lunes, julio 07, 2008

La Universidad y el universo: el derecho de estudiar

Eifel Ramírez Avilés.

Los sucesos que están ocurriendo en mi universidad quisiera que merezcan ser informados a la comunidad, pues, digo, que lo lamentable es que en otros lugares se informe mal. Intentaré hacer un reportaje de contraparte a la prensa nacional.



Primeros hechos. Desde el año pasado se dio la iniciación de un “By pass” (construcción vial que mejora el transporte público), en una esquina de la Universidad San Marcos. El tráfico de vehículos por ahí es intenso, lo cual hace necesario la obra. Sólo que este by pass, según el proyecto oficial planteado requería un pedazo de tierra para la construcción de una oreja vial. Ésta reemplazaría a un parque que es parte de la universidad, es decir, se cortaría la institución pública para dar paso a la oreja. Aparte, por la paralela de la universidad (av. Universitaria), se cercenarían los muros de ésta para dar paso a calles más amplias. Igual por otra paralela (la av. Venezuela)…: el trabajo se está realizando.

Sin embargo, vienen ahora los problemas. La oreja vial arrancará el parque, pero pasarán automóviles por el costado de nuestra facultad de Derecho; será lo mismo por las paralelas de la universidad: acercará la contaminación sonora a las aulas de estudio. El otro punto es el convenio. Todo el acuerdo de la construcción se ha hecho a espaldas de los estudiantes; ni siquiera firmado el contrato se ha llamado a un referéndum; también, se ha considerado a este parque, donde muchos transitamos, como un “Predio rústico”, siendo todo lo contrario, un “Predio urbano”. Por último, se propuso una “Reformulación del By pass”. No se hizo caso a esta reformulación –que por supuesto, presentaba las garantías necesarias para un mejoramiento del tránsito vehicular-, ni el Rectorado ni la Municipalidad de Lima (los dos contratantes). Desde el año pasado se insistió en esto…: los obreros proseguían.

Segundos hechos. Para los ingenieros ya era necesario cortar el parque, y por tanto, tumbarse los muros de la universidad. Cuando estaba en el comedor, comiendo la cena, varios compañeros vinieron corriendo, yo no escuché al principio: “¡Los tractores están tumbando los muros!” Muchos, dejaron sus platos de comida y corrieron hacia los derrumbes. Yo, llegando a los hechos, vi algunos muros derruidos. “¿Qué pasó?”, inquirí. “Una chica se pegó a los muros y salvó al resto de ellos, delante del tractor”, me respondieron. Creo que nunca se me hubiera imaginado hacer eso, ¡vivan las mujeres! Luego se hicieron vigilias para cuidar los muros, noche y día. La esperanza había renacido. Estaba en juego nuestra casa de estudios, nuestro derecho de estudiar. Rápidamente se tomaron varias facultades (Ciencias Sociales, Derecho, Biología, Letras, Electrónica). Las marchas hacia el Rectorado se intensificaron. Las arengas y pancartas trepaban por cualquier sitio. Las clases estaban paralizadas…: la universidad se hacía cada vez un caos.

Si el derecho de vivir o de morir son verificables en el Perú –aunque yo no daría mucha ratificación-, el derecho de estudiar es algo faltable en su realidad. Porque el derecho de estudiar no es únicamente educación primaria y secundaria obligatorias, sino muchas otras condiciones. Es el caso de las universidades públicas, donde en un país pobre, no puede rendir las expectativas, puesto que para estudiar no sólo necesitas libros, también comida y techo. Y sobre todo, nadie debe venir y violar nuestra autonomía universitaria. El bien puede ser del Estado, pero éste se detiene en una voluntad popular diferente y con garantías legales. Pues la universidad, señor alcalde Castañeda Lossio y vuestro panteón municipal, es de todos, del universo entero. Acá hay lo que se puede tener, quien quiera puede venir y estudiar, no nos lo quite irrazonablemente, ya que le propusimos la Reformulación. Yo, como mis compañeros, queremos ir a nuestras aulas para estudiar y que el único ruido sea lo que el profesor haga y no los motores del costado. Lo que queremos ver, a través de las ventanas, es árboles y palomas, no coches. El derecho de estudiar no es tener solamente una universidad, sino sentirnos bien en ella.

Terceros hechos. Las paralizaciones continúan. No hay clases. Sin embargo, el Rector Izquierdo Vásquez cedió a la protesta y aprobó la Reformulación, por lo menos en teoría. Sólo falta la Municipalidad de Lima. Lo que sí hay de nuevo son los policías, que ya están permanentemente en las puertas de la universidad. Varios grupos de alumnos junto con tres profesores fuimos a realizar clases magistrales cerca de la Municipalidad, en símbolo de protesta. Los policías frustraron tal acto. Decidimos retirarnos por el jr. De la Unión, sólo los alumnos, y arengando. Los policías nos siguieron, nos desviaron. Llegado a un punto, por una esquina, se apareció el famoso “Pinocho” (carro grande que por un conducto lanza chorros de agua). ¿Nos iban a intimidar? Levantamos las manos en son de paz. Al llegar al recodo, ante tal sorpresa de nuestros actos, es decir, el de no atacarlos, no quedó de otra a los policías que hacer funcionar su máquina. Grandes chorros de agua nos azotaron. Les grabamos la escena con los celulares –¡bendita sea la modernidad!-… pero apresaron a nuestro compañero-camarógrafo junto con otros dos. Todos nos dispersamos y volvimos a la universidad, donde se llevaba a cabo una batalla campal. El conflicto fue entre obreros y estudiantes, vinieron la policía, fue luego entre ésta y nosotros. Los universitarios desde adentro tiraban piedras a los de afuera. Yo no hice eso. Pero la razón de los sanmarquinos fue que los obreros capturaron a un compañero y lo llenaron de puños, y para peor, los policías se llevaron al compañero atacado. Me parece indignante. Al siguiente día se anunció una marcha a las calles de todos los estudiantes. Nunca vi tanta San Marcos unida. Avanzamos pero los policías ya estaban en las puertas con su Pinocho. “La marcha era ilegal”, era el argumento de los inspectores*. Es cierto. Pero, inspectores, la ilegalidad se acaba con un derecho. Vuestro contrato es también ilegal: a espaldas de los estudiantes y la no aceptabilidad de revisión de un convenio que afecta gravemente a una de las partes. ¿Desea acaso que les vayamos a pedir por favor para salir a las calles? A manos alzadas intentamos pasar, yo con algunos compañeros lo logramos, estando luego detrás de los policías. Me tocó ver lo malo que piensan estos hombres de verde. Vi inspectores que llamaban refuerzos, vi cómo un verde gigantón le arrebata abusivamente una pancarta a mi compañero, vi cómo uno le decía al chofer de Pinocho: ´´Échales agua a estos miserables´´… Qué les costaba señores policías ponerse a un lado y no provocar. A mano alzada se intentaba avanzar pero inmediatamente los hombres verdes respondieron con sus golpes a palo. Vi cómo le pegaban con uno de esos al estómago de una chica. Reclamamos, y otra batalla campal empezó. El Pinocho actuó y las bombas lacrimógenas trepidaban ya por los cielos. Desde dentro de la universidad respondieron los radicales con sus piedras, que sólo atacaban hombres de verde. Éstos tiraban contra cualquiera. Burdos, los gorilas, orgullosos y necios, nunca pensaron en dejar a los estudiantes marchar y evitar estos vandalismos. Los inspectores, inteligentes, pudieron retirar las tropas a una distancia considerable; sólo que cogitaron en función de que Lima es ahora una ciudad perfecta, sin protestas. Después de más de una hora de ataque y contraataque, inteligentemente, los inspectores ordenaron la entrada de los gorilas, sus monigotes, a la universidad. Invadieron éstos hasta llegar al comedor, donde algunos alumnos comían su almuerzo. Obviamente, los gorilas no razonaron, y lanzaron bombas lacrimógenas a un lugar ¡cerrado! ¿Imaginaron que en el comedor se habían atrincherado? Los que estaban ahí respondieron a platanazos. Los que aún no sabían de la situación eran expulsados por los gorilas –policías que me refiero sólo a estos hechos-¡Oh! cuándo hacías entrar en razón a uno de éstos, no había más respuesta que una majadería o un palo enfrente de tu cabeza.

Nuestra dignidad y derecho de estudiar se reducen en estos momentos a esos muros, que ahora ya no nos parecen meros ladrillos pegados sino partes de nuestro cuerpo. La prensa peruana –que tanto pedía no prensarse** en tiempos de la dictadura- se prensa a ella misma: “Los estudiantes son los revoltosos y la policía hace bien en detenerlos". Señor alcalde Castañeda y el panteón municipal, señores inspectores, toda Lima quiere ser moderna. ¡Hagan de Lima un París! Pero no se metan con la Universidad y con un derecho. El Perú y el universo se los agradecerá. De lo contrario, tampoco San Marcos agachará la cabeza, ustedes, serán parte de su historia negra y cada alumno los tendrán en cuenta al juzgarlos moralmente, y no les aconsejaría entrar a ella, pues verán caricaturas, esperpentos, escenas graciosas, sacadas de vuestras contexturas, pintadas por mucha paredes.

No voy a acabar con una frase de algún autor famoso, sino con algo sacado de los corazones de los estudiantes cuando alzábamos las manos:

“¡No somos delincuentes, somos estudiantes!”


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* Inspectores son los dirigentes de los guardias policiales. O también los que perteneces al Servicio de Inteligencia.
** Del verbo prensar.



Eifel Ramírez Avilés.

lunes, junio 23, 2008

García, Alva Castro y Jordán. Imprudencia, ineptitud y sensatez

El presidente García declaró ante los medios de comunicación que el general Jordán se entregó mansamente en Moquegua. Criticó que el contingente dirigido por el general PNP no estuviera provisto de armas disuasivas, lo cual permitió a los agitadores reducir con facilidad a los policías. El presidente tuvo algunas frases muy duras contra el general Jordán a quien, prácticamente y en vivo y en directo a todo el país, calificó de cobarde: "Una persona que tiene miedo físico es mejor que no se meta en estas cosas".

Diversos analistas se manifestaron acerca de la ineptitud del ministro Alva Castro respecto al "moqueguazo", lo que no es novedad, ya que en otros conflictos sociales similares (Ayacucho, Chimbote) brilló por su ausencia. Hace mucho tiempo que a Alva Castro el oficialismo y sus eventuales aliados fujimoristas y de Unidad Nacional le arrojan un salvavidas para evitar la vergüenza de la censura a un ministro aprista. Sin embargo, a medida que este blindaje aumenta, también se incrementa el descrédito del Congreso y la aprobación presidencial. Alva Castro representa un lastre muy pesado como para cargar con él gratuitamente, a sabiendas que no suma nada, en absoluto, a los logros económicos que viene obteniendo el Ejecutivo.

Pero lo sustancial aquí son las declaraciones del presidente en torno a las responsabilidades sobre el desborde popular en Moquegua. García volvió a salvar a su correligionario al enfilar sus baterías contra el general Jordán, como si este tuviera a su cargo la estrategia de prevención de conflictos sociales que, como el de Moquegua, eran previsibles. No, señor presidente, Alva Castro ha demostrado con creces que es un inútil en materia de seguridad interna y que está más interesado en otras carteras -publicar artículos sobre economía es una señal muy sutil- puesto que durante los momentos más críticos de la protesta en Moquegua, se escondió y no dio la cara, salvo para referirse a Fernando Rospigliosi con quien sostiene un diferendo de larga data.

