidad democrática mediante la desmantelación del aparato fujimontesinista, la ejecución de las recomendaciones de la CVR, la lucha frontal contra la corrupción de funcionarios, además de temas concretos como medio ambiente y cambio climático, apertura para el diálogo con movimientos regionales y prevención y manejo adecuado de las protestas sociales.

Si los emprendedores apelan a un razonamiento del tipo costo-beneficio, avisoro un futuro económicamente próspero, pero políticamente nefasto para el afianzamiento de la transición democrática, proceso que el gobierno de Alan García no ha tenido la voluntad de impulsar.

Para leer a Mario Vargas Llosa

Para leer a Mario Vargas Llosa


A cargo de Carlos Arturo Caballero Medina

Fecha: Del 19 de enero al 23 de febrero
Hora: Miércoles de 6:30 a 9:00 p.m.

El curso brindará un panorama literario de las novelas más representativas de Mario Vargas Llosa con el objetivo de explicar el merecimiento que la Academia Sueca otorgó a su trayectoria literaria: "por su cartografía de estructuras de poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, sublevación y derrota". Es decir, se intentará descifrar la nominación que la Academia concedió a la obra vargallosiana mediante la discusión de conceptos como "cartografía", "poder", "individualismo", "sublevación", etc.

Inversión:
S/. 180 (público en general) - S/. 100 (estudiantes) / Ver aquí formas de pago


Para inscribirse en el curso, haga click aquí.


Perfil:
Carlos Arturo Caballero Medina

Licenciado en Literatura y Lingüística por la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Ha dirigido la revista de literatura Náufrago (2004) y dirige la revista de investigación Letras del Sur. También, ha publicado ensayos de investigación en revistas académicas locales y en el extranjero vinculados a la obra de Mario Vargas Llosa. Además administra los blogs Letras del Sur y Náufrago digital en los cuales aborda temas sobre cultura y política. Actualmente, ejerce la docencia universitaria en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y en la Universidad Privada del Norte

viernes, octubre 22, 2010

LITERATURA Y POLÍTICA. LOS EJES DE LA OBRA DE MARIO VARGAS LLOSA


UNIVERSIDAD PERUANA DE CIENCIAS APLICADAS
DIÁLOGO DESDE LAS HUMANIDADES

CONVERSATORIO
LITERATURA Y POLÍTICA.
LOS EJES DE LA OBRA DE MARIO VARGAS LLOSA

Viernes 5 de noviembre 3pm.

Campus Monterrico



1. "El conflicto con el poder y las utopías. Una lectura panorámica a la novelística de Mario Vargas Llosa"

Henry César Rivas Sucari


En esta presentación, se brindará un panorama literario de las novelas más representativas de Mario Vargas Llosa con el objetivo de explicar merecimiento que la Academia Sueca otorgó a su trayectoria literaria: "por su cartografía de estructuras de poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, sublevación y derrota". Es decir, se intentará descifrar la nominación que la Academia concedió a la obra vargallosiana mediante la discusión de conceptos como "cartografía", "poder", "individualismo", "sublevación", etc.

2. "Fuentes del pensamiento político de Mario Vargas Llosa"

Carlos Arturo Caballero Medina


Se explicará las nociones de libertad y cultura a través del pensamiento político de Vargas Llosa. En esta intervención, se abordará sobre todo su obra ensayística. Además, se rastrearán las fuentes del pensamiento político vargasllosiano y los vínculos que mantiene con su teoría de la novela.

3. "Cómo se hace un gran escritor. Concepción de lo literario y método de trabajo de Mario Vargas Llosa".

Paul Llaque Minguillo


A lo largo de su trayectoria literaria, Mario Vargas Llosa ha demostrado poseer, desarrollar y poner en práctica una determinada concepción de lo literario en general y de la novela en particular. Al mismo tiempo, ha difundido un método de trabajo personal que le ha permitido escribir novelas con resultados altamente exitosos. La disertación expone, críticamente, los principales componentes de la concepción y el método literarios vargasllosianos.

domingo, octubre 10, 2010

Siete (u ocho…) razones para no votar por Lourdes Flores

Víctor Vich



a) La primera es una razón que surge del espectáculo macabro que hemos observado en las dos últimas semanas. Son dos las constataciones al respecto: por un lado, se nos ha revelado la verdadera cara de una derecha –profundamente autoritaria y mafiosa- que no quiere tener interlocutores políticos y que está dispuesta a muchas cosas a fin de continuar en el poder. Mentir (y demás) se ha vuelto su estrategia. Por otro, es realmente obsceno e impresionante manipulación que realizan los medios de comunicación en la construcción de la opinión pública. Si una broma cabe de por medio, diría que los estudiantes de comunicaciones dispondrán de una material increíble para escribir miles de tesis en los próximos meses: la forma en la que se redactan las noticias, la manera en la que se editan las declaraciones, los intereses bajo los cuales se seleccionan los titulares, los silencios abusivos, y la “invención de la realidad” a partir del discurso dan cuenta de que quienes se autonombran “decentes” son justamente los que promueven y reproducen el fango absoluto en el que nos encontramos.

b) El último debate nos confronta ante dos formas de hacer política: una que está dispuesta a mentir, a injuriar, a manipular y a sembrar falsos miedos, y otra que ha optado por la necesidad de sumar esfuerzos. Una, que es profundamente cínica pues en realidad no cree en lo que dice, pero lo sigue diciendo porque intuye que eso le puede generar algún beneficio, y otra que apuesta por recuperar la política como un lugar del sano disenso. Estas elecciones nos sitúan ante dos formas de cultura política: una que concibe la democracia como un monólogo que no acepta discrepancias y que parece estar dispuesta a todo, y otra firme, pero también desconcertada, ante el descubrimiento que la degradación política era infinitamente mayor de lo que se pensaba (y ya se pensaba mal).

c) Hace tiempo que el PPC dejó de ser un partido político y se ha convertido en una burda (y casi mafiosa) maquinaria electoral. El PPC se ha vuelto una organización cuyos cuadros no pasan por revisión técnica y que permite, sin ningún problema, que la gente entre, salga y regrese a sus filas según las puras coyunturas electorales. Así, hace poco observamos el increíble espectáculo del alcalde de San Juan de Lurigancho, Carlos Burgos que un día estuvo con Kouri y al día siguiente “regresó” al PPC y le dieron la bienvenida sin ningún problema. Lo mismo sucede por ejemplo con Manuel Masías que ha tenido una gestión realmente nefasta en Miraflores y que practica la política con el clientelismo más tradicional obligando, por ejemplo, a poner carteles con su propaganda a quienes supuestamente ha ayudado paternalmente. Son infinitos los casos que demuestran que esto es así pero podría añadirse una reflexión más: el PPC ha gobernado esta ciudad en muchos de sus distritos, en los últimos 30 años, y lo que tenemos es un verdadero caos por todos lados. El cambio se hace necesario.

d) ¿Quién financia los cientos de carteles del PPC y su campaña millonaria? En estas semanas que yo he participado de estas elecciones me he dado cuenta de la cantidad de dinero que se necesita día a día. ¿Qué compromisos se pactan bajo ese dinero? En un contexto diferente, cualquier narcotraficante le estaría dando muchos dólares a Lourdes y, seguramente, ella se encontraría feliz recibiéndolos. Lo que quiero decir es una gran irresponsabilidad votar, entre otras cosas, por una persona que siempre suele terminar posicionada como súbdita de un poder externo: de su padre cuyos insultos todavía recordamos, del jefe de su partido que hace poco firmó un comunicado apoyando al cardenal Cipriani, de políticos dispuestos a cambiar las encuestas, de empresarios mafiosos y de asesores sin ética. En realidad, es a Lourdes a quien hace rato que “se la comieron todos los lobos”.

e) Hay que decir, sin embargo, que muchas de las propuestas técnicas de Lourdes son interesantes y positivas para la ciudad, y quien gane las elecciones deberá convocar a todos los otros candidatos a fin de construir un proyecto conjunto. Una democracia no es solo el gobierno de la mayoría sino un sistema que debería abrir la posibilidad de dejarse convencer por el rival y, en ese sentido, de comenzar a trabajar con algunas de sus ideas. Hoy vemos claramente que la derecha no está dispuesta a hacer eso.

f) Una ciudad no solo necesita obras públicas para ser un lugar vivible. Una ciudad necesita un gobierno que construya ciudadanía y que se esfuerce por neutralizar cualquier práctica de discriminación social. Me pregunto entonces: ¿Una gestión como la de Lourdes Flores combatirá el racismo que existe en los sectores altos de Lima? ¿Tendrá Lourdes el coraje de responder, por ejemplo, a todas las barbaridades que suelta Martha Hildebrandt o callará como actualmente calla la mayoría? ¿Lourdes, o sus asesores, investigarán con la misma fuerza a Castañeda como lo han hurgado todo en las últimas semanas? ¿Bajo una gestión de Lourdes se acogerá a los familiares de los 15,000 desaparecidos por la violencia que siguen sin tener explicación alguna? Ultima: ¿La gestión de Lourdes será capaz de darle la palabra al movimiento gay?

g) ¿Quién representa, entonces, las ideas del pasado? Es clarísimo: el PPC no es un partido liberal (sería muy bueno que surgiera alguno) ni, menos aún, un partido socialcristiano; es un partido tristemente conservador, un partido de una derecha autoritaria que parece estar dispuesta a todo. El voto por Lourdes es, sin duda, un voto antimoderno, un voto arcaico, el resto de una edad primigenia; algo así –ha dicho un poeta- como la muela del juicio.

h) No, no hay que votar por Lourdes Flores. Hay que votar por Susana Villarán.

