“El artista no tiene tiempo para escuchar a los críticos. Los que quieren ser escritores leen las críticas, los que quieren escribir no tienen tiempo para leerlas. El crítico también está tratando de decir: "Yo pasé por aquí". La finalidad de su función no es el artista mismo. El artista está un peldaño por encima del crítico, porque el artista escribe algo que moverá al crítico. El crítico escribe algo que moverá a todo el mundo menos al artista”.
William Faulkner
(New Albany, 1897 – Hollywood, 1962)
William Faulkner
(New Albany, 1897 – Hollywood, 1962)
Arturo Caballero Medina
acaballerom@pucp.edu.pe
Hurgando entre mis documentos, la semana pasada encontré un archivo que contenía el cuento de un antiguo alumno quien, luego de ingresar a la universidad, me confió la difícil tarea de comentar un cuento suyo. Digo difícil puesto que la valoración de un poema o de un cuento puede ser muy dura viniendo de alguien que, debido al oficio de estudioso de la literatura o al cúmulo de lecturas predilectas, descalifique el texto por su carácter iniciático. Muchas veces me sucedió, y me sigue sucediendo, que por cierta admiración a un maestro, le mostré con cierto recelo mis primeros, segundos y terceros versos. Pocos en verdad, se dieron el trabajo de una lectura sesuda, y los menos me dijeron la verdad acerca de mis deficiencias (todavía mi primer poemario duerme el sueño de los justos en algún rincón de la biblioteca de Yolanda Westphalen y Marco Martos debe estar fatigado por mis constante llamadas). Es por ello que decidí responder lo más sinceramente a la inquietud de este joven alumno.
El cuento referido tiene buenos momentos y es lo que destaqué en aquella oportunidad —tres años aproximadamente—; si mi alumno tuviera la oportunidad de leer esta nota, deseo que la tome con mucha cautela, puesto que seguramente habrá decidido abandonar la escritura por otro oficio mucho más “saludable”. De lo contrario, nos sentiremos muy honrados si es que nuestro joven amigo continua en la brega por convertirse, en algún momento, en escritor. Estas reflexiones van dirigidas a todos aquellos que deseen escribir, pero con la siguiente advertencia:
“Estimado y muy caro amigo.
Te escribo estas líneas en calidad ya no de profesor puesto que no me considero más tu profesor, (tengo un concepto distinto —y muy malo— de los profesores de academias preuniversitarias, siento que son meros mercaderes, showman, alguna vez lo fui, al menos intento serlo cada vez en menor grado, creo que son cualquier cosa menos profesores, pero me hago responsable de esa opinión), sino tu amigo. Aquí van mis apreciaciones
Me gusta la intención que tienes en cuanto a la experimentación al narrar, las digresiones cambios de perspectiva y de tiempo, y los monólogos del narrador. Eso indica que tienes ciertas nociones sobre la narración moderna y es un buen comienzo.
Pero la técnica, si bien es muy importante en el cuento, no lo es todo. Primeramente hay que encontrar la historia, sin historia no hay cuento. Y no quiero decir con ello una “buena” historia porque no hay buenas o malas historias. Con historia quiero decir “algo qué contar”, para que el lector sea capaz de leerlo de un solo tirón.
Los errores de sintaxis, ortografía o de concordancia son irrelevantes porque se corrigen en un instante, no hay mayor problema, pero debes ordenar las secuencias de tu relato para que quede todo bien claro al lector y no hayan lagunas. Me encantó el inicio, le veo algo o bastante de Borges a tu cuento: esto de los sueños recurrentes y el intertexto o sea, las citas en inglés y las letras en cursiva que le dan otra sensación al lector de meterse en los pensamientos del narrador o personaje, uno dentro de otro, ¿me equivoco? Bueno tal vez has leído a Borges y es buen maestro. Pero por la línea de tu relato que tiende a lo fantástico te recomiendo además Edgar Allan Poe Narraciones extraordinarias, y Julio Cortázar Las armas secretas, Todos los fuegos el fuego, Bestiario; Juan José Arreola, Confabulario, Julio Ramón Ribeyro, todos los cuentos (La palabra del mudo es lo más común) y Augusto Monterroso, Viaje al centro de la fábula.
