domingo, septiembre 27, 2009

Los comunistas liberales según Slavoj Zizek (y según este blogger)


Desde esta tribuna digital, hemos sustentado la posibilidad de un liberalismo de izquierda como alternativa a la vieja izquierda radical y extremista, y a la derecha ultraconservadora, promercado y antiderechos humanos. Personalmente, considero que ninguna doctrina, ideología o teoría agota por sí sola una explicación de los fenómenos que intenta abordar; por ello, me inclino por una solución integral y más ecléctica que contemple lo mejor de cada una de las doctrinas en cuestión (o de todas aquellas que puedan aportar algo), ya que, en lo que respecta al socialismo y al liberalismo, estos tienen, en sus fundamentos iniciales, varios puntos de encuentro que podrían dar lugar a una síntesis en tiempos en los que, por un lado, luego de la caída del Muro de Berlín, del derrumbre de la Unión Soviética y del giro hacia el capitalismo salvaje dirigido por el Partido Comunista chino, y, por el otro, del actual colapso financiero mundial producto del laissez faire ultraliberal en el cual el Estado, hasta hace unos meses, no debía intervenir, tanto el socialismo como el liberalismo contemporáneo (lo llamaré en adelante neoliberalismo) deben repensar su lugar en el nuevo orden mundial.

Del socialismo se ha dicho mucho desde 1989: que ya no tiene nada más qué decir porque la Historia ha demostrado que sus postulados son inviables o que, entusiastas como Francis Fukuyama, la historia ha terminado y ha comenzado el imperio de la globalización en clave neoliberal caracterizado por un mundo unipolar en el que, en cuestión de tiempo, todos los Estados mundiales acabarán por asumir, tarde o temprano, el nuevo paradigma político, social y económico imperante, la democracia liberal, en detrimento de las utopías socialistas de principios y mediados del siglo XX.

Aquellos que desde 1989 hacia adelante saltaron sobre la tumba del socialismo posiblemente hoy están experimentando el mismo drama de aquellos izquierdistas de viejo cuño que ante la evidencia de la realidad no les queda otra opción que reacomodarse en el nuevo orden de manera que el choque no sea tan traumático. La diferencia radica en que el cargamontón que recibieron aquellos que se autodenominaban socialistas (luego de la caída del Muro de Berlín y del derrumbe del socialismo en Europa occidental muy pocos tuvieron las agallas de aceptar abiertamente que lo eran, so pena de lucir como piezas de arqueología política) no se compara al que hoy en día recae sobre los defensores del liberalismo económico global (neoliberalismo). Estos últimos tienen a su favor, aún, que el sistema financiero mundial ha resistido, aunque endeblemente, este primer embate de la crisis. Y digo primero porque, según los especialistas, todavía no es posible avizorar si ya tocamos fondo o si algo peor está por venir. También los favorece que los Estados del primer mundo agrupados en estas asociaciones numéricas tipo G8, G10, G20, APEC, ALC-UE y demás no contemplan otra salida que perpetuar el modelo económico cuyo aplicación ortodoxa y convenida en algunos países, ha ocasionado la actual crisis económica mundial. ¿Acaso alguna de estas sociedades interestatales inició una cruzada para salvar al bloque socialista de la debacle que la amenazaba? Por supuesto que no, ya que la caída del socialismo a nivel mundial allanaba el camino para la expansión global del neoliberalismo.