Poema de Luis Hernández a Alfonso Barrantes



(Texto enviado por Víctor Vich)

A ALFONSO BARRANTES LINGAN

Hermanito: por la calle Colmena
corre el gentio
y la miseria de las grandes
urbes. Y la tristeza
de las grandes urbes
y tus ojos ven el fluir
del mundo
y tu corazon
lo apresa en si
sin mentirte
por la Colmena fluye
el gentio
y alguien busca la paz
En esto es en
lo que hay
que soñar.

Luis Hernández.

viernes, septiembre 17, 2010

¿En qué manos estamos?

Juan Carlos Javier Sakr


En el congreso de la República, han aparecido muchos cuestionamientos acerca de la capacidad de algunos congresistas para ejercer el cargo. El caso más resaltante ha sido es de la congresista Hilaria Supa, quien posee un escaso dominio de la lengua castellana. Sin embargo, la congresista Supa ha sido elegida mediante votación popular y algunos ven las críticas con su persona y su capacidad como un acto racista y discriminatorio. Ante lo mencionado, cabe la duda de si es indispensable el uso del castellano según la normativa estándar para ejercer el casrgo de congresista. Considero que sí es indispensable, debido a que se le otorga mucho poder y responsabilidad política a este funcionario, por lo que tiene que estar capacitado y conocer la lengua principal de su país.

La lengua es un recurso que varía y sirve como mecanismo de comunicación en una sociedad. Por el poder y la responsabilidad que se le otorga a los congresistas debería solicitarse un grado de instrucción y el conocimiento de la lengua principal de su país. el quechua, la lengua de los Incas, ha sido dejada de lado, ya que, como menciona Elizabeth Tavera en "Cómo cambian las lenguas y cómo reaccionan los hablantes ante el cambio lingüístico", se posee la idea de que el quechua "ensucia" y "destruye" lo castizo y genuino del español. Por estos motivos, el español se ha impuesto al quechua y los congresistas deberían conocer aquella lengua para tener facilidades de entendimiento y para que puede interactuar y proponer ideas que beneficien al país. No se debería permitir congresistas que tengan poco o nulo dominio del español, debido a que, a pesar de que puedan posee un traductor, la emisión o comprensión de las ideas planteadas por los demás pueden malinterpretarse y, por lo tanto, dificultar la comunicación, por lo que se deberían tener ciertos méritos académicos y preparación para garantizar que los congresistas puedan ejercer su labor de una manera correcta.

El poder político es aquella fuerza o conjunto de toma de decisiones que algún gobierno posee. en el caso del peru es muy resaltante el hecho de que el español es la lengua con mayor poder político . Como menciona Tavera, los hablantes de quechua son grupos sin fuerza política, por lo que esta lengua no es ejercida en muchos lugares, sobretodo en la capital. Además, los hablantes del quechua son vistos como personas sin educación por el hecho de pertenecer a los sectores populares más bajos. Por lo tanto, los congresistas, como Hilaria Supa, actúan con rebeldía frente a las ideas de los demás lo que retrasa las decisiones del congreso. Esto evidencia el poder político que tiene el castellano dentro del Perú, ya que los hablantes del quechua son solo una minoria en la poblacion. Es por esta razón que el castellano es indispensable dentro de nuestra sociedad, sobre todo para ejercer un cargo de tanta importancia.

En suma, este cargo requiere de personas que presenten un alto dominio de la lengua oficial y con mayor poder en el Perú, además de una preparación y ciertos méritos académicos.

viernes, septiembre 10, 2010

Supa de letras

A poco más de un año de la publicación de la vergonzosa editorial de Aldo Mariátegui sobre la congresista Hilaria Supa, hay algunas reflexiones de corte social y lingüístico que deberíamos tomar en cuenta. Las lenguas siempre cambian. En la actualidad, muchos hablantes modifican algunas palabras o frases para que el mensaje que llega al receptor sea más rápido y efectivo. Sin embargo, cuando una persona quiere postular para un cargo público en el Estado, se suele considerar que debería dominar la variedad académica del castellano, ya que ello demostraría, supuestamente, la competencia intelectual y laboral del aspirante un funcionario público.

Las lenguas existen no solo como medio de comunicación sino como una forma de interactuar con la realidad. Es decir, la lengua es, además, un medio para construir nuestra relación con el mundo, para simbolizarlo, organizarlo y darle un sentido particular. Censurar una lengua o la variedad de una lengua es mucho más que limitar el habla o la escritura, se trata de un bloqueo contra una forma de vivir la cultura. Los hablantes son los propietarios de las lenguas, no lo es la Real Academia de la Lengua Española ni el más sesudo lingüista ni el profesor de lengua poseedor del último manual de la academia. Los hablantes aprovechan las lenguas de la mejor manera posible para hacerse entender; y las modifican si es necesario. Esto permite que las lenguas evolucionen. Pero no se entienda aquí evolución como mejoría o tránsito hacia una situación superior, sino como simple cambio. Las variedades lingüísticas son producto de las innovaciones realizadas por hablantes en situaciones concretas de comunicación. El uso de estas variedades es normal y no significa, en lo absoluto, que las personas que recurrean a elllas sean , de alguna manera, incompetentes en lo laboral o intelectual. Pensar de esta manera es una actitud no solo conservadora sino también discriminatoria que va en contra de lo que significa la relación entre lengua, cultura y realidad.

El hecho que un ciudadano legítimamente elegido para la representación congresal no domine la variedad estándar de una lengua no compromete su competencia intelectual en asuntos que posiblemente a diario afronta con éxito. Si la variedad estándar o académica es prestigiosa socialmente no lo es por cuestiones intrínsecas, sino porque dentro la sociedad letrada existe un complejo aparato que a nivel institucional ha posicionado esta variedad como la más importante. Desde la escuela, se nos enseña perversamente que el curso de lengua consiste en solo analizar oraciones o en determinar la corrección de una expresión oral o escrita, pero totalmente descontextualizada. Esta tendencia pervive aún en la enseñanza superior, salvo en muy escasas excepciones. No se visualizan las relaciones que la lengua mantiene con la cultura y las prácticas sociales. Por ello, considero que quienes tienen a su cargo la materia de lenguaje o comunicación son, en algún grado, corresponsables de la discriminación lingüística en la medida que sostengan una actitud purista frente al cambio lingüístico.

El caso Supa-Mariátegui fue un ejemplo de cómo la discriminación lingüística se traduce en discriminación sociocultural en nuestro país, lo cual es resultado de la desigualdad que arrastramos desde la Colonia, la que, a su vez, ha sido interiorizada y hasta hoy difícilmente superada. El uso del castellano o la exigencia de su variedad estándar no puede ser un criterio para evaluar la competencia laboral o intelectual de un individuo. Si fuera así, estaríamos avalando la discriminación lingüística y sus implicancias en otros ámbitos como en lo sociocultural. Ello atentaría contra una porción significativa de hablantes dentro de un país caracterizado por ser multilingüe y multicultural. En consecuencia, se produciría una división social entre los que sí pueden y aquellos que no pueden ejercer la representación política simplemente porque no hablan castellano o porque no dominan su variedad formal. Los que sí pueden tendrán exclusivamente como lengua materna el castellano y, por ende, se vería restringida la representación política de las comunidades indígenas, lo que cuestionaría aún más nuestra precaria cultura democrática.

Lo que debería ser tomado muy en cuenta además de los méritos académicos que, por supuesto, son deseables, es el conocimiento que el congresista posee acerca de la realidad de los ciudadanos a los que representa, sobre todo si estos se hallan en un estado de abandono material y en desigualdad de oportunidades frente al resto del país. En ese caso, el conocimiento vivencial aunado al dominio de su idioma sí es determinante para ejercer la representación congresal. Visto de este modo, Hilaria Supa no es ninguna ignorante o inculta: es una mujer cultivada en su propia lengua y que ha testimoniado conocer qué dificultades enfrentan sus representados. Asimismo, el hecho de calificar a alguien como inculto es propio de una mentalidad decimonónica o colonial por decirlo menos. No existen sujetos sin cultura porque la cultura es más que un grado de instrucción o un cúmulo de conocimiento. La ignorancia se manifiesta en aquellos que consideran que nuestra sociedad debe ser unilingüe y monocultural.

Si alguna responsabilidad tenemos los que estamos involcrados con la enseñanza del lenguaje, adicional al logro de competencias, es combatir estos prejuicios tan arraigados en la ciudadanía. Los estudiantes deben enterarse que el curso de Lenguaje no tiene como objetivo solamente analizar oraciones, colocar tildes, puntos y comas, sino, especialmente, y entre otros, reconocer nuestra diversidad como sociedad y como individuos.

viernes, agosto 27, 2010

La cultura en las elecciones municipales / Víctor Vich

En este artículo, Víctor Vich comenta las incidencias de un debateque debía contar con la presencia de los principales candidatos a la alcaldía de Lima para discutir sus propuestas acerca de políticas culturales, un tema que para muchos de ellos, al parecer, carece de importancia. Sin embargo, ello solo demuestra el corto alcance de su experiencia como ciudadanos y como políticos comprometidos con soluciones integrales.