Recuerda: el protagonista del cuento siempre debe enfrentar una situación conflictiva cuyo desenlace debe resolverse a favor o en contra. Quítale los enclíticos díjote, acercáseme, etc., porque te quitan naturalidad, además no eres Valdelomar (es una broma), pero quítalos, están de más.
Tu historia está, lo que falta es darle forma a lo que ya tiene en parte; no busques muchos adjetivos, se más directo usa verbos y sustantivos, a no ser que quieras describir una situación, paisaje o personaje. El cuento es breve y requiere por ello de mucha acción.
Esto para mí es lo mejor de tu cuento:
Si tuviéramos el valor de enfrentarnos a aquello que nos sustrae y atemoriza. Realmente podríamos cambiar o es que no se puede. Talvez formamos parte de un pensamiento o la fantasía de un ser superior, quizás no somos más que vana alucinación. Entonces no estamos ni estuvimos nunca. Y si existimos los demás no están, o forman parte de nuestra fantasía, o será que nosotros formamos parte de la suya.
Finalmente LEE LO MÁS QUE PUEDAS; aprovecha que tienes tiempo, ya ingresaste, deja las matemáticas y el cálculo —¿no te bastó todo un año de preparación?— si realmente quieres escribir en serio para publicar. Si solo es un pasatiempo entonces olvida todo lo que dije antes.
…primero, la decisión por escribir es totalmente distinta a la decisión por publicar; el círculo se cierra cuando el lector conoce lo escrito y si no lo conoce, simplemente, el escritor no existe; segundo, el buen lector será casi siempre un buen escritor, siempre y cuando pase a la acción, y la acción pasa por escribir.Buena suerte y aquí te dejo con mis dos favoritos Mario Vargas Llosa y William Faulkner".
Entrevista a William Faulkner
-¿Existe alguna fórmula que sea posible seguir para ser un buen novelista?
-99% de talento... 99% de disciplina... 99% de trabajo. El novelista nunca debe sentirse satisfecho con lo que hace. Lo que se hace nunca es tan bueno como podría ser. Siempre hay que soñar y apuntar más alto de lo que uno puede apuntar. No preocuparse por ser mejor que sus contemporáneos o sus predecesores. Tratar de ser mejor que uno mismo. Un artista es una criatura impulsada por demonios. No sabe por qué ellos lo escogen y generalmente está demasiado ocupado para preguntárselo. Es completamente amoral en el sentido de que será capaz de robar, tomar prestado, mendigar o despojar a cualquiera y a todo el mundo con tal de realizar la obra.
-¿Qué técnica utiliza para cumplir su norma?
-Si el escritor está interesado en la técnica, más le vale dedicarse a la cirugía o a colocar ladrillos. Para escribir una obra no hay ningún recurso mecánico, ningún atajo. El escritor joven que siga una teoría es un tonto. Uno tiene que enseñarse por medio de sus propios errores; la gente sólo aprende a través del error. El buen artista cree que nadie sabe lo bastante para darle consejos, tiene una vanidad suprema. No importa cuánto admire al escritor viejo, quiere superarlo.
-Entonces, ¿usted niega la validez de la técnica?