Debemos agradecer a la "mansedumbre" del general Jordán que no tengamos muertos que lamentar. ¿Qué hubiera sucedido si, efectivamente, los policías enfrentaban con sus armas a los manifestantes? Simplemente una masacre similar a la del Frontón. Señor presidente, ¿acaso no aprendió usted las lecciones del pasado? ¿Cuál es la deuda que usted o el APRA tienen con Alva Castro? Los dos muertos en Ayacucho levantaron una andanada de críticas al procedimiento de que emplea la policía contra los manifestantes e hizo trastabillar al ministro del Interior, quien supo salir airoso como siempre.

Jordán brindó una lección de sensatez y prudencia a pesar de que el costo profesional para él mismo haya sido elevado. La represión con armas de fuego, los muertos regados a lo largo del puente Montalvo y los policías ajusticiados por la turba jamás podrían ser compensados por algún reconocimiento presidencial al valor. Pero la lección que deja a las fuerzas de orden: nada justifica el atropello a los derechos humanos ni la ley ni la fuerza de las armas. El diálogo debe imponerse hasta agotar todos los recursos. De no haber sido por la que sí fue una fallida intervención de la DINOES quienes dispararon bombas lacrimógenas durante el diálogo con los manifestantes, posiblemente, los policías no hubieran sido secuestrados. Si bien Jordán está asumiendo las consecuencias de su decisión, sabe que puede dormir tranquilo sin cargar en la conciencia con el peso de cientos de muertos, algo que dudamos, pueda hacer el presidente García.

viernes, mayo 23, 2008

Aproximación al pensamiento liberal de Mario Vargas Llosa

Debate en el CEPS

Arturo Caballero Medina
acaballerom@pucp.edu.pe

Gracias a la invitación de Gonzalo Gamio, profesor de filosofía de la PUCP, es que, desde finales del año pasado, asisto mensualmente a las reuniones del Círculo de Estudios Políticos y Sociales (CEPS) que agrupa a profesionales y estudiantes de ciencias sociales y humanidades. En un principio, las reuniones tenían lugar en la casa de algunos de los miembros; pero, a medida que se iba incrementando el número de participantes, se vio por conveniente realizarlas en la sede de Transparencia. La sesión del sábado 10 de mayo estuvo dedicada al pensamiento liberal del escritor peruano Mario Vargas Llosa en la cual tuve la oportunidad de compartir la mesa de debates con Héctor Ñaupari, ex dirigente del movimiento Libertad y notable activista del liberalismo en el Perú. (Grande fue mi sorpresa, ya que lo conocí dos años antes como poeta en La Noche de Lima y luego en una charla informal en la que debatimos acerca del feminismo).

La discusión fue clara y alturada, salpicada por momentos, con la vehemencia propia de aquellos que defienden sus ideas con la convicción estar en lo cierto. Héctor inició la primera ronda del conversatorio delimitando la noción de liberalismo, en relación a sus diversas tendencias y en contraste con el marxismo. Luego, continuó con la caracterización del pensamiento liberal de Vargas Llosa al cual calificó como “insular”, debido a sus peculiaridades, las cuales condujeron al notable escritor a sostener discrepancias no solo con adversarios conservadores de derecha, sino con aquellos liberales que, supuestamente, compartirían su postura.

Mi intervención giró en torno a los nexos entre la teoría de la novela de Vargas Llosa y su ideología política liberal. Sostuve que en el liberalismo político del autor de La ciudad y los perros tiene sus raíces en la concepción individualista del creador literario, por lo cual se deduce que el giro ideológico socialismo-liberalismo no representó una reformulación estructural de la ideología política vargallosiana, sino una reorientación de las mismas inquietudes pero hacia otro frente.

Las discrepancias afloraron, como era de esperarse, durante la ronda de comentarios y réplicas: ¿Es Vargas Llosa un liberal o un neoliberal? ¿Su noción de libertad es eurocentrista? ¿Su prestigio como novelista lo avala como analista político? ¿Fue acertado su apoyo a la guerra en Irak? ¿Qué significa que en cada vez que se halla en Israel se sienta de izquierda? ¿Por qué el movimiento Libertad se unió a Acción Popular y al PPC y cómo pudo albergar en sus filas a individuos tan reaccionarios y conservadores como Rafael Rey, Manuel D’Ornellas, Patricio Ricketts y Eduardo Calmell del Solar? El análisis de estas y otras cuestiones relativas a la posición política de Vargas Llosa sirvió como punto de entrada para discutir otros temas como el de Cuba, la situación de la izquierda en el Perú, los errores en la campaña presidencial del 90, pluralismo, relativismo cultural y tolerancia, universalidad de los derechos humanos, etc.

Héctor sindicó a la izquierda como la gran responsable de la debacle política y social en el Perú durante la década de los 80 además de cómplice del aprismo y el fujimorismo en la derrota de Vargas Llosa: en el periodo 85-90 la izquierda y el aprismo votaron juntos en el congreso a favor de la estatización de la banca y en el 90 fue la primera vez que la izquierda y el APRA votaron juntos por el mismo candidato para cerrar las filas al “enemigo común”. Lo que no previeron fue la traición de Fujimori: “fujishock” y autogolpe.

En este punto, el consenso es inevitable. La izquierda —si bien hoy no está unida, ya sea por ausencia de líderes o por su desprestigio como opción política— no deslindó posiciones con Sendero Luminoso ni con el MRTA. Pero hablar de la izquierda como un movimiento compacto y sin matices conduce al equívoco. Cierto es que los políticos de izquierda no censuraron todos de la misma manera el accionar de los movimientos terroristas. Sin embargo, como lo mencioné en el debate, en el Perú y en Latinoamérica existen dos izquierdas: la democrática y la autoritaria; la que respeta el estado de derecho y el libre mercado, y la que pretende llegar al poder por el fusil. Por otro lado, recordemos que fue la izquierda —aunque no solo ella— la que colaboró en el diseño de la Constitución del 79, de carácter humanista y social. En síntesis, la gran deuda de la izquierda peruana es recuperar su imagen progresista ante la población, tan venida a menos puesto que se le identifica solo con el violentismo. Por ello, considero que Ñaupari se equivocó al señalar a la izquierda como un todo cuando, en realidad, aglutina a tendencias en conflicto y porque olvidó a la izquierda democrática que, de alguna manera, saldó parte de su deuda con la nación a través del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.

La tolerancia y el relativismo cultural también generaron polémica en relación al artículo en el que Vargas Llosa abordó la prohibición del velo islámico a las mujeres musulmanas en Francia. Ñaupari, en la línea de Vargas Llosa y, supongo, de la mayoría de liberales, sostuvo que ciertas prácticas culturales deben ser erradicadas si atentan contra la cultura de la libertad democrática. A propósito de esto, Vargas Llosa considera que la cultura de la libertad es una creación de Occidente y un aporte del mismo a la humanidad. En consecuencia, extenderla hacia otras sociedades siempre será beneficioso para ellas, ya que las conducirá hacia el progreso tal como sucedió en Europa y los Estados Unidos. Pero ¿debe imponerse la democracia liberal a otras sociedades solo en virtud de las ventajas que representó para las sociedades donde se originó? ¿si es racional no importa por la fuerza? Equiparar el uso del velo islámico con la castración femenina puede ser muy útil en términos pragmáticos, pero sería como confundir a un fiel devoto de la beata Melchorita con un fanático religioso quákero: en ambos casos subyace una actitud de rechazo hacia creencias distintas a la propia, pero en grados diferentes. Considero que si el liberalismo desea consolidarse no solo como una forma de gobierno o regulación económica, sino como “actitud vital” del ser humano, debe recurrir a la ética intercultural. De esta manera, podrá dialogar con el sentido común de la gente, con lo que esta piensa, siente y actúa. Para ello, será menester que el liberalismo tome en cuenta las particularidades culturales de las sociedades donde pretende afianzarse (véase el artículo “Liberalismo y ética intercultural: ¿libertad por la razón o por la fuerza?”) debido a que discurso e ideología son modelados por la cultura y el lenguaje; en otras palabras, el liberalismo debe abandonar la actitud soberbia y perdonavidas que caracteriza a buena parte de sus representantes quienes lo impregnan con un manto de suficiencia y superioridad cultural, los cuales dificultan la recepción de sus contenidos y, contrariamente, provocan mayor rechazo. Por lo tanto, Vargas Llosa sobredimensiona las posibilidades de la cultura de la libertad al estilo occidental si se obvia el hecho de que Occidente, más que una región geográfica, es un estilo de vida y la representación de una cultura a la cual le costó “sangre, sudor y lágrimas” forjar un sistema político-económico. ¿Deben correr el resto de culturas la misma suerte que Europa atravesó durante siglos solo para alinearse con ella? No. Cada cultura debe forjar su liberalismo “sin calco ni copia”.

La cuestión de la libertad no estuvo ausente. En contraste con la postura de Ñaupari, manifesté que la libertad negativa (Isaiah Berlin desarrolló este concepto en su célebre ensayo Dos conceptos sobre la libertad) —aquella que consiste en la no interferencia del otro en el ámbito de la autonomía personal, es decir, de no coacción— es incompleta mientras no tienda puentes para establecer lazos solidarios con el otro, o sea, que si el otro es solo visto como una potencial amenaza frente a mi autonomía, este ensalzamiento de la libertad negativa de parte de cierto sector del liberalismo más radical se convertirá en un obstáculo para la formación de una sociedad solidaria, ya que fomentaría el individualismo y la atomización de las relaciones sociales. Por ello, no se debe confundir autonomía con individualismo: la autonomía liberal basada en el principio de la libertad negativa no debe recaer en un simple individualismo egocéntrico sino complementarse con la solidaridad, la cooperación y la justicia social.

Al término del debate, muchas ideas quedaron en el tintero y, por cuestiones de tiempo, algunas preguntas del auditorio no fueron absueltas. Sin embargo, Héctor se comprometió a participar en cualquier otro debate sobre el liberalismo que tuviera lugar en el CEPS. Finalmente, coincidimos en que, a pesar de los exabruptos ocasionales de nuestro laureado escritor, debemos reconocer —como dijera alguna vez— que “la política no se debe separar de la moral” y ello, Vargas Llosa lo ha demostrado a lo largo de su trayectoria como “novelista, ensayista, ciudadano y político”.

miércoles, mayo 21, 2008

AREQUIPA 1821-1824: La ciudad más importante del imperio español en América

Víctor Condori
Licenciado en Historia


La ciudad de Arequipa, desde su fundación en 1540 hasta mediados del siglo XVIII, constituyó una sociedad particularmente rural, no solo por encontrarse en medio de una generosa y primaveral campiña, sino, por que sus fundamentos económicos estuvieron básicamente centrados en la agricultura. Siendo la especialidad, el cultivo de la vid; cuya materia prima fue fundamental para la producción de los afamados vinos y aguardientes. Todo un orgullo de la élite local colonial.

Tan populares bebidas se elaboraban en los fértiles valles de la región, como Vitor, Majes y Moquegua; y su comercialización, además de la Ciudad Blanca, se extendía sobre una enorme área del virreinato peruano, siendo sus principales mercados los centros urbanos y mineros del Alto Perú (hoy Bolivia). Y precisamente hacia estos importantes mercados se exportaban a finales del siglo XVIII vinos y particularmente aguardientes (90%), por un valor superior al millón de pesos anuales. No obstante lo impresionante de tal cifra, hasta mediados de dicho siglo, Arequipa no pasó de ser una ciudad de relativa importancia dentro del virreinato peruano, por debajo de Lima y el Cuzco.

