viernes, junio 25, 2010

La izquierda y el debate por la amnistía general

Como cualquier ideología, el socialismo no es un cuerpo homogéneo de ideas. Prueba de ello es que si alguna dificultad no ha superado la izquierda en toda su historia esta es la fragmentación. Por esta razón, no todos los que nos definimos de izquierda creemos en la lucha armada ni en que el poder nace del fusil. Sin embargo, es frecuente encontrarse con afirmaciones generalizantes que no hacen más que contribuir a la desinformación de la opinión pública, pues apelan a una supuesta hermandad ideológica entre todas las tendencias socialistas de lo cual se seguiría que ser de izquierda implicaría, necesariamente, asumir por igual y sin reparos las ideas de Mao Tse Tung, Abimael Guzmán, Karl Marx, Josef Stalin y V.I. Lenin.

La vertiente socialista que llegó a Latinoamérica y concretamente al Perú no fue la del socialismo alemán, francés, inglés y mucho menos la socialdemocracia de los países nórdicos, sino las más radicales de corte leninista, stalinista y maoísta. Es decir, no hubo en el Perú ni en Latinoamérica alternativas ideológicas dentro de la izquierda que pudieran contrarrestar el nocivo pensamiento violentista del leninismo y el maoísmo, como sí sucedió en Europa donde la socialdemocracia, acusada de revisionista, marcó un claro distanciamiento incluso de las tesis de Marx y de sus seguidores quienes estaban convencidos de que el único camino para iniciar el cambio social era una revolución. El APRA, que estaba llamado a convertirse en la izquierda democrática, prefirió el camaleonismo político, revestido de modernidad, antes que defender sus principios fundacionales. Y en general en Latinoamérica la socialdemocracia, salvo los casos de Chile y Uruguay, no tuvo una gravitación determinante sino recientemente en las dos últimas décadas. Pero lo que no sucedió es que dentro de la izquierda peruana y latinoamericana haya existido una corriente de manifiesta oposición al influjo de las tendencias extremistas, sobre todo en los momentos cuando más se los necesitaba.

Yo me considero un socialdemócrata, alguien que prefiere la reforma a la revolución, pues la Historia nos ha demostrado que sacrificar la libertad en aras de la igualdad solo acarrea más injusticia y desigualdad. Por esa misma razón, no creo en soluciones integrales, totales y definitivas, sino en que todo producto humano es perfectible. Contrariamente, el ala dura de la izquierda cometió un gran error al ver en el marxismo el último horizonte político, económico y social, error equiparable al que hace algunos años se le atribuyó a Francis Fukuyama debido a su ingenuo optimismo por declarar el fin de la Historia luego de la caída del comunismo y de la globalización de la democracia liberal. Asimismo, tengo claro que el marxismo tuvo aciertos y grandes desaciertos amplificados por líderes que antepusieron el culto a sí mismos antes que emancipar al hombre que pretendían liberar y por la ausencia de una práctica autocrítica y plural que admita la diferencia.

Sin embargo, cuando se trata de evaluar el accionar humano, coloco lo ético por encima de lo ideológico-político. Es decir, antes que seguir férreamente una convicción política, por más loables o nobles que sean los valores que la impulsaran, prefiero defender la dignidad humana antes que las consignas. Si tengo que concederle la razón a mis adversarios políticos en virtud de lo ético (libertad, solidaridad, justicia, paz, etc.) no dudaría en hacerlo, puesto que siempre procuraré cuestionar incluso mis propias creencias.

Esta introducción me sirve para contextualizar mi postura respecto al rol que la izquierda democrática debe asumir en el Perú frente al extremismo de Sendero Luminoso y sus apólogos. No más silencio cómplice ni subestimación, porque ya antes el silencio y la indiferencia nos han costado muy caro. El debate por la amnistía general debe marcar el inicio de una serie de deliberaciones públicas en las que se demuestre cuánto estamos dispuestos a comprometernos como sociedad con los problemas que aún no hemos solucionado.