-De ninguna manera. Algunas veces la técnica arremete y se apodera del sueño antes de que el propio escritor pueda aprehenderlo. Eso es tour de force y la obra terminada es simplemente cuestión de juntar bien los ladrillos, puesto que el escritor probablemente conoce cada una de las palabras que va a usar hasta el fin de la obra antes de escribir la primera. Eso sucedió con Mientras agonizo. No fue fácil. Ningún trabajo honrado lo es. Fue sencillo en cuanto que todo el material estaba ya a la mano. La composición de la obra me llevó sólo unas seis semanas en el tiempo libre que me dejaba un empleo de doce horas al día haciendo trabajo manual. Sencillamente me imaginé un grupo de personas y las sometí a las catástrofes naturales universales, que son la inundación y el fuego, con una motivación natural simple que le diera dirección a su desarrollo. Pero cuando la técnica no interviene, escribir es también más fácil en otro sentido. Porque en mi caso siempre hay un punto en el libro en el que los propios personajes se levantan y toman el mando y completan el trabajo. Eso sucede, digamos, alrededor de la página 275. Claro está que yo no sé lo que sucedería si terminara el libro en la página 274. La cualidad que un artista debe poseer es la objetividad al juzgar su obra, más la honradez y el valor de no engañarse al respecto. Puesto que ninguna de mis obras ha satisfecho mis propias normas, debo juzgarlas sobre la base de aquélla que me causó la mayor aflicción y angustia del mismo modo que la madre ama al hijo que se convirtió en la madre ama al hijo que se convirtió en ladrón o asesino más que al que se convirtió en sacerdote.
-Usted dijo que la experiencia, la observación y la imaginación son importantes para el escritor. ¿Incluiría usted la inspiración?
-Yo no sé nada sobre la inspiración, porque no sé lo que es eso. La he oído mencionar, pero nunca la he visto.
Consejos a un joven novelista Mario Vargas Llosa
“No hay novelistas precoces. Todos los grandes, los admirables novelistas, fueron, al principio, escribidores aprendices cuyo talento se fue gestando a base de constancia y convicción”.
“El novelista que no escribe sobre aquello que en su fuero recóndito lo estimula y exige, y fríamente escoge asuntos o temas de una manera racional, porque piensa que de este modo alcanzará mejor el éxito, es inauténtico y lo más probable es que, por ello, sea también un mal novelista (aunque alcance el éxito: las listas de bestsellers están llenas de muy malos novelistas)”.
“La historia que cuenta una novela puede ser incoherente, pero el lenguaje que la plasma debe ser coherente para que aquella incoherencia finja exitosamente ser genuina y vivir”.
acaballerom@pucp.edu.pe
Hurgando entre mis documentos, la semana pasada encontré un archivo que contenía el cuento de un antiguo alumno quien, luego de ingresar a la universidad, me confió la difícil tarea de comentar un cuento suyo. Digo difícil puesto que la valoración de un poema o de un cuento puede ser muy dura viniendo de alguien que, debido al oficio de estudioso de la literatura o al cúmulo de lecturas predilectas, descalifique el texto por su carácter iniciático. Muchas veces me sucedió, y me sigue sucediendo, que por cierta admiración a un maestro, le mostré con cierto recelo mis primeros, segundos y terceros versos. Pocos en verdad, se dieron el trabajo de una lectura sesuda, y los menos me dijeron la verdad acerca de mis deficiencias (todavía mi primer poemario duerme el sueño de los justos en algún rincón de la biblioteca de Yolanda Westphalen y Marco Martos debe estar fatigado por mis constante llamadas). Es por ello que decidí responder lo más sinceramente a la inquietud de este joven alumno.
El cuento referido tiene buenos momentos y es lo que destaqué en aquella oportunidad —tres años aproximadamente—; si mi alumno tuviera la oportunidad de leer esta nota, deseo que la tome con mucha cautela, puesto que seguramente habrá decidido abandonar la escritura por otro oficio mucho más “saludable”. De lo contrario, nos sentiremos muy honrados si es que nuestro joven amigo continua en la brega por convertirse, en algún momento, en escritor. Estas reflexiones van dirigidas a todos aquellos que deseen escribir, pero con la siguiente advertencia:
“Estimado y muy caro amigo.