El Comercio Regional

A raíz del establecimiento del llamado “Comercio Libre” (1778), dicha actividad se convirtió, por encima de la minería, en la segunda más importante de la región, después de la tradicional agricultura. Y a través de este revitalizado comercio, la ciudad vinculaba la capital del virreinato con el extenso Sur Andino (Bajo y Alto Perú). Donde además de los reconocidos y bien ponderados vinos y aguardientes, se comercializaban los llamados “efectos de Castilla”, conformados generalmente por tejidos de todo tipo, artículos de lujo, papel, hierro, medicinas, azogue y armas.

Tales “efectos”, en un gran porcentaje fueron abastecidos desde la Ciudad de los Reyes, por importantes comerciantes capitalinos, miembros del poderoso gremio conocido como “Tribunal del Consulado de Lima”; quienes mantenían fuertes vínculos con sus homólogos aunque menos poderosos, comerciantes arequipeños, como Juan Crisóstomo Goyeneche, Mateo Cossio y José Menaut.

Una nueva situación

Luego de la independencia de Chile y fundamentalmente después de la ocupación de Lima, por las fuerzas patriotas del general José de San Martín en julio de 1821, la Intendencia de Arequipa se convirtió, no solo en el eslabón más importante entre el imperio español y el último ejército realista de América del Sur, sino también, en el único centro de abastecimiento de todo el sur Andino.

Esta nueva condición, favorecida por las imprevisibles circunstancias de la guerra, trajo enormes beneficios para la ciudad, permitiendo un crecimiento de la actividad mercantil, incrementando los ingresos fiscales, mejorando el abastecimiento de mercancías importadas y generando pingues ganancias a todo un vasto sector del comercio regional. Al respecto, un gran conocedor de la economía y sociedad arequipeña de la época, John Wibel, afirmaba que:

“El enorme volumen de mercancías vendidas en Arequipa durante el periodo de emancipación y el rol de la ciudad como centro del comercio con Bolivia y el sur del Perú atrajo comerciantes extranjeros a la región durante la independencia.”

Es decir, la nueva situación de Arequipa, generó una corriente migratoria hacia la ciudad de numerosos comerciantes, no solo extranjeros, sino también, limeños e incluso peninsulares, como Lucas de la Cotera, Francisco Luciano Murrieta, Ambrosio Ibáñez y Manuel Marcó del Pont. Entre los extranjeros estuvieron: Tomas Crompton, Guillermo Hodgson, Santiago Ygualt, Samuel B. Mardon, Juan Moens, Federico Marriot, Antón Von Lotten, etc.

Siendo Inglaterra la primera potencia comercial de la época, no fue de extrañar que la mayoría de los comerciantes extranjeros fuesen súbditos de su majestad británica; y por añadidura, junto con ellos, se instalaron también en Arequipa numerosas casas comerciales, cuyos negocios e inversiones, llegaron a alcanzar la impresionante suma de tres millones de pesos, en 1824.

El puerto de Quilca


Durante este singular periodo, las mercancías importadas o “efectos de Europa”, casi en su totalidad provenían de los numerosos barcos ingleses, franceses o norteamericanos, quienes legal o clandestinamente arribaban a los puertos de la Intendencia, atraídos por la posibilidad de realizar lucrativos negocios.

Para el desembarco de estas mercancías o “efectos”, el puerto elegido fue la caleta de Quilca, ubicado a un centenar de kilómetros de la Arequipa. Pese a no contar con las condiciones materiales ni portuarias para este fin, terminó convirtiéndose, a fuerza de necesidad, en el principal puerto de la región; soportando durante estos años un intenso tráfico marítimo, por los numerosos navíos que diariamente fondeaban frente a su litoral.

Tan elevados llegaron a ser los volúmenes de mercancías desembarcadas por este improvisado puerto, que en octubre de 1822, dos vecinos de Arequipa, Buenaventura Berenguel y Gregorio Vásquez, decididos a “pescar a río revuelto”, constituyeron una compañía a fin de convertir una pobres barracas en amplios almacenes:

“Para los cargamentos que traen a su bando las embarcaciones que tocan a dicho Quilca y depositan en las bodegas ellos...”

Ingresos Aduaneros

Los inmensos beneficios económicos generados por este impensado auge comercial, se percibieron no solo en los abultados ingresos de la élite mercantil arequipeña, sino también, en las infladas arcas de la hacienda virreinal. La Caja Nacional de Hacienda de Arequipa, experimentó durante aquellos años, una multiplicación en sus ingresos por concepto de importaciones; pasando de los modestos 9,105 pesos en 1821, a los esplendidos 389,641 pesos en 1824.

Fin de la guerra

Sin embargo, como habría de suceder otras tantas veces en el futuro, esta coyuntural prosperidad también fue falaz. Pues al llegar a su fin la guerra de Independencia (1825), finalizó la bonanza comercial junto con la privilegiada posición de la ciudad de Arequipa. Lima volvió a ocupar su lugar preeminente, ahora dentro de la nueva República Peruana. Algunos poderosos comerciantes como Lucas de la Cotera o Francisco Luciano Murrieta migraron a la península, y la economía regional tuvo que reorientarse en dirección a las necesidades del mercado internacional. Algunas fortunas locales, labradas durante los años de la guerra, comenzaron a languidecer lentamente al son de las centralistas políticas económicas y los nuevos señores de la guerra: los caudillos militares.

jueves, mayo 15, 2008

Entre el alcoholismo y la locura




Acerca de la última novela de Alfredo Bryce Echenique


Henry Rivas
henryrivas2001@yahoo.es
http://henryrivassucari.blogspot.com/


La última novela de Alfredo Bryce Echenique Las obras infames de Pancho Marambio (Planeta, 2007), no articula ningún propósito innovador, no desentraña un conflicto social (como en Un mundo para Julius), no transgrede ni desmitifica mitos (como en La vida exagerada de Martín Romaña), casi ni entretiene como sus grandes historias de amor (como en No me esperen en Abril); pero tiene un mérito rescatable: explora la decadencia ubicada entre el alcoholismo y la locura.

Bryce ha hecho del tema del fracaso su patrimonio: el fracaso latinoamericano, peruano, social e inevitable. Es imposible que uno de sus personajes triunfe sin antes morir, por ejemplo. Conviene una angustia escrita con antelación; al estilo de los Edipos y los Aquiles, no pueden ni quieren escapar de su destino.

Bienvenido Salvador Buenaventura es un rico abogado peruano; su deseo quiere escapar al escrito ya para toda su genealogía, sus padres, hermanos. La fatalidad amatoria, finalmente.

Salvador explora los placeres del primer mundo con bondad de rico: un peruano cosmopolita ya educado, retirado en la cincuentena para vivir como buen burgués soltero.

Pero en realidad, Bienvenido Salvador Buenaventura—el nombre ya presenta una tautología natural— huye de Lima para encontrarse con su destino al igual que Edipo. Lima es la ciudad donde su genealogía se ha podrido y fracasado por los vapores del alcohol.

Barcelona representa la consagración a una vida positiva e impoluta; sin embargo, el paraíso le trae por las rendijas del destino a un estafador: Pancho Marambio, a quien el narrador omnisciente, con casi tanta furia como el propio Bienvenido, bautizan con una gama de significantes para un solo significado. Pancho Marambio representa lo peor de la hipocresía, el ridículo y la estafa.

Bienvenido es víctima de una transformación al estilo Dr. Jekyll y Mr. Hyde; de abogado abstemio, respetable y culto a borracho callejero que se disculpa de su lamentable estado gracias a las estafas de Pancho Marambio. Ni siquiera el amor de Mariana Zañartu, ni la estima de su coadyudante, Gérard; podrán rescatarlo de las garras del alcoholismo.

Algo que podemos destacar en esta novela corta es el lenguaje. Bryce, a pesar del argumento pobre de esta historia, no ha perdido la fuerza del humor, la ironía y el estilo personal y zigzageante que le caracteriza. Un lenguaje marcado por la transgresión del castellano hacia otras lenguas y la atribución de nuevos códigos de representación semántica en sus descripciones e intertextos culturales.

Bienvenido Salvador Buenaventura no será a lo más el hombre que escapa del alcohol y la locura; y en su designio, solo deberá abrazarse a ella hacia su destrucción.

Julio Ramón Ribeyro escribió un excelente cuento sobre la adicción al cigarrillo: "Sólo para fumadores". Bryce ha escrito una novela sobre el alcoholismo y la degradación, sobre la locura y el destino. No es un tema ajeno en su literatura; muchos de sus personajes—Pedro Balbuena, Martín Romaña, Max Gutiérrez, etc.— ya tenían ese eje temático, pero no como elemento disociador de toda la novela, sino como un adjunto a las múltiples perspectivas, posibilidades y asuntos.

lunes, mayo 05, 2008

Las ONG en salmuera

Arturo Caballero Medina
acaballero@pucp.edu.pe

La carta que Aprodeh envió al Parlamento Europeo ha causado revuelo en el entorno político nacional. Francisco Soberón les dio en la yema del gusto a Correo, Expreso, La Razón, el fujimorismo y a la derecha enceguecida e iracunda que tiene en Rafael Rey, Lourdes Alcorta y Ántero Flores-Araoz a sus más conspicuos voceros (Lourdes Flores hace tiempo que no representa a nadie en su partido, al parecer, está más cómoda como rectora de la Universidad San Ignacio de Loyola). El presidente de este ONG pro derechos humanos no ha contribuido a la integración política de los emerretistas arrepentidos sino, más bien, a la postergación indefinida del debate sobre cómo lograr dicha integración. En Centroamérica y Colombia tuvimos algunos antecedentes exitosos respecto al tema: el FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional) depuso las armas en El Salvador y sus representantes hoy deliberan democráticamente, más allá de la discrepancia que puedan despertar sus ideas; el M-19, las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) y gran parte de las fuerzas paramilitares también hicieron lo mismo, salvo estas dos últimas que no contemplaron como posibilidad su integración como partidos políticos como si ocurrió con el M-19 sino simplemente su disolución.


Difícilmente ocurrirá algo similar en el Perú después de la torpe gestión de Soberón. Ahora empezará la cacería de brujas contra las ONG sin distingo pues, para sus detractores, todas ellas están cortadas por la misma tijera: son “perros del hortelano” que se oponen al progreso, son antimineras, izquierdistas, retrógradas y le hacen el juego a movimientos terroristas si es que no constituyen su brazo legal. Soberón ha reavivado la persecución contra las ONG’s de la cual pensábamos se habían resignado a abandonar tanto el Ejecutivo como la prensa vocera del fujimorismo. Como era de esperarse, el apasionamiento nubló el análisis claro; la mesura fue reemplazada por el grito pelado. Ninguna de las partes involucradas abordo la cuestión con seriedad.

Y para complicar más el panorama, Soberón apareció en los mítines gremiales por el Día del Trabajo rodeado de los dirigentes de la CGTP, el SUTEP y de los partidos de aquella izquierda autoritaria, antidemocrática, cavernaria y nada autocrítica que aun cree viables el enfrentamiento, la violencia y los paros como medio para ejercer presión y lograr la consecución de sus reclamos. Soberón no comprende que actitudes como esta son las que aprovecharán los perseguidores de las ONG’s a las cuales tienen en la mira hace tiempo. Mucha razón tiene Nicolás Lynch cuando afirmaba que la izquierda autoritaria es el tonto útil de la derecha autoritaria: típico caso de extremos que se tocan.

