Henry César Rivas Sucari
henryrivas2001@yahoo.es
El Presidente de la República, Alan García Pérez, publicó el domingo dos de marzo en el diario El Comercio“El perro del hortelano contra el pobre”. Como ya nos tiene acostumbrados en anteriores artículos, centra sus baterías contra la izquierda arcaica e ideológicamente más dura y extremista. Esta vez, adjunta números y cifras para, con ese argumento, descalificar a sus críticos.
El primer punto tratado se refiere a “El perro del hortelano ya perdió la lucha que sostuvo contra la economía moderna”. Aquí sostiene, curiosamente, una crítica a cada uno de los postulados que rigieron su anterior gobierno; claro, no menciona que fueron de su gobierno sino que pertenecen a posturas y perspectivas de izquierda: el capital como robo y el estatismo como política. Para Alan García esa letanía de izquierda está derrotada: la realidad ha derrotado al perro del hortelano. Ahora reconoce: "Sí, la economía está bien".
Pero nuestro presidente no concluye nada acerca de que este crecimiento positivo de la economía, esta inmersión en la tecnología y la globalización llegan solo a una capa, a una clase social alta y una nueva media (no sabemos si quedó algo de la anterior). Desde Lima el Perú es un país positivo y próspero. Solo compara el sector de mayor crecimiento en la economía: la construcción. En Lima se lleva cabo más del 70 % de este “explosivo y maravilloso crecimiento”, pero Lima posee el 30 % de la población. Entonces reformulamos la pregunta del perro del hortelano ¿Si la economía está tan bien, por qué no me beneficia a mí?.
El segundo punto que aborda como letanía de "El perro del hortelano contra el pobre", titula: "El Gobierno no hace nada para reducir la pobreza". Aquí ejemplifica con montos el trabajo que el gobierno hace, sobre todo en programas sociales. “Todo esto hace un total de S/.3.278 millones para el año 2007 solo en estas acciones directas para los más pobres. Y en el año 2008 esta cifra alcanzará a S/.4.500 millones”.
Estamos de acuerdo en que el trabajo es positivo, en que hay una clara intención de ayuda social. De lo que no se da cuenta nuestro presidente es que esa ayuda todavía es insuficiente para la población en extrema pobreza. El perro del hortelano al que se refiere está más en su gobierno que en los extremistas a los que insulta. ¿No es él, acaso, el mejor opositor en plazas e inauguraciones públicas hacia ese aparato ocioso y burócrata que atrasa los proyectos, las concesiones; mina la buena voluntad del gobierno con escándalos de corrupción?
El APEC está a la vuelta de la esquina y hemos tenido, gracias a Dios, la suerte que nos donen patrulleros que necesitamos con urgencia, ya que hasta ahora el gobierno no puede siquiera hacer una buena licitación. ¿Dónde está el perro del hortelano entonces?, ¿en esos diez mil extremistas que sabotean al gobierno o en sus propios cuadros, ineptos y corruptos?
El tercer punto de "El perro del hortelano contra la pobreza"es que el perro del hortelano acepta: "Hay programas contra la pobreza". Pero dice: "No están debidamente articulados". Hay programas que están funcionando positivamente, hay ministros que no descansan y recorren el país con ejemplar entrega. Pero hay también notas desaprobatorias que malogran el trabajo de todos. El FORSUR, ¿va con la rapidez necesaria?, ¿está debidamente articulado? Pisco está a tres horas de Lima y su reconstrucción es lenta y la traba burocrática enloda las buenas y positivas intenciones. ¿Dónde está el perro del hortelano contra la pobreza? , ¿en la izquierda radical, los caviares (término digno de una tesis), los infiltrados extranjeros o en el propio gobierno?
Nuestro Presidente afirma: “Tiene que objetar porque para él opinar significa oponerse y, a fin de cuentas, la culpa siempre es de los demás, jamás de él”. Bueno, en este caso El perro del hortelano contra la pobreza se parece mucho a Alan García, más parece una autoconfesión que inculpación.
La soberbia y falta de tino para actuar en los momentos graves, nos dan la imagen de un Presidente intolerable, que habla mucho, pero no actúa. Que insulta e improvisa (tercio superior) y culpa a todos, pero jamás a él.
