¿Cuáles son las limitaciones y posibilidades de la objetividad dentro de la investigación en el área de las ciencias sociales? ¿Es la objetividad una pretensión inalcanzable o su búsqueda un indicio que demuestra la rigurosidad de un investigador? Estas son las dos principales interrogantes que,me parece, atraviesan la polémica, a la cual agrego una más ¿Qué ideología está detrás de los discursos a favor de la objetividad y la subjetividad? ¿Qué acciones concretas demandan de los individuos que los asumen?
Nelson Manrique señaló que prefiere hablar "de grados de objetividad que pueden ser mayores en la medida en que seamos capaces de poner bajo control nuestros sesgos conscientes e inconscientes". Desde su punto de vista, es paradójico que la objetividad esté más presente cuando el sujeto es conciente de sus sesgos y no los niega. De esta manera, aquella objetividad que parta del supuesto que no existe nada entre el sujeto y el objeto comete el desliz de ser muy ingenua. No es que Manrique cierre filas contra la objetividad y sostenga que esta no es importante en la investigación: lo que indica es que debemos reconocer que se trata de una pretensión que no podemos satisfacer de manera absoluta, sino tan solo aproximarnos. Entonces, en el grado de aproximación al objeto es que se construye la objetividad.
Entender la objetividad como grado de aproximación equivale a decir que se trata de un proceso, de una construcción, es decir, la objetividad sería un "ir siendo", un estado de cosas que es susceptible de enriquecerse de las diversas perspectivas existentes sobre el objeto. Esto se explica porque un "grado de aproximación" es, en buena cuenta, una escala compuesta por múltiples intentos (individuales o grupales), algunos más logrados que otros. Si aceptamos la premisa de que la objetividad no se agota en una sola exclusiva mirada, contacto o interpretación de la realidad, en consecuencia, aceptaremos también que el resto de interpretaciones pueden complementarse entre sí, sin necesariamente excluirse. Prueba de ello es que, cuando se investiga, luego de plantear la interrogante que conducirá la investigación, no podemos ignorar las investigaciones precedentes a la nuestra. Ellas complementan nuestra hipótesis, ya reforzándola o bien exigiendo su reformulación. En ambos casos, los diversos grados de aproximación al tema en cuestión adquieren una gran importancia para el investigador.
Al incorporar puntos de vista distintos al propio en nuestra investigación y al verificar que nos colocan en un grado más cercano de validez que el ocupado al inicio del trabajo, se prueba que, primero, la objetividad es una (re)construcción, mas no una reproducción (si fuera así no habría posibilidad de aporte ni de avance, sino solo de coincidencia o diferencia de perspectivas), y, segundo, que no se debe ignorar la dimensión intersubjetiva de la investigación científica, porque la ciencia como tal es un discurso sostenido por una comunidad de individuos que contrastan entre sí sus conclusiones rechazando, aceptando y proyectando nuevas y constantes interrogantes y resultados. Lo intersubjetivo se evidencia en la posibilidad de poder "apropiarnos" del punto de vista del otro, es decir, de su subjetividad que, en parte, encierra su grado de objetividad aproximada al problema en cuestión.
¿Existe algún discurso desideologizado?
El otro aspecto de la postura de Manrique que destaco es su abierta crítica al cientificismo positivista, al cual no menciona, pero alude: El pensamiento más crudamente ideológico cree que la ideología distorsiona la percepción de los demás pero no la de uno mismo, porque uno piensa, limpiamente, “en científico”. La impronta del positivismo en las ciencias naturales durante el siglo XIX y parte del XX también se impregnó en las humanidades y en las ciencias sociales. Bajo el imperativo de que toda disciplina que se preciara de ser científica debería poseer un objeto de estudio sensible a la experiencia y que priorizara el método científico de las ciencias naturales como el más idóneo y extensible al resto de ciencias, la comunidad científica de la época entró en una especie de virulencia positivista, la cual se podría resumir en "el que no salta es un hermeneuta". La Literatura del siglo XIX está repleta de una carga utilitaria enorme, sobre todo en la educación: el autor y el lector, por algún tiempo, asumieron que la literatura tenía la función de educar a la población y unificarla mediante la construcción de un imaginario nacional. La función de construir el Estado-nación estuvo, durante mucho tiempo, asignada a la literatura en la escuela. La Historia adquirió la convicción de que era capaz de estudiar, objetivamente, los acontecimientos más relevantes del pasado de una nación sin ningún tipo de distorsión.