La facilidad con la que el canciller José Antonio García Belaúnde culpa a Aprodeh deja entrever dos cosas: primero, que esta ONG posee una red de influencias tan gravitante que puede influir en los europarlamentarios para que no incluyan al MRTA en su lista de organizaciones terroristas; y segundo, que la presencia de nuestra cancillería en Europa, en comparación con el aparato del que dispone Aprodeh (y no solo ellos sino Sendero Luminoso y el MRTA) es nula o ineficiente. El canciller con rostro compungido y adusto endilgó la total responsabilidad de la resolución del Parlamento Europeo a la carta de Aprodeh mas no hizo ninguna exposición de las acciones tomadas por la cancillería para reforzar la posición peruana. Pareciera que, a sabiendas, dejaron que aquello siguiera su curso para cerrar el cerco contra las ONG's.

De otro lado, a mal árbol se arrima Soberón si es que pretende buscar apoyo popular ya que, además de confirmar las sospechas naturales de los que cuestionan, no solo a Aprodeh, sino a todas las ONG’s, más adelante notará que los cavernarios del FOCEP, el PCP, el PS y el MNI se colgaron de los quince minutos de fama que tristemente le otorgó la infausta carta al Parlamento Europeo.

Por supuesto que Aprodeh tenía el derecho de emitir una carta como aquella; sin embargo, la irresponsabilidad de su presidente radica en que no aporta ninguna evidencia para respaldar su afirmación: que el MRTA es un movimiento desactivado desde hace ocho años porque ya no actúa como antes. Con la misma lógica se habría declarado inactivo a este movimiento terrorista antes de la toma de la embajada japonesa. ¿Acaso previo a ello hubo atentados frecuentes? El MRTA fue autor de un hecho sin precedentes en la historia del Perú del cual ni siquiera Sendero Luminoso podría jactarse. Soberón sostiene que los reportes de inteligencia que dan cuenta de la reorganización del MRTA son falsos. Bien, es decir, presentar una carta sin pruebas es, a su entender, más sólido que los reportes de inteligencia. Suponiendo que así fuera, ello tampoco le otorga validez a su postura: la supuesta falsedad o manipulación de la información de inteligencia no significa que Soberón esté en lo correcto. Por ello, debe exhibir pruebas contundentes de lo que afirma. De lo contrario, las sospechas que se ciernen sobre Aprodeh y otras ONG’s tomarán cuerpo y entonces sí lamentaremos que otras instituciones pro derechos humanos y demás, vean limitados sus esfuerzos por ayudar a aquellos que el Estado —debido a la lentitud paquidérmica de sus instituciones y a la incompetencia de los presidentes regionales— todavía no puede ayudar a elevar su nivel de vida pese a que todos los días nos enrostran cifras alentadoras.

¿Veremos a un Soberón devolviendo el espaldarazo de la CGTP y compañía? Si ello ocurriera, tengo la plena seguridad de que aquella infausta correspondencia al Parlamento Europea obedeció no a convicciones principistas sino a una estrategia fríamente calculada.

(Para mayor información acerca del tema, sugiero revisar el blog del filósofo Gonzalo Gamio www.gonzalogamio.blogspot.com y el comunicado de IDEHPUCP)

martes, abril 29, 2008

¿A dónde va el libre mercado?

A propósito de un artículo de César Hildebrandt

Arturo Caballero Medina
acaballerom@pucp.edu.pe
http://www.naufragoaqp.blogspot.com/

El periodista antiliberal y el comentarista fiel

Gracias a los comentarios desinteresados de un amigo y ex condiscípulo de la secundaria, Lucho Juárez, es que recientemente me veo más obligado a escribir sobre ciertos temas cuya discusión considero importante. De no ser por este fiel comentarista, difícilmente hubiera leído el artículo que César Hildedrandt escribió sobre el libre mercado en agosto de 2007 (el cual sugiero leer antes de esta nota. Puede consultarlo en http://cesarhildebrandt.wordpress.com/2007/08/17/economia-de-mercado/. Fiel a su estilo incisivo y mordaz, este connotado periodista odiado y admirado a la vez, de seguro que es extrañado por un gran sector de los televidentes, agotados por las moralejas de Cecilia Valenzuela o nostálgicos por los mejores momentos de Rosa María Palacios: “La ventana indiscreta” parece cada vez más un recetario sobre lo políticamente correcto mientras que “Prensa libre” padece de un ritmo por momentos cansino. En el mencionado artículo, su autor arremete contra el libre mercado, el capitalismo salvaje y el liberalismo con mucho hígado pero sin distinguir el trigo de la paja: solo se regodea con la paja. A continuación, procuraré “despajarizar” lo vertido acerca del libre mercado para completar la otra parte ausente en el texto de Hildebrandt.

La fuente desconocida

Tanto los que defienden a muerte como los que critican el liberalismo político y/o económico cometen el error de no consultar las fuentes sino que reciclan la crítica de la crítica. Dudo que Hildebrandt haya leído La riqueza de las naciones de Adam Smith además de su Teoría de los sentimientos morales los cuales muchos liberales económicos acérrimos y antiliberales también deberían revisar. En La riqueza de las naciones Smith afirma que el mercado debe regular la economía mediante la oferta y la demanda (la mano invisible), pero en ningún momento dice que el Estado deba desaparecer, más bien dice que este debe garantizar el bienestar individual del ciudadano permitiéndole acceder a los requerimientos mínimos para su realización, a partir de lo cual, cada uno podrá escoger su destino. Esto lo complementa en Teoría de los sentimientos morales un tratado acerca de los valores éticos sostenidos por el liberalismo clásico. El desconocimiento de ambos textos induce al error generalizado, en la actualidad, de confundir liberalismo con neoliberalismo y liberalismo político con económico. Obviamente, el ciudadano de a pie no tiene la obligación de conocer estos detalles; sin embargo, aquellos que expresan opiniones favorables o adversas sobre el libre mercado —y por extensión, sobre el liberalismo— o cualquier tema de actualidad no deberían cometer un desliz como este, sobre todo cuando se trata de líderes de opinión como periodistas o políticos (no incluyo a los intelectuales ya que ellos están, lamentablemente, cada vez más lejos de la gente) cuya responsabilidad compartida es hacer pedagogía política.

El liberalismo clásico, en su vertiente política, tiene muchos puntos de coincidencia con el anarquismo (rechazo a la limitación de la libertad) y con el socialismo utópico (bienestar social). Por otro lado, derechos humanos, contrato social, instituciones legales supranacionales, tolerancia con las diferencias, estado de bienestar, etc., son conquistas liberales no socialistas, marxistas ni comunistas. La lucha contra el poder despótico y absolutista de las monarquías europeas la inició el liberalismo, no el marxismo. Estos principios liberales fueron distorsionados en el siglo XX por los ideólogos del capitalismo salvaje (neoliberales) para quienes el mercado está por encima del individuo y lo ético no es más que una molestia a enfrentar.

Hildebrandt enfiló sus baterías contra el libre mercado (con las cuales coincido en parte) pero le faltó pedagogía política para no confundir al lector: todo ello que menciona no es culpa de Adam Smith sino de las tergiversaciones, según algunos expertos, de Milton Friedman y Frederick von Hayek, economistas ultraneoliberales del siglo XX.

Chomsky desarrolla de manera profunda las coincidencias entre liberalismo clásico y socialismo libertario en El gobierno del futuro, conferencia dictada en el Perry Center de Nueva York en 1970. Ahí señala que en el futuro no quedará otra opción que conciliar lo mejor del liberalismo con lo mejor del socialismo para construir un liberalismo de izquierda (posibilidad viable para algunos y para otros un disparate porque se trataría de una contradicción insuperable. Acerca del liberalismo de izquierda sugiero revisar el blog del filósofo Gonzalo Gamio (http://www.gonzalogamio.blogspot.com/) y el del politólogo Martín Tanaka (http://www.virtuefortuna.blogspot.com/). Ambos analizan las posibilidades y obstáculos, respectivamente, que enfrentaría esta síntesis en el Perú).

Chomsky señala que “las ideas liberales clásicas, en su esencia, aunque no en la manera como se desarrollaron, son profundamente anticapitalistas” (15). Critica al libre mercado pero deja en claro que la deshumanización de la sociedad industrial no fue responsabilidad del liberalismo sino del capitalismo industrial de fines del siglo XIX hacia adelante. Este capitalismo solo puso énfasis en la reducción del Estado y en la exacerbación del individualismo el cual no es avalado en su totalidad por el liberalismo clásico ya que busca establecer una comunidad de libre asociación acentuando los vínculos sociales entre sus miembros. Vale la pena citar un fragmento de la conferencia de Chomsky:

“(…) el punto de vista liberal clásico se desarrolla a partir de una determinada idea de la naturaleza humana que hace hincapié en la importancia de la diversidad y la libertad de creación; por lo tanto, ese punto de vista se opone de un modo fundamental al capitalismo industrial con su esclavitud de los salarios, su trabajo alienante y sus principios jerárquicos y autoritarios de organización social y económica (…) el pensamiento liberal clásico se opone a los conceptos del individualismo posesivo, que son inherentes a la ideología capitalista”.

En relación a las limitaciones del libre mercado, Karl Polanyi afirma que el mercado “no podría existir durante un periodo de tiempo prolongado sin arruinar la sustancia humana y natural de la sociedad; aniquilaría físicamente al hombre y destruiría su entorno por completo”. En conclusión, el capitalismo moderno manipuló las tesis del liberalismo clásico; este es el sello del neoliberalismo: capitalismo deshumanizado.

Mercaderes, indiferentes y excluidos



Hildebrandt explota muy bien la pluma ácida, el ejemplo certero y la frase efectista, recursos con los que en dos trazos diseña una estrategia de argumentación práctica para la comprensión del lector pero poco sustancial para el análisis. Los perjuicios del libre mercado deben interpretarse en oposición a sus beneficios. ¿Por qué después de tantos años tenemos tarifa plana de Internet, cable y telefonía? ¿Por qué se reducen las tarifas de llamada a celular y a teléfonos fijos? Por la tremenda oferta que existe de estos servicios en el mercado. Y esta tardía pero beneficiosa reacción de Telefónica no se debe a que el Estado patee el tablero y desconozca los contratos ni a cruzadas sociales contra la inversión española ni a los debates en el congreso sobre la eliminación de la renta básica. Aquello es resultado del esfuerzo de miles de peruanos cuya necesidad los llevó a idear una manera de sacarle la vuelta al sistema aprovechando las ventajas del libre mercado. Me refiero a las cabinas de Internet, los locutorios públicos y a los “hombrecitos celular”. Es a ellos a quienes deberíamos agradecer la rebaja de las tarifas telefónicas porque vienen cubriendo una demanda creciente a precios muy bajos. En 1997, la Universidad Nacional de San Agustín ofrecía el servicio de Internet al público los domingos de 8 a 12 a un precio de 3.50 soles por dos horas. Recuerdo que en el verano de 2000 pagué 4 soles por hora en una cabina ubicada en la avenida Benavides de Miraflores en Lima. Mientras en toda Latinoamérica Telefónica ofrecía tarifa plana de Internet, en el Perú se pagaba por tiempo de conexión en el caso de usuarios domésticos y una tarifa plana solo para distribuidores. ¿Qué sucedió durante los siguientes ocho años? Proliferaron las cabinas públicas de Internet de una manera vertiginosa al punto de que en Arequipa una hora cuesta 0.70 céntimos. (Según estadísticas, el Perú es el país que posee mayores niveles de acceso masivo (cabinas públicas, no doméstico) a Internet en Latinoamérica. Este fue solo el primer paso para que las tarifas de telefonía descendieran puesto que las llamadas por Internet pusieron en sobreaviso a las compañías de telefonía fija y celular: progresivamente, redujeron el precio de la línea fija y de los aparatos y tarifas celulares (los primeros armatostes que llegaron al Perú en 1992 costaban desde 1 000 dólares hacia arriba). Lo curioso es que las campañas de promociones no desalentaron el negocio de las llamadas por Internet sino que, aparte de ello, incentivaron el aprovechamiento de los minutos libres: tal es así que, dependiendo del criterio del “hombrecito celular”, una llamada local cuesta igual que una nacional. (“Los usuarios de telefonía móvil descubrieron que los planes más ventajosos de las empresas del mercado permitían tener minutos más baratos. Así empezó el negocio de vender minutos para llamar a celulares. La ganancia promedio es de 100%”. Fuente: Diario La República
http://www.larepublica.com.pe/content/view/171464/