Sin embargo, a pesar que la tercera vía del liberalismo de izquierda se perfila como una alternativa al fracaso del socialismo y del liberalismo absolutos, un intelectual de izquierda como Slavoj Zizek es muy escéptico frente a esta extraña síntesis postmoderna y postideológica a la cual califica de tibia y cómplice de la derecha. Zizek es un radical en el mejor sentido de la palabra: no va con medias tintas y desconfía abiertamente de opciones como la tercera vía o el socioliberalismo (liberalismo de izquierda o izquierda liberal). En ¿Quién dijo totalitarismo? fustiga a la socialdemocracia europea que luego del derrumbe del socialismo se allanó completamente a la agenda de la derecha liberal al punto de ser cómplice de sus tropelías y traicionar los principios que distinguían a la izquierda de la derecha. Zizek entiende el radicalismo de una manera diferente como tradicionalmente podríamos asumirla. El radical, para Zizek, es aquel que no negocia sus convicciones según las circunstancias y que muere en su ley, pese a que el contexto no le es favorable. Zizek los llama en su libro "radicales libres". Critica a la nueva izquierda que se avergüenza de su pasado y que en aras de no lucir totalitaria, acata todos los preceptos que el imperio neoliberal impone como políticamente correctos, so pena de parecer totalitario si es que la contradice.

De otra parte, en "Los comunistas liberales de Porto Davos", Zizek enfila sus baterías contra los comunistas que asumen el liberalismo como signo de actualidad y progreso a la vez que los sindica como oportunistas que quieren ganar un poco de espacio en el mundo político. Prueba de ello sería que no tienen reparos en participar de las cumbres antiglobalización como en las cumbres del G8, G20 o similares. Estar en Porto Alegre y lanzar vivas contra la globalización no se contradice, para estos comunistas liberales, con asistir a una cumbre en la que se discute sin éxito, el presupuesto mundial para reducir las emisiones de CO2, el desarme nuclear, la transición urgente de la industria a energías renovables o la despenalización de la migración ilegal. Es decir, estar en Lima durante la ALC UE y afirmar que más importante que declarar el libre tránsito de productos sería declarar el libre tránsito de seres humanos, en virtud de una ciudadanía mundial y globalizada, no sería incompatible, para estos comunistas liberales, con participar de la directiva de retorno que dos semanas después aprobó el parlamento europeo, en la cual los países de la Unión Europea penalizaban la migración ilegal con cárcel.

Aunque Zizek lo desconozca, estos comunistas liberales a los que alude bien pueden encajar para algunos en la denominación local de "caviares" con la que algunos medios, políticos, bloggers y comentaristas de blogs han denominado al sector político-académico que representa en nuestro país "lo políticamente correcto", es decir, la defensa de los Derechos Humanos, la importancia del Informe Final de la Comisión de la Verdad, la judicialización de casos contra militares implicados en crímenes de lesa humanidad y el reconocimiento a la sentencia condenatoria a Fujimori, entre otros aspectos. Zizek, en pocas palabras, critica el oportunismo y la frivolidad con que se abordan los asuntos político de partes de estos comunistas liberales a la europea.

Considero aceptable la crítica de Zizek en la medida que la socialdemocracia europea se ha replegado tanto que en su ánimo de lucir moderna, no radical, es decir, de desprenderse de todas las etiquetas que heredó del viejo socialismo, ha claudicado ciertos principios en aras de no perder vigencia y conservar espacios de protagonismo: la reducción progresiva del Estado de Bienestar y apoyo a las leyes antimigratorias o endurecimiento del régimen migratorio son algunos ejemplos de cómo la socialdemocracia europea, en sintonía con los sectores más conservadores y con el clamor de la opinión pública, está ignorando aquellos principios que sentaron las bases de su origen. Sin embargo, es también muy peligrosa la demanda del intelectual esloveno: invocar el radicalismo conlleva el riesgo de despertar aquellas bajas pasiones que soliviantaron el holocausto estalinista, maoísta, polpotiano y gonzalista. Por supuesta que hacer una invocación como esta en Europa no es lo mismo que hacerla en Latinoamérica o África: allá a los manifestantes que protestan contra los despidos o a los sindicatos que paran los ferrocarriles un par de días en Inglaterra o Francia no los llaman "salvajes" ni "bárbaros"; contrariamente, el gobierno y las empresas negocian y procuran llegar a un acuerdo; en cambio, por estos lares, se les acusa de ser obstáculo para el progreso y de no ser interlocutores válidos para el debate, puesto que no son "ciudadanos de primera clase".