En gesto inédito y de una importancia mayor, la Universidad Científica del Sur convocó ayer a los principales candidatos municipales a que expusieran sus ideas relativas a la implementación de políticas culturales capaces de contribuir al mejor desarrollo de la ciudad. Se trató de una iniciativa que merece destacarse pues es la primera vez que los políticos tocan el tema de la cultura de una manera exclusiva y, sin duda, ello generará un precedente para futuras contiendas electorales. Más allá de las improvisaciones, la falta de conocimiento en estos temas y del desorden en las ideas propuestas, lo cierto es que ahora que se creará un Ministerio de Cultura y que se avecina una nueva campaña presidencial, este nuevo tema ha sido ya puesto sobre la mesa y esperemos que los próximos candidatos lleguen con mejores ideas y propuestas.

La necesidad de construir una ciudadanía más inclusiva fue un punto central del debate y por ahí comenzaron a surgir temas relativos al combate frente al machismo, la homofobia y las prácticas racistas que todavía estructuran buena parte de la vida peruana. Aunque no se escucharon sólidas propuestas al respecto, lo cierto es que comenzaron a barajarse algunas alternativas. Susana Villarán, por ejemplo, propuso construir corredores más dinámicos de circulación cultural entre los distintos distritos de la capital y Lourdes Flores se esforzó por integrar en su plan a las prácticas populares más allá de los gustos de las élites. Ambas se comprometieron a retomar la importante experiencia de los “Munilibros” que Alfonso Barrantes implementara en la década del ochenta. Ojalá cumplan dicha promesa. Fernando Andrade y Humberto Lay no tuvieron mucho que decir y Fernán Altuve optó por no presentarse al debate, dejando plantada a la ciudadanía que se quedó sin escuchar las propuestas de su partido en el ámbito cultural. A pesar de que los organizadores realizaron muchos esfuerzos para contar con su presencia, a último minuto Altuve decidió que habían cosas más importantes que hablar sobre la cultura.

Pero no fue solo dicha anécdota la que trajo un mal sabor a este debate electoral. Cuando a las tres de la tarde llegamos a la Asamblea Nacional de Rectores, los organizadores nos contaron que habían recibido una llamada del PPC (el Partido Popular Cristiano que lidera Lourdes Flores) en la que vetaban la presencia del periodista Pedro Salinas y la mía propia. A Salinas, increíble e injustamente, lo vetaron por haber hecho públicas, hace poco, sus preferencias electorales y a mí no sé por qué razón, pero intuyo que se debió a que hace algunos años escribí un artículo cuestionando la decisión de Lourdes Flores de aceptar volverse una empleada en una de las empresas de Raúl Diez Canseco justo en el momento en que éste se encontraba metido en un escándalo que todos conocemos. En todo caso, y como ayer pudo comprobarse, a los políticos tradicionales no les gusta el pensamiento crítico y no conciben los debates electorales como reuniones fértiles para adquirir nuevas ideas y reformular las suyas propias. A ellos solo les gusta, las sonrisita fácil, el aplauso barato y las cámaras por todos lados. Los medios de comunicación deberían ser más firmes al respecto. Por eso –y por muchas cosas más- es que hoy tenemos que votar por una persona nueva, por una agrupación distinta, y dejar atrás a esos partidos llenos de telarañas, engreimientos inaceptables y prácticas autoritarias que impiden la realización de un abierto y sano debate electoral.

viernes, junio 25, 2010

La izquierda y el debate por la amnistía general

Como cualquier ideología, el socialismo no es un cuerpo homogéneo de ideas. Prueba de ello es que si alguna dificultad no ha superado la izquierda en toda su historia esta es la fragmentación. Por esta razón, no todos los que nos definimos de izquierda creemos en la lucha armada ni en que el poder nace del fusil. Sin embargo, es frecuente encontrarse con afirmaciones generalizantes que no hacen más que contribuir a la desinformación de la opinión pública, pues apelan a una supuesta hermandad ideológica entre todas las tendencias socialistas de lo cual se seguiría que ser de izquierda implicaría, necesariamente, asumir por igual y sin reparos las ideas de Mao Tse Tung, Abimael Guzmán, Karl Marx, Josef Stalin y V.I. Lenin.

La vertiente socialista que llegó a Latinoamérica y concretamente al Perú no fue la del socialismo alemán, francés, inglés y mucho menos la socialdemocracia de los países nórdicos, sino las más radicales de corte leninista, stalinista y maoísta. Es decir, no hubo en el Perú ni en Latinoamérica alternativas ideológicas dentro de la izquierda que pudieran contrarrestar el nocivo pensamiento violentista del leninismo y el maoísmo, como sí sucedió en Europa donde la socialdemocracia, acusada de revisionista, marcó un claro distanciamiento incluso de las tesis de Marx y de sus seguidores quienes estaban convencidos de que el único camino para iniciar el cambio social era una revolución. El APRA, que estaba llamado a convertirse en la izquierda democrática, prefirió el camaleonismo político, revestido de modernidad, antes que defender sus principios fundacionales. Y en general en Latinoamérica la socialdemocracia, salvo los casos de Chile y Uruguay, no tuvo una gravitación determinante sino recientemente en las dos últimas décadas. Pero lo que no sucedió es que dentro de la izquierda peruana y latinoamericana haya existido una corriente de manifiesta oposición al influjo de las tendencias extremistas, sobre todo en los momentos cuando más se los necesitaba.

Yo me considero un socialdemócrata, alguien que prefiere la reforma a la revolución, pues la Historia nos ha demostrado que sacrificar la libertad en aras de la igualdad solo acarrea más injusticia y desigualdad. Por esa misma razón, no creo en soluciones integrales, totales y definitivas, sino en que todo producto humano es perfectible. Contrariamente, el ala dura de la izquierda cometió un gran error al ver en el marxismo el último horizonte político, económico y social, error equiparable al que hace algunos años se le atribuyó a Francis Fukuyama debido a su ingenuo optimismo por declarar el fin de la Historia luego de la caída del comunismo y de la globalización de la democracia liberal. Asimismo, tengo claro que el marxismo tuvo aciertos y grandes desaciertos amplificados por líderes que antepusieron el culto a sí mismos antes que emancipar al hombre que pretendían liberar y por la ausencia de una práctica autocrítica y plural que admita la diferencia.

Sin embargo, cuando se trata de evaluar el accionar humano, coloco lo ético por encima de lo ideológico-político. Es decir, antes que seguir férreamente una convicción política, por más loables o nobles que sean los valores que la impulsaran, prefiero defender la dignidad humana antes que las consignas. Si tengo que concederle la razón a mis adversarios políticos en virtud de lo ético (libertad, solidaridad, justicia, paz, etc.) no dudaría en hacerlo, puesto que siempre procuraré cuestionar incluso mis propias creencias.

Esta introducción me sirve para contextualizar mi postura respecto al rol que la izquierda democrática debe asumir en el Perú frente al extremismo de Sendero Luminoso y sus apólogos. No más silencio cómplice ni subestimación, porque ya antes el silencio y la indiferencia nos han costado muy caro. El debate por la amnistía general debe marcar el inicio de una serie de deliberaciones públicas en las que se demuestre cuánto estamos dispuestos a comprometernos como sociedad con los problemas que aún no hemos solucionado.

En lo que concierne a la reconciliación nacional, pienso de la misma manera. De mi parte, no renuncio a la posibilidad de una reconciliación: la necesitamos, por supuesto, pero una reconciliación fundamentada exclusivamente en el olvido solo serviría como aval de la impunidad, como una afrenta a la memoria de las víctimas, sentaría un nefasto precedente de injusticia ante la historia y, contrariamente a lo que se cree, incrementaría el resentimiento entre los involucrados en el conflicto. La España postfranquista decidió no indagar en el pasado y hoy en día vuelve a actualizarse el fantasma de las tropelías franquistas. El caso de la censura contra el juez Garzón, quien investiga casos de tortura, es un signo de cómo es que desde el poder se obstruye el descubrimiento de la verdad.

El perdón no es patrimonio de los fieles cristianos ni de ninguna religión, sino de todo ser humano que tenga disposición para proseguir su vida sin tener presente siempre el agravio que recibió. No obstante, para que esto ocurra es necesario, insisto, recibir un desagravio que induzca a reconvenir el resentimiento en perdón. Imagine Ud. que el violador de nuestra hija, madre o hermana demande simplemente perdón, que sus familiares marchen y organicen veladas o marchas para su exculpación. Durante los conflictos étnicos en Kosovo, Chechenia, Congo, Sudán, etc. fue una práctica recurrente la violación sistemática de mujeres de la etnia rival. (También ocurrió en nuestro país y las FFAA recurrieron a ello). Frente a esta situación, si el agresor o agresores exhiben muestras claras y contundentes de arrepentimiento, explícitas e indubitables, de pensamiento y acción, de renuncia a los métodos e ideas que practicaban y por las cuales mucha gente inocente perdió la vida, habrá muchas posibilidades para que obtengan el perdón de los deudos. Si no lo hacen y solo en virtud de la reconciliación se exige el perdón, estaremos sembrando más resentimiento. El perdón reviste a quien lo concede y a quien lo pide de una actitud admirable. Si las FFAA, SL y MRTA lo hicieran, ganarían al menos el respeto que hace mucho perdieron de gran parte de la sociedad peruana. Porque para hacerlo se necesitaría mucho coraje; así nomás no se reconocen públicamente errores históricos. Pedir perdón no nos denigra, nos enaltece.