Además de la creatividad criolla de los locutorios públicos, no perdamos de vista que gracias al libre mercado es que las tarifas de transporte público urbano no se incrementan de manera correlativa al alza de los combustibles, pese a que dicho aumento estaría plenamente justificado de parte de los transportistas (los precios del pasaje urbano llevan un considerable retraso respecto al alza del combustible: entre 1994 y 2008 el precio de la gasolina y el petróleo aumentó en casi 50% mientras que el pasaje urbano lo hizo en 25 a 30%). Tanto en el transporte urbano masivo como en los taxis existe una “dictadura” de los usuarios quienes retrasan las alzas al no pagar más allá de lo acostumbrado. Este es un típico caso de transferencia de los costos al ofertante del servicio y no al consumidor, como sucede la mayor parte de veces. Sin embargo, aunque los usuarios controlen relativamente estos precios, lo cierto es que también la renovación de unidades de transporte y la adquisición de repuestos es más difícil de sostener debido a que los transportistas no pueden solventar estos costos cada vez mayores por la progresiva reducción de sus ganancias. El resultado: buses y combis contaminadores por carencia de mantenimiento. El caso del transporte urbano masivo y particular es ejemplo de que el mercado libre no solo se sitúa del lado de los ofertantes del servicio o del producto sino también del lado de los usuarios, aunque a veces con perjuicio de ellos mismos.

Muchos se sorprenderían de saber que las localidades más capitalistas del Perú son Puno y Juliaca. Paradójicamente, es en estas ciudades —sobre todo en Juliaca— donde se practica el más rabioso capitalismo de libre mercado a pesar de que suelen hacer noticia por protestar contra el “neoliberalismo hambreador” y por concentrar la mayor cantidad de votos a favor de Ollanta Humala, abanderado del nacionalismo; la región en donde Hernán Fuentes lanza diatribas contra el mercado libre. ¿Cómo entender aquellas protestas si su economía gira en torno de lo que combaten? Simplemente porque aún subsiste un gran sector de la población que no se ha beneficiado del mercado libre como sí sucede con los “hombrecitos celular”. Los contrabandistas no son empresarios que se exponen a los campos minados en la frontera con Chile o a enfrentamientos contra la policía por alguna pasión aventurera: son comerciantes —aunque no todos ellos claro está— que no pueden ingresar a la formalidad por las vallas tan altas que le impone el Estado. En el Chicago de los años 20, el contrabando se desmoronó inmediatamente al derogarse la prohibición sobre el consumo de alcohol.

Entonces, zanjemos el malentendido. Lo que no aceptan los neoliberales ortodoxos es que el Estado intervenga para regular el mercado cuando los individuos ven coaccionada su libertad de elección al no poder alcanzar el grado de realización personal (laboral, artística, académica, etc.) no por la falta de capacidades sino por deficiencias estructurales (vivienda, comunicaciones, salud, educación, economía) que el Estado debe garantizar a sus ciudadanos. Ampliar las redes telefónicas en Asia, Chacarilla o La Planicie es lo económicamente correcto para las empresas de telefonía ya que así podrían asegurar el consumo y la consecuente recuperación del capital; en cambio, instalar Internet, cable y telefonía en Huancavelica, Chumbivilcas o Juli no es atractivo porque los pobladores carecen de recursos para pagar esos servicios y, en consecuencia, no se recuperaría lo invertido. Esta mentalidad empresarial siempre será pragmatista y dudo mucho que cambie a pesar de que la responsabilidad social empresarial es el discurso de moda en las empresas modernas. Hasta que el cambio ocurra, el Estado tiene el legítimo derecho de intervenir en situaciones como el alza indiscriminada de pasajes interprovinciales y alimentos pero no a través del control de precios que genera mayor especulación sino mediante la información y el establecimiento de infraestructura básica. Los alimentos se encarecen por el incremento de los combustibles pero, además, por el flete que agregan los transportistas cuando transitan por carreteras de trocha carrozable. Un maestro rural además de una remuneración digna necesita contar con servicios básicos en la comunidad donde labora, lo mismo que un médico o un abogado. El mercado por sí solo no puede asegurar el progreso de una sociedad si es que no incluye a la mayor parte de sus miembros. Por el contrario, si es excluyente, generará descontento en las mayorías desplazadas. En este sentido, afirmar que la exclusión es implícita al mercado —“Eso es Adam Smith con su Tirifilo más, Milton Friedman con su Lastenio al costado, la mano invisible y el dedo medio en ristre”— según César Hildebrandt, significa caer en inexactitudes.

A lo anterior se agrega que nuestros mercados son imperfectos ya que en lugar de alentar la formación de precios en base a la oferta y la demanda, se fomenta el oligopolio de los reyes de la papa, el camote y la cebolla, y de los intermediarios. Mejores carreteras permitirían a los agricultores primarios (escasa o nulamente tecnificados) a ofrecer sus productos directamente en los mercados sin intermediarios, con el consecuente incremento de sus ganancias, lo cual a mediano o largo plazo deberían invertir en la tecnificación de sus productos tal como viene sucediendo en Ica con la exportación de espárragos a los EEUU; Piura y Tumbes con el mango; y Cajamarca con los lácteos. El alza mundial en el precio de los alimentos bien podría beneficiar a los más necesitados: aquel vasto sector de comunidades empobrecidas debido a los mercados imperfectos y a la ineficiencia del Estado y los gobiernos regionales cuyas arcas están repletas de dinero pero carentes de proyectos de inversión. Para los agricultores de la sierra, el mercado libre dejará de ser “el monstruo detrás de los cerros” cuando comprueben que mejora su nivel de vida tanto por el incremento de sus ingresos como por la calidad de los servicios públicos (salud, educación y vivienda).
De esta manera, nos damos cuenta de que, en realidad, algunos de los vicios atribuidos al libre mercado (desigualdad, exclusión, alza de precios) son corresponsabilidad de las políticas económicas de los estados que dejan al mercado en piloto automático.

En resumen, para que el mercado libre funcione allí donde es excluyente el Estado debe intervenir como promotor de la inversión privada a la vez que asegura la infraestructura básica para el desarrollo de los ciudadanos. Por lo tanto, suele suceder que las deficiencias del libre mercado no sean responsabilidad total de los capitalistas sino también del Estado que abandona a su suerte el bienestar social.

Libertad económica y libertad política

En Alaska, EEUU, una empresa minera fue sancionada severamente al comprobarse que contaminaba el medio ambiente; en Uruguay, sucesivos gobiernos han convocado a plebiscito la cuestión de la privatización del servicio de agua potable y, hasta ahora, siempre ha perdido la privatización. Ambos ejemplos demuestran que salvaguardar los intereses de los ciudadanos no implica atentar contra el libre mercado: se sanciona a los que infringen la ley y se consulta a los directamente afectados sobre decisiones trascendentales como la administración del agua.

Si antes mencioné que la exclusión no es implícita al libre mercado sino que determinadas condiciones estructurales no permiten la inclusión de las mayorías en su circuito, no es menos cierto que los gobiernos son los responsables de los términos en que se negocian los contratos de privatización. Si la negociación es perjudicial para los intereses nacionales, se debe diseñar mecanismos jurídicos que permitan su revisión, lo cual no equivale a patear el tablero y desconocer los acuerdos. El libre mercado no es el culpable de los estropicios o de la ineptitud de los gobiernos que celebran acuerdos sin tomar en cuenta el costo-beneficio para sus ciudadanos. Si a Telefónica se le entregó en bandeja el mercado de las telecomunicaciones en el Perú y no reditúa los beneficios al Estado en los términos estipulados, iluso es creer que por “buena fe” lo harán más adelante. ¿Quién y bajo qué condiciones privatizó las empresas públicas? ¿A dónde fue a parar todo ese dinero? Aquellos sujetos tienen nombre y apellido y son los que deben responder, pero de ahí a satanizar al libre mercado endilgándole la depredación de la riqueza nacional existe un trecho muy largo. No debemos confundir el clientelismo, la prebenda, el favoritismo político con el libre mercado. Mercantilismo no es igual a mercado libre sino que es su distorsión y junto con los anteriores, los causantes de la desconfianza popular ante la libre competencia en el mercado.

Otro aspecto que los neoliberales dogmáticos proclaman a los cuatro vientos es que las libertades económicas generan por añadidura, libertades políticas; es decir, si saturásemos Irak de franquicias de comida rápida entonces ello ayudaría a que los fundamentalistas islámicos se democraticen. La historia ha demostrado lo contrario: que las libertades económicas carentes de libertades políticas han servido para sostener dictaduras en el poder bajo el pretexto del crecimiento económico. En Taiwán, uno de los tigres asiáticos, la dictadura del Kuomintang duró hasta 1991; en Singapur, el sistema de gobierno se aproximaba más al autoritarismo que a una democracia multipartidista: Lee Kuan Yew fue el único primer ministro desde 1959 hasta 1990, cuando por su propia voluntad decidió dejar el cargo; desde 1953, en Corea del Sur las dictaduras militares se sucedieron el poder hasta los años 80; ¿sería necesario abundar sobre el capitalismo neoliberal planificado por el Partido Comunista Chino?; en Chile, los resultados obtenidos por los Chicago boys solventaron ante el mundo la imagen de país en vías de desarrollo, pero Pinochet concentró el poder desde 1973 hasta 1990 (contrariamente a lo que se cree, el despegue económico de Chile se dio en democracia y no en dictadura). En conclusión, la aplicación del neoliberalismo tuvo a las dictaduras militares como soporte para aplacar la resistencia social.

El artículo de César Hildebrandt es reflejo sintomático de la frustración que siente la gran mayoría de peruanos que no percibe los beneficios del libre mercado debido a la corrupción del empresariado clientelista y a la exclusión generada por la falta de infraestructura adecuada (responsabilidad estatal). Los conceptos vertidos por el autor no contribuyen a la elucidación de conceptos frecuentemente utilizados por los medios de comunicación y por la ciudadanía tales como libre mercado, liberalismo, neoliberalismo, libertad económica o libertad política; al contrario, acrecientan la confusión ya que, por un lado, el desarrollo de los mismos es de un alcance limitado (frases efectistas, ejemplos contrastantes, afirmaciones radicales pero sin argumentación coherente) y por otro, desconoce las fuentes básicas de los temas que discute lo cual redunda en una secuela de imprecisiones. Mediante este artículo, espero haber contribuido en algo al conocimiento de lo que significa, a grandes trazos, el libre mercado.

martes, abril 22, 2008

Fundamentalismo y violencia de género

Arturo Caballero Medina
acaballerom@pucp.edu.pe


“Tienes que subir a la combi más seguido Rosa María”

Argumento esgrimido por Gonzalo Núñez ante Rosa María Palacios para sustentar la realidad del machismo peruano.

