domingo, octubre 04, 2009

Karl Marx, Hitler y la globalización

Una lectura atenta de El manifiesto comunista Marx-Engels 1848 y de Mi lucha, de Adolf Hitler nos llevaría a concluir que aquella izquierda latinoamericana más retrógrada que se refugia en el nacionalismo es totalmente adversa a lo que Marx y Engels tenían previsto para el socialismo posterior a ellos. Hitler, si pudiera contemplar la realidad política mundial, posiblemente celebraría los postulados etnocaceristas, no en contenido, pero sí tal vez como estructura de pensamiento que enarbola la centralidad de una cultura por sobre otras y que considera al extranjero como una amenaza a la existencia propia. Hitler sería de izquierda en Latinoamérica.

En cambio, el viejo Marx vería a esta izquierda con mucho recelo, pues la tildaría de fascista y bárbara. Posiblemente, sería ecologista radical y, a la luz de los hechos posteriores a 1989, habría moderado su postura hacia la centroizquierda. ¿Y por qué? Porque, simplemente, la izquierda no puede ser nacionalista. Para que saque sus propias conclusiones, lea atentamente estos fragmentos de los textos antes mencionados. (Si lo prefiere, contrástelo con otra fuente similar)

Manifiesto del Partido Comunista (1848)

La burguesía ha desempeñado, en el transcurso de la historia, un papel verdaderamente revolucionario.

Dondequiera que se instauró, la burguesía echó por tierra todas las instituciones feudales, patriarcales e idílicas (...)

La burguesía, al explotar el mercado mundial, da a la producción y al consumo de todos los países un sello cosmopolita. Entre los lamentos de los reaccionarios destruye los cimientos nacionales de la industria. Las viejas industrias nacionales se vienen a tierra, arrolladas por otras nuevas, cuya instauración es problema vital para todas las naciones civilizadas; por industrias que ya no transforman como antes las materias primas del país, sino las traídas de los climas más lejanos y cuyos productos encuentran salida no sólo dentro de las fronteras, sino en todas las partes del mundo. Brotan necesidades nuevas que ya no bastan a satisfacer, como en otro tiempo, los frutos del país, sino que reclaman para su satisfacción los productos de tierras remotas. Ya no reina aquel mercado local y nacional que se bastaba así mismo y donde no entraba nada de fuera; ahora, la red del comercio es universal y en ella entran, unidas por vínculos de interdependencia, todas las naciones. Y lo que acontece con la producción material, acontece también con la del espíritu. Los productos espirituales de las diferentes naciones vienen a formar un acervo común. Las limitaciones y peculiaridades del carácter nacional van pasando a segundo plano, y las literaturas locales y nacionales confluyen todas en una literatura universal.

La burguesía, con el rápido perfeccionamiento de todos los medios de producción, con las facilidades increíbles de su red de comunicaciones, lleva la civilización hasta a las naciones más salvajes. El bajo precio de sus mercancías es la artillería pesada con la que derrumba todas las murallas de la China, con la que obliga a capitular a las tribus bárbaras más ariscas en su odio contra el extranjero. Obliga a todas las naciones a abrazar el régimen de producción de la burguesía o perecer; las obliga a implantar en su propio seno la llamada civilización, es decir, a hacerse burguesas. Crea un mundo hecho a su imagen y semejanza.


Digitalizado para el Marx-Engels Internet Archive por José F. Polanco en 1998. Retranscrito para el Marxists Internet Archive por Juan R. Fajardo en 1999.


Mi lucha (Adolf Hitler)

Sólo la fuerza unida y concentrada de una pasión nacional en ebullición conseguirá hacer frente a la esclavitud internacional de los pueblos. Una solución tal se logrará siempre sólo por medio de la fuerza.
El objetivo por el cual tenemos que luchar es el de asegurar la existencia y el incremento de nuestra Raza y de nuestro pueblo; el sustento de sus hijos y la conservación de la pureza de su sangre; la libertad y la independencia de la Patria, para que nuestro pueblo pueda llegar a cumplir la misión que el Supremo Creador le tiene reservada.

La labor de la llamada prensa liberal fue obra de los sepultureros de la Nación alemana y del Reich. Nada diremos de las gacetas marxistas consagradas a la mentira; para ellas la falsedad es una necesidad vital como para el gato los ratones. Su misión se concreta a dislocar el poder racial y nacional del pueblo, para prepararlo a llevar el yugo de la esclavitud del capitalismo internacional y de sus gerentes, los judíos.

Si en el fragmento de El manifiesto comunista reemplazamos "burguesía" por "globalización", veremos que el texto tiene gran actualidad y que si fuera leído, por ejemplo, en el CADE, claro con ciertos arreglos, captaría la atención de los más rabiosos inversionistas y, de seguro, despertaría elogios de parte de Jaime de Althaus y enormes críticas de Ollanta Humala y los nacionalistas. Análogamente, si en los fragmentos de Mi lucha cambiamos "judío" por "chileno", este fragmento bien podría pasar como uno de los tantos mensajes de Ollanta o Isaac Humala emitido durante su última campaña -porque el Humala de este instante es totalmente otro-

Les dejo la interrogante para comentarla luego: ¿Por qué la izquierda no puede (ni debe) ser nacionalista?

2 comentarios:

negrito dijo...

El Mejor articulo que he leiudo en mcuho tiempo en los Blogs. Arthuro ahora diste en el clavo. tienes razon aqune muchos no lo quieren admitir.
El NAcional socialislo aleman (partido nazi) se refelja en nuetra sociedad peruana y latinoamericana. basta con ver el odio a los grupos que no son nacionales o de origen racial distinto.

ademas elogio muchas cosas de tus anteriores post, yo tambien creo qeu el libre mercado debe estar acompañado de el libre transito, esto seria realmente liberal y ayudara a disminuir las diferencias sociales.

ahora creo qeu tenemos muchas mas ideas en comun de las que pensaba

atentamente

negrito

Charlie Caballero dijo...

Gracias Negrito, por tu comentario y por supuesto si se trata de defender el equilibrio de libertades estamos del mismo lado. un abrazo

Arturo