En lo que concierne a la reconciliación nacional, pienso de la misma manera. De mi parte, no renuncio a la posibilidad de una reconciliación: la necesitamos, por supuesto, pero una reconciliación fundamentada exclusivamente en el olvido solo serviría como aval de la impunidad, como una afrenta a la memoria de las víctimas, sentaría un nefasto precedente de injusticia ante la historia y, contrariamente a lo que se cree, incrementaría el resentimiento entre los involucrados en el conflicto. La España postfranquista decidió no indagar en el pasado y hoy en día vuelve a actualizarse el fantasma de las tropelías franquistas. El caso de la censura contra el juez Garzón, quien investiga casos de tortura, es un signo de cómo es que desde el poder se obstruye el descubrimiento de la verdad.

El perdón no es patrimonio de los fieles cristianos ni de ninguna religión, sino de todo ser humano que tenga disposición para proseguir su vida sin tener presente siempre el agravio que recibió. No obstante, para que esto ocurra es necesario, insisto, recibir un desagravio que induzca a reconvenir el resentimiento en perdón. Imagine Ud. que el violador de nuestra hija, madre o hermana demande simplemente perdón, que sus familiares marchen y organicen veladas o marchas para su exculpación. Durante los conflictos étnicos en Kosovo, Chechenia, Congo, Sudán, etc. fue una práctica recurrente la violación sistemática de mujeres de la etnia rival. (También ocurrió en nuestro país y las FFAA recurrieron a ello). Frente a esta situación, si el agresor o agresores exhiben muestras claras y contundentes de arrepentimiento, explícitas e indubitables, de pensamiento y acción, de renuncia a los métodos e ideas que practicaban y por las cuales mucha gente inocente perdió la vida, habrá muchas posibilidades para que obtengan el perdón de los deudos. Si no lo hacen y solo en virtud de la reconciliación se exige el perdón, estaremos sembrando más resentimiento. El perdón reviste a quien lo concede y a quien lo pide de una actitud admirable. Si las FFAA, SL y MRTA lo hicieran, ganarían al menos el respeto que hace mucho perdieron de gran parte de la sociedad peruana. Porque para hacerlo se necesitaría mucho coraje; así nomás no se reconocen públicamente errores históricos. Pedir perdón no nos denigra, nos enaltece.

De admitirse la amnistía general para militares y subversivos sentenciados, el mensaje que transmitiremos a las generaciones futuras será que no importa cuan monstruoso sea el crimen si es que existen razones justificadas por un fin. El argumento de las razones políticas, sociales e históricas será utilizado para que otros criminales (lo que ocurrió en Lucanamarca, Tarata, Putis, Barrios Altos, La Cantuta, Los Cabitos, sótanos del SIE y Accomarca fueron crímenes) puedan ampararse en este precedente para volver a demoler el Estado y a la sociedad. Del mismo modo, el argumento de la defensa del Estado y del principio de autoridad será utilizado para validar prácticas intimidatorias y represivas contra reclamos legítimos.

Si el movimiento por la Amnistía General tiene como estrategia congraciarse indirectamente con los criminales de las FFAA no tienen la menor idea de lo que están haciendo: están cimentando el camino para el retorno del fujimorismo y, posteriormente, el tercer gobierno de García. Siguiendo el razonamiento de Crespo, Fajardo y Mego, Fujimori también sería amnistiado. Posiblemente, no se den cuenta de la verdadera dimensión de su solicitud, pero en este momento los representantes del movimiento por la amnistía podrían estrechar la mano de Rafael Rey, Luis Giampietri, Ántero Flores-Aráoz, Lourdes Alcorta, Edgar Núñez y Juan Luis Cipriani y confundirse en un denodado y fraternal abrazo, porque están brindando a los sectores más reaccionarios del país la oportunidad de colocar en agenda una amnistía para militares involucrados en violación de derechos humanos.

Finalmente, el argumento de las razones políticas para explicar las consecuencias mortales de la revolución armada se asemeja al de la demencia temporal que arguyen muchos asesinos pasionales. Las razones políticas que inspiraron el accionar revolucionario por supuesto que eran muy nobles y altruistas: un cambio radical en un país de históricas desigualdades. Pero ¿acaso no contemplaron que aunque racional y necesaria ninguna ideología puede atribuirse el derecho de conculcar la libertad de expresión, autonomía y crítica? ¿Qué clase de revolución popular era esa que asesinaba a población civil indefensa y cuyos seguidores ahora exhiben como argumento una razón política? ¿Fue políticamente razonable colocar bombas en la ciudad? ¿Fueron Barrios Altos y la Cantuta acciones en defensa del Estado y de la democracia? No lo creo.