Los comunistas liberales de Zizek no equivalen a los tan denostados "caviares" locales. De que hay frivolidad en algún sector de la intelectualidad y de la política peruana de centroizquierda, sí la hay, pero no es exclusividad de ellos, sino propio de cualquier individuo dedicado a este quehacer. Por ello, es injusta esta denominación en muchos casos porque se viene utilizando para descalificar la actuación de aquellos intelectuales y políticos que han tenido una participación decisiva en el cambio de percepción acerca de los derechos humanos (no son solo de los terroristas, sino de todos los ciudadanos), recuperación de la memoria (buscar la verdad, no ocultarla ni olvidar, para hacer verdadera justicia), señalamiento de responsabilidades (todos fuimos víctimas y no hay victimario bueno o justificado: FFAA y terroristas), reparación a las víctimas sin mezquindades por mencionar algunos temas.

El político o intelectual de coctel que asiste a los Foros Mundiales sobre la pobreza y que apoya a la vez el endurecimiento de las leyes migratorias es el verdadero caviar. De hecho, este apelativo surge en los años 60 cuando en las reuniones más distinguidas de las altas esferas de la burocracia socialista de Europa Oriental, el aperitivo más frecuente eran los huevos de esturión. De allí el término de gauche caviar para referirse a esta izquierda de refinado paladar. Tales comunistas no tienen lugar en nuestro país, primeramente porque no tenemos comunistas. (No escucho a ningún político ni siquiera a los más extremistas vociferar a los cuatro vientos que es comunista; tal vez, y eso se lo dejo a los politólogos y científicos sociales, el "comunista" ha sido reemplazado por el "nacionalista" término que recoge del primero el ímpetu radical y confrontacional y que, a la vez, atenúa todos las significaciones monstruosas que contiene el primero: la valoración de la identidad nacional puede unificar a tirios y troyanos contra un enemigo común, de ahí que el nacionalismo sea tan transversal a las ideologías políticas).

Si bien es cierto que la centroizquierda peruana hizo posible la discusión pública de ciertos temas a partir del Informe Final de la CVR y del accionar de algunas ONG's y centros de investigación, se necesita que todo ello se traduzca en acción política organizada que convoque la participación ciudadana. De lo contrario, todas aquellas buenas intenciones se quedarán en eso: intenciones. La dificultad que percibo es que el amplio espectro de la izquierda peruana es tan disperso que dudo puedan elaborar un proyecto común (Ollanta, el padre Arana, Susana Villarán y Javier Diez Canseco no caminan necesariamente por la misma vereda política); y lo otro es que percibo muy poca disposición de los nuevos cuadros políticos de la centroizquierda para involucrarse en un proyecto político; más bien los veo interesados en adherirse a plataformas más amplias o establecer alianzas estratégicas. ¿Acaso hay temor por ensuciarse un poco las manos? lo digo en el sentido de exponerse a la crítica y de "bajar al llano", no de apoyar causas nefastas.

Esperemos que la izquierda peruana, al menos aquella que ha sido autocrítica, tome conciencia de la responsabilidad que tiene frente a la sociedad y se decida de una vez por todas a deliberar con el ciudadano común y corriente. Un primer paso ha sido el IF CVR; ahora toca tomar decisiones políticas desde el Estado y limpiarse la cara un poco. Están en deuda con todos.

