¿Alan García pedirá disculpas por las víctimas de El Frontón, Cayara y Bagua?
El presidente Alan García pidió disculpas esta semana a la comunidad afroperuana en nombre del Estado peruano, debido a los atropellos cometidos durante la Colonia y buena parte de nuestra vida republicana por las autoridades que tuvieron a su cargo el poder en nuestro país. Se trata de un mea culpa que, hasta donde recuerdo, tiene como antecedentes otras disculpas del mismo García, aquella vez dirigida a toda la nación, por la debacle social, política y económica a la que nos condujo su primer gobierno.
Las disculpas ofrecidas por Alan García se dieron en el marco de un acto simbólico de desagravio a favor de un sector de la población que históricamente soportó -y aún soporta qué duda cabe- maltratos y vejámenes que, a veces, lamentablemente, se invisibilizan bajo el manto de la cotidianeidad. El día a día suele adormecer la reflexión al punto que tendemos a naturalizar lo habitual y a perder una saludable indignación ante, por ejemplo, la injusticia, la desigualdad o la discriminación.
Si bien se trató de un gesto político muy importante, es necesario que se dé un paso más allá para superar lo simplemente anecdótico o ceremonial, pues este acto debe constituirse en un precedente para que, en un futuro cercano, este o el próximo gobierno ofrezca disculpas públicas a los deudos de las víctimas del conflicto armado interno sin distinción de ningún tipo. Estas disculpas estarían plenamente justificadas en el caso de Alan García porque aún tiene pendiente una deuda moral frente a los deudos de las víctimas de la masacre de El Frontón, Cayara y Bagua por mencionar solo algunos casos. Y digo deuda moral porque la deuda política la puede controlar mejor, mientras detente el poder; y la judicial requiere atravesar un largo camino para iniciarse.
Cuando el Estado recurrió al terror para combatir el terrorismo, perdió la supremacía moral que lo colocaba por encima de los agresores que deseaban destruir nuestra precaria, pero todavía en formación sociedad democrática. Las víctimas producto de la violencia armada no solo fueron las huestes del MRTA o de Sendero Luminoso, sino también la población civil y los miembros de las Fuerzas Armadas, quienes en un inicio combatieron en desigualdad de condiciones contra un enemigo desconocido, acatando el mandato del Ejecutivo. En la medida que lucharon en desventaja por el abandono al que el Estado los expuso (aislamiento prolongado, falta de recursos logísticos, etc.) y que los poderes de este mismo Estado claudicaron a favor del poder militar sin ningún tipo de supervisión de las instituciones democráticas, se dio lugar a la barbarie de la cual recientemente estamos tomando conciencia. La sociedad democrática no puede volver a claudicar de esta manera ante el poder militar mucho menos cuando las Fuerzas Armadas se encuentren consternadas o en perpetua zozobra por los constantes ataques del narcoterrorismo y las consecuentes bajas que, a nivel mediático, causan tanto o más impacto en la imagen de las instituciones militares. En consecuencia, el Estado que conminó a las Fuerzas Armadas a combatir en tales circunstancias adversas y que cedió el control absoluto al poder militar en perjuicio de la institucionalidad democrática es corresponsable de la violencia generadas en aquellas zonas de emergencia y, por ende, de las miles de víctimas tanto civiles como militares.
El presidente Alan García pidió disculpas esta semana a la comunidad afroperuana en nombre del Estado peruano, debido a los atropellos cometidos durante la Colonia y buena parte de nuestra vida republicana por las autoridades que tuvieron a su cargo el poder en nuestro país. Se trata de un mea culpa que, hasta donde recuerdo, tiene como antecedentes otras disculpas del mismo García, aquella vez dirigida a toda la nación, por la debacle social, política y económica a la que nos condujo su primer gobierno.
Las disculpas ofrecidas por Alan García se dieron en el marco de un acto simbólico de desagravio a favor de un sector de la población que históricamente soportó -y aún soporta qué duda cabe- maltratos y vejámenes que, a veces, lamentablemente, se invisibilizan bajo el manto de la cotidianeidad. El día a día suele adormecer la reflexión al punto que tendemos a naturalizar lo habitual y a perder una saludable indignación ante, por ejemplo, la injusticia, la desigualdad o la discriminación.