De admitirse la amnistía general para militares y subversivos sentenciados, el mensaje que transmitiremos a las generaciones futuras será que no importa cuan monstruoso sea el crimen si es que existen razones justificadas por un fin. El argumento de las razones políticas, sociales e históricas será utilizado para que otros criminales (lo que ocurrió en Lucanamarca, Tarata, Putis, Barrios Altos, La Cantuta, Los Cabitos, sótanos del SIE y Accomarca fueron crímenes) puedan ampararse en este precedente para volver a demoler el Estado y a la sociedad. Del mismo modo, el argumento de la defensa del Estado y del principio de autoridad será utilizado para validar prácticas intimidatorias y represivas contra reclamos legítimos.

Si el movimiento por la Amnistía General tiene como estrategia congraciarse indirectamente con los criminales de las FFAA no tienen la menor idea de lo que están haciendo: están cimentando el camino para el retorno del fujimorismo y, posteriormente, el tercer gobierno de García. Siguiendo el razonamiento de Crespo, Fajardo y Mego, Fujimori también sería amnistiado. Posiblemente, no se den cuenta de la verdadera dimensión de su solicitud, pero en este momento los representantes del movimiento por la amnistía podrían estrechar la mano de Rafael Rey, Luis Giampietri, Ántero Flores-Aráoz, Lourdes Alcorta, Edgar Núñez y Juan Luis Cipriani y confundirse en un denodado y fraternal abrazo, porque están brindando a los sectores más reaccionarios del país la oportunidad de colocar en agenda una amnistía para militares involucrados en violación de derechos humanos.

Finalmente, el argumento de las razones políticas para explicar las consecuencias mortales de la revolución armada se asemeja al de la demencia temporal que arguyen muchos asesinos pasionales. Las razones políticas que inspiraron el accionar revolucionario por supuesto que eran muy nobles y altruistas: un cambio radical en un país de históricas desigualdades. Pero ¿acaso no contemplaron que aunque racional y necesaria ninguna ideología puede atribuirse el derecho de conculcar la libertad de expresión, autonomía y crítica? ¿Qué clase de revolución popular era esa que asesinaba a población civil indefensa y cuyos seguidores ahora exhiben como argumento una razón política? ¿Fue políticamente razonable colocar bombas en la ciudad? ¿Fueron Barrios Altos y la Cantuta acciones en defensa del Estado y de la democracia? No lo creo.

La izquierda democrática debe adoptar un rol protagónico en el debate sobre la amnistía general y los procedimientos para fortalecer el proceso de reconciliación nacional. Y debe hacerlo con claridad y determinación. Solo de esta manera podrá sintonizar nuevamente con la opinión pública, particularmente con aquel sector de la población al que, deliberada o inconcientemente, defraudó durante muchos años. Ya no es momento de demostrar cuánto saben, sino cuánto pueden hacer.

martes, junio 22, 2010

Debate frustrado en San Marcos

Alberto Adrianzén y Carlos Tapia en San Marcos luego de que se suspendiera el debate acerca de la Amnistía General para militares y sentenciados por terrorismo. Por ahora solamente las fotos. Luego comentaré las incidencias.






Estudiantes y Dr. Zenón de Paz pifian a representantes del Movimiento por la Amnistía General



Carlos Tapia y Alberto Adrianzén ante los medios en San Marcos

domingo, junio 20, 2010

¿Amnistía sin arrepentimiento?

Debate en torno a la amnistía general

Hoy domingo, día del Padre, recibí un correo masivo del Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales en el que sus principales dirigentes comunicaban a la opinión pública su decisión de participar en un debate acerca de la "Amnistía General para civiles, militares y policías en el Perú". Seguidamente, transcribo el cuerpo del mensaje para que los lectores contextualicen lo mejor posible mi postura.

El “Movimiento Por Amnistía y Derechos Fundamentales”, nueva organización política de izquierda constituida al amparo del artículo 35º de la Constitución Política del Perú, se dirige a la opinión pública en general y a nuestro querido pueblo en particular para comunicar lo siguiente:

1.- Que, como es de público conocimiento y difundido en el programa “Prensa Libre” de TV Canal 4 el jueves último y reiterado el día de hoy en el Diario “La República”; el Señor Carlos Tapia, vocero del Partido Nacionalista, ha propuesto al Dr. Manuel Fajardo y Dr. Alfredo Crespo, Secretario General y Sub- Secretario respectivamente, de nuestro Movimiento, a sostener un debate público sobre la “Amnistía General” que constituye uno de los puntos fundamentales de nuestra propuesta programática.

2.- Que, asimismo el Señor Carlos Tapia ha fijado dicho debate para el día martes 22 del mes en curso a las 11am. En la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de San Marcos.

3.- Que, siendo interés nuestro dar a conocer y confrontar en forma alturada>los fundamentos que sustentan nuestra propuesta de “Amnistía General” para civiles, militares y policías en el Perú; HEMOS ACORDADO CONCURRIR AL DEBATE PROPUESTO, oportunidad en la que por nuestra parte estarán presentes nuestros representantes en mención y el compañero Juan Carlos Ríos, miembro de nuestro Comité Directivo.

4.- Por otro lado, informamos que el día de hoy nos hemos comunicado telefónicamente con el Sr. Carlos Tapia comunicándole nuestra aceptación al debate propuesto, quien nos ha manifestado que él participará acompañado del Señor Alberto Adrianzén y la Señora Isabel Coral.
Lima, 19 de junio de 2010

MOVIMIENTO POR AMNISTIA Y DERECHOS FUNDAMENTALES


El referido mensaje es firmado por Alfredo Crespo y Manuel Fajardo, subsecretario y secretario respectivamente del movimiento.

A la luz de lo sucedido hace poco en San Marcos, donde hubo una manifestación a favor de la liberación de presos por terrorismo entre ellos de Abimael Guzmán; y, además, de las infelices amenazas de nuestro presidente Alan García, quien advirtió que no pedirá permiso a nadie para ingresar a San Marcos; y de la predecible secuela de opiniones en los medios, desde las más alarmistas hasta las más moderadas, la convocatoria a un debate público acerca de la amnistía en el cual alturadamente se intercambien argumentos frente a la opinión pública (y dadas las circunstancias que ello ocurra en San Marcos es mucho más significativo aún) me parece la más acertada propuesta dentro de todos los pronunciamientos que he conocido luego de lo acontecido en la facultad de Ciencias Sociales en San Marcos. Porque para contrarrestar un discurso totalitario y violentista (o a sus seguidores que es lo mismo porque la ideas toman cuerpo de acciones mediante individuos concretos) se debe confrontarlo directamente y sin medias tintas y sobre todo con convicciones e ideas claras.

El combate ideológico

En este debate, considero que más que lo ideológico-político debería primar lo ético. No podemos dejar que ciertas ideas cobren cuerpo otra vez debido a la indiferencia de los intelectuales, políticos o de la opinión pública. Mirar hacia otro lado ya nos costó muy caro como para no haber aprendido la lección. Si algún compromiso ético es insoslayable, en estas circunstancias, este es el de la solidaridad, entendida no solo como un gesto simbólico de apoyo moral a una causa noble, sino como activa participación en las cuestiones que atañen a toda la ciudadanía. Si el debate convocado por Carlos Tapia, actual vocero del Partido Nacionalista, se reduce a un mero intercambio de pareceres ideológicos, se habrá perdido una gran oportunidad para vencer a quienes mediante la fachada de la participación democrática exigen los derechos que sus defendidos no tuvieron dudas en conculcar, frente a lo cual no todos han demostrado un arrepentimiento transparente. Sin embargo, me complace saber que Carlos Tapia, Nicolás Lynch y Alberto Adrianzén hayan decidido asumir una postura inteligente, pues no se puede dejar una discusión de esta naturaleza al simple análisis político de una columna periodística: hay que enfrentar al autoritarismo violentista en su propio reducto y más que persuadir a los que reclaman la amnistía del despropósito de su propuesta, considero que se debe buscar persuadir a la opinión pública a través de un ejercicio transparente de pedagogía política.

No obstante, lo ideológico será un aspecto muy importante en el debate porque será la primera vez que la izquierda democrática marque públicamente su distancia del extremismo radical del marxismo-leninismo-maoísmo. Es una oportunidad que los que creemos en el socialismo democrático no podemos desperdiciar, pues la dubitaciones que hicieron presa de la izquierda durante los años 80 y 90 respecto a su relación con el PCP-SL y el MRTA permitieron que la opinión pública identifique, comprensiblemente, la demencia terrorista con las propuestas de la izquierda o, peor aún, que se asuma a la izquierda como un bloque homogéneo sin matices ni grados de visible diferencia. Si Tapia y Adrianzén logran salir airosos del debate, no solo habrá ganado la izquierda democrática, sino también la democracia basada en la participación ciudadana y en el contraste de ideas. De mi parte, anticipo que ambos pulverizarán de un plumazo los argumentos de los abogados del terror, la impunidad y la necedad política. "Hoy sí es posible debatir con Sendero Luminoso", apunta Tapia; es cierto, ¿tendrá el fujimorismo propuestas concretas más allá que bailar "Thriller"? ¿Lourdes se conformará con lucir como la niña buena del salón? Al menos del partido de Ollanta Humala les acaba de sacar la delantera y posiblemente capitalice con creces su confrontación contra los defensores de Sendero Luminoso.

