martes, marzo 26, 2013

ANTROPOLOGÍA DE LA VIOLENCIA POLÍTICA



Carlos Iván Degregori (1945-2011) dedicó gran parte de sus investigaciones al estudio del conflicto armado interno. Antropólogo de profesión, estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y en la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga. Fue miembros de la Comisión la Verdad y Reconciliación dirigida por Salomón Lerner. Fue editor de No hay país más diverso. Compendio de Antropología peruana (2000), Jamás tan cerca arremetió lo lejos. Memoria y violencia política (2003). Entre sus principales libros destacan El surgimiento de Sendero Luminoso. Ayacucho 1969-1979 (1990), La década de la antipolítica, auge y huida de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos (2000) y Qué difícil es ser Dios. El Partido Comunista el Perú – Sendero Luminoso y el conflicto armado interno en el Perú: 1980-1999 (2011), que reúne los resultados de su tesis doctoral y de diversos artículos publicados anteriormente. Se trata de su trabajo más ambicioso, extenso y completo acerca de Sendero Luminoso, su génesis, impacto y decadencia en las comunidades altoandinas donde tuvo una presencia gravitante. 

La primera parte sintetiza el contexto histórico-social del conflicto armado interno (1980-1999) desde la primera acción senderista el 17 de mayo de 1980 en el poblado ayacuchano de Chuschi, la víspera de las elecciones generales, hasta la asunción de Alberto Ramírez Durand, « Feliciano», quien asumiera parte del liderazgo sobre los remanentes de Sendero Luminoso luego de la captura de Abimael Guzmán en setiembre de 1992. Degregori señala que el culto a la personalidad alimentado por Guzmán fue a la postre una de las causas de la debacle de Sendero Luminoso. Tan grande fue la devoción hacia su figura que a los militantes senderistas les fue muy difícil asimilar la capitulación de su líder y su conminación al término de la lucha armada y a la suscripción de un acuerdo de paz. Luego contextualiza a Sendero Luminoso en el panorama de los movimientos armados latinoamericanos. La particularidad de Sendero fue que privilegió lo ideológico antes que lo militar. Ello se observa en el afán intelectualista de Guzmán y en la formación de los principales cuadros integrantes del Comité Central, la mayoría abogados y maestros, y en la condición burocrática de su organización. Por esta razón, Degregori considera que Sendero Luminoso representa una ruptura ante los movimiento armados en América Latina como el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), el M19, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), los distintos MIR, a los que podríamos agregar Montoneros y Tupamaros. En consecuencia, el mayor capital de Sendero Luminoso fue el discurso ideológico, un discurso que asumió sobre todo el maoísmo, a diferencia del resto de movimientos revolucionarios de izquierda en América Latina, y que marcó profundas distancias con la Revolución Cubana y la guerrilla del Che Guevara. 

La segunda parte describe el contexto nacional, regional, institucional y político. A nivel nacional, la penetración del capitalismo profundizó las desigualdades socioeconómicas en las provincias del interior, sobre todo andinas, impidiendo la expansión de reformas democráticas reales. Esto aunando a la ausencia de una alternativa política que recogiera las expectativas de los movimientos sociales que se organizaron desde los sesenta, setenta y ochenta fue aprovechado por Sendero Luminoso. En la región ayacuchana, la violencia estructural producto de la pobreza y el atraso generó estancamiento económico, fragmentación social y dependencia económica de Ayacucho, ubicada históricamente como la región más empobrecida del país. Institucionalmente, la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga (UNSCH) fue el dinamizador económico, social e ideológico de la ciudad de Ayacucho, que al final, convirtió esa ventaja en una poderosa fuerza política. Esta universidad se constituyó en el foco de discusión de ideas progresistas que concitó la atención de la juventud del campo y la ciudad. Ello brindó a Sendero Luminoso la plataforma ideológica idónea para afianzar su proyecto. Primero, tomó el control de los centros federados y luego de la universidad, circunstancia que aprovechó para formar grupos de estudios que adoctrinaban a los estudiantes, en particular, a los que provenían de familias campesinas. 