Para el positivismo no le es muy grato recurrir a la interpretación, puesto que desconfía de las valoraciones que no tienen como fuente un dato empírico y, debido a que se asume como un discurso que desentraña las causas de los fenómenos que estudia mediante el análisis de datos concretos , se considera libre de todo sesgo que distorsione sus impresión de la realidad. Ese "pensar en científico" supone, ingenuamente, la posibilidad de que el sujeto pueda sustraer su discurso de toda referencia espacio-temporal (valores, creencias, costumbres, identidad, etc.) y producir un enunciado limpio de toda impureza ideológica. De esta forma, la cientificidad radicó exclusivamente en la rigurosa aplicación de una metodología y en el acopio de datos y documentación en perjuicio de la interpretación de los resultados, pues más importante resultaba indagar por las causas de los fenómenos que valorarlos o reflexionar sobre ellos; tomar distancia de los hechos y no adherirse a una causa, bajo el riesgo de distorsionar los resultados.
Concuerdo con la postura de Manrique porque sostener que el discurso científico pueda estar desprovisto de alguna carga ideológica implicaría aceptar que el sujeto que enuncia dicho discurso se encuentra en un lugar privilegiado de observación (un lugar que situaría al sujeto fuera de "la cárcel del lenguaje") o que tiene acceso a una super-visión de la realidad negada para el resto de sujetos poco o nada capacitados en la práctica científica.
Hasta aquí deseo destacar dos conclusiones particulares: a) la objetividad es resultado del consenso subjetivo (en realidad, intersubjetivo), es decir, una construcción progresiva resultante de la integración de diversas perspectivas que, poco a poco, nos aproximan a la comprensión del fenómeno en cuestión, mas no agotan su problematización; y b) es imposible la existencia de un discurso desideologizado.
En la siguiente entrada, volveré sobre la polémica entre positivismo y hermenéutica a propósito de la postura de Martín Tanaka y Gonzalo Gamio.
4 comentarios:
Estimado Arturo:
Creo necesario discutir la noción de ideología para sacar conclusiones. No tiene sentido confundir la hermenéutica con el "relativismo".
Sobre cómo valorar a los intelectuales, probablemente hay que distinguir niveles. Hay quienes erradamente no leen a Pound o a Brecht por sus respectivas preferencias políticas, por ejemplo, y se pierden a literatos muy interesantes.
Saludos,
Gonzalo.
Hola Gonzalo, reproduzco parte de mi intervención en tu blog acerca de la nocion de ideología y de acuerdo nuevamente, es necesario definir esta nocion para ordenar el debate
"Sobre ideología, para efectos del ACD en la línea de Teun Van Dijk, se define como un sistema organizado de ideas representativo de un grupo de interés; aquel sistema, a través del discurso y amparado en un soporte institucional, tiene como objetivos simultáneos su reproducción y el llamado a la acción hacia sus miembros.
En suma, la ideología implícita dentro de un discurso cobra sentido cuando se esparce y cuando se traduce en acciones."
Un abrazo,
En las ciencias sociales representa una empresa bastante difícil encumbrar "la objetividad" a una categoría absoluta porque el investigador social está trabajando con un elemento altamente valorativo que es el lenguaje. Y, en el ámbito de la socialización humana, la adquisición de símbolos y palabras crean discursos para "legitimar formas de dominación o de relaciones sociales"; y es ese discurso el que se encuentra detrás de las ideas del investigador; y es ese discurso el que reclama ser escuchado en cada línea de interpretación.
¿el discurso como ideología?, sí.
Así como "nuestras ideas son nuestros anteojos", así está la ideología, destinada a "identificar las necesidades ocultas en lo que aparece como una mera contingencia..."
Un abrazo desde Arequipa...
Waldis Ayamamani Torres
Hola Waldis, comentè sobre tu post que tocaba un tema similar pero en las ciencias de la comunicación. intercambiemos links. si no es por el Facebook no me enteraba de que tenías un blog.
Saludos,
(ya comentare tu post sobre los DDHH) en la blogosfera puede "sacar roncha"
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