jueves, agosto 16, 2007

Tres personajes en busca de un autor



“Yo aspiro en un momento dado, y por ello he tenido discusiones con personas que quiero mucho pero que piensan diferente, a vivir de lo que escribo, en el sentido de escribir novelas… Mi ideal sería comprarme mi tiempo libre con el producto de lo que escribo para tener todo mi tiempo libre para seguir escribiendo”.

Teresa Ruiz Rosas (Arequipa, 1956)

Entrevista a Teresa Ruiz Rosas

Por Arturo Caballero Medina
acaballerom@pucp.edu.pe

El pasado jueves 19 de julio, se dio inicio a la XII Feria Internacional del Libro en Lima, motivo por el cual, la editorial San Marcos convocó a un grupo de reconocidos escritores nacionales como Oswaldo Reynoso, Miguel Gutiérrez y Teresa Ruiz Rosas, para que comenten sus más recientes publicaciones. Finalizada la presentación, tuvimos una amena charla con Oswaldo Reynoso y el poeta José Ruiz Rosas, y en ese momento tuvimos la oportunidad de concertar una entrevista con la narradora arequipeña afincada en Colonia, Alemania, hace ya varios años, donde se desempeña como traductora de textos literarios.

A continuación, reproducimos la entrevista que cordialmente nos concediera Teresa Ruiz Rosas en el Haití de Miraflores. Esta entrevista fue realizada por el autor de esta nota, Henry Rivas y Daniel Matthews.

A.C.: Teresa, la primera pregunta que te hacemos para los lectores que en Arequipa recién se están acercando a tu narrativa ¿Podrías hacernos una breve síntesis de tu trayectoria literaria?

Pues, eso sería prácticamente otra novela, pues ¿no? Pero, publiqué en el 89 un libro de cuentos el desván en la época en que el Concytec apoyaba ediciones y entonces después fui a Alemania y ese libro se reeditó en suiza al año siguiente, revise la edición es decir, corregí algunas cosas y en el 94 salí finalista del Premio Herralde que me publicó Anagrama la novela después esa novela se tradujo al alemán salio en suiza, en Ámsterdam y después publiqué mejor dicho gané el Premio Rulfo de Radio Francia y del Instituto Cervantes en París con un relato que se llama Detrás de la calle Toledo, que ustedes vieron esa vez y eso se publicó en Lima, Antares lo sacó en una edición trilingüe, muy global. Después en el 2005 una editorial de Bonn que se llama Free Penn —pluma libre— publicó mis cuentos en edición bilingüe, alemán-español. Y ahora saco esta novela…

AC: Tu última novela se titula…

La falaz posteridad. Esta es la novela que acabo de presentar en la feria. Es mi segunda novela.

AC: Cuando tuve la oportunidad de leer El retrato te ha deslumbrado, me sorprendió la manera como armonizas los escenarios locales de Arequipa con los escenarios europeos. En un instante un personaje transita por las calles de Arequipa —mencionas el monasterio de Santa Catalina, la plaza de Yanahuara, por ejemplo— y en otro de pronto está en Reykiavik, Berlín o en distintas ciudades. ¿Cómo influyó en tu narrativa la experiencia europea?

Mucho, pues, porque soy una viajera empedernida, siempre que puedo viajo. Ahora he venido al Perú con el pretexto de presentar este libro, pero me encanta venir al Perú. Siempre que puedo viajo, y esa es la intensidad de lo que vas viviendo en cada viaje… te va dejando huellas, y entonces, eso es lo que luego, sin darte cuenta cómo y por qué, sale otra vez; y lo de Arequipa que mencionabas sale, pues, siempre. Ahí de pronto sale una imagen de Arequipa o hablando en Alemania… está toda la escena situada en Berlín, y claro, porque la referencia primera es Arequipa, la referencia más fuerte es la que está más lejos en el tiempo y en el espacio en principio, y la que ha sido más intensa. En Reykiavik no he estado nunca, ahí eso fue un artificio para crear una metáfora del frío. Reykiavik o Islandia mejor dicho, es el país donde hay mayor proporción de escritores es otra… era un ambiente que yo quería dar a una historia determinada., entonces, por eso lo elegí. Pero hay otras referencias que son reales, son vividas y naturalmente, la primera que sale es la más antigua, la más larga, la más intensa (…) Pero eso no quita que salgan otras referencias después… Lo que hacen estos viajes es enriquecer este mundo referencial y a la hora de escribir, pues, el peruano asocia.