Próximamente: ¿Cuál es la deuda de la izquierda peruana con la sociedad?

domingo, septiembre 20, 2009

La estrategia de Ricardo Belmont

Hildebrandt renuncia a Canal 11 RBC

El año pasado los directivos que administran el grupo El Comercio decidieron desembarcar a Augusto Álvarez Rodrich de la dirección de Peru21. Simultáneamente, Rómulo León Alegría se entregaba a la justicia y todo hacía saber que se trato de un canje de prisioneros. Álvarez Rodrich pagó el precio de ser un periodista incómodo para un gobierno comprometido en un escándalo de corrupción que, según Gustavo Gorriti, involucra al propio presidente Alan García. Ahora sucedió igual con César Hildebrandt quien renunció ante una intromisión de Ricardo Belmont en las pautas de su programa diario "Hildebrandt a las 10". Aparentemente, se trata de un diferendo laboral en el que el dueño del canal, quien tiene derecho a administrar su canal como le parezca, deseaba un formato diferente para el programa periodístico producido y dirigido por César Hildebrandt. Se trata más que de un asunto laboral o de formatos. Belmont sabe muy bien lo que ha hecho: dar la apariencia de que se trata de un incidente laboral en el que un periodista que discrepa de lo que él considera más conveniente para su canal decidió renunciar por discrepar abiertamente con el dueño. Quiero decir que se trató de una renuncia inducida, a sabiendas de cómo iba a reaccionar Hildebrandt. ¿Qué motivó que el "Hermanón" le bajara el dedo al periodista con mayor credibilidad en nuestro país y cuyo programa era el de más sintonía en su canal?

El ex conductor de "El perro del hortelano" era un periodista incómodo para el actual gobierno
. Lo fue cuando la mayor parte de la prensa, excepto él y unos cuantos, se alinearon en la campaña mediática contra Ollanta Humala, la cual lo victimizó y casi termina por colocarlo en la presidencia, ya que le brindaron una cobertura que lo mantuvo vigente durante toda la campaña. También fue incómodo ahora, pues su programa era una voz discordante porque daba tribuna a las posturas críticas al gobierno. Humberto Campodónico, Raúl Wiener, César Lévano, entre otros, y hasta el abogado de Abimael Guzmán fueron entrevistados con total libertad en su programa. Y resulta menos grata su presencia en la televisión abierta toda vez que estamos entrando a la campaña electoral del 2011. García y el APRA no desean más sobresaltos.

Además, Belmont desea congraciarse con el oficialismo ahora que es congresista. Estar cerca del poder le permite obtener ventajas suculentas para su canal, como publicidad estatal por ejemplo, en momentos que se comentaba alguna crisis económica por falta de anunciantes. (Recordemos que aún no ha quedado claro el incidente que involucró a Miguel Del Castillo, hijo de el en aquel momento primer ministro, con el gobierno) Al respecto, Belmont cuando retomó el control del canal se quejaba constantemente de que las empresas que medían la sintonía no eran justas con RBC y que deseaba dar una lección de honestidad televisiva ofreciendo sano entretenimiento a pesar de que ello no sea rentable. Reiteradamente, sostenía en vivo que no claudicaría al oportunismo de lo que le gusta a la gente. Pero al parecer a Belmont la realidad se le ha revelado en el momento que juramentó como congresista porque comprendió que la gran publicidad no estaba en el 11. El obstáculo a eliminar tenía nombre: César Hildebrandt.

El afán de protagonismo del "Hermanón" fue mayor que su capacidad para conducir exitosamente su canal
.
Su incorregible costumbre de inmiscuirse en cuanto programa de canal hubiera parece que cansó a algunos conductores y a otros simplemente no les queda más opción que soportarlo. Wilder Orbegoso, Luis Alfonso Morey, Giancarlo Vacchelli (el angel del deporte), Ángel Ganoza, Rafael Romero entre otros tuvieron (y algunos tienen todavía) que aguantar sus intromisiones. Morey, Miguel Del Castillo, Orbegoso y Anchorena en cuanto tuvieron la oportunidad, desaparecieron del 11. (En los inicios de su retorno a la pantalla no reparaba en emitir sus conversatorios en los que durante una hora no se cansaba de lanzarse autobombos, a la vez que Orbegoso, Morey, Del Castillo jr y Romero rejuraban que estarían con él hasta el final. (Romero es quien más resistencia ha demostrado).