El incidente que protagonizaron la árbitra Silvia Reyes y el futbolista uruguayo Mario Leguizamón y, por otro lado, la actitud de la Universidad San Martín de Porres frente a Esther Vargas, resultan muy útiles para ejemplificar los prejuicios latentes en el imaginario colectivo nacional, sobre todo dentro de una sociedad como la peruana que se considera muy liberal en algunos aspectos cuando, en realidad, sigue siendo muy conservadora. En ambos casos, las reacciones de la opinión pública confirman que, primero, la defensa de una causa legítima puede distorsionarse si se ampara en el fundamentalismo y, en segundo lugar, que nuestra sociedad aún no está lista para enfrentar al “fantasma” de la verdad.

Fundamentalismo y machismo feministas

Lo primero que evidenció el caso Reyes-Leguizamón fue la hipersensibilidad social frente al tema de los derechos de la mujer. Ministros, congresistas, Defensoría del Pueblo, colectivos feministas y periodistas deportivos denostaron la actitud del jugador de la San Martín; sin embargo estos diferían de aquellos respecto a cuál debía ser la sanción más ejemplar. Si bien los periodistas deportivos no avalaron la reacción de Leguizamón, dejaron sentado que “en un momento de cólera uno no sabe lo que dice” y que si el ofendido hubiera sido un varón nadie se rasgaría las vestiduras. Gonzalo Núñez sugirió a Rosa María Palacios que abordara combis más seguido para verificar que el trato masculino hacia la mujer en el Perú no es el mismo que recibe la princesa de Asturias en su palacio. Efectivamente, a diario comprobamos que lo dicho por Gonzalo Núñez es cierto pero el error en su razonamiento es pretender sostener una postura (en el Perú se trata mal a las mujeres) mediante ejemplos que no explican el maltrato sino que, por el contrario, merecen ser explicados, es decir, el objeto a explicar no puede servir como explicación. Los fenómenos no se interpretan a sí mismos, simplemente suceden; es la actitud racional la que define una postura frente a los hechos. Lo cuantitativo, lo usual, lo frecuente, a veces no es muy útil como criterio de validez.

Aparentemente, nuestra sociedad —o al menos buena parte de ella— habría desarrollado los anticuerpos necesarios para rechazar el machismo aunque viniera del deporte rey, espacio en el que se reivindica, precisamente, la masculinidad. No lo veo así, ya que otros acontecimientos similares no provocaron ni la menor mueca en las agrupaciones que defienden los derechos de la mujer ni en los (las) que hoy encienden hogueras para “incinerar” a Leguizamón. Cuando la ministra Mercedes Aráoz rendía su informe acerca de las negociaciones del TLC con Estados Unidos, el congresista Daniel Abugattás le espetó la siguiente frase: “En EEUU, usted se puso de rodillas y de espaldas a la realidad peruana”, en alusión a que no se defendieron los intereses nacionales. ¿Alguien solicitó una petición de censura al congresista Abugattás? ¿Discutieron los medios estas expresiones de grueso calibre que sugieren, sutilmente, más que una entrega de intereses una grotesca analogía sexual? Por supuesto que no. Bastó con la retracción del congresista y asunto arreglado, lamentablemente.

En los casos Reyes-Leguizamón y USMP-Vargas fuimos testigos del fundamentalismo oportunista de género, o sea, de aquella actitud —loable en su versión moderada— que en defensa de la absoluta igualdad y de los derechos de género deriva en lo contrario ya que bloquea el debate. Un fundamentalista no detecta fisuras en su sistema de creencias, por ello es que las causas legítimas por las que lucha se distorsionan al adquirir para él el estatus de dogma. Leguizamón cometió una imprudencia pero su agresión no es menor a la que cotidianamente nos tienen acostumbrados los diarios “chicha” quienes estereotipan las conductas sexuales. No es más grave porque la agredida haya sido una mujer, lo es porque se atenta contra la dignidad de un ciudadano más allá de su sexo u opción sexual. Aquellos que promovieron una sanción severa a Leguizamón amparados solo en la condición de mujer de la agredida le hacen un flaco favor a las reivindicaciones del feminismo cuya elaboración teórica es mucho más compleja y vasta que un simple ajuste de cuentas contra el macho dominante.

La violencia no tiene género

Los medios de comunicación sensacionalistas y los programas cómicos alientan la violencia de género al reforzar los estereotipos: la vedette es una mujer fácil, el jugador de fútbol es borracho y juerguero, y los homosexuales se visten de mujer y provocan escándalos. La violencia de género no es (no debería serlo) propiedad de ningún género; sus victimarios y víctimas no distinguen opción sexual. Por ello, quienes censuramos todo tipo de violencia tampoco debemos discriminar entre si el agresor y/o agredido es heterosexual u homosexual.

La ridiculización de lo femenino es un hábito nacional, pero si bien se cuestiona a la prensa sensacionalista por exacerbar la frivolidad, el morbo y todo aquello que sabemos, no es frecuente escuchar de parte de los mismos actantes alrededor del incidente Reyes-Leguizamón o USMP-Esther Vargas, alguna crítica de la proporción a la que emitieron hace pocos días. La mayoría de periodistas demostró su tibieza al opinar sobre la reacción de Gisela Valcárcel al defender su derecho a la privacidad cuando un “urraco” la acosaba tomándole fotos: colocaron por encima el espíritu de cuerpo periodístico antes que la dignidad de un ciudadano y le hicieron el juego a la impunidad mediática del escándalo. Ni qué decir de Laura Bozzo quien enarbolaba la bandera del peor feminismo fanático al manipular paródicamente la victimización de la mujer frente a los abusos masculinos. Lo paradójico de esto es que se proyectaba una imagen que daba cuenta de lo opuesto: la mujer asumía el rol de agresor y el hombre, de víctima. Dicha muestra de feminismo fanático consiste en apropiarse del poder que somete con el fin de redireccionarlo en contra del agresor, pero de ninguna manera, en transformar su esencia agresora. Es decir, subsiste la violencia pero en otra dirección.

La reflexión que el caso Reyes-Leguizamón suscita es que cuando la agresión se produce entre sujetos del mismo género se gradúa la censura ante esta debido a una especie de permisibilidad proporcional al trato intragenérico y, en consecuencia, se invisibiliza la agresión: si a un árbitro varón le mentan la madre jugadores, hinchas y público y las sanciones se dan en el marco de las reglas de juego y de la costumbre local (al jugador lo expulsan y el árbitro, si desea, responde el insulto). En contraste, cuando la agresión ocurre entre sujetos de distinto género, el prejuicio sexista, ya sea por exceso o por defecto, nubla por completo una interpretación desapasionada de la violencia. El fundamentalismo machista o feminista finalmente son extremos que coinciden en la intolerancia: el machismo subsiste gracias a que su discurso tiene eco en hombres y mujeres machistas, es decir, por complicidad; el feminismo susbiste por oposición. Los que dicen defender los derechos de las minorías basándose en la minusvalía o incapacidad de estas para autoconducirse suelen ser los mismos que incentivan el sometimiento cultural. El paternalismo y la sobreprotección no siempre resultan medidas adecuadas para salvaguardar los derechos de las minorías porque llevan implícita la semilla del control y de la superioridad moral de quien protege respecto al protegido.

Hace poco una amiga me comentó que fue intervenida por una mujer policía debido a que conducía mientras usaba el celular. Según su testimonio, la policía le sugirió que le pintara “las uñas de las manos y de los pies” (lo que en argot coimero del personal subalterno femenino significa 20 soles y asunto arreglado). A ello se agregó la prepotencia de la señorita policía en expresiones como “usted obtuvo el brevete en una tómbola” a lo que mi amiga, al mejor estilo de Leguizamón, replicó con “estás amargada porque tu marido no te tiró bien en la mañana”. Esto es una muestra de cierto machismo que ya no se apoya solo en los patriarcas de antaño sino en las matronas —y sus potenciales herederas— que ayer y hoy siguen reproduciendo esto que se denomina machismo feminista.

Perdón San Martín, pero soy lesbiana

Si el fundamentalismo es nocivo por bloquear el debate, lo es, además, porque sobredimensiona la verdad y elimina las dudas. ¿Será acaso sintomático que los incidentes comentados aquí hayan tenido como tercer protagonista a la Universidad San Martín?

La sociedad peruana tiene una especial deuda con la verdad y la reconciliación. A las fuerzas armadas les cuesta reconocer que sí hubo excesos en la lucha contra el terrorismo. A los fujimoristas les es imposible sospechar que su líder conocía las actividades del destacamento Colina. En las elecciones del 90, la realidad exigía un ajuste económico drástico, pero elegimos afrontarlo creyendo en Fujimori y no cuando Vargas Llosa nos lo advirtió. Somos reacios contumaces a la verdad. Cuando esta nos viene de golpe, preferimos digerirla a pedacitos. Cuando llega fragmentada, dilatamos su revelación.

La negación de la verdad, a pesar de su evidencia, suele conducir la actuación de los fundamentalistas morales. La USMP procedió de manera totalmente opuesta en los dos casos referidos. A Leguizamón lo despidieron y lo comunicaron públicamente, en cambio a Esther Vargas quisieron despedirla silenciosamente. Con el primero actuaron por exceso; con la segunda, por defecto. El proceder moralmente correcto de una institución educativa era despedir del equipo al jugador de la San Martín por ofender a una mujer; sin embargo, a su entender lo moralmente correcto también consistía en separar a una docente porque es lesbiana. Aquí los fundamentalistas de la moral se guiaron más por la coyuntura que por los principios; más por el "qué dirán los padres de familia y alumnos que no estén de acuerdo" que por la defensa de un derecho laboral sin discriminación por la opción sexual del trabajador.

Cuando lo moralmente correcto se ampara en la voluntad popular es fácil proceder a su aplicación sin remordimientos; pero si, por el contrario, enfrenta resistencias, lo mejor es recurrir al silencio. Precisamente, la razón cínica saca ventaja de la coyuntura justificando su accionar en la necesidad de encontrar "solo una salida" a un problema. Según las circunstancias, el razonar cínico cuestionará lo moralmente correcto para sacar ventaja de la transgresión (como cuando el chofer de combi no recoge escolares ni invidentes o cuando inducimos a un funcionario público a la coima); o aplicará la norma literalmente, sin miramientos ni murmuraciones (el burócrata ineficiente que se ciñe al reglamento). En uno y en otro, la verdad es cuestionada y manipulada.

Esther Vargas ha declarado que nunca ocultó ser lesbiana. En su blog no hace apología al lesbianismo y mucho menos en sus aulas. No es que a la USMP le incomodaba contar en su club con un jugador machista o con una profesora lesbiana: Leguizamón seguirá pensando lo mismo de Silvia Reyes (y de seguro pensaba lo mismo de toda mujer irritada) y Esther Vargas no cambiará su orientación sexual. Lo que realmente guió el accionar de la USMP fue fundamentalismo moral oportunista y la razón cínica, amparados ambos en la negación y la manipulación de la verdad en aras de lo moralmente correcto.