Acaso no es demagógico decir “No importa de que color es el gato mientras cace a los ratones”. Porque este gato tiene color bolivariano, lo sabe muy bien él; sabe de sus intenciones dementes, de su descarada ingerencia política, de su clara actitud saboteadora de eventos. ¿Por qué no rompemos de una vez con ese demente?, ¿qué espera Alan García para rechazar la injerencia, financiamiento y propaganda de un programa demagogo y esquizofrénico? Acaso no está en sus posibilidades, enfrentarse y triunfar frente a ese “Verdadero perro del hortelano”. Pero claro, más fácil es insultar a los cusqueños, profesores, burócratas, caviares, etc.
El cuarto punto es: “No sale de su pobreza intelectual y quiere impedir que otros salgan de su pobreza material y educativa”. Este punto es curioso porque nuestro Presidente afirma “Escribe y opina repitiendo su letanía, desalentando, empujando a los extremistas a protestar por todo y contra todo, pero jamás llega a movilizar entre bloqueos y marchas a más de 10.000 activistas agresivos y callejeros.”
La pregunta es, si son tan pocos, ¿por qué desestabilizan al gobierno?, ¿por qué son una amenaza saboteadora y negativa que priva a un evento importante de la ciudad turística más importante? ¿No será que entre los senderistas, bolivarianos, líderes regionales; también existirá y sumará gente que no se siente partícipe del éxito del gobierno? Pero claro, como El perro del hortelano contra la pobreza culpa a todos menos a él, el gobierno tampoco es capaz de diferenciarse sustantivamente. “Ahora que la batalla ya no es económica porque el mundo aplastó en ese tema al perro del hortelano, este se presenta como antiminero pluriculturalista y patriotero”.
El Perú es todavía dependiente de una economía primaria, no dependemos de nuestros productos tecnológicos como Corea del Sur, sino de los primarios. No podemos darnos el lujo de tener un cerro de oro y no explotarlo, en eso estamos de acuerdo; pero cómo quiere el Doctor Alan García que la gente de Majaz crea que existe una buena minería, si permite que funcione la mina de La Oroya, idiotizando con plomo a los niños y adultos y en condiciones ambientales criminales. Si Alan García traslada su residencia a La Oroya entonces los demás diremos, bueno, existe la buena mina.
Ese es "El perro del hortelano contra la pobreza": la intolerancia, soberbia, improvisación de nuestro propio Presidente. ¿Todo es malo?, no, hay muchísimas cosas positivas, no hace falta decirlas porque él las repite todos los días en la televisión; pero una buena dosis de humildad, te tolerancia con sus compatriotas, no le caería mal. "El perro del hortelano contra la pobreza" está más en su aparato ocioso e improductivo que en los diez mil infelices saboteadores a los que se refiere.
El primer punto tratado se refiere a “El perro del hortelano ya perdió la lucha que sostuvo contra la economía moderna”. Aquí sostiene, curiosamente, una crítica a cada uno de los postulados que rigieron su anterior gobierno; claro, no menciona que fueron de su gobierno sino que pertenecen a posturas y perspectivas de izquierda: el capital como robo y el estatismo como política. Para Alan García esa letanía de izquierda está derrotada: la realidad ha derrotado al perro del hortelano. Ahora reconoce: "Sí, la economía está bien".
Pero nuestro presidente no concluye nada acerca de que este crecimiento positivo de la economía, esta inmersión en la tecnología y la globalización llegan solo a una capa, a una clase social alta y una nueva media (no sabemos si quedó algo de la anterior). Desde Lima el Perú es un país positivo y próspero. Solo compara el sector de mayor crecimiento en la economía: la construcción. En Lima se lleva cabo más del 70 % de este “explosivo y maravilloso crecimiento”, pero Lima posee el 30 % de la población. Entonces reformulamos la pregunta del perro del hortelano ¿Si la economía está tan bien, por qué no me beneficia a mí?.
El segundo punto que aborda como letanía de "El perro del hortelano contra el pobre", titula: "El Gobierno no hace nada para reducir la pobreza". Aquí ejemplifica con montos el trabajo que el gobierno hace, sobre todo en programas sociales. “Todo esto hace un total de S/.3.278 millones para el año 2007 solo en estas acciones directas para los más pobres. Y en el año 2008 esta cifra alcanzará a S/.4.500 millones”.
Estamos de acuerdo en que el trabajo es positivo, en que hay una clara intención de ayuda social. De lo que no se da cuenta nuestro presidente es que esa ayuda todavía es insuficiente para la población en extrema pobreza. El perro del hortelano al que se refiere está más en su gobierno que en los extremistas a los que insulta. ¿No es él, acaso, el mejor opositor en plazas e inauguraciones públicas hacia ese aparato ocioso y burócrata que atrasa los proyectos, las concesiones; mina la buena voluntad del gobierno con escándalos de corrupción?