Belmont se ha revelado tal como es: un gran oportunista y un pésimo broadcaster. Tal como parece, ahora RBC se alineará con el aprofujimontecinismo (sí, con "c" de cínico). Lo más probable es que esté cediendoa presiones del Ejecutivo y que su estrategia para librarse de Hildebrandt haya sido provocarlo a sabiendas de sus predecibles reacciones. Con su renuncia perdemos la oportunidad de oír voces alternativas en la televisión de señal abierta. Solo queda conformarnos con las intermitencias de Rosa María Palacios quien suele bajar la guardia y con las payasadas de los Enemigos Íntimos. En RBC quien va a adquirir protagonismo será Rafael Romero y que no nos sorprenda que se reinicie la campaña contra la CVR, los comisionados y la PUCP.

¿Veremos a Cecilia Valenzuela vía RBC? Todo es posible en la dimensión desconocida de la política peruana.

De puño y letra: la censura paranoica del gobierno aprista

¿A qué le teme el gobierno?

La publicación de De puño y letra (Abimael Guzman, 2009) ha alborotado al gobierno aprista al punto que el ministro de Justicia, Aurelio Pastor, manifestó ante los medios con total convicción que el contenido de ese libro es una indudable muestra de apología terrorista. En consecuencia, se ha prohibido su circulación y en este momento es casi imposible obtener un ejemplar original del libro. Ni siquiera en la librería El Virrey del centro de Lima, donde inicialmente se vendía desde el día siguiente de su presentación, es posible adquirirlo ahora. Ayer estuve toda la tarde en el centro buscando inútilmente el libro de Guzmán para formarme una opinión de primera mano antes de comentarlo. Todos los libreros de Quilca y Camaná respondían lo mismo: "Esta agotado", "está prohibida su venta". Alguno me ofreció una copia de muy mala calidad a 30 soles, lo cual me negué a pagar porque no me garantizaba que todo el contenido estuviera completo. Llegada la noche me convencí de que habría que esperar un poco más antes de volver a ver este libro en las librerías o en el circuito pirata. Tal como andan las cosas, lo segundo es más posible.

Algunos vendedores parecían sorprendidos por mi inquietud para conseguir el libro del máximo líder de Sendero Luminoso. Me daba la impresión de que sí tenían el libro, pero que no se querían arriesgar a venderlo por precaución. Otros afirmaban con total seguridad que en cuestión de días volvería salir un nuevo tiraje, pero esta vez pirata. No me importaría comprarlo en pirata siempre y cuando esté legible, pero si demora este tiraje obviamente que el comentario del mismo perderá cierta actualidad.

No puedo aventurarme a dar una opinión sobre el libro, así como no puedo tener la certeza de que se trata de apología al terrotismo, pero sí puedo manifestarme acerca de la reacción que este ha suscitado en las esferas del gobierno. A mi parecer, le están otorgando la importancia que su autor y sus seguidores esperan y, peor aún, ahora que han ordenado el retiro de su circulación. Nuevamente, vemos que los políticos del oficialismo y ciertos medios de comunicación gratos al gobierno tienen una doble moral cuando se trata de juzgar un hecho que los favorece o que los perjudica.

Cuando se trata de juzgar los calificativos abiertamente racistas de Aldo Mariátegui contra Hilaria Supa o los constantes agravios también racistas y el lenguaje procaz de Andrés Bedoya Ugarteche en contra de cualquier persona que no concuerde con sus ideas, la libertad de expresión es el argumento más manido para defender lo indefendible. Por ello, no extrañan que Aldo Mariátegui exigiera la excarcelación de Magaly Medina, puesto que para él el derecho a la libertad de opinión está por encima del derecho a la intimidad y a la buena imagen. Obviamente, que un periodista fuera encarcelado por propalar información falsa es algo que a él le toca directamente, ya que gran parte de sus editoriales están plagadas de medias verdades y antojadizas deducciones. Desde el gobierno el rechazo contra tales muestras de cotidiana intolerancia y racismo son tomadas con mucha calma. De igual manera, las asociaciones de medios no intervienen efectivamente para que estos dos sicarios mediáticos moderen sus expresiones. Eso sí, cuando hay que protestar contra la censura en Venezuela, ponen en movimiento toda su logística y son los primeros en defender la democracia (y eventualmente entrevistan a los políticos que también la censuraron).