¿Escribiría Ricardo Palma una tradición al respecto? De seguro que el San Martín del siglo XXI compartiría un café con la árbitra, el jugador y la profesora lesbiana.

viernes, marzo 28, 2008

El Tíbet, China y nuestro presidente olímpico

Arturo Caballero Medina
acaballerom@pucp.edu.pe

Un poco de historia

Desde que en 1952 las tropas comunistas chinas invadieran el Tíbet, la persecución religiosa, las protestas contra el régimen de Pekín y la violenta represión contra los manifestantes tibetanos han sido frecuentes cada cierto tiempo. Las aspiraciones de dominio chino sobre el Tíbet son históricas. Luego de que China lograra su unificación bajo la dinastía Qing (manchú), invadió el Tíbet en 1720 con el fin de expulsar a los mongoles; a cambio de lo cual, el gobierno tibetano liderado por el Dalai-Lama de aquella época, permitió la instalación de una guarnición militar china en su territorio. Años después en 1792, los manchúes volvieron a intervenir en Tíbet esta vez para ayudar a derrotar a los gurjas nepaleses —cuyos descendedientes fueron reclutados en 1982 por las fuerzas armadas británicas para el conflicto de Las Malvinas, en virtud de sus cualidades para la lucha cuerpo a cuerpo. Gran Bretaña y China mantuvieron un diferendo a principios del siglo XX sobre la soberanía del Tíbet que concluyó a favor de China.

El dominio de la China imperial sobre el Tíbet se vio alterado por la invasión japonesa en Manchuria. Entre 1910 y 1950, Tíbet mantuvo su independencia hasta que las tropas chinas tomaron el control de la región en octubre de ese año. India, que también administró la región fronteriza del Tíbet, reconoció la soberanía china y transfirió al nuevo gobierno la administración de las redes de servicios y comunicaciones. En 1956 hubo levantamientos guerrilleros anticomunistas en el Tíbet occidental; pero el alzamiento mas importante ocurrió en marzo de 1959 el cual tuvo un saldo de 87 000 muertos.

A partir de 1965, se oficializó la soberanía China sobre el Tíbet y paralelamente, se intensificó la persecución religiosa durante la Revolución Cultural. La represión se atenuó un poco en las décadas posteriores, aunque las protestas por la independencia del Tíbet —que posee el status de región autónoma— se repitieron en 1987 y 1993. El actual Dalai Lama, preside en la India el gobierno tibetano en el exilio, pero no es reconocido como interlocutor válido por el gobierno chino; es más, lo acusan de ser quien azuza los alzamientos.

La “china histérica”

Los ojos del mundo están dirigidos a China desde hace algunas décadas. El milagro del crecimiento económico chino —a costa del medio ambiente y de la extrema pobreza que impera en el campo— es la carta de presentación del gobierno comunista a la que desea sacarle lustre con los Juegos Olímpicos. Por lo que informan las agencias internacionales, las visitas de periodistas extranjeros son guiadas y no se permite a la prensa extranjera llegar al Tíbet, actitud comprensible en tanto no se quiere que nada empañe su presentación ante el mundo.

China siempre ha ignorado el respeto por los derechos humanos. Human Rights Watch, la supervisora mundial de estos derechos, anualmente informa acerca de lo que ocurre en China en materia de derechos humanos y da cuenta de torturas a disidentes, tráfico de órganos y como se sabe, pena de muerte. La tradición autoritaria china no es patrimonio de los comunistas sino que tiene larga data y es parte de su historia, plagada de guerras y secesiones internas en búsqueda de la unificación.








El presidente olímpico

Todo esto se sabe, es conocido por cualquier persona medianamente informada a través de los medios o interesada en el acontecer internacional. No es necesario ser un analista internacional para darse cuenta que en China se violan los derechos humanos. Por ello, sorprende (¿debería?) que el presidente García haya declarado en China que el Perú rechaza el separatismo del Tíbet y las protestas que atentan contra los Juegos Olímpicos. En su afán de apresurar un acercamiento económico con el gigante asiático, nuestro presidente perdió la serenidad que debe primar en un jefe de estado cuando opina sobre asuntos de otro país.

En contraste, el presidente francés Nicolás Sarkozy evalúa la posibilidad de boicotear los juegos si es que China no detiene la represión —claro que esto debemos entenderlo en el contexto francés actual donde la izquierda acaba de ganar la mayor parte de las elecciones municipales, por lo que Sarkozy pareciera querer congraciarse con las causas progresistas. Michelle Bachelet, por su parte, deplora la violencia con que se reprime a los tibetanos pero, más cauta, reconoce la soberanía china sobre el Tíbet. El Vaticano también ha conminado al gobierno chino a que dialogue con el Dalai Lama. En este panorama, creo que el Perú es el primer país que se alinea totalmente con el gobierno chino avalando la represión y eliminando el diálogo.

García, presidente y líder del Partido Aprista, ha experimentado una metamorfosis económica saludable en ciertos aspectos pero desconcertante si revisamos sus “perros del hortelano” que lo sitúan en el extremo del neoliberalismo más radical; pero también en lo que respecta a los derechos humanos: recordemos que mientras en todo el mundo la tendencia es abolir la pena de muerte, nuestro presidente encabezó una campaña para que el legislativo evaluara la posibilidad de reimplantarla. Seguramente, la insensata propuesta del presidente regional de Puno lo llevó a censurar el supuesto separatismo del Tíbet (ya que no pretenden independizarse sino lograr mayores libertades religiosas).

El APRA, partido al que le correspondería representar a la socialdemocracia peruana, va perdiendo mediante su actual líder, aquellas características que lo identificaban con la lucha antiimperialista y la defensa de los valores democráticos. Nuestro presidente olímpico apoya al gobierno chino en su proceder sobre el Tíbet y mira hacia otro lado cuando de derechos humanos se trata. Y aunque nuestra distinguida ministra Mercedes Araoz ensaye una interpretación de lo que quiso decir el presidente en China, debemos corregirla: la violencia en el Tíbet no ha sido reprimida de manera proporcional, es decir, no es proporcional el enfrentamiento entre un grupo de monjes budistas descalzos frente a las fuerzas del orden provistas de armas de fuego. No es proporcional 30 policías heridos frente a más de 100 muertos (¿o acaso la ministra cree en las versiones propaladas por la televisión china?); por ello sorprende que nuestro presidente defienda ardorosamente causas ajenas (ofrecerse a llevar la antorcha olímpica no hubiera sido tan polémico, y tal vez, contribuía a establecer vínculos interculturales más estrechos entre China y Perú. ¿Se imaginan a Alan García trotando a lo largo de la muralla china?)

En fin, esperemos que nuestro presidente olímpico en otra oportunidad no ponga los intereses económicos por encima de los principios éticos que rigen a las naciones libres y que por fin haya olvidado aquella nefasta sentencia que hiciera suya hace algunos años: “la verdad descansa en los hechos y no en los principios”.

sábado, marzo 15, 2008

Eje temático en Primero Sueño de Sor Juana Inés de la Cruz


Henry César Rivas Sucari
Universidad Nacional Mayor de San Marcos



No me acuerdo haber escrito por mi gusto

sino un papelillo que llaman El sueño

Sor Juana Inés de la Cruz

  1. Palabras Preliminares

Hay en la literatura hispanoamericana una tradición poética que rebasa las fronteras de lo que Mariátegui llama etapa colonial, es decir, el proceso de una auténtica literatura, madura, singular, original. Hay también excepciones mayores en las que la poesía de las colonias se sitúa de igual a igual (algo no muy frecuente) a competir en el siglo XVII, siglo del Renacimiento y del Barroquismo, con los grandes nombres de la metrópoli española: Calderón, Góngora. Y lo extraordinario de esta circunstancia es el que nuestra poetisa estudiada se convierte no solo en ideario de la intelectualidad de la época, sino, de todas las épocas.

La literatura creada por Sor Juana Inés de la Cruz es considerada la más alta en tres siglos de la Nueva España. Hay que considerar que Sor Juana vivió en un tiempo que no era adecuado para que una mujer extendiera su vocación por el estudio; pero no solo es esa exquisitez la de Sor Juana la que nos sorprende, sino que precisamente ése fuera el móvil que acrecentara su esfuerzo por la comprensión y el entendimiento del mundo.

El producto de toda esta situación: un arte depurado y perfecto. El poema Primero Sueño, puede considerarse su obra más alta y estar al lado de las de Góngora(Al que supuestamente imitó) y Calderón. Además debemos entender el impulso de la creación poética: Entenderlo todo, conocerlo todo, por medio de lo objetivo y lo subjetivo, de los ojos y la fantasía, del cuerpo y el alma. Una grandiosa pieza que exige a sus lectores una destreza sobre el conocimiento cultural de esa época, vale decir la filosofía, la literatura, además de la ciencia.

En el presente trabajo, trataremos de abordar algunos puntos, como propuesta para el debate y la reflexión, para el mejor entendimiento del poema Primero sueño, por lo que basaremos nuestra aproximación interpretativa en los estudios teóricos que han desarrollado sobre este poema, Octavio Paz, Georgina Sabat, Antonio Alatorre, Jorge Checa, quienes han desarrollado trabajos sobre distintos temas como la mitología, el feminismo, las alegorías, el estilo barroco, entre otros. Y nos apoyaremos en el análisis textual entendiendo al texto como un tejido de textos, voces, como lo entiende muy bien José E. Martínez Fernández[1] ”Como estudioso de la poesía contemporánea no he dejado de observar su intensa intertertextualidad, explícita o difusa, que integra en el tejido textual otras voces que hacen del texto un cuerpo abierto, tarea a veces de una abundante copia de citas… que el estudio de la intertextualidad en la poesía española es capaz de ofrecer pautas de investigación, de evidenciar distintos objetivos poéticos, caracterizar épocas, momentos…ésta es la razón de mi trabajo: explicarme a mí mismo—y, si es posible, a los demás—la razón de la profusa e intensa intertextualidad de la poesía española contemporánea”.

Notamos en la inquietud de Martínez Fernández una metodología de estudio amplia; sin embargo, creemos que ese estudio, nos puede servir también para hurgar en la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz y su época.

La época de Sor Juana está marcada por la religión y la tradición, ahí las rupturas se pagan, en el siglo XVII la reforma española abomina lo científico y moderno, pero no puede hacer mucho para que esto cobre notoriedad y atención en el nuevo mundo. El intertexto que hallamos en Sor Juana es riquísimo, casi todo el conocimiento de su tiempo; leer su obra es acercarse a su época y su cultura. Nosotros adentraremos nuestro estudio en algunos tópicos que nos parecen importantes, por ejemplo el carácter del narrador en la poesía, personal o impersonal, la estructuración, el sueño como material de amor engañoso y el carácter científico del poema Primero Sueño.

1. Sor Juana Inés de la Cruz y su tiempo.

Juana Ramírez de Asbaje nacida según Calleja el 12 de noviembre de 1651[2] en una casa de campo en San Miguel de Neplanta. Esta finca estaba situada cerca de Amecameca, entre los volcanes Popocatepetl e Iztlacihuatl, al sureste de la capital. Su padre fue el español: Pedro Manuel de Asbaje y Vargas Machuca, probablemente de origen vasco y su madre la criolla doña Isabel Ramírez de Santillana. En los documentos del convento donde Sor Juana profesó y vivió, siempre dice ser “hija legítima”de sus padres; sin embargo su madre no estuvo casada y en su testamento se declara”mujer de estado soltera”. La madre de Sor Juana debió haber tenido un carácter independiente e individualista, pues teniendo libertad económica, dirigiendo ella misma su alquería, proporcionó el modelo a seguir que varias de sus hijas tomaron.

Sor Juana tuvo una vocación precoz de mujer intelectual y erudita y también, hay que decirlo una extraña combinación de sometimiento e independencia. El sometimiento al servir en una congregación religiosa y la independencia del conocimiento, tan cara para la época y además desde su posición de mujer, es decir una doble exclusión.

