Conversatorio en el CCPNA de Arequipa
Por Arturo Caballero Medina
El viernes 14 de mayo, el Dr. Víctor Vich, profesor de la Maestría de Estudios Culturales de la Pontificia Universidad Católica, ofreció una charla acerca de los estudios culturales en el CCPNA de Arequipa. Lo peculiar de esta presentación fue que se brindó en un marco en el cual se expuso el tema con mucha espontaneidad y sin el protocolo de una conferencia académica, pero con un estilo ameno y con la claridad necesaria para comprender los estudios culturales a través de un panorama sucinto acerca de su origen, características y recepción en el ámbito intelectual.
Volver a pensar la totalidad
Vich inició su presentación puntualizando una idea que considera central para comprender los estudios culturales: la interdisciplinariedad. "Eso significa una crítica al pensamiento moderno que segmentó el conocimiento, que lo atrincheró y lo cerró: ¡si tú eres de literatura no se te ocurra citar a Heidegger porque los filósofos van a decir "¿y este por qué si nos es filósofo?". El conocimiento se convirtió en propiedad privada de las disciplinas en donde uno ya no tiene derechos a opinar... Los estudios culturales surgen como una reacción contra esta fragmentación". Es posible reconocer la importancia de la interdisciplinariedad en la medida que resulta difícil ignorar la influencia y el aporte de diversas disciplinas, como la historia, la lingüística o la antropología para analizar, por ejemplo, las novelas de José María Arguedas. De este modo, nos damos cuenta de que la crítica literaria no puede prescindir de la historia porque para el análisis y la interpretación de textos literarios es muy importante historizar el discurso literario, es decir, contextualizarlo. De manera similar, lo que sucede a nivel de las disciplinas ocurre también con los individuos que se dedican a la investigación académica. El saber interdisciplinario no es una propuesta que se haya desarrollado recientemente, sino que, a través de la historia, lo que ha sucedido es que la modernidad segmentó el conocimiento humano que, en principio, se concebía como una totalidad en la que las diferentes especialidades se veían entre sí como complementarias y afines. Esta fragmentación del saber derivó en la consolidación de conocimientos superespecializados, los cuales transmitieron la creencia de que un sujeto capacitado en un determinado saber no debía invadir otros espacios si antes haberse capacitado en dicha materia. En otras palabras, se consolidó la creencia que exclusivamente los filósofos se encontraban más acreditados para manifestarse en cuestiones de Filosofía que los historiadores, literatos, sociólogos, etc. Esta afirmación es cuestionada por la interdisciplinariedad de los estudios culturales, pues se asume que las diversas disciplinas poseen un vínculo innegable que permite a un investigador recurrir a un repertorio variado de posibilidades de análisis e interpretación, sin prescindir, por supuesto, de la rigurosidad académica.
La parcialización del saber de las diversas disciplinas, acentuada desde el siglo XIX y reforzada durante el XX, fue colocada en entredicho por algunos intelectuales ingleses que provenían del marxismo ortodoxo, entre los que destacaban Raymond Williams, Stuart Hall y otros intelectuales pertenecientes a la llamada Escuela de Birmingham, en cuya universidad se suele afirmar que nacieron los EECC, que, al principio, representaba a un grupo de investigadores disidentes del marxismo ortodoxo quienes vieron la necesidad de releer a Marx tomando distancia de él y aplicando el marxismo en otros campos del conocimiento humano como la cultura de masas y no solo la economía o la historia.
La realidad es siempre un discurso. Por un lado, las ciencias sociales han reconocido el carácter discursivo de la realidad , que no tenemos acceso a la realidad fuera del discurso; y, por otro lado, las humanidades han reconocido que necesitan pensar los actores, los procesos sociales y las ideologías. Desde esta perspectiva, la interdisciplinariedad adquiere sentido porque se toma conciencia de que el lenguaje intermedia nuestra relación con la realidad y, por ello, sin importar cuál sea nuestra particular disciplina, ningún investigador debería soslayar el hecho que el lenguaje es la herramienta con la cual se construye la realidad y que todas las disciplinas comparten un mismo material de enunciación: el discurso.
Una segunda idea a tomar en cuenta es que los estudios culturales aportan un nuevo objeto de estudio a los enfoques tradicionales de investigación. Sin embargo, en contra de la extendida creencia de que los estudios culturales pretenderían equiparar la cultura de masas con la alta cultura, Vich aclaró que no se trata de equiparar, suplantar o anteponer a la cultura popular o cultura de masas frente a lo que se considera como alta cultura, sino de agregar un objeto de estudio más a los ya existentes, pues históricamente, se ha ignorado la importancia de la cultura de masas, sobre todos desde los espacios académicos. En este sentido, los estudios culturales constituyen un esfuerzo por descentralizar los objetos de estudios concebidos en entornos académicos tradicionales.
Otro aspecto importante que permite comprender lo que son los estudios culturales es la noción de poder. De esta perspectiva, se busca comprender las dinámicas del poder y cómo actúan en la sociedad, por ejemplo, en la cultura. La cultura es asumida como un espacio en el que se libran luchas por la hegemonía, adoptando el sentido que Gramsci le otorgó a este término. La fragmentación, la desigualdad, las diferencias, los imaginarios, los estereotipos, etc. son productos del ejercicio del poder que permite la inclusión de unos y la exclusión de otros. En lo que refiere a la industria cultural, desde esta se generan representaciones socioculturales que no son ajenas al poder de ciertos grupos que poseen intereses particulares.