Pero cuando se trata del libro de Abimael Guzmán, cuya publicación les resulta inoportuna en la actual coyuntura -rebrote del terrorismo o narcoterrorismo- censurar una publicación no es para ellos de ninguna manera un atentado contra la libertad de expresión, sino una acción que busca proteger a la ciudadanía de la demencia ideológica de líder de Sendero Luminoso. Por supuesto que levantar un show mediático le es muy rentable al gobierno. Desviar la atención hacia el caso Fefer, por un lado; y perseguir los libros de Guzmán, por el otro, le da cierto respiro a este régimen que cada vez da más signos de que "algo se pudre en Dinamarca".

Existen muchos ejemplos históricos de censura contra libros y persecución de escritores. Recientemente, un periodista ruso reveló los archivos de la policía secreta de Stalin, la cual consignaba los datos de muchos escritores rusos que este carnicero comunista ordenó asesinar porque comprometían a la revolución. A menudo, la censura sirvió más para alimentar la curiosidad de los lectores y para engrandecer la figura de los escritores perseguidos, los cuales no siempre resultaban ser grandes escritores y hallaban en la censura una forma peculiar de ingresar en la historia literaria de sus naciones. No siempre la calidad artística tenía un correlato con el hecho de ser perseguido político, pero ello importaba muy poco o nada a los censores: lo importante era no permitir que el veneno se esparza entre la gente.

Lo que el gobierno va a lograr con la censura a De puño y letra es fortalecer la causa de los criminales terroristas que purgan cadena perpetua y de quienes los avalan con estas publicaciones. A este tipo de manifiestos se les debe combatir con buenas ideas y pedagogía política. Lo malo es que el gobierno carece de cuadros competentes en esta materia y sus aliados no son precisamente unas luminarias intelectuales. Cuánta falta le hace al APRA un Luis Alberto Sánchez, un Manuel Seoanne o un Luis Felipe de las Casas que "pise la pelota" y brinde claridad donde solo hay ruido y tinieblas.

Los editores y todos aquellos que lanzaron vivas a Guzmán en la presentación del libro no están interesados en ganar dinero, sino en obtener notoriedad porque la opinión pública no cree en ellos.
Ya los olvidamos y por ello necesitan resucitar a su líder o lo poco que queda de él para sobrevivir. Que no nos sorprenda que el libro circule en ediciones piratas o que sea colgado en Internet para su descarga gratuita. La tecnología brinda muchas facilidades para burlar la censura y esto debería comprenderlo muy bien Aurelio Pastor. En lugar de comprar estos libros o de requisarlos, debería promover conversatorios a todo nivel en los principales centros de discusión de la capital y de provincias e invitar a los mejores analistas para que libro en mano, rebatan punto por punto lo que allí se expone, sobre todo en una época en la que muchos jóvenes no tienen absoluto conocimiento de lo que fue Sendero Luminoso. Eso es hacer pedagogía política.

Mientras tanto, esperaré con paciencia mi edición pirata de De puño y letra para comenzar mi tarea en solitario. Aunque, quien sabe la encuentre colgada en Internet.




viernes, septiembre 18, 2009

Sobre los intelectuales

¿Qué ha cambiado en los intelectuales?

Hace unos meses publiqué en Náufrago Digital un artículo acerca del rol de los intelectuales. Toco nuevamente el tema a partir de la lectura de los artículos de Martín Tanaka y Gonzalo Gamio.

