Por Clarisa Yerovi
Recientes encuestas afirman que existe un desinterés general por la política, especialmente entre los jóvenes. La situación ha cambiado considerablemente Recientes encuestas afirman que existe un desinterés general por la política, especialmente entre los jóvenes. La situación ha cambiado considerablemente si la comparamos con aquella de hace tres o cuatro décadas atrás. En los sesentas y setentas se vivieron tiempos sumamente políticos; en el plano internacional el enfrentamiento entre capitalismo y comunismo de la Guerra Fría y en el plano local, las protestas estudiantiles ante el gobierno dictatorial vivido en el gobierno militar. De esa época ha quedado en la mente de muchos que los jóvenes son revolucionarios y políticos. ¿Qué es lo que ha cambiado de una generación a otra? Mucho, entre lo cual se encuentra el gran impacto de la globalización. Proceso que ha logrado modificar la personalidad de los jóvenes. El individualismo y escepticismo son los rasgos característicos de esta juventud. Esta generación ha perdido la idea de un nosotros como nación y no es tan idealista como lo fue la hippie, más consciente de la realidad y escéptica ante ella, en especial de la política.
Recientes encuestas afirman que existe un desinterés general por la política, especialmente entre los jóvenes. La situación ha cambiado considerablemente Recientes encuestas afirman que existe un desinterés general por la política, especialmente entre los jóvenes. La situación ha cambiado considerablemente si la comparamos con aquella de hace tres o cuatro décadas atrás. En los sesentas y setentas se vivieron tiempos sumamente políticos; en el plano internacional el enfrentamiento entre capitalismo y comunismo de la Guerra Fría y en el plano local, las protestas estudiantiles ante el gobierno dictatorial vivido en el gobierno militar. De esa época ha quedado en la mente de muchos que los jóvenes son revolucionarios y políticos. ¿Qué es lo que ha cambiado de una generación a otra? Mucho, entre lo cual se encuentra el gran impacto de la globalización. Proceso que ha logrado modificar la personalidad de los jóvenes. El individualismo y escepticismo son los rasgos característicos de esta juventud. Esta generación ha perdido la idea de un nosotros como nación y no es tan idealista como lo fue la hippie, más consciente de la realidad y escéptica ante ella, en especial de la política.
Somos conscientes de que la política es necesaria por el bien de la sociedad. Dado el carácter imprescindible de esta ciencia sus participantes también lo son. Sin ellos la política no perduraría y ello generaría un grave problema social. Los jóvenes no se muestran interesados en política, pero dentro de poco o inclusive ahora es necesaria su participación. ¿Es esta generación individualista y escéptica capaz de asumir retos políticos? A pesar de todos los adjetivos con los que se le ha calificado a esta generación, creo firmemente que la juventud sí es capaz de asumir retos políticos.
En el siguiente ensayo analizaremos por qué el individualismo y escepticismo pueden ser revertidos hacia un interés y posible participación política. Además analizaremos como los adultos e instituciones políticas deben contribuir para que lo anterior suceda. Por último, revisaremos algunos ejemplos en los cuales sí hay una participación política entre los jóvenes.
Como ya se describió previamente, la juventud de hoy tiene un marcado carácter individualista. En el mundo globalizado en el que vivimos estamos expuestos a influencias culturales de todas partes del mundo. Ello ha generado un proceso llamado destradicionalización. La pérdida de tradiciones y cultura, lo cual aumenta las posibilidades del hombre de poder planear y configurar su vida independientemente. (Bendit, 2000:26). Valores como autorrealización y autonomía desplazan a otros más tradicionales como respeto y disciplina.
Uno piensa primero en sus metas y luego en las de todos. Existe un discurso que se repite entre los jóvenes “progresando yo, progresa el resto” (Chávez Granadino, 1998: 34). Hasta cierto punto esto es verdadero; el progreso de uno contribuye en la mejora de los demás, pero el desarrollo personal puede no darse de no existir un avance colectivo. El hombre al desenvolverse en la sociedad necesita del bienestar de esta. Es imprescindible que el individuo entienda que por si mismo no va a lograr mucho y es por esta razón que debe velar por el bien de la sociedad. El mecanismo más directo hacia ello es la política. Errados están los que creen que poco o nada importa la política.