La izquierda democrática debe adoptar un rol protagónico en el debate sobre la amnistía general y los procedimientos para fortalecer el proceso de reconciliación nacional. Y debe hacerlo con claridad y determinación. Solo de esta manera podrá sintonizar nuevamente con la opinión pública, particularmente con aquel sector de la población al que, deliberada o inconcientemente, defraudó durante muchos años. Ya no es momento de demostrar cuánto saben, sino cuánto pueden hacer.

7 comentarios:

Charlie Caballero dijo...

Ok Ariadna, gracias, estamos en contacto via email hoy. Saludos,

Arturo C.

aldo dijo...

La izquierda peruana ha muerto y el próximo 3 de octubre acudiremos a otro de sus tanto entierros cuando Susana Villarán pierda catastróficamente la Alcaldía de Lima. Muchos creen que la campaña contra Lourdes hará que la Villarán suba como la espuma, pero las encuestas solo son fotos del momento. Lourdes ya tiene asegurado varios distritos como Miraflores, Surco, Pueblo Libre, La Victoria, Lince, San Juan de Lurigancho (el más grande de Lima, con más de un millón de habitantes). Así que Susana debería retirarse por dignidad y dejarle el paso libre a Lourdes.

aldo dijo...

La izquierda peruana ha muerto y el próximo 3 de octubre acudiremos a otro de sus tanto entierros cuando Susana Villarán pierda catastróficamente la Alcaldía de Lima. Muchos creen que la campaña contra Lourdes hará que la Villarán suba como la espuma, pero las encuestas solo son fotos del momento. Lourdes ya tiene asegurado varios distritos como Miraflores, Surco, Pueblo Libre, La Victoria, Lince, San Juan de Lurigancho (el más grande de Lima, con más de un millón de habitantes). Así que Susana debería retirarse por dignidad y dejarle el paso libre a Lourdes.

Charlie Caballero dijo...

Lourdes tiene muchas más probabilidades de ser elegida alcaldesa de Lima, pero no quiere decir que el resto de candidatos deba tirar la toalla. Un candidato serio no solo pretende ganar (como todos claro) sino además sentar un precedente en una sociedad como la nuestra donde se vota emotivamente y con el hígado, pero no por ideas simplemente porque no se exponen ideas. El precedente que dejará Villarán es el de una candidata honesta que no calcula sus declaraciones y que vacila al momento de definir su candidatura.

La izquierda peruana está tan dispersa y tan colorida que la derrota de la Villarán dudo que haga mella en aquello que llamamos izquierda. Ojala tome nota la centroizquierda y forme una coalición para la presidencial.

aldo dijo...

Kouri ya está muerto. Muchos dicen que si se confirma su tacha, su 20% iría donde Susana Villarán, creo que están loco, dónde se ha visto que los apro-fujimoristas voten por una zurda. Esa 20% se dispersaría y no beneficiaría a ningún candidato concreto. Villarán podrá crecer, pero no tiene el apoyo de un partido grande y con presupuesto. Mockus también creía como la espuma, pero la falta de publicidad y la carencia de una fuerza organizacional partidaria hicieron que perdiera indecorosamente. Creo que eso pasará con Susy. Lourdes parece ser ganará de todas manera. Aún faltan 6 semanitas. Qué ansiedad!!!

Charlie Caballero dijo...

considero que la candidatura de Susana villaran mas alla que gane o no sentara un precedente ejemplar para el electorado: experiencia, honestidad y aplomo politico, de lo cual Lourdes solo tiene honestidad, lo que es deseable pero no suficiente. Ademas puede ser el punto de inicio para que la izquierda democratica se unifique, tome distancia del radicalismo y se presente como opcion ante la opinion publica.

Arturo C. dijo...

Como dije en otro post, finalmente, contra viento y marea, ganó Susana Villarán