En su artículo, Tanaka define a los intelectuales como aquellos quienes parten "de una legitimidad obtenida en las artes, ciencias o humanidades en general, para desarrollar también una reflexión sobre los principales problemas y desafíos de su tiempo, que establecen pautas de acción política". Luego contrasta el accionar de los intelectuales en los EEUU y en Europa. A su modo de ver, en EEUU los intelectuales tienen otro perfil, ya que no deliberan de manera gravitante en los asuntos públicos, mientras que en Europa es mucho más notable la participación de los intelectuales en los asuntos públicos. Por su parte Gonzalo Gamio discrepa abiertamente de Tanaka. Gamio considera que la dicotomía intelectual especializado/intelectual comprometido no es tal y además que existen probados ejemplos de intelectuales que en EEUU deliberan con la opinión pública.

Respecto a este asunto, coincido con la definición de Tanaka, pero le agregaría el hecho de que un intelectual es un personaje que tiende a constituirse en la reserva moral de su sociedad y que su estatus como tal se lo debe al reconocimiento que le otorga la sociedad en la que se manifiesta. En este sentido, la construcción de un intelectual no es autónoma, es decir, no depende exclusivamente de lo que este pueda hacer para convertirse en una voz autorizada sobre los asuntos de interés público, sino que requiere necesariamente del reconocimiento de un sector determinante de su sociedad. Esto explica el porqué actualmente la voz de los intelectuales no ejerce una influencia tan determinante en la actual sociedad globalizada como sucedía hasta los años 70: las expectativas de los ciudadanos han cambiado radicalmente, lo cual ha llevado a que cambie el perfil de lo que se entiende por intelectual hoy en día.

Es así que el lugar dejado por los intelectuales es ocupado hoy por los periodistas, políticos y personajes de la farándula. La demanda de información de los ciudadanos contemporáneos exige entretenimiento e información breve, rápida y actual. En este sentido, tenemos que darnos cuenta que pretender ubicarse como intelectual a la antigua usanza dentro de este panorama no depararía mucho éxito. De la misma manera que no podríamos persuadir a un lector adolescente con las lecturas de nuestros abuelos, padres (e incluso las propias), tampoco lo lograríamos con la receta que sirvió a los intelectuales de los 60 y 70 para cautivar a la ciudadanía y moverla a actuar en pro de una causa considerada como legítima.

Respecto a lo vertido por Gonzalo Gamio también tengo una opinión particular. Es cierto que en EEUU hay intelectuales como Chomsky que ejercen un impacto evidente en la opinión pública, pero, a pesar que lo digo desde aquí, tengo la impresión de que aquellos ejemplos mencionados en su post solo complementan pero no rebaten el hecho de que, tradicionalmente, la discusión intelectual en los EEUU ha sido de corte pragmático, en el sentido cotidiano de este término, es decir, un asunto de especialistas autorizados en su trayectoria para opinar sobre algún tema. Ahora, si bien en Europa la situación del intelectual ha sido distinta, tampoco podemos afirmar que aún subsiste dentro del imaginario del ciudadano europeo, la figura del intelectual comprometido como un modelo diametralmente opuesto al académico especializado.

La crisis de los intelectuales es mundial. Tal como lo percibo, es un problema de representatividad y de discurso. Representatividad porque la ciudadanía espera acción de aquellos en quienes deposita su credibilidad, acción que se traduzca en resultados concretos y cambios más o menos perdurables. Este tipo de compromiso estaba muy claro para los intelectuales de principios y mediados del siglo XX. Había que complementar la palabra con la acción y de vez en cuando ensuciarse un poco las manos. Hoy, muy poco estarían dispuestos a lo segundo. Asimismo, la distancia que media entre el discurso de los intelectuales y las expectativas y disposición para comprometerse con los dilemas morales de la época ausentes cada vez más en el ciudadano contemporáneo dificulta que la "gente de a pie" entienda a los intelectuales. Peor aún si es que estos están convencidos de que el oscurantismo es sinónimo de complejidad o que el conocimiento complejo debe mantenerse igual en la explicación. En suma, muchos intelectuales han venido escribiendo para ellos mismos y han abandonado aquello que hicieron sus precursores: pedagogía política para los que menos saben.