Te escribo estas líneas en calidad ya no de profesor puesto que no me considero más tu profesor, (tengo un concepto distinto —y muy malo— de los profesores de academias preuniversitarias, siento que son meros mercaderes, showman, alguna vez lo fui, al menos intento serlo cada vez en menor grado, creo que son cualquier cosa menos profesores, pero me hago responsable de esa opinión), sino tu amigo. Aquí van mis apreciaciones
Me gusta la intención que tienes en cuanto a la experimentación al narrar, las digresiones cambios de perspectiva y de tiempo, y los monólogos del narrador. Eso indica que tienes ciertas nociones sobre la narración moderna y es un buen comienzo.
Pero la técnica, si bien es muy importante en el cuento, no lo es todo. Primeramente hay que encontrar la historia, sin historia no hay cuento. Y no quiero decir con ello una “buena” historia porque no hay buenas o malas historias. Con historia quiero decir “algo qué contar”, para que el lector sea capaz de leerlo de un solo tirón.
Los errores de sintaxis, ortografía o de concordancia son irrelevantes porque se corrigen en un instante, no hay mayor problema, pero debes ordenar las secuencias de tu relato para que quede todo bien claro al lector y no hayan lagunas. Me encantó el inicio, le veo algo o bastante de Borges a tu cuento: esto de los sueños recurrentes y el intertexto o sea, las citas en inglés y las letras en cursiva que le dan otra sensación al lector de meterse en los pensamientos del narrador o personaje, uno dentro de otro, ¿me equivoco? Bueno tal vez has leído a Borges y es buen maestro. Pero por la línea de tu relato que tiende a lo fantástico te recomiendo además Edgar Allan Poe Narraciones extraordinarias, y Julio Cortázar Las armas secretas, Todos los fuegos el fuego, Bestiario; Juan José Arreola, Confabulario, Julio Ramón Ribeyro, todos los cuentos (La palabra del mudo es lo más común) y Augusto Monterroso, Viaje al centro de la fábula.
Recuerda: el protagonista del cuento siempre debe enfrentar una situación conflictiva cuyo desenlace debe resolverse a favor o en contra. Quítale los enclíticos díjote, acercáseme, etc., porque te quitan naturalidad, además no eres Valdelomar (es una broma), pero quítalos, están de más.
Tu historia está, lo que falta es darle forma a lo que ya tiene en parte; no busques muchos adjetivos, se más directo usa verbos y sustantivos, a no ser que quieras describir una situación, paisaje o personaje. El cuento es breve y requiere por ello de mucha acción.
Esto para mí es lo mejor de tu cuento:
Si tuviéramos el valor de enfrentarnos a aquello que nos sustrae y atemoriza. Realmente podríamos cambiar o es que no se puede. Talvez formamos parte de un pensamiento o la fantasía de un ser superior, quizás no somos más que vana alucinación. Entonces no estamos ni estuvimos nunca. Y si existimos los demás no están, o forman parte de nuestra fantasía, o será que nosotros formamos parte de la suya.
Finalmente LEE LO MÁS QUE PUEDAS; aprovecha que tienes tiempo, ya ingresaste, deja las matemáticas y el cálculo —¿no te bastó todo un año de preparación?— si realmente quieres escribir en serio para publicar. Si solo es un pasatiempo entonces olvida todo lo que dije antes.
…primero, la decisión por escribir es totalmente distinta a la decisión por publicar; el círculo se cierra cuando el lector conoce lo escrito y si no lo conoce, simplemente, el escritor no existe; segundo, el buen lector será casi siempre un buen escritor, siempre y cuando pase a la acción, y la acción pasa por escribir.Buena suerte y aquí te dejo con mis dos favoritos Mario Vargas Llosa y William Faulkner".
Entrevista a William Faulkner
-¿Existe alguna fórmula que sea posible seguir para ser un buen novelista?