Sí, porque se armoniza bien lo local con lo cosmopolita sin pasar a quiebres drásticos

En el caso de esta novela, La falaz posteridad, además de local tiene mucho más peso quizás porque en Detrás de la calle Toledo el relato es todo es en Arequipa. Pero en mi última novela hay un contrapunto entre el Perú y Europa digamos pero más específicamente Arequipa, porque el destino de los personajes es llegar a Arequipa, pero en la novela no llegan, pero hay una evocación de una época, de un pasado común con un grupo de amantes del cine. Toda esa etapa del cine club blanco y negro yo he tratado de rendirle un homenaje, en realidad, en esta novela; y de ese modo también, inventando un contexto para la historia del personaje de Dora Bakarel hija del cinesta Slatan Dudow que es una historia que necesitaba, en mi concepto, de un contrapunto para poder existir. Es como cuando uno ve una película de Almodóvar y de pronto dice ¡qué chistoso!, como en Volver, por ejemplo, pero, en realidad, hay una construcción enorme de un montón de cosas, pero de lo que se trata es de denunciar este abuso sexual en las familias, etc. Así como lo veo yo, lo demás es que determinadas cosas que uno quiere decir en cualquier medio, si uno lo fuerza, no pasa nada, tiene que crearles un mundo, un andamiaje, un contexto; entonces, ahí hay mil oportunidades, mil opciones…

HR: La primera pregunta que te haría sería que en si consideras que en tus escritos, los referentes arequipeños o locales insertados en una narrativa cosmopolita son de alguna manera una defensa cultural para tu identidad. ¿Lo consideras así cuando escribes o es algo inconsciente?

Seguramente es eso, pero tal como lo planteas tú, no es conciente, pero sí me hace mucha gracia de pronto, tener que darme cuenta yo misma de que quiero escribir sobre eso.

HR: Porque el narrador uno puede identificarlo como peruano, trascendiendo espacios y tiempos, como decía Arturo, se ve cuajado allí de una manera muy efectiva. La otra pregunta es ¿cuáles son para ti tu modelo de escritor o de escritora cuya narrativa te cambió la visión para que pudieras escribir?

En lengua española, Enrique Vilas Mata. Su narrativa, cuando la empecé a conocer a fondo, me abrió definitivamente brechas. Lo que pasa es que yo también leo en otras lenguas y traduzco literatura, entonces la verdad, que cada vez que un autor me entusiasma mucho, me encantaría escribir como él (…) Me pasa con muchos autores. El último, que me encantaría escribir así es Bolaño. La obra de Bolaño que no me gusta toda por igual, pero por ejemplo 2666 me parece una obra monumental. Yo lo he visto en una entrevista en Alemania (a Bolaño) considero que es el “Fausto” del nuevo milenio, lo digo así tal cual. Me parece una novela que debería ser de lectura obligatoria en los colegios, francamente, 2666, 1 200 páginas… así me gustaría llegar a escribir alguna vez.

AC: En los cuentos de El retrato te ha deslumbrado, me llamó la atención la atmósfera que crea el narrador, con adjetivos muy precisos y detallados, se nota un narrador que se toma el tiempo para construir la escena, preparar el fondo… El cuento del escritor y la agente, ubicado en Reykiavik, por ejemplo… En ese estilo, en qué autores encuentras referentes para el trato del lenguaje, una prosa muy depurada, muy limpia…

Gracias. Eso tendrá que ver con el trabajo de traducción literaria. Es la otra actividad que yo cultivo y que la hago con enorme dedicación y que no es nada fácil. Es toda una proeza tener que traducir a un escritor en otra lengua. Es muy difícil pescar el tono, entrar en la sensibilidad, toda traducción es un trabajo de interpretación. Detectar ese registro de humor, acidez, amargura, alegría… es difícil encontrar un equivalente. Con esta novela (se refiere a La prosperidad falaz) me he dado el lujo de vengarme de eso porque no tengo una versión alemana de este texto que la he hecho como me ha dado la gana (risas), no tengo porque ser fiel a mi propio texto, nadie me va a pedir cuentas, entonces, he hecho otra versión que tiene 15 capítulos, no 30 como esta, claro que más largos los 15… lo que sea… simplemente porque fue una experiencia muy especial que me llevó a esta conclusión: cuando uno escribe en otra lengua es otro mundo, cada lengua es un mundo, de pronto surgen otros referentes, necesidades, hablar más de una cosa que de otra, entrar más o menos en un detalle, etc. Eso ha sido para mí una experiencia muy nueva, muy interesante y reveladora… en este puntillismo de las descripciones es que me alegro mucho de publicar ahora en San Marcos (la editorial), en Lima, y todo porque la directora de la colección, Patricia Colchado, me llamó en un momento que yo sentía que ya no quería corregir más esto, porque se pasa pues uno la vida corrigiendo un texto.

AC: Las novelas no se terminan, se cortan…

Exactamente. Cuando uno habla de amor me parece perfecto el momento para cortar y ya… y si está muy elaborado es por eso… he trabajado en ella (su última novela) los últimos siete años.

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