El carácter individualista de una persona lo aleja del interés y por tanto de la participación política. Práctica la cual exige una preocupación por los intereses colectivos. Por ello, la creación de una consciencia social es vital para la futura participación de los jóvenes en la política. Consciencia que se crea básicamente en la etapa escolar y universitaria, principalmente a través de los cursos de Historia y Cívica o ciencia social. A su vez, la percepción individualista de los problemas de la vida cotidiana impide a los jóvenes establecer un nexo directo entre sus problemas y aspiraciones, y las cuestiones políticas y sociales implícitas en mucha de la información que reciben a lo largo de la educación. (Chávez Granadino, 1998: 45)
Es por esta razón que muchos consideran que los jóvenes no son capaces de asumir retos políticos. Pero la barrera antes mencionada puede ser derribada con una adecuada información, la cual puede ser influencia directa en el incremento del interés de los jóvenes en participar de actividades de extensión académica, entre ellas la política. Por adecuada información se refiere a crear en la juventud un “bichito”, un interés por las actividades académicas, la necesidad de tener una consciencia social, la importancia de la política. En las instituciones privadas hacerles evidentes su situación de privilegiados y por tanto su responsabilidad de ser los que lideren en el futuro. Es importante recordar que el hombre al ser un ser social, solo hay que despertar este interés latente en cada uno de nosotros.
La década de los noventas ha sido considerada por muchos autores como “los setentas al revés”. El idealismo de la época hippie ha quedado en el pasado. El cual ha sido suplantado por un escepticismo generalizado, que abarca todos los campos, uno de los más afectados el campo político. Escepticismo que se traduce en las encuestas producidas en los últimos años, las cuales muestran una clara desconfianza de la mayoría del pueblo en las instituciones estales y menos aún en sus representantes elegidos.
Los jóvenes se muestran también escépticos ante el futuro. Ellos creen que no vana a vivir tiempo de grandes cambios, en el hipotético caso que estos se den no será hasta en un futuro lejano. Percepción completamente opuesta a la profesada por los jóvenes del setentas, quienes inclusive creían ser los protagonistas de grandes cambios. La juventud no tiene esperanza ni interés por el futuro. Basándose en hechos pasados y en el actual escepticismo, los jóvenes (en el caso peruano), han generado una “cultura al fracaso”; “¿Por qué pensar en un mundial si nunca vamos a clasificar?”, “¿por qué pensar a futuro si nada va a cambiar?”.El Perú no es una maravilla, tiene problemas como todos los demás países y para solucionarlos se necesitan de cambios, todos demandamos cambios, pero sin embargo, ¿qué hacemos para lograrlos? La respuesta es nada, no hacemos absolutamente nada, simplemente esperamos que alguien lo hago por nosotros.
Sin interés por lo que viene y mostrándonos escépticos ante el cambio, poco probable que los jóvenes quieran participar en la política, ya que ella demanda un interés por el futuro y la fe por el cambio. Por ello, es necesario alimentar en la juventud una cultura de esperanza y en cierto grado idealista, porque para llevar a cabo metas primero hay que soñarlas. De lo contrario estaríamos viendo a una generación sin ideales, pragmática y conformista, lo cual puede llegar a ser muy peligroso. Un mundo sin ideales es uno sin rumbo; donde habrían cambios, pero no necesariamente aquellos que quiere le gente, sino unos que irían totalmente en contra de ellos. Si el hombre no llega aspirar y esta contento con lo que tiene, el mundo se encontrará estancado, porque sin aspiraciones no hay cambio. Dudo mucho que lo anterior se concrete, ya que el hombre por naturaleza es idealista y no se conforma tan fácilmente. Vuelvo repetir que es importante que se despierte este sentimiento en los hombres que ahora último se encuentra adormecido.
Quienes afirman que el escepticismo, característico de esta generación, impide un posible interés en la política están equivocados. Es cierto que ello dificulta el acceso al campo político pero no es un factor determinante. El escepticismo no es del todo negativo, para el autor de “Renegar la Utopía”, (Eduardo Dargent) este permite una posición crítica, desconfianza de las grandes verdades y de las fáciles promesas. Los jóvenes no se dejan engañar tan fácilmente por los políticos. El escepticismo entonces nos permite una posición mucho más realista, así la próxima generación se planteará metas que se puedan concretar.