Antes del perdón

Quisiera saber cómo los integrantes del Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales podrían persuadir a los deudos perdieron a sus seres queridos o, en el caso de los que buscan amnistía para los militares, de que se amnistíe a presos de Sendero Luminoso o MRTA sentenciados que purgan condena o a oficiales que asesinaron a inocentes. No se puede amnistiar a criminales. Todos aquellos que nos opusimos a la amnistía para el grupo Colina no podríamos avalar de ninguna manera que se extiende algo semejante para otros criminales. La violencia armada venga de donde venga, merece todo mi repudio, así como también la vergonzosa pretensión de amnistiar a criminales. Exigir sentencia a quienes llevan mucho tiempo encarcelados, es otra discusión y si fuera consultado al respecto, exigiría que se aplique la ley y se libere a presos sin sentencia. Pero la amnistía no se puede confundir con la impunidad.

El punto de partida para la reconciliación nacional debe ser el reconocimiento explícito y sin ambages de las responsabilidades del Estado, FFAA, Sendero Luminoso, MRTA, rondas campesinas y otros agentes que por acción u omisión contribuyeron a intensificar la violencia o entorpecieron el descubrimiento de la verdad. Solo será posible perdonar en la medida que el agresor demuestre una evidente voluntad de arrepentimiento y pida disculpas a los agraviados. Esto va tanto para el PCP-SL, MRTA y FFAA. Y ello debería ser realizado por todos aquellos que tienen las manos manchadas de sangre. De lo contrario, ¿cómo puedo siquiera pensar la posibilidad de perdonar si es que mi agresor solo exige perdón pero no demuestra arrepentimiento por su falta? Conceder esta amnistía sin la condición antes mencionada constituiría una afrenta histórica contra la memoria de las víctimas de la violencia política. Espero que el movimiento al que representan Alfredo Crespo y Manuel Fajardo tenga contemplada esta posibilidad antes de exponer sus argumentos a favor de una amnistía que, al parecer, la entienden como perdón y olvido.


Carlos Tapia convoca debate contra los defensores de Sendero

viernes, junio 11, 2010

Lerner, Rey y la CVR

Los estudiantes opinan

La generación de los 80 y 90's tiene fresco el recuerdo de lo que significó para gran parte de la población la violencia política, la inflación y la corrupción generalizada de los funcionarios del Estado. Sin embargo, existe la creencia generalizada que los jóvenes de hoy, posterrorismo, postinflación y postfujimorato, carecen de la sensibilidad y de la disposición para analizar estos acontecimientos. Los artículos que serán publicados en los días siguientes giran en torno al impacto que generó, y sigue generando, el Informe Final de la CVR, puntualmente, acerca del rol que desempeñaron las FFAA durante el conflicto armado interno. Más allá de construir una memoria oficial o de captar la adhesión de un discurso políticamente correcto, el propósito es dar cuenta de las distintas visiones que desde el presente se tiene sobre una época que no deberíamos olvidar.

Por Daniel Kleffmann

El Perú es testigo de la magnitud que puede adquirir el terrorismo nacional. El miedo y suspenso que generó aún está muy presente en el recuerdo de las generaciones que lo vivenciaron. Los menores no lo recordamos porque ocurrió hace mucho, cuando aún éramos muy jóvenes. Para que los mayores nunca olviden y los menores aprendamos, fue que se organizó la Comisión de la Verdad y Reconciliación, un proyecto para revelar la verdad acerca del terrorismo peruano. Su resultado destapó hechos que generaron una polémica que se discute hasta el día de hoy.

Salomón Lerner presidió la CVR y en el discurso de entrega del Informe Final insistió en "no escamotear a nuestros compatriotas ni una pizca de la historia que tienen derecho de conocer". Sobre el particular, Rafael Rey, ministro de Defensa, considera que el IF CVR cometió una falta de respeto hacia las FFAA cuando se valora su desempeño en la lucha contra el terrorismo. Rey opina que, aunque todavía se registran atentados terroristas en la actualidad, la CVR culpa a las FFAA, siendo esta la única institución que valientemente combatió el terrorismo. Esta comisión se fundó para revelar la verdad acerca del terrorismo y su reporte final acusa al Ejército de actos indebidos que, según Rafael Rey, son falsos. Por la forma de presentación y el tipo de acusaciones, la validez de la CVR se ve comprometida con una notoria subjetividad de sus integrantes lo que da como resultado un discurso parcializado. Lerner, en su defensa, suele aclarar que el informe revela lo que se encontró sobre la base de investigaciones y testimonios. De esta manera, la CVR ha expuesto evidencias irrefutables.

Según Salomón Lerner, la CVR reveló un doble escándalo. No solo ha destapado acciones terroristas, sino que responsabilizó al ejército de algunas masacres. La tortura y la represión contra población indefensa no hizo más que intensificar la violencia. La crítica de los ex comandantes generales de las FFAA fue que no se denunció con la misma intensidad a ningún a los terrorista. Rey, por otro lado, opina que la responsabilidad radicó en el gobierno de Belaúnde que no intervino oportunamente para combatir el terror. El título "PCP-SL" (Partido Comunista Peruano - Sendero Luminoso), a decir de Rey, le habría otorgado autoridad a este grupo frente aquellos que desconocían la situación política del país, además de facilitar el reclutamiento de una una enorme cantidad de guerrilleros, haciéndolos creer que integraban un partido político y no una organización terrorista.

En conclusión, vemos un conflicto de relevancia para la historia peruana. Pero es muy posible, que nunca se vaya a llegar a un acuerdo, porque, como vemos, ya van más de seis años debatiéndolo. Yo considero que ambos tienen la razón, pero sí coincido con el pensamiento que la prioridad está en eliminar al terrorismo y luego ya podremos lidiar con nuestras FF.AA y su indebido comportamiento.

miércoles, mayo 26, 2010

El pensamiento político y la teoría de la novela de Mario Vargas Llosa


















A cargo de Carlos Arturo Caballero Medina

Fecha: Del 10 de junio al 16 de julio
Hora: Jueves de 6.30 a 9:00 p.m.

La trascendencia de Mario Vargas Llosa dentro del panorama intelectual contemporáneo no se circunscribe exclusivamente a su producción literaria ficcional. La crítica literaria y el ensayo de investigación, el reportaje periodístico y los artículos de opinión constituyen una parte muy importante de su obra, puesto que han mantenido las ideas del autor en permanente contacto con la comunidad académica política y literaria, así como con el gran público en general que no era necesariamente el mismo que frecuentaba sus novelas o piezas teatrales.

Se desentrañarán los fundamentos ideológicos que sustentan el pensamiento político de Mario Vargas Llosa y, paralelamente, someterlos a crítica. Para cumplir dicho fin, se ha convenido discutir las nociones de cultura y libertad en los textos de Mario Vargas Llosa.

Perfil: Carlos Caballero Medina

Licenciado en Literatura y Lingüística, Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Ha dirigido la revista de literatura Náufrago (2004) y dirige la revista de investigación Letras del Sur. También, ha publicado ensayos de investigación en revistas académicas locales y en el extranjero vinculados a la obra de Mario Vargas Llosa. Además administra los blogs Letras del Sur y Náufrago digital en los cuales aborda temas sobre cultura y política. Actualmente, ejerce la docencia universitaria en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y en la Universidad César Vallejo.

Dirigido a todo público

S/. 180.00 público en general

S/. 100.00 estudiantes

Informes

UNIVERSIDAD ANTONIO RUIZ DE MONTOYA

424-5322 opción 3
extension@uarm.edu.pe
Av. Paso de los Andes 970 Pueblo Libre
http://www.uarm.edu.pe/extensionuniversitaria

sábado, mayo 22, 2010

¿Qué son los estudios culturales?


Conversatorio en el CCPNA de Arequipa

Por Arturo Caballero Medina

El viernes 14 de mayo, el Dr. Víctor Vich, profesor de la Maestría de Estudios Culturales de la Pontificia Universidad Católica, ofreció una charla acerca de los estudios culturales en el CCPNA de Arequipa. Lo peculiar de esta presentación fue que se brindó en un marco en el cual se expuso el tema con mucha espontaneidad y sin el protocolo de una conferencia académica, pero con un estilo ameno y con la claridad necesaria para comprender los estudios culturales a través de un panorama sucinto acerca de su origen, características y recepción en el ámbito intelectual.