Si bien se trató de un gesto político muy importante, es necesario que se dé un paso más allá para superar lo simplemente anecdótico o ceremonial, pues este acto debe constituirse en un precedente para que, en un futuro cercano, este o el próximo gobierno ofrezca disculpas públicas a los deudos de las víctimas del conflicto armado interno sin distinción de ningún tipo. Estas disculpas estarían plenamente justificadas en el caso de Alan García porque aún tiene pendiente una deuda moral frente a los deudos de las víctimas de la masacre de El Frontón, Cayara y Bagua por mencionar solo algunos casos. Y digo deuda moral porque la deuda política la puede controlar mejor, mientras detente el poder; y la judicial requiere atravesar un largo camino para iniciarse.
Cuando el Estado recurrió al terror para combatir el terrorismo, perdió la supremacía moral que lo colocaba por encima de los agresores que deseaban destruir nuestra precaria, pero todavía en formación sociedad democrática. Las víctimas producto de la violencia armada no solo fueron las huestes del MRTA o de Sendero Luminoso, sino también la población civil y los miembros de las Fuerzas Armadas, quienes en un inicio combatieron en desigualdad de condiciones contra un enemigo desconocido, acatando el mandato del Ejecutivo. En la medida que lucharon en desventaja por el abandono al que el Estado los expuso (aislamiento prolongado, falta de recursos logísticos, etc.) y que los poderes de este mismo Estado claudicaron a favor del poder militar sin ningún tipo de supervisión de las instituciones democráticas, se dio lugar a la barbarie de la cual recientemente estamos tomando conciencia. La sociedad democrática no puede volver a claudicar de esta manera ante el poder militar mucho menos cuando las Fuerzas Armadas se encuentren consternadas o en perpetua zozobra por los constantes ataques del narcoterrorismo y las consecuentes bajas que, a nivel mediático, causan tanto o más impacto en la imagen de las instituciones militares. En consecuencia, el Estado que conminó a las Fuerzas Armadas a combatir en tales circunstancias adversas y que cedió el control absoluto al poder militar en perjuicio de la institucionalidad democrática es corresponsable de la violencia generadas en aquellas zonas de emergencia y, por ende, de las miles de víctimas tanto civiles como militares.
Respecto a Bagua las justificaciones sobran. La desacertada operación de desalojo de los manifestantes que bloquearon la carretera aunada a la incompetencia de Mercedes Cabanillas como ministra del Interior y a los exabruptos de Alan García quien puso jerarquías a la ciudadanía de los pobladores de aquella zona no hicieron más que agravar la situación. Estos acontecimientos ocurridos durante su primer y segundo mandato justifican sobremanera una disculpa de Alan García. Y nótese que no se trata de una disculpa ofrecida solo a los deudos de terroristas o de la población civil, sino, además, al personal militar. Por ello, recalco que no debe existir ningún tipo de distinción cuando, en su momento, se ofrezcan estas disculpas oficiales.
Posiblemente, transcurran algunos años antes que esto ocurra o tal vez ni siquiera suceda, pero si dentro del APRA existe alguna mente lúcida y autónoma del oficialismo alanista, tendrán la tarea de asumir en el silencio los errores de su líder o procurar enmendar, al menos moralmente, esos descalabros.
10 comentarios:
EL perdòn? porque no le pide a Guzmàn que pida perdòn? ALan hizo bien
Fidel T
Fidel, no tengo problema en exigirle a Guzmán que pida perdon a la nación, pero sería inútil y como mencioné de alguien como el no esperaría mucho. Pero de un presidente que gobierna por segunda vez y que es conciente de lo que sucedió y sucede actualmente en su gobierno sí demando un mea culpa explícito.
Estoy convencido de que las víctimas de esa violencia en los casos concretos que he mencionado se lo merecen. Alan hizo bien? en pedir perdon a la comunidad afroperuana, claro. Sí lo hace por los casos mencionados también haría bien.
Disculpa pedir disculpas a los victimarios????? Creo que ya te pasaste de vueltas mi estimado. Era una guerra la cual íbamos perdiendo, creo que al contrario el error fue no actuar con ams severidad en un principio.
Jorge, no dije pedir disculpas a los victimarios de ninguna manera, sino a las víctimas, en concreto a los familiares de los deudos asesinados injustamente, a la población civil que estuvo entre dos fuegos e incluso a los militares a quienes, recalco, se les envío y abandonó a su suerte.
Saludos,
Arturo
pedir disculpas a los terrucos de el fronto? por favor. es igual que garcia salga a pedir disculpas por el escuadron de la muerte, del cual estoy a favor. maten a todos los delincuentes, ellos no merecen vivir
Escribí en mi blog una sátira contra el relativismo en todas sus vertientes - lo que incluye al cultural- que quizás le interese, ya que usted me expresó en una ocasión que estaba en contra del relativismo cultural.