Seguidamente, explica las acciones armadas de Sendero Luminoso entre 1980 y 1984. El desgaste de las Fuerzas Armadas ante la ciudadanía, luego de doce años de dictadura militar, fue una de las razones por las que el presidente Belaúnde, depuesto por un golpe militar en 1968, fue muy reticente en convocarlos para combatir la subversión. El temor de Belaúnde era que los militares intentaran retomar el poder luego si derrotaban a los subversivos tal como ocurrió cuando combatieron al MIR en los sesenta. En contraste con la pobreza en la región, la población campesina defendió ardorosamente la educación pública. Había muchas escuelas rurales olvidadas por el Estado, muchas de ellas solventadas por las comunidades, donde Sendero aplicó exitosamente su estrategia de adoctrinamiento. Se trataba de comunidades muy cerradas sobre sí mismas, antiestatales con una larga tradición autoritaria. Degregori sitúa la caída de Sendero, el inicio de su fin, cuando reemplazó la organización comunal por estructuras partidarias urbanas, como la imposición de cuadros partidarios sobre las autoridades comunales; el aislamiento económico exigido por Sendero que agravó más pobreza de las comunidades; la suspensión de celebraciones tradicionales; y el ingreso de las Fuerzas Armadas que replegó a los senderistas de varias comunidades donde mantuvieron el control y la inicial adhesión de la población campesina, lo cual fue interpretado como una señal de debilidad, un abandono, y la llegada de un nuevo señor más poderoso. Los conflictos inter e intracomunales también aportaron su cuota de violencia. Fueron aprovechados por Sendero y las Fuerzas Armadas, de modo que algunas comunidades prestaron su apoyo a uno u otro bando a fin de lograr imponerse sobre sus ancestrales rivales. A esto se refiere Degregori cuando afirma que Sendero Luminoso destapó una «caja de Pandora» en los andes. 

En la tercera sección, Degregori explica la función que tuvieron los manuales introductorios al pensamiento marxista en la universidad pública peruana. Ello ocurrió en un contexto de masificación de la universidad peruana durante los sesenta y setenta, y del incremento de las facultades, estudios e investigaciones en ciencias sociales. La reforma universitaria del gobierno militar radicalizó más a los grupos de izquierda que controlaban las federaciones de estudiantes. La baja calidad de sus demandas, su ánimo confrontacional y la falta de alternativas sólidas terminó en el colapso de la universidad pública en el Perú. En este marco, los jóvenes universitarios provincianos escogieron las ciencias sociales para analizar su propia situación y buscar respuestas a sus interrogantes. De algún modo, vieron en el estudio de las ciencias sociales un instrumento para la revolución. 

«La rebelión del coro» contiene el apartado más importante para comprender el protagonismo de los jóvenes en el ascenso de Sendero Luminoso. Tensionados entre sus tradiciones y las demandas de un cambio radical, muchos jóvenes campesinos plegaron a la lucha armada. Sendero Luminoso les ofreció una explicación cerrada y dogmática acerca de su situación, por la cual la única opción era destruir ese modelo de sociedad que solo perpetuaba su condición excluyente. En un horizonte donde triunfara la revolución, ellos se veían como protagonistas, como agentes del cambio. Sin embargo, al romper las estructuras sociales de las comunidades, Sendero alteró las jerarquías colocando a jóvenes cuadros al mando en lugar de las autoridades tradicionales. De otro lado, las ejecuciones extremas de campesinos conflictuaron a muchos jóvenes que se vieron obligados a denunciar a sus propios familiar o asesinar a sus compoblanos. Los jóvenes rurales con educación secundaria fueron el sector más activo de Sendero, educados dentro de una visión crítica pero autoritaria del Perú. Sendero les ofreció movilidad social. El poder los sedujo. Sometieron a los adultos cuya resistencia fue ambigua debido a los lazos familiares y culturales que los unían. 