Volver a pensar la totalidad

Vich inició su presentación puntualizando una idea que considera central para comprender los estudios culturales: la interdisciplinariedad. "Eso significa una crítica al pensamiento moderno que segmentó el conocimiento, que lo atrincheró y lo cerró: ¡si tú eres de literatura no se te ocurra citar a Heidegger porque los filósofos van a decir "¿y este por qué si nos es filósofo?". El conocimiento se convirtió en propiedad privada de las disciplinas en donde uno ya no tiene derechos a opinar... Los estudios culturales surgen como una reacción contra esta fragmentación". Es posible reconocer la importancia de la interdisciplinariedad en la medida que resulta difícil ignorar la influencia y el aporte de diversas disciplinas, como la historia, la lingüística o la antropología para analizar, por ejemplo, las novelas de José María Arguedas. De este modo, nos damos cuenta de que la crítica literaria no puede prescindir de la historia porque para el análisis y la interpretación de textos literarios es muy importante historizar el discurso literario, es decir, contextualizarlo. De manera similar, lo que sucede a nivel de las disciplinas ocurre también con los individuos que se dedican a la investigación académica. El saber interdisciplinario no es una propuesta que se haya desarrollado recientemente, sino que, a través de la historia, lo que ha sucedido es que la modernidad segmentó el conocimiento humano que, en principio, se concebía como una totalidad en la que las diferentes especialidades se veían entre sí como complementarias y afines. Esta fragmentación del saber derivó en la consolidación de conocimientos superespecializados, los cuales transmitieron la creencia de que un sujeto capacitado en un determinado saber no debía invadir otros espacios si antes haberse capacitado en dicha materia. En otras palabras, se consolidó la creencia que exclusivamente los filósofos se encontraban más acreditados para manifestarse en cuestiones de Filosofía que los historiadores, literatos, sociólogos, etc. Esta afirmación es cuestionada por la interdisciplinariedad de los estudios culturales, pues se asume que las diversas disciplinas poseen un vínculo innegable que permite a un investigador recurrir a un repertorio variado de posibilidades de análisis e interpretación, sin prescindir, por supuesto, de la rigurosidad académica.

La parcialización del saber de las diversas disciplinas, acentuada desde el siglo XIX y reforzada durante el XX, fue colocada en entredicho por algunos intelectuales ingleses que provenían del marxismo ortodoxo, entre los que destacaban Raymond Williams, Stuart Hall y otros intelectuales pertenecientes a la llamada Escuela de Birmingham, en cuya universidad se suele afirmar que nacieron los EECC, que, al principio, representaba a un grupo de investigadores disidentes del marxismo ortodoxo quienes vieron la necesidad de releer a Marx tomando distancia de él y aplicando el marxismo en otros campos del conocimiento humano como la cultura de masas y no solo la economía o la historia.

La realidad es siempre un discurso. Por un lado, las ciencias sociales han reconocido el carácter discursivo de la realidad , que no tenemos acceso a la realidad fuera del discurso; y, por otro lado, las humanidades han reconocido que necesitan pensar los actores, los procesos sociales y las ideologías. Desde esta perspectiva, la interdisciplinariedad adquiere sentido porque se toma conciencia de que el lenguaje intermedia nuestra relación con la realidad y, por ello, sin importar cuál sea nuestra particular disciplina, ningún investigador debería soslayar el hecho que el lenguaje es la herramienta con la cual se construye la realidad y que todas las disciplinas comparten un mismo material de enunciación: el discurso.

Una segunda idea a tomar en cuenta es que los estudios culturales aportan un nuevo objeto de estudio a los enfoques tradicionales de investigación. Sin embargo, en contra de la extendida creencia de que los estudios culturales pretenderían equiparar la cultura de masas con la alta cultura, Vich aclaró que no se trata de equiparar, suplantar o anteponer a la cultura popular o cultura de masas frente a lo que se considera como alta cultura, sino de agregar un objeto de estudio más a los ya existentes, pues históricamente, se ha ignorado la importancia de la cultura de masas, sobre todos desde los espacios académicos. En este sentido, los estudios culturales constituyen un esfuerzo por descentralizar los objetos de estudios concebidos en entornos académicos tradicionales.

Otro aspecto importante que permite comprender lo que son los estudios culturales es la noción de poder. De esta perspectiva, se busca comprender las dinámicas del poder y cómo actúan en la sociedad, por ejemplo, en la cultura. La cultura es asumida como un espacio en el que se libran luchas por la hegemonía, adoptando el sentido que Gramsci le otorgó a este término. La fragmentación, la desigualdad, las diferencias, los imaginarios, los estereotipos, etc. son productos del ejercicio del poder que permite la inclusión de unos y la exclusión de otros. En lo que refiere a la industria cultural, desde esta se generan representaciones socioculturales que no son ajenas al poder de ciertos grupos que poseen intereses particulares.

Finalmente, los estudios culturales se caracterizan porque buscan una articulación entre lo académico y lo político, es decir, una articulación entre ambos espacios.
“Los estudios culturales son, en última instancia, un proyecto que quiere reconstruir el vínculo entre la universidad y la vida política. La universidad ha estado como muy cerrada en sí misma y los productos académicos que produce la universidad solo son leídos por la comunidad académica. ¿Cuál es la misión de la universidad frente a la sociedad? Los estudios culturales apuestan firmemente porque el conocimiento que se produce en la universidad tiene que salir de la universidad tiene que influir en los movimientos sociales en los partidos políticos y en el Estado".
En este sentido, se trata de una invocación a la deliberación política desde la universidad, pues, en las últimas décadas, se ha observado cierto repliegue de los intelectuales a participar en política. Por ello, no resulta extraño que muchos investigadores dedicados a la publicación de sus trabajos alternen la actividad académica con el activismo político o social.

Sin embargo, al igual que toda corriente del pensamiento, los estudios culturales no han estado exentos de críticas, sobre todo de parte los sectores académicos más conservadores y tradicionales. Frecuentemente, se critica su falta de metodología y de rigor académico al abordar objetos de estudio que forman parte de la tradición de una determinada disciplina; el no poseer un objeto de estudio delimitado; y como consecuencia de todo lo anterior, calificar de superficiales a dichas investigaciones. A pesar de estas críticas, los estudios culturales apuestan por la interdisciplinariedad en la medida que los objetos de estudio reclaman una particular teoría cultural o herramientas metodológicas específicas. Ya no conciben como antes que basta poseer una teoría para aplicarla a los objetos de estudio, sino reconocer las particularidades de los productos culturales y recurrir a la "caja de herramientas" que representan los estudios culturales para elaborar una explicación. El psicoanálisis puede ser revelador para comprender el proceso creador en el artista; sin embargo, también es posible aplicarlo para explicar el discurso publicitario.

En suma, interdisciplinariedad, poder, cultura de masas y articulación entre lo académico y lo político son algunas de las principales características de los estudios culturales, corriente del pensamiento contemporáneo que a inicios de los sesenta y durante buena parte de los ochenta tuvo una gran acogida en el mundo intelectual a la vez que despertó la reticencia en la comunidad académica. No obstante ello, no es posible soslayar la influencia determinante que los estudios culturales han ejercido en la renovación de las investigaciones en ciencias sociales y humanidades.

Enlaces de interés

miércoles, abril 21, 2010

¿Existen los vicios idiomáticos?




Ideología y poder en el lenguaje formal


I

Cierta vez, durante una conversación con colegas de la Facultad de Ingeniería en una universidad donde laboraba, intercambiábamos ideas acerca de la importancia de los cursos de formación básica o general. Lo hacíamos a propósito de la tendencia actual en varias universidades, las cuales priorizan la formación especializada ofreciendo a sus alumnos la posibilidad de iniciar su carrera desde el primer día de clases. En medio de la conversación, surgió el tema de la importancia de cursos como Lenguaje, Ética o Historia para estudiantes de ingeniería, arquitectura, medicina entre otros. La postura de mis colegas estaba muy clara: para todos ellos, al menos, Lenguaje resultaba el curso más útil, puesto que “un estudiante universitario y futuro profesional no puede incurrir en faltas ortográficas”. Si alguno de ellos tuviera a su cargo la dirección de los cursos de estudios generales, posiblemente el de Lenguaje sería el único que sobreviviría; sin embargo, ese al menos lejos de ser un incentivo me parece un premio consuelo que no me gustaría ganar, ya que considero que la competencia lingüística es mucho más que un par tildes o puntos y comas bien puestos.



Desde que entramos en contacto con el lenguaje, es decir, desde el momento en que el ser humano desarrolla aquellas capacidades psicobiológicas innatas que lo predisponen a adquirir una lengua, nos encontramos expuestos a una serie de normas que pareciera estuvieran diseñadas no para facilitar la espontaneidad del hablante, sino para limitar sus facultades creativas y, a veces, aplicar una sanción de tipo sociocultural a quienes no se ajustan a sus reglas, puesto que la incorporación satisfactoria de dichas normas, tanto a nivel del habla como de la escritura en las prácticas cotidianas de la escritura fortalecen el prestigio social del hablante o del grupo social que utiliza un determinado registro o variedad lingüística. En este sentido, las instituciones sociales desempeñan un papel fundamental en la consolidación del prestigio social de una lengua, así como de sus variantes, las cuales dependen de diferentes ejes (diatópico, diastrático, diacrónico, etc.) En esta disertación, me interesa reflexionar acerca de cuáles son los discursos subyacentes a esa visión del estudio del lenguaje y de la Lingüística como una disciplina prescriptiva más que descriptiva, es decir, intentaré dilucidar cuál es el trasfondo ideológico de esta concepción de la lengua y de los estudios lingüísticos. Para ello, he previsto responder algunas preguntas que orientarán mi exposición: ¿es la lengua solo un medio de comunicación? ¿por qué la variedad formal es más prestigiosa? ¿debe claudicar la normativa ante la realidad del hablante? y las más importante ¿existen en verdad vicios idiomáticos? Para efectos de una mayor concreción, el caso Supa-Mariátegui será de utilidad para elucidar mi postura.