-99% de talento... 99% de disciplina... 99% de trabajo. El novelista nunca debe sentirse satisfecho con lo que hace. Lo que se hace nunca es tan bueno como podría ser. Siempre hay que soñar y apuntar más alto de lo que uno puede apuntar. No preocuparse por ser mejor que sus contemporáneos o sus predecesores. Tratar de ser mejor que uno mismo. Un artista es una criatura impulsada por demonios. No sabe por qué ellos lo escogen y generalmente está demasiado ocupado para preguntárselo. Es completamente amoral en el sentido de que será capaz de robar, tomar prestado, mendigar o despojar a cualquiera y a todo el mundo con tal de realizar la obra.
-¿Qué técnica utiliza para cumplir su norma?
-Si el escritor está interesado en la técnica, más le vale dedicarse a la cirugía o a colocar ladrillos. Para escribir una obra no hay ningún recurso mecánico, ningún atajo. El escritor joven que siga una teoría es un tonto. Uno tiene que enseñarse por medio de sus propios errores; la gente sólo aprende a través del error. El buen artista cree que nadie sabe lo bastante para darle consejos, tiene una vanidad suprema. No importa cuánto admire al escritor viejo, quiere superarlo.
-Entonces, ¿usted niega la validez de la técnica?
-De ninguna manera. Algunas veces la técnica arremete y se apodera del sueño antes de que el propio escritor pueda aprehenderlo. Eso es tour de force y la obra terminada es simplemente cuestión de juntar bien los ladrillos, puesto que el escritor probablemente conoce cada una de las palabras que va a usar hasta el fin de la obra antes de escribir la primera. Eso sucedió con Mientras agonizo. No fue fácil. Ningún trabajo honrado lo es. Fue sencillo en cuanto que todo el material estaba ya a la mano. La composición de la obra me llevó sólo unas seis semanas en el tiempo libre que me dejaba un empleo de doce horas al día haciendo trabajo manual. Sencillamente me imaginé un grupo de personas y las sometí a las catástrofes naturales universales, que son la inundación y el fuego, con una motivación natural simple que le diera dirección a su desarrollo. Pero cuando la técnica no interviene, escribir es también más fácil en otro sentido. Porque en mi caso siempre hay un punto en el libro en el que los propios personajes se levantan y toman el mando y completan el trabajo. Eso sucede, digamos, alrededor de la página 275. Claro está que yo no sé lo que sucedería si terminara el libro en la página 274. La cualidad que un artista debe poseer es la objetividad al juzgar su obra, más la honradez y el valor de no engañarse al respecto. Puesto que ninguna de mis obras ha satisfecho mis propias normas, debo juzgarlas sobre la base de aquélla que me causó la mayor aflicción y angustia del mismo modo que la madre ama al hijo que se convirtió en la madre ama al hijo que se convirtió en ladrón o asesino más que al que se convirtió en sacerdote.
-Usted dijo que la experiencia, la observación y la imaginación son importantes para el escritor. ¿Incluiría usted la inspiración?
-Yo no sé nada sobre la inspiración, porque no sé lo que es eso. La he oído mencionar, pero nunca la he visto.
Consejos a un joven novelista Mario Vargas Llosa
“No hay novelistas precoces. Todos los grandes, los admirables novelistas, fueron, al principio, escribidores aprendices cuyo talento se fue gestando a base de constancia y convicción”.
“El novelista que no escribe sobre aquello que en su fuero recóndito lo estimula y exige, y fríamente escoge asuntos o temas de una manera racional, porque piensa que de este modo alcanzará mejor el éxito, es inauténtico y lo más probable es que, por ello, sea también un mal novelista (aunque alcance el éxito: las listas de bestsellers están llenas de muy malos novelistas)”.
“La historia que cuenta una novela puede ser incoherente, pero el lenguaje que la plasma debe ser coherente para que aquella incoherencia finja exitosamente ser genuina y vivir”.
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