Una creencia muy difundida entre la opinión pública es que las comunidades altoandinas apoyaron masivamente a Sendero Luminoso. Degregori rebate tales afirmaciones aclarando que las comunidades oscilaron entre la aceptación, la adaptación en resistencia y la rebeldía abierta (189-190). Si la lucha contrasubversiva hubiera contemplado una estrategia ideológica paralela a la militar, se habría evitado la «cuota de sangre», prevista por Abimael Guzmán. Ello influyó en que la intervención de las Fuerzas Armadas agravara el panorama de la violencia en los andes. La represión brutal de las fuerzas del Estado contra la población campesina se debió a una interpretación errónea sobre el apoyo de las comunidades a Sendero Luminoso. Al asesinar campesinos y al suprimir las fiestas tradicionales, Sendero fue generando un progresivo rechazo de las comunidades que luego del ingreso de las Fuerzas Armadas dio lugar a la conformación de rondas campesinas, cuya participación en la derrota de Sendero fue decisiva. 

Los resultados de la rigurosa investigación de Degregori también discuten otra idea frecuentemente invocada por quienes asumen la «memoria de la salvación», la cual sostiene que las Fuerzas Armadas no tuvieron más remedio que combatir la subversión a un costo humano muy alto que implicaba la inevitable violación de derechos humanos. Afirmar que la naturaleza de las Fuerzas Armadas es «salir a matar» los equipara con la maquinaria de matar que fue Sendero Luminoso, y jurídica y moralmente los invalida como fuerzas del orden: se podía esperar que Sendero cometiera los crímenes más execrables, pero al final asistimos a un escenario en el que las fuerzas del Estado le disputan la mayor cantidad de víctimas fatales de acuerdo a lo establecido por la Comisión de la Verdad. La memoria de la salvación no resiste el mayor análisis, pues solventa la impunidad, descontextualiza el escenario del conflicto y coloca a las Fuerzas Armadas a la altura de los agresores. Este discurso sobre la memoria es favorable a una amnistía para los efectivos militares sentenciados y, paradójicamente, coincide en parte con las demandas del MOVADEF. 

Degregori considera que el milenarismo no ofrece una explicación satisfactoria sobre la adhesión parcial del campesinado a Sendero Luminoso, ya que tal hipótesis carece de fundamento empírico, sino que se trata de especulaciones sobredimensionadas que pretenden justificar un vínculo entre lo mágico-mítico-religioso recogido por la utopía andina y la guerra maoísta iniciada por Sendero. Degregori anota que esta perspectiva tiene más de fascinación culturalista que de evidencias sólidas, pues el apoyo inicial del campesinado a Sendero no se debió al rechazo a la modernidad, ni por cuestiones míticas sino por razones mucho más pragmáticas como reconocimiento de derechos, salud, vivienda, educación y servicios, es decir, por formar parte de una modernidad de la cual la metrópoli los excluía. Otro argumento que rebate la hipótesis milenarista, asumida por Alberto Flores Galindo en Buscando un inca, es que el campesino no fue el agente protagonista de la revolución organizada por Sendero, sino que este le exigía su total sumisión a la guerra. Por el contrario, la cosmovisión andina fue un obstáculo para la ideología senderista. Degregori precisa que los contendiente ideológicos enfrentados durante el conflicto armado interno (capitalismo liberal vs. marxismo- leninismo-maoísmo) provenían geoculturalmente de occidente y que ambos arremetieron, en la lucha por imponerse el uno al otro, contra la cosmovisión andina. 

Qué difícil es ser Dios nos permite repensar esa etapa oscura de nuestra historia reciente. Una publicación imprescindible para comprender desde una mirada antropológica lo que significó Sendero Luminoso, su historia, ideología y accionar antes y durante el conflicto armado interno en el Perú, así como el perfil sociocultural de sus integrantes y el análisis del discurso de su máximo líder Abimael Guzmán.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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