Finalmente, los estudios culturales se caracterizan porque buscan una articulación entre lo académico y lo político, es decir, una articulación entre ambos espacios. “Los estudios culturales son, en última instancia, un proyecto que quiere reconstruir el vínculo entre la universidad y la vida política. La universidad ha estado como muy cerrada en sí misma y los productos académicos que produce la universidad solo son leídos por la comunidad académica. ¿Cuál es la misión de la universidad frente a la sociedad? Los estudios culturales apuestan firmemente porque el conocimiento que se produce en la universidad tiene que salir de la universidad tiene que influir en los movimientos sociales en los partidos políticos y en el Estado". En este sentido, se trata de una invocación a la deliberación política desde la universidad, pues, en las últimas décadas, se ha observado cierto repliegue de los intelectuales a participar en política. Por ello, no resulta extraño que muchos investigadores dedicados a la publicación de sus trabajos alternen la actividad académica con el activismo político o social.
Sin embargo, al igual que toda corriente del pensamiento, los estudios culturales no han estado exentos de críticas, sobre todo de parte los sectores académicos más conservadores y tradicionales. Frecuentemente, se critica su falta de metodología y de rigor académico al abordar objetos de estudio que forman parte de la tradición de una determinada disciplina; el no poseer un objeto de estudio delimitado; y como consecuencia de todo lo anterior, calificar de superficiales a dichas investigaciones. A pesar de estas críticas, los estudios culturales apuestan por la interdisciplinariedad en la medida que los objetos de estudio reclaman una particular teoría cultural o herramientas metodológicas específicas. Ya no conciben como antes que basta poseer una teoría para aplicarla a los objetos de estudio, sino reconocer las particularidades de los productos culturales y recurrir a la "caja de herramientas" que representan los estudios culturales para elaborar una explicación. El psicoanálisis puede ser revelador para comprender el proceso creador en el artista; sin embargo, también es posible aplicarlo para explicar el discurso publicitario.
En suma, interdisciplinariedad, poder, cultura de masas y articulación entre lo académico y lo político son algunas de las principales características de los estudios culturales, corriente del pensamiento contemporáneo que a inicios de los sesenta y durante buena parte de los ochenta tuvo una gran acogida en el mundo intelectual a la vez que despertó la reticencia en la comunidad académica. No obstante ello, no es posible soslayar la influencia determinante que los estudios culturales han ejercido en la renovación de las investigaciones en ciencias sociales y humanidades.
Otro aspecto importante que permite comprender lo que son los estudios culturales es la noción de poder. De esta perspectiva, se busca comprender las dinámicas del poder y cómo actúan en la sociedad, por ejemplo, en la cultura. La cultura es asumida como un espacio en el que se libran luchas por la hegemonía, adoptando el sentido que Gramsci le otorgó a este término. La fragmentación, la desigualdad, las diferencias, los imaginarios, los estereotipos, etc. son productos del ejercicio del poder que permite la inclusión de unos y la exclusión de otros. En lo que refiere a la industria cultural, desde esta se generan representaciones socioculturales que no son ajenas al poder de ciertos grupos que poseen intereses particulares.
Finalmente, los estudios culturales se caracterizan porque buscan una articulación entre lo académico y lo político, es decir, una articulación entre ambos espacios. “Los estudios culturales son, en última instancia, un proyecto que quiere reconstruir el vínculo entre la universidad y la vida política. La universidad ha estado como muy cerrada en sí misma y los productos académicos que produce la universidad solo son leídos por la comunidad académica. ¿Cuál es la misión de la universidad frente a la sociedad? Los estudios culturales apuestan firmemente porque el conocimiento que se produce en la universidad tiene que salir de la universidad tiene que influir en los movimientos sociales en los partidos políticos y en el Estado". En este sentido, se trata de una invocación a la deliberación política desde la universidad, pues, en las últimas décadas, se ha observado cierto repliegue de los intelectuales a participar en política. Por ello, no resulta extraño que muchos investigadores dedicados a la publicación de sus trabajos alternen la actividad académica con el activismo político o social.
Sin embargo, al igual que toda corriente del pensamiento, los estudios culturales no han estado exentos de críticas, sobre todo de parte los sectores académicos más conservadores y tradicionales. Frecuentemente, se critica su falta de metodología y de rigor académico al abordar objetos de estudio que forman parte de la tradición de una determinada disciplina; el no poseer un objeto de estudio delimitado; y como consecuencia de todo lo anterior, calificar de superficiales a dichas investigaciones. A pesar de estas críticas, los estudios culturales apuestan por la interdisciplinariedad en la medida que los objetos de estudio reclaman una particular teoría cultural o herramientas metodológicas específicas. Ya no conciben como antes que basta poseer una teoría para aplicarla a los objetos de estudio, sino reconocer las particularidades de los productos culturales y recurrir a la "caja de herramientas" que representan los estudios culturales para elaborar una explicación. El psicoanálisis puede ser revelador para comprender el proceso creador en el artista; sin embargo, también es posible aplicarlo para explicar el discurso publicitario.
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1 comentario:
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