sábado, noviembre 17, 2007

Desmitificando a Ricardo Palma


En el fondo la tradición no es más que una de las formas que podía revestir la historia pero sin los escollos de ésta. Cumple a la historia narrar los sucesos secamente, sin recurrir a las galas de la fantasía. Menos estrechos y peligrosos son los limites de la tradición. A ella, sobre una pequeña base de verdad le es licito edificar un castillo.


Por Arturo Caballero Medina
acaballerom@pucp.edu.pe

Hace dos semanas, tuve la oportunidad de conocer a Julio Díaz Falconí, uno de los pocos egresados de la desaparecida especialidad de Filología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. El encuentro tuvo lugar en un acogedor restaurante de Pueblo Libre y ocurrió por intermedio de un gran amigo de ambos como es Luis Vargas Durand, investigador de la obra de Martín Adán y jefe del archivo que custodia todos los documentos del poeta en la Pontificia Universidad Católica del Perú. La conversación giró en torno a la literatura peruana del siglo XIX, la impronta de Bolívar en la esfera política, Manuel González Prada y el Círculo Literario de Lima; todo ello para recalar finalmente en la obra de nuestro reconocido tradicionista Ricardo Palma.

Julio Díaz Falconí, con la irreverencia que lo caracteriza, nos reveló algunos detalles de sus recientes investigaciones acerca de la figura de Palma, reunidas en un libro que lleva el título de Los padrinazgos de Palma (Papel de viento Editores, 2007). En este libro, Díaz Falconí destaca que “las biografías de Ricardo Palma que hasta ahora circulan se niegan a reconocer las trampas, mañas y padrinazgos que debió emplear en un medio tan pacato e hipócrita como la Lima del ochocientos”. El autor sostiene a lo largo del libro que de no haber sido por aquellos padrinazgos, Palma difícilmente se hubiera consagrado como el gran escritor de las tradiciones peruanas.

Este libro no tiene la finalidad de interpretar la obra de Palma sino, más bien, indagar en aquella oscura parte de la vida de Palma que la gran mayoría de lectores en el Perú ignorábamos debido, como precisa Díaz Falconí, a la imagen que cierto sector de la crítica en el Perú y en el extranjero ha construido de Palma: el abnegado “bibliotecario mendigo” que reconstruyó la Biblioteca Nacional luego de la invasión del ejército chileno. La información histórica es abundante y bien sustentada mediante el manejo de fuentes, como amerita cualquier investigación seria relacionada con textos de relativa antigüedad. Además de ello, el aspecto histórico es contrastado con la biografía del tradicionista, junto con algunas precisiones filológicas que aclaran la correcta datación de algunos textos de Palma, mal fechados según Díaz Falconí, por otros investigadores.

Algunos pasajes del libro contienen un tono polémico, provocador e irreverente. Díaz Falconí, de hecho, no pretende congraciarse con los “palmistas”, contrariamente, pareciera que el libro ha sido escrito con el propósito expreso de exaltar la animosidad de los especialistas en la obra de Palma: “Tuvo 2 casas: una en Ancón; y otra en Lima, en la calle de los Patos. Aquí Palma se dio la gran vida: organizaba orgías y comilonas, en las que no podían faltar las mujeres de dudosa moralidad”.

Lo más rescatable de este libro radica en la acuciosa recopilación de datos acerca de la época que a Palma de tocó vivir, las componendas políticas, y la radiografía del espíritu de la época, pleno de optimismo por la falaz prosperidad del guano. Pero sobre todo, destaco el enorme esfuerzo de su autor por publicar una obra de divulgación que escapa de la costumbre de la adulación o la condescendencia a determinadas figuras de nuestra literatura.

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