El APEC está a la vuelta de la esquina y hemos tenido, gracias a Dios, la suerte que nos donen patrulleros que necesitamos con urgencia, ya que hasta ahora el gobierno no puede siquiera hacer una buena licitación. ¿Dónde está el perro del hortelano entonces?, ¿en esos diez mil extremistas que sabotean al gobierno o en sus propios cuadros, ineptos y corruptos?
El tercer punto de "El perro del hortelano contra la pobreza"es que el perro del hortelano acepta: "Hay programas contra la pobreza". Pero dice: "No están debidamente articulados". Hay programas que están funcionando positivamente, hay ministros que no descansan y recorren el país con ejemplar entrega. Pero hay también notas desaprobatorias que malogran el trabajo de todos. El FORSUR, ¿va con la rapidez necesaria?, ¿está debidamente articulado? Pisco está a tres horas de Lima y su reconstrucción es lenta y la traba burocrática enloda las buenas y positivas intenciones. ¿Dónde está el perro del hortelano contra la pobreza? , ¿en la izquierda radical, los caviares (término digno de una tesis), los infiltrados extranjeros o en el propio gobierno?
Nuestro Presidente afirma: “Tiene que objetar porque para él opinar significa oponerse y, a fin de cuentas, la culpa siempre es de los demás, jamás de él”. Bueno, en este caso El perro del hortelano contra la pobreza se parece mucho a Alan García, más parece una autoconfesión que inculpación.
La soberbia y falta de tino para actuar en los momentos graves, nos dan la imagen de un Presidente intolerable, que habla mucho, pero no actúa. Que insulta e improvisa (tercio superior) y culpa a todos, pero jamás a él.
Acaso no es demagógico decir “No importa de que color es el gato mientras cace a los ratones”. Porque este gato tiene color bolivariano, lo sabe muy bien él; sabe de sus intenciones dementes, de su descarada ingerencia política, de su clara actitud saboteadora de eventos. ¿Por qué no rompemos de una vez con ese demente?, ¿qué espera Alan García para rechazar la injerencia, financiamiento y propaganda de un programa demagogo y esquizofrénico? Acaso no está en sus posibilidades, enfrentarse y triunfar frente a ese “Verdadero perro del hortelano”. Pero claro, más fácil es insultar a los cusqueños, profesores, burócratas, caviares, etc.
El cuarto punto es: “No sale de su pobreza intelectual y quiere impedir que otros salgan de su pobreza material y educativa”. Este punto es curioso porque nuestro Presidente afirma “Escribe y opina repitiendo su letanía, desalentando, empujando a los extremistas a protestar por todo y contra todo, pero jamás llega a movilizar entre bloqueos y marchas a más de 10.000 activistas agresivos y callejeros.”
La pregunta es, si son tan pocos, ¿por qué desestabilizan al gobierno?, ¿por qué son una amenaza saboteadora y negativa que priva a un evento importante de la ciudad turística más importante? ¿No será que entre los senderistas, bolivarianos, líderes regionales; también existirá y sumará gente que no se siente partícipe del éxito del gobierno? Pero claro, como El perro del hortelano contra la pobreza culpa a todos menos a él, el gobierno tampoco es capaz de diferenciarse sustantivamente. “Ahora que la batalla ya no es económica porque el mundo aplastó en ese tema al perro del hortelano, este se presenta como antiminero pluriculturalista y patriotero”.
El Perú es todavía dependiente de una economía primaria, no dependemos de nuestros productos tecnológicos como Corea del Sur, sino de los primarios. No podemos darnos el lujo de tener un cerro de oro y no explotarlo, en eso estamos de acuerdo; pero cómo quiere el Doctor Alan García que la gente de Majaz crea que existe una buena minería, si permite que funcione la mina de La Oroya, idiotizando con plomo a los niños y adultos y en condiciones ambientales criminales. Si Alan García traslada su residencia a La Oroya entonces los demás diremos, bueno, existe la buena mina.
Ese es "El perro del hortelano contra la pobreza": la intolerancia, soberbia, improvisación de nuestro propio Presidente. ¿Todo es malo?, no, hay muchísimas cosas positivas, no hace falta decirlas porque él las repite todos los días en la televisión; pero una buena dosis de humildad, te tolerancia con sus compatriotas, no le caería mal. "El perro del hortelano contra la pobreza" está más en su aparato ocioso e improductivo que en los diez mil infelices saboteadores a los que se refiere.
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