viernes, septiembre 18, 2009

Sobre los intelectuales

¿Qué ha cambiado en los intelectuales?

Hace unos meses publiqué en Náufrago Digital un artículo acerca del rol de los intelectuales. Toco nuevamente el tema a partir de la lectura de los artículos de Martín Tanaka y Gonzalo Gamio.

En su artículo, Tanaka define a los intelectuales como aquellos quienes parten "de una legitimidad obtenida en las artes, ciencias o humanidades en general, para desarrollar también una reflexión sobre los principales problemas y desafíos de su tiempo, que establecen pautas de acción política". Luego contrasta el accionar de los intelectuales en los EEUU y en Europa. A su modo de ver, en EEUU los intelectuales tienen otro perfil, ya que no deliberan de manera gravitante en los asuntos públicos, mientras que en Europa es mucho más notable la participación de los intelectuales en los asuntos públicos. Por su parte Gonzalo Gamio discrepa abiertamente de Tanaka. Gamio considera que la dicotomía intelectual especializado/intelectual comprometido no es tal y además que existen probados ejemplos de intelectuales que en EEUU deliberan con la opinión pública.

Respecto a este asunto, coincido con la definición de Tanaka, pero le agregaría el hecho de que un intelectual es un personaje que tiende a constituirse en la reserva moral de su sociedad y que su estatus como tal se lo debe al reconocimiento que le otorga la sociedad en la que se manifiesta. En este sentido, la construcción de un intelectual no es autónoma, es decir, no depende exclusivamente de lo que este pueda hacer para convertirse en una voz autorizada sobre los asuntos de interés público, sino que requiere necesariamente del reconocimiento de un sector determinante de su sociedad. Esto explica el porqué actualmente la voz de los intelectuales no ejerce una influencia tan determinante en la actual sociedad globalizada como sucedía hasta los años 70: las expectativas de los ciudadanos han cambiado radicalmente, lo cual ha llevado a que cambie el perfil de lo que se entiende por intelectual hoy en día.

Es así que el lugar dejado por los intelectuales es ocupado hoy por los periodistas, políticos y personajes de la farándula. La demanda de información de los ciudadanos contemporáneos exige entretenimiento e información breve, rápida y actual. En este sentido, tenemos que darnos cuenta que pretender ubicarse como intelectual a la antigua usanza dentro de este panorama no depararía mucho éxito. De la misma manera que no podríamos persuadir a un lector adolescente con las lecturas de nuestros abuelos, padres (e incluso las propias), tampoco lo lograríamos con la receta que sirvió a los intelectuales de los 60 y 70 para cautivar a la ciudadanía y moverla a actuar en pro de una causa considerada como legítima.

Respecto a lo vertido por Gonzalo Gamio también tengo una opinión particular. Es cierto que en EEUU hay intelectuales como Chomsky que ejercen un impacto evidente en la opinión pública, pero, a pesar que lo digo desde aquí, tengo la impresión de que aquellos ejemplos mencionados en su post solo complementan pero no rebaten el hecho de que, tradicionalmente, la discusión intelectual en los EEUU ha sido de corte pragmático, en el sentido cotidiano de este término, es decir, un asunto de especialistas autorizados en su trayectoria para opinar sobre algún tema. Ahora, si bien en Europa la situación del intelectual ha sido distinta, tampoco podemos afirmar que aún subsiste dentro del imaginario del ciudadano europeo, la figura del intelectual comprometido como un modelo diametralmente opuesto al académico especializado.

La crisis de los intelectuales es mundial. Tal como lo percibo, es un problema de representatividad y de discurso. Representatividad porque la ciudadanía espera acción de aquellos en quienes deposita su credibilidad, acción que se traduzca en resultados concretos y cambios más o menos perdurables. Este tipo de compromiso estaba muy claro para los intelectuales de principios y mediados del siglo XX. Había que complementar la palabra con la acción y de vez en cuando ensuciarse un poco las manos. Hoy, muy poco estarían dispuestos a lo segundo. Asimismo, la distancia que media entre el discurso de los intelectuales y las expectativas y disposición para comprometerse con los dilemas morales de la época ausentes cada vez más en el ciudadano contemporáneo dificulta que la "gente de a pie" entienda a los intelectuales. Peor aún si es que estos están convencidos de que el oscurantismo es sinónimo de complejidad o que el conocimiento complejo debe mantenerse igual en la explicación. En suma, muchos intelectuales han venido escribiendo para ellos mismos y han abandonado aquello que hicieron sus precursores: pedagogía política para los que menos saben.

La realidad vigente no debe ser una condición inevitable de resignación, sino un desafío para el cambio. Por ello, no deseo que los intelectuales contemporáneos recurran a estrategias facilistas para sobrevivir a este cambio de expectativas en los ciudadanos que los viene dejando a la zaga. Si algo aún creo deben conservar los intelectuales es la preeminencia de los principios éticos por encima de lo ideológico para que incluso puedan autocuestionarse, y el espíritu inconforme que los anime a estar alertas contra toda amenaza de unificación del pensamiento. Y tal como viene aconteciendo actualmente, la sombra del pensamiento único seduce a muchos intelectuales. Esto es lo que verdaderamente me preocupa.


Alerta!!!: esto no es un intelectual!!!



4 comentarios:

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Arturo:

Creo que en relación a los intelectuales norteamericanos te apresuras un poco. Chomsky no habla de temas públicos en calidad de "especialista", sino como intelectual y ciudadano. Lo mismo puede decirse de los 'filósofos públicos', de Dewey a Rorty. Creo que los casos presentados son bastante evidentes. Lo del impacto político es otro tema.

Un abrazo,
Gonzalo.

Charlie Caballero dijo...

Estoy de acuerdo con lo de Chomsky, pero siguiendo mi hipótesis, si un intelectual es producto del reconocimiento que le da su sociedad (y no solo el entorno académico) tenemos que en EEUU ha existido una forma de participación ciudadana que no necesariamente ha estado ligada con el liderazgo de los intelectuales (es decir como ideólogos que desde su especialidad condujeron a la acción cívica). Lo digo desde aqui con todas las imperfecciones de la distancia, es una impresión. Veo mas en EEUU a líderes sociales (no necesariamente especialistas en alguna materia) que sí tuvieron mayor ascendencia en el ciudadano. Mientras que en Europa percibo que los intelectuales si tuvieron esa labor.

Sin embargo, los ejemplos que pusiste son de intelectuales notables que mas alla de la sintonía popular dejaron en claro su postura.

El tema da para largo estimado amigo

Un abrazo,

Arturo

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Arturo:

Yo pensaba igual, pero la notable influencia de la filosofía pragmatista en la cultura cívica norteamericana me llevó a cambiar de posición.

Un tema para seguir conversando.

Un abrazo,
Gonzalo.

Charlie Caballero dijo...

Excelente Gonzalo. Continuaremos la charla como siempre quedamos.

Un abrazo, Arturo