II

Lenguaje y cultura

Es frecuente hallar en los textos escolares, e incluso en los manuales introductorios de nivel universitario, algunas definiciones de lenguaje que merecen ser comentadas. Las más usuales son las instrumentales, es decir, aquellas que conciben al lenguaje solo como un medio de comunicación; luego, las descriptivas o estructurales, en las que se alude a sus elementos constitutivos (signo, significante, significado, etc.); también, las diferenciales, que asumen el lenguaje como una facultad exclusivamente humana y representativa de los procesos cognitivos superiores del ser humano; y posiblemente en menor grado, las integrales, que no niegan las anteriores, sino que las incorporan, pero añadiendo un eje transversal a todas ellas: el vínculo entre lenguaje y cultura.

Sobre el particular, un estudio realizado por el University College London (UCL), cuyos resultados han aparecido publicados el 2008 en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS) señala que la evolución del lenguaje humano tiene su origen en la cultura y no en la genética . La mencionada investigación demuestra que, aunque nuestra especie posee una predisposición genética al lenguaje, este evoluciona mucho más rápido que nuestros genes, lo que sugiere que el lenguaje es producido y dirigido sobretodo por la cultura y no por la biología. En consecuencia, el lenguaje sería un sistema evolucionado culturalmente y no un producto de la adaptación biológica. Las conclusiones de esta investigación refutan parcialmente la teoría innatista de Noam Chomsky, quien sostenía que el lenguaje poseía una predeterminación biológica. De otro lado, Edgard Saphir y Benjamin Lee Whorf sostienen que “el lenguaje es el principal responsable de la construcción social. Para estos autores, no existe el mundo social sin el lenguaje. De esta forma, toda construcción debe ser nombrada y aprehendida, por tanto no puede ser comprendida si no está inmersa en la lengua .” (Saphir, 1941: 80. Lee Whorf, 1971: 245 citados por Korstanje: 2003).

Las conclusiones del referido estudio aportan argumentos categóricos a favor de la noción culturalista del lenguaje, la cual, como mencioné anteriormente, no descarta totalmente las definiciones precedentes, sino que las enmarca dentro de una concepción mucho mayor acerca del ser humano y de sus facultades. “La cultura y la lengua son elementos fundamentales de nuestra realidad nacional. Si algo es la columna vertebral de nuestro pueblo, es la lengua” pues “la lengua es el instrumento a través del cual se transmiten los valores humanos, las tradiciones históricas y nuestra forma de ser .” De esta manera, tenemos que el lenguaje y la lengua no son solo medios de comunicación, sino, además y sobretodo, formas de construir una cosmovisión particular y colectiva acerca de la realidad circundante. En otras palabras, una lengua es la forma en que un pueblo percibe y organiza la realidad.

Sin embargo, si alguna de las definiciones presentadas al inicio ha resultado notablemente restrictiva y, por ello, ha perjudicado la comprensión de la verdadera dimensión del lenguaje, la lengua y la Lingüística, esa es la que define al lenguaje o la lengua solo como un medio de comunicación “entre los seres humanos por medio de los signos orales y escritos que poseen un significado”. Esta noción instrumental del lenguaje es responsable, por ejemplo, en primer lugar, de que en muchas facultades de las universidades de nuestro país las autoridades, docentes y alumnos, tanto de la especialidad como de otras carreras, continúen creyendo que los cursos de Lenguaje, Lengua, Comunicación son materias de “relleno”, en virtud de lo cual se disminuye la carga lectiva de esta materia en aras de una supuesta mayor especialización en el conocimiento de los alumnos. Por supuesto, no es el caso de nuestra institución, pero es necesario recordar que se trata de una idea aún muy arraigada en aquellas instituciones de educación superior que poseen solo una visión pragmatista del conocimiento. En segundo lugar, también ha influido en difundir la idea generalizada de que la competencia lingüística es solo una responsabilidad de aquellos que estudian carreras afines a las letras o humanidades y no, por ejemplo, a las ciencias médicas, ingenierías y ciencias sociales. En consecuencia, la natural transversalidad del estudio del lenguaje, cuyos vínculos con la comprensión de la realidad acabamos de mencionar, cede lugar a una atomización de su estudio, de manera que, a lo sumo, se valora el hecho de que la correcta expresión verbal u oral en la variedad formal y la puesta en práctica de la normativa (tildación, puntuación, ortografía) son evidencias suficientes que demuestran la competencia lingüística de un estudiante o profesional.

La solidez y pertinencia en los contenidos de un texto, la organización textual, la jerarquía de ideas, estructurar oraciones inteligibles y usar un léxico preciso, cuidar la ortografía y usar correctamente los signos de puntuación son condiciones deseables, importantes y necesarias, pero no suficientes como para asegurar que los usuarios del lenguaje, los hablantes, han adquirido la competencia lingüística: ser lingüísticamente competente implica, también, tener conciencia de que la importancia de una lengua es indesligable de su relación con la cultura, de los prejuicios socioculturales que acompañan el uso prestigioso de determinadas variedades de una lengua o de una jerga académica especializada, de las prácticas intimidatorias contra algunas lenguas, ejecutadas según políticas lingüísticas excluyentes y abiertamente sesgadas a favor de una lengua y, por lo tanto, de una cultura hegemónica. El análisis del caso Supa-Mariátegui nos ayudará a aterrizar estas ideas en la realidad.


III

Lengua y sociedad

¿En qué radica el prestigio social de una lengua o de una de sus variedades? Las evidencias cotidianas nos aproximan a una respuesta: el prestigio social de una lengua y el reconocimiento social otorgado al hablante que la utiliza depende de grado de asimilación de la norma que regula su variante estándar. Ello no podría ser posible si es que no existiera un poder político institucionalmente organizado que reforzara modelos sociolingüísticos deseables para una comunidad de hablantes.


Analicemos el primer aspecto: el grado de asimilación de la norma estándar. Si consideramos posible para el hablante “ascender” de nivel sociocultural mediante el uso de cierto registro lingüístico, será entonces la variante culta o formal la que lo investirá de prestigio y reconocimiento social. Este valor agregado sobre el hablante a partir de la lengua o variedad de lengua que utiliza es reforzado, acreditado y defendido por ciertas instituciones sociales que asumen la función de prescribir lo que es correcto o incorrecto en el uso lingüístico. Por consiguiente, aquellos que no utilizan esta variedad prestigiosa son calificados como usuarios poco competentes lingüísticamente hablando.

Mis preguntas al respecto son ¿realmente se puede ser lingüísticamente incompetente? y ¿quién decide, y desde dónde, la incompetencia de un hablante? En relación a lo primero, estoy convencido de que no existen hablantes incompetentes en lo lingüístico, pues ello equivaldría a afirmar que los terremotos son malvados, los huracanes perversos o los tiburones unos criminales despiadados. Y ello porque desde el instante en que nos convertimos en usuarios del lenguaje nos apropiamos de él y de inmediato se inicia nuestro encuentro con la realidad, o más bien se inicia nuestro proceso de construcción, co-construcción y reconstrucción de la realidad. En ella intervienen otros hablantes y contextos que constantemente resignifican nuestras experiencias comunicativas. Nuestra apropiación del lenguaje es intersubjetiva, porque se enriquece de la relación entre “nosotros y los otros”, como diría Tzvetan Todorov . No puede ser incompetente en lo lingüístico un hablante que se apropia del lenguaje y construye una imagen del mundo producto de sus relaciones intersubjetivas e intercontextuales.

Sin embargo, aquella idea ha calado tanto en la mentalidad de los hablantes que con total desparpajo hay quienes como Aldo Mariátegui, director del diario Correo, sostienen que un ciudadano que no puede redactar un texto de acuerdo a la normativa estándar está incapacitado para ejercer un cargo público como la representación congresal, ya que ello sería una prueba fehaciente de su escaso nivel intelectual . En este caso, bajo el argumento de la incompetencia lingüística (la dificultad para redactar un texto formal acorde a la normativa estándar y al castellano costeño) se deduce que la congresista Hilaria Supa carece de las facultades cognitivas necesarias para ejercer un cargo público, lo cual la convertiría en un sujeto inelegible para representar a su comunidad. Si aceptáramos sin reparos la definición de lenguaje solo como un medio de comunicación, la superioridad de la variedad culta, formal o estándar y el prestigio del castellano de la costa, estaríamos obligados a darle la razón a Aldo Mariátegui porque de lo contrario seríamos inconsecuentes con esta lógica perversa de las jerarquías entre los ejes de variación.