A los tres años aprendió a leer, luego a escribir y se ponía castigos rudos sino podía cumplir las metas de aprendizaje que se había fijado. La frustración de poder ir a la universidad, puesto que era inaudito e imposible tuvo que resignarse con ser autodidacta, agotando así los libros de la biblioteca de su abuelo materno en la cercana Hacienda de Panoayán, por muchos castigos y represiones que recibiera. A los ocho años había producido una loa eucarística, según nos dice su biógrafo Calleja. Al poco tiempo, su madre la mandó a la capital a la casa de unos parientes.

Los marqueses de Mancera, en la corte virreinal captaron muy pronto estimación por la niña rara erudita. El virrey comentaría el extraordinario talento a sus amigos ilustrados y a someterla al examen de cuarenta personajes conocidos por su erudición en distintos campos. Se puede apuntar este hecho como la graduación de Sor Juana, su reconocimiento como fenómeno raro de mujer intelectual en el mundo de aquella época.

Sor Juana decidirá luego unirse al aristocrático convento de las Carmelitas. Es decir, no se dejó seducir por el mundo de la corte prefiriendo un espacio más cómodo para su vocación de estudio. A su alrededor ve a su hermana casada y abandonada por su marido; amigas, compañeras, más o menos sometidas a esposos a sus padres y hermanos; sin otra ocupación permitida ni reconocida que el imperio de la devoción a los maridos y a la crianza de los hijos.

Parece que Sor Juana no concilió sus costumbres con esta orden y precipitó su salida a los tres meses, pero esta vida conventual le permitía todavía algunos atractivos como dialogar con los hombres ilustrados de la época y frecuentar todavía el palacio.

La poetisa dedicó a la marquesa, Condesa de Paredes varios versos y es ella la que a su retorno a Madrid publicará Inundación de castálida (1689), primera edición de parte de sus obras.

La fama de Sor Juana crecía en la Nueva España y en la Península a la par que sus problemas, en un mundo donde la ciencia ye le estudio no se concebía si no estaban representados por un ser masculino.

Sor Juana cultivó todos los géneros, todos los metros. Evidencia influencia de Lope de Vega, Quevedo, Gracián, Góngora; así como Trillo y Figueroa, Salazar y Torres, Jacinto Polo. Entre sus obras tenemos la ya mencionada Inundación castálida (Madrid 1689). Las ediciones sucesivas de este libro cambiaron el título por Poemas. En total este primer tomo se editó nueve veces en España. El tomo dos bajo el título de Segundo volumen (Sevilla 1692), cambiado luego al de Segundo Tomo y más tarde a Obras Poéticas. El tercer tomo se publicó bajo el título de Fama y Obras póstumas (Madrid, 1700). Sus Villancicos, (1676 a 1679). En teatro escribió Loas, Autos sacramentales, comedias. Estas se publican en Madrid dentro del Tomo II (Sevilla 1692). La Respuesta a Sor Filotea (Crisis sobre un sermón, Carta Atenagórica, Tomo II, Sevilla 1692). La única edición moderna completa es la de A. Méndez Plancarte en cuatro tomos, México 1951-1957.

En 1682, el que había sido su confesor, el padre Antonio Núñez de Miranda, quien la guió antes espiritualmente antes de entrar de monja, le instaba a abandonar toda escritura no ligada a estrictos cánones religiosos. La ruptura de parte de la monja con su confesor se manifiesta en tono muy firme en lagarta del padre Núñez (“Carta de Monterrey”,1681 o 1682). El dilema de Sor Juana es que era mujer escritora y monja creyente en una sola persona. El misógino arzobispo de México, Francisco de Aguilar y Seijas, quien nunca aprobó la actitud de estudiosa de Sor Juana intervino en la venta de los bienes de ésta, de sus libros, para las limosnas para pobres.

Sor Juana no era mística ni monja que creyera en éxtasis, ni abogaba por una oración de tipo sobrenatural; su fe religiosa recogía las razones humanas, morales y filosóficas que buscaba el ser humano en su acercamiento a Dios.

Sor Juana se dedicó a hacer penitencia con la misma energía que antes utilizaba para defender su vocación por el estudio. Sor Juana se dedicó a cuidar a sus hermanas enfermas cuando ene. Convento de San Jerónimo entró “una epidemia tan pestilencial, que de diez religiosas que enfermaban, apenas convalecía una. Era muy contagiosa la enfermedad” (Véase a Glantz, UNAM, 1995, pp.93-98). Juana Inés la contrajo, y aunque, según Calleja, “el rigor de la enfermedad, que bastó a quitarle la vida, no la pudo causar la turbación más leve en le entendimiento”. La Décima Musa murió el 17 de abril de 1695.

2. Primero Sueño, una aproximación interpretativa

El título de Primero Sueño, su poema más ambicioso, está saturado de polisemia. “Sueño” puede tener varias acepciones. Octavio Paz diferencia cinco sentidos en la palabra: “sueño como dormir; sueño como ensoñación no mentirosa sino como visión; sueño como nombre de esa misma visión; y sueño como ambición, deseo o ilusión no realizada”[3].

2.1. Pluralismo semántico en el sueño

Esto nos recuerda el pluralismo semántico de las Soledades de Góngora, ya que soledad en este texto tampoco presenta un significado único. Sueño evoca entonces órdenes diversos o signos de experiencia, pero esta imprecisión se ve retratada en el poema, por la dificultad de saber, de conocer, de tener una explicación sobre todos los fenómenos que nos rodean. Otra influencia que podemos colegir según Octavio Paz[4] es: Del Somnium de Kepler; Iter exstaticum de Kircher. Estos poemas pertenecen a la tradición hermética tan en boga en el renacimiento y en el barroco. Según Paz esas indicaciones le muestran ataca cabos para darse cuenta que la visión hermética de la que es parte la visión del alma liberada en el sueño de las cadenas corporales, llegó a Sor Juana a través de Kircher y subsidiariamente de los tratados de la mitología de Cartario ( P. 477).

A lo que concluye que Primero Sueño debe leerse no como el relato de un éxtasis real, sino como la alegoría de una experiencia que no puede encerrarse o en le espacio de una noche…la noche del poema es una noche ejemplar, una noche de noches” (p. 481).

Para Margo Glantz[5] los textos anteriores a primero Sueño que bordean el tema y que cita Paz, carecen de lo que Sor Juana muestra: Individualidad. Así ene. Caso de Kircher; Teodidacto es guiado por Cosmiel; en la Divina Comedia, Dante es guiado por Virgilio; y en el Corpus hermético Hermes por Pimandro. En este tipo de textos siempre es necesaria la presencia de un ser divino para el viaje sobrenatural.

En Primero Sueño se rompe esa regla. El alma, independizada del cuerpo recorre los espacios supralunares sin ningún guía.

Paz cree que El Primero Sueño anticipa unote los grandes poemas de finales del siglo XIX, Un coup de dés nabolira pasle hazard de Stephane Mallarmé.

El texto nos propone que le fracaso en esta aventura de conocerlo todo se explica por la riqueza y variedad del universo. Octavio Paz nos dice que el poema nos sugiere nociones de infinitud y descentramiento asociadas a imágenes cósmicas mucho más inquietantes. (502-503). Así el tema de Primero sueño será: “la representación de la aventura fallida del alma se equipara a la victoria irremediable de las energías centrífugas que nunca dejan de infiltrarse en el texto”. [6]

  1. Apuntes finales

El poema Primero Sueño representa la búsqueda del conocimiento total que gobierna el mundo, y asimismo la frustración de esta búsqueda; pero no el fracaso, pues en la búsqueda está el deleite y el arte.

En la composición de los elementos constitutivos de esa visión del mundo; además de mitología y filosofía clásica, están también el amor como símbolo de libertad; la ciencia como herramienta de conocimiento y el carácter personal en la voz narradora de Primero Sueño.

La influencia que recibió Sor Juana para la composición del poema es múltiple; le debe tanto a fuentes literarias clásicas como a filósofos y científicos.

El amor de Sor Juana por el conocimiento, en una época en que la mujer desempeña un rol menor, y la soberbia personalidad de esta mujer que fue admirada en su tiempo y dio muestra que para la libertad no debe existir ningún tipo de exclusión. [7]

BIBLIOGRAFÍA

ALATORRE, Antonio

1991 Lectura del Primero Sueño. Homenaje Internacional a Sor Juana Inés de la Cruz. Sara Poot Herrera (ed.). México: El Colegio de México.

CALLEJA, Diego

1995 “Biografía de Sor Juana Inés de la Cruz” En Sor Juana Inés de la Cruz. Fama y obras póstumas. México: UNAM.

CHANG-RODRÍGUEZ, Raquel y Margo GLANTZ

2002 “Sor Juana: Los materiales afectos y el sueño” En Historia de la literatura mexicana. Vol. 2. La cultura letrada en la Nueva España del siglo XVII. México: Siglo XXI.

CHECA, Jorge

1996 “Los caracteres del estrago: Babel en Primero Sueño” En Mujer y cultura en la colonia hispanoamericana. Mabel Moraña (ed.) Pittsburg: Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana.

DE LA CRUZ, Sor Juana Inés

1995 Obras completas. México: Fondo de Cultura Económica.

MARTÍNEZ FERNÁNDEZ, José Enrique.

2001 La intertextualidad literaria. Barcelona: Cátedra.

MARTÍNEZ SAN MIGUEL, Yolanda

1999 Saberes Americanos, subalternidad y epistemología en los escritos de Sor Juana. Pittsburg: Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana,

MORAÑA Mabel

1997 “Sor Juana y sus otros. Núñez de Miranda o el amor del censor”. En Sor Juana Inés de la Cruz y sus contemporáneos. Margo Glantz (ed.) México.

SABAT, Georgina

1976 El sueño de Sor Juana Inés de la Cruz. Traducción literaria y originalidad. Londres: Támesis.

PAZ, Octavio

1982 Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe Barcelona: Seix Barral.



[1] José Enrique Martínez Fernández. La Intertextualidad Literaria . Ediciones Cátedra. S. A. 2001.

[2] “Conservamos la fecha de 1651 porque el hecho de haberse encontrado un acta bautismal de 1648 de una niña,”hija de iglesia”, a quien se le puso por nombre Inés y cuyos padres eran dos hermanos de la madre de la madre de Sor Juana, no es suficiente para cambiar la fecha que la misma Sor Juana le daría al padre Calleja. No sabemos si Sor Juana adoptaría el nombre de Inés al hacerse monja o si lo tenía de sgundo al bautizarse. Lo cierto es que no solo usó, ni ella ni su madre (al referirse a ella), antes de entrar en el convento.” Historia de la literatura hispanoamericana. Tomo I. Época colonial. Luis Iñigo Madrigal. °Ed. Madrid: Cátedra, 1992. Pág. 275-293.

[3] Octavio Paz. Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe Barcelona: Seix Barral, 1982. Pág. 485.

[4] Octavio Paz. Sor Juana Inés de la cruz o las trampas de la fe. Barcelona, Seix Barral, 1982. Pág. 469.

[5] Raquel Chang-Rodríguez. Margo Glantz. Historia de la literatura mexicana .Vol. 2. La cultura letrada en la Nueva España del siglo XVII. Ed. Siglo XXI. 2002. Pág. 672. “Sor Juana: Los materiales afectos y el sueño”

[6] Jorge Checa. “Los caracteres del estrago: Babel en Primero Sueño”. Mujer y cultura en la colonia hispanoamericana. Mabel Moraña, Ed. Pittsburg: Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 1996. Pág. 257.

[7]