No sólo se necesita modificar el individualismo y escepticismo característico de la juventud sino también el escenario político. La poca participación de los jóvenes en la política no se debe sólo a ellos sino también la clase política que no facilita el acceso a ella. Como dice Bendit: “Faltan organizaciones y estructuras adecuadas con las cuales se puedan identificar (los jóvenes) y generar cambios en la sociedad” (2000: 35). Los jóvenes no encuentran un camino definido hacia la política. Los canales actuales de participación política son considerados formales y ficcionales. (Miranda y Balardini, 2000: 144). Quienes están interesados en política pueden no llegar a ella por lo tedioso, difícil y trabado del camino. Por ello se necesitan crear instituciones estatales o modificarlas de manera que inviten a la juventud a la participación política.
Los adultos, en especial aquellos que conforman la clase política, se preocupan por el bajo interés que muestran los jóvenes por la política. Pero lo que ellos no perciben es que son actores que motivan esta conducta, al desapropiar a los jóvenes de credibilidad. Ello genera una juventud que no es escuchada ni tomada en cuenta. (Miranda y Balardini, 2000: 143) En la actualidad existen muchas iniciativas y opiniones de las cuales no sabemos mucho o nada, gracias a la poca credibilidad que se les confiere a los jóvenes. Adultos deben reconocer los esfuerzos hechos por la juventud en el aspecto político y social, porque de lo contrario la desconfianza política crecerá y los jóvenes al no ser reconocidos no volverán a intentarlo.
Quienes sí les prestan atención a los jóvenes interesados en política son los partidos políticos tradicionales. De las canteras de estos partidos emergen gran cantidad de políticos para el futuro. Los partidos más tradicionales cuentan con jóvenes partidarios. Por ejemplo, el APRA cuenta con CHAP (Chicos del APRA del Perú) conformado por niños de siete a catorce años. Cumplida esta edad uno pasa a ser parte de JAP (Juventud Aprista del Perú), donde son adoctrinados en política e historia aprista. Los JAP cuentan con miembros de catorce a veinticinco años. Pero no sólo de los partidos nacen los políticos de la política universitaria también. Raúl Diez Canseco es un vivo ejemplo de ello, presidente del centro federado de Ciencias Sociales, líder estudiantil de los setentas quien logró sentarse en un curul por largos años.
Además existen diversos grupos juveniles que contienen una gran preocupación social, desarrollando múltiples obras de caridad. Mucho de ellos son agrupaciones religiosas como “Cruz Blanca” y otras de carácter autónomo como lo es un “techo para mi país”.
Como ya se dijo previamente, los gobiernos, por lo general, no promueven una participación política juvenil. El actual gobierno del presidente Alan García Pérez promulgó, entre sus primeras actividades como jefe de Estado, la “Ley del Concejal Joven”. En ella se establece que los partidos políticos, alianzas electorales y movimientos políticos tendrán que contar con jóvenes menores de 29 años entres sus aspirantes como candidatos a regidores en las elecciones municipales (Diario La República, 2006). Los jóvenes deben representar por lo menos el 20% de la lista total de regidores presentada. Así según el lugar encontraremos entre once y un regidor por municipio. Esta legislación sin duda contribuye en la participación política de los jóvenes y bastante. Ahora los partidos deben tomar más en cuenta al sector juvenil, legitimarlos y reclutarlos. Además, ahora los jóvenes cuentan con un acceso mucho más directo hacia la política que antes.
Como hemos visto, gracias a la globalización mucho ha cambiado entre la generación de los sesentas y setentas con la actual. La juventud no es idealista y colectiva como lo fue en esa época. El escepticismo e individualismo representan a esta generación, pero ello no significa que no puedan asumir retos políticos. Hasta cierto punto ello es beneficioso, sólo se debe despertar el interés colectivo y las aspiraciones tan naturales en el hombre. A través de este trabajo también hemos descubierto el rol importantísimo que cumple la clase política y las instituciones estatales en la participación política de los jóvenes. Los cuales necesitan de instituciones las cuales estén abiertas a sus sugerencias y una clase política que los tome en cuenta. Dentro de poco esta generación deberá estar gobernando, pero no hay que alarmarse, en el futuro sí tendremos gobernantes capaces de asumir los retos políticos necesarios, a pesar del actual desinterés por la política mostrado por los jóvenes.
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