No obstante, darle la razón a Aldo Mariátegui implicaría aceptar que la variante particular de una lengua, en este caso el castellano de la costa, es superior al castellano andino solo porque el centro de poder social, cultural, lingüístico, político, geográfico y económico se halla en Lima y no en la periferia provinciana y, por ende, que todos aquellos que no hayan asimilado dicha variedad —sin importar los factores que expliquen esta dificultad— estarán imposibilitados de representar a su comunidad, pese a que la voluntad de la mayoría los respalde. Esta sería la postura que tendríamos que asumir si es que juzgáramos la competencia lingüística de una hablante como Hilaria Supa bajo los criterios de la normativa estándar o culta, pues, siguiendo esta línea, sus textos están plagados de vicios idiomáticos.

Veamos a continuación cómo el prestigio social de una variedad de lengua, aunado a la prestigio de un sujeto, reconocido dentro de la comunidad académica y del imaginario colectivo como un pensador o intelectual, reviste su discurso con un aura de originalidad. ¿Acaso algún lingüista, crítico literario u otro especialista ha calificado como vicios idiomáticos a las licencias ortográficas que Manuel González Prada se tomó para reemplazar la g por la j o contraer la d cuando la secunda una vocal tal como ocurre en el francés? Ninguno lo ha hecho hasta donde tengo entendido y dudo que alguien con serias pretensiones académicas pudiera tener éxito en esta pretensión. Sobre la prosa de González Prada se ha dicho mucho: rebelde, innovadora, subversiva, ácida, y a lo sumo, excéntrica, pero de ninguna manera viciosa, degradante para el castellano, y mucho menos se ha imputado al autor de Pájinas libres alguna deficiencia de tipo intelectual o psicológica.

El sujeto enunciador y el lugar de enunciación tienen mucho que ver, además del contexto, en la recepción social del discurso. No es lo mismo que Aldo Mariátegui cometa varios errores en la construcción gramatical de sus oraciones que si Hilaria Supa incurre en ellos: ambos errores no pesan igual para la opinión pública y no se miden con la misma vara. A la congresista Supa se le atribuyó incapacidad intelectual para ejercer la representación política sobre la base de su dificultad para escribir un texto de acuerdo a la normativa estándar del castellano costeño. No voy a deternerme en los argumentos que refutan ampliamente esta ligazón entre desarrollo intelectual y desarrollo del lenguaje, pero sugiero leer el extraordinario ensayo de Steve Pinker, El instinto del lenguaje (The Language Instinct ) donde el autor discute que el lenguaje sea producto de la inteligencia humana, pues numerosos pacientes afásicos –que, no obstante conservar sus facultades mentales intactas, no pueden hilvanar un discurso coherente- le demuestran la disociación entre la facultad del lenguaje y otras facultades mentales.

Sobre el prestigio social de ciertos usos lingüísticos, el lingüista español Enrique Bernárdez en ¿Qué son las lenguas? precisa algo muy importante respecto al hablar bien/hablar mal. Considera que para “hablar bien” no es necesaria una institución académica, lo fundamental es que el individuo sepa usar la lengua adecuadamente en cada circunstancia. La lengua es de quien la habla; por lo tanto, los cambios en ella dependerán de lo que decidan los hablantes, no de lo que diga la Real Academia, pues los cambios son inevitables con el paso del tiempo. También, señala que el valor peyorativo que poseen las nociones de “jerga” y “dialecto” son puramente políticas y no tanto lingüísticas. Entiéndase “político” en el sentido de las redes de poder institucionalizadas que son reconocidas por una comunidad como entes organizadores y reguladores de las relaciones sociales.

En cuanto a la supuesta superioridad de la variante formal o de la estándar, Bernárdez considera que igualmente existen condicionamientos políticos al momento de preferir una variedad en perjuicio de otras. Una lengua estándar es aquella que se enseña en las escuelas y a los extranjeros ¿y por qué no las otras variantes? un hablante real en una situación real se ve obligado a recurrir a la variedad informal o coloquial y no a la culta cuando, por ejemplo, va a un supermercado, aborda un taxi o pide la hora. La lengua estándar no es homogénea, porque el estándar admite variaciones (hay un español estándar, por ejemplo, con variaciones chilena, peruana, argentina, etc.) A veces, se puede crear un estándar por conveniencias políticas o culturales; en este sentido se trata de algo artificial, ya que no corresponde a ninguna región en concreto. En pocas palabras, no hay lenguas mejores o superiores a otras, así como no hay variedades o registros mejores o superiores, ni usos léxicos ni modismos más refinados que otros sino más o menos adecuados a la situación comunicativa.

El poder político institucional ha sido ejercido por diversos actores: gobierno central, crítica académica (humanistas, científicos sociales, artistas, etc.), las élites económicas y también los grupos excluidos, pues, al estar tan entronizada la visión oficialista de la alta cultura y de lo lingüísticamente competente, terminaron por asimilarla y reforzar el prestigio de la lengua o variedad hegemónica. (Los discursos hegemónicos ratifican su dominio cuando los sujetos subalternos validan dicha supremacía.) Sin embargo, la educación se ha constituido en la institución social que más ha contribuido a consolidar el discurso hegemónico de las élites antes mencionadas (políticas, administrativas, económicas, académicas, etc.) a tal punto que, por ejemplo, muchos profesionales de las ciencias médicas, ingenierías u otras consideran que la competencia lingüística de un profesional se evidencia solo en la tildación, la ortografía y el uso de la variedad formal, por mencionar algunos aspectos.

Al respecto, constantemente he dialogado con colegas de diversas especialidades, quienes me manifiestan su preocupación porque sus alumnos no saben tildar. No deseo sugerir la idea que la tildación o la ortografía no sean importantes, lo son, pues permiten que nuestros textos adquieran una presentación adecuada a la situación comunicativa; sin embargo, si bien constituyen requerimientos necesarios para la producción de textos académicos, no son suficientes, porque el desarrollo de competencias lingüísticas debe ser asumido de manera integral (conocimiento de la norma, adecuación contextual del discurso y conocimiento de las implicancias socioculturales del lenguaje, entre otros aspectos.)

Reflexiones finales

Las lenguas no solo tienen como finalidad la comunicación: contienen marcas culturales, psicológicas e históricas, y, además, son el depósito de la memoria colectiva y de la identidad de los pueblos. En consecuencia, la lengua no es simplemente un instrumento, sino un proceso que ampliamente nos trasciende como sujetos culturales. Asimismo, el lenguaje nos constituye como seres-en-el-mundo, porque permite a los sujetos organizar la realidad. Nuestra subjetividad, es decir nuestra autoconciencia es indesligable del uso que hacemos de la lengua. Por esto, el lenguaje y la lengua están organizados de manera que permiten a los hablantes apoderarse de los usos concretos de la lengua. Por último, el poder institucional ha regulado el prestigio social y el reconocimiento que, en un determinado momento, posee una lengua, un registro o alguna variedad de lengua, lo cual ha generado que se trasladen dichas cualidades y valoraciones a los hablantes. La educación, en todos sus niveles, ha sido la institución social que más ha contribuido a difundir el posicionamiento (empowering) de ciertos usos prestigiosos de la lengua y atribuido valoraciones peyorativas a los usuarios que no se ajustaban a la norma.

No ha mi pretensión declarar la inutilidad de la normativa, como lo hiciera Gabriel García Márquez años atrás durante su discurso inaugural en un congreso internacional de la lengua española, sino tomar conciencia acerca de los mecanismos ideológicos y socioculturales que operan detrás del discurso de los vicios idiomáticos y las consecuencias que estos generan en prácticas comunicativas concretas y, por ende, en hablantes reales. La idea que se tiene sobre la cultura ha sido determinante para el diseño de políticas culturales y políticas lingüísticas y, a pesar de que existe una mayor apertura que en el pasado, aún subsisten muchos prejuicios y estereotipos sociales fundamentados en el buen o mal uso de la lengua. Por ello, considero que la competencia lingüística es un asunto que trasciende lo meramente lingüístico, pues es una noción que forma parte de una red de relaciones sociales de poder que instan a los hablantes no solo a hablar sino a actuar de determinada manera. De lo contrario, ¿cómo podríamos explicar que la gran mayoría de padres de familia, cuyos hijos estudian en escuelas rurales vean con desagrado la educación bilingüe intercultural? ¿por qué consideran que sus hijos no deben hablar quechua o aymara? ¿por qué los jóvenes descendentes de migrantes de la sierra se avergüenzan del idioma paterno o de la interferencia lingüística entre la lengua materna y el castellano como segunda lengua? La explicación es sencilla: a pesar de que la Lingüística hace muchas décadas dejó de ser una disciplina que sancionase a los "mal hablantes", es decir, una ciencia prescriptiva, y que hoy en día se trata de una disciplina descriptiva que procura abstenerse de valorar o calificar los usos lingüísticos y más bien se aboca a su análisis y explicación, todavía subsisten espacios que se resisten al cambio y continúan difundiendo un paradigma que carece de todo fundamento, por ejemplo, al sostener que una lengua que entra en contacto con otra o que adquiere préstamos lingüísticos es una lengua que pierde su identidad o que se pervierte y que, en consecuencia, hay que hacer todo lo posible por mantenerla en un estado puro e intacto, como si las lengua fueran piezas de museo. Y no es así: las lenguas son productos en constante cambio, pues los hablantes también cambiamos. ¿Acaso no deberían las normas cambiar? Dejo abierto el debate.