Si de la verdadera democracia se tratase -si esta fuese genuina y tomase en cuenta a todos sus miembros-, la pena de muerte se instauraría, ya que la mayor porción de la población se manifiesta a favor de su legalización.
Por ese motivo la democracia no es adecuada para realizar un sistema político acorde con los principios espirituales y los valores universales: todo ser humano, desde que cuenta con vida y con espíritu, por gracia de la Caridad del Eterno, fuente de vida universal y valor absoluto, posee el derecho de vivir para, así, poder enmendar sus errores, mejorar y crecer como ser humano, purificar su espíritu y alcanzar la salvación. La pena de muerte no hace mejores a los criminales, no busca su bienestar: permite que se hundan en el abismo del mal y acrecienta el egoísmo y la indiferencia de quienes conmemoran, presencian y aceptan esa muerte. ¡Misericordia! Frente a la Majestuosidad y la Grandeza infinitas del Bien Sumo, cumbre de la jerarquía cósmica, Estrella del pino de Navidad, nosotros no somos nada, somos menos que arena, menos que cucarachas, peores que el más vil de los criminales: la luz de una vela es oscuridad absoluta frente a la infinita luz del Sol. Todo es Caridad. No es posible abandonar a la deriva en el caudaloso mar de un mundo perverso a una multitud de espíritus descarriados que son nuestros hermanos. Eso no es ni Caridad, ni Compasión, ni Altruismo, ni Amor, ni el noble deseo de que nuestros semejantes se restauren moral y espiritualmente.
La Caridad es más hermosa que la Justicia: causa mayor asombro y perplejidad en quienes la presencian. Parece no tener causa: es gratuita. A diferencia de la Justicia, la Caridad no conoce de deudas, no sabe de economía ni de cálculos, todo lo olvida, todo lo perdona, todo lo regala, todo lo entrega, todo lo dona en un abrazo infinito. Es dadivosa. No pide, no sentencia, no juzga: confiere. Es el majestuoso Príncipe que desciende desde su alto trono y se arrodilla sobre el fango embarrando sus pulcras túnicas por salvar la vida de un insecto. Es pura gratuidad. Es amor.
PD: Se que esto no tiene tanto que ver con el tema del articulo, pero si tiene alguna relación.
En ningún momento dije que se pida permiso a los victimarios terroristas, sino a los deudos de las víctimas que fueron ejecutadas extrajudicialmente, rendidos y desarmados entre quienes había muchos que no eran terroristas. García teme que se esclarezca ese tema de El Frontón.
Sobre el escuadrón de la muerte, estoy en contra aunque mi indignación ante la incompetencia de los jueces me anime a aprobar tales medidas a la larga es peor. Se termina ejecutando a inocentes y las FFPP y el Estado se deslegitiman, pierden estatura moral frente al que quiere sabotear el sistema. No podemos ser iguales a ellos. Que se reforme el PJ puede parecer dificil pero es mejor antes que cargar con la muerte de inocentes.
Sofia, que tal. Voy a revisar tu post sobre el relativismo aunque te adelanto que algunas dosis moderadas del mismo me parecen saludables porque debemos admitir que el momento influye mucho en nuestra concepción del mundo, es más no somos los mismos durante toda la vida. Me animas a escribir algo también al respecto.
Respecto a tu segundo comentario discrepo de tu noción de democracia: esta no debe ser, como la entendían los antiguos, dirigida solo por alguna elite o aristocracia sin ninguna representatividad en la población. Tampoco debe entenderse como el imperio o el atropello de la voluntad de la mayoría sobre la minoría, lo cual sería desastroso, sino como el acceso igualitario a la representación y a la participación en las decisiones que afectan directamente a los gobernados. Es decir, tal vez mi candidato pierda, pero ello no quiere decir que mis opiniones no se oigan, ni tampoco que tenga carta abierta para sabotear el sistema. En otras palabras, la mayoría debe tener apertura al dialogo con el resto y no permitir que se vulneren los derechos de las minorías.
Un abrazo,
ALan que pida perdòn por estar tan gordo en un paìs de hambrientos, y al amigo negrito, que lea bien para que entienda mejor, siempre se va por otras lìneas.
Por otro lado, el escuadròn de la muerte debe afilar mejor sus estrategias, puesto que si mata gente que derrepente es inocente, desnaturaliza su funciòn, pero si averigua bien y digamos, no los mata, pero les rompe una pata, un brazo, etc. Al menos, esta gente quedarà avisada.
El poder judicial no ha funcionado ni con todas las reformas que han hecho los sucesivos gobiernos. EN especial, se le pasò al gran presidente Fujimori. EL mejor de todos.
SAludos
CArlos Quispe
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