La realidad vigente no debe ser una condición inevitable de resignación, sino un desafío para el cambio. Por ello, no deseo que los intelectuales contemporáneos recurran a estrategias facilistas para sobrevivir a este cambio de expectativas en los ciudadanos que los viene dejando a la zaga. Si algo aún creo deben conservar los intelectuales es la preeminencia de los principios éticos por encima de lo ideológico para que incluso puedan autocuestionarse, y el espíritu inconforme que los anime a estar alertas contra toda amenaza de unificación del pensamiento. Y tal como viene aconteciendo actualmente, la sombra del pensamiento único seduce a muchos intelectuales. Esto es lo que verdaderamente me preocupa.


Alerta!!!: esto no es un intelectual!!!



miércoles, septiembre 16, 2009

Vargas Llosa, el Museo de la Memoria y el Baguazo

El Baguazo ¿Qué pasó con Mario?

Cuando Mario Vargas Llosa publicó el artículo en el que fustigaba la postura de Ántero Florez-Araoz, entonces ministro de Defensa y opositor a la implementación del museo de la memoria, todos aquellos que estábamos convencidos de que la decisión del gobierno que rechazó la donación alemana para esta obra fue una rotunda equivocación, nos sentimos plenamente respaldados y satisfechos de que un intelectual de la talla de Vargas Llosa interviniera directamente y sin ambages, como siempre ha sido su estilo, y dejara sentada su posición al respecto: nada más absurdo que sostener que los museos son gastos insulsos. Dicho artículo remeció al gobierno y lo obligó a reformular su postura y proseguir con la implementación del museo de la memoria. De nada valieron las bravatas de Giampietri y Florez-Aráoz, ya que el propio Alan García los dejó sin piso cuando anunció la formación de una comisión ad hoc cuya presidencia recaería en nuestro connotado escritor.

Sin embargo, a pesar de que aquel suceso representó una victoria para quienes abogamos por la recuperación de la memoria y no por el olvido sin justicia, las opiniones vertidas por Vargas Llosa acerca de lo ocurrido en Bagua me dejan una amarga desazón. Y es que si en aquel momento celebré que un intelectual liberal como él dejara de lado sus convicciones ideológicas y antepusiera los principios éticos para valorar la importancia del museo de la memoria, ahora, simplemente, no entiendo cómo ese mismo hombre que con tanta lucidez dejó en claro la necesidad de exponer la verdad de una parte tan dolorosa de nuestra historia reciente pudo ignorar la responsabilidad del actual gobierno en la masacre de Bagua.

El artículo de Vargas Llosa sobre el Baguazo confirma mi hipótesis acerca de su pensamiento político: se trata de un intelectual liberal muy singular que políticamente está en las antípodas del conservadurismo de derechas, del neoliberalismo economicista que justifica las dictaduras y del socialismo a la antigua; de tal manera que muchos liberales no saben si tienen en él a un aliado o a un enemigo. No obstante, ese liberalismo político que defiende las libertades individuales y que propugna el equilibrio entre estas y las libertades económicas se transforma en conservadurismo cuando Vargas Llosa desarrolla su noción de cultura. Efectivamente, cada vez que ha opinado sobre los valores culturales de las sociedades por él llamadas primitivas, arcaicas o bárbaras, lo ha hecho en términos de jerarquías, es decir, comparándolas con las sociedades modernas tecnológicamente avanzadas del primer mundo que tienen como sistema de gobierno la democracia liberal y como sistema económico, la economía de mercado. En su opinión, si una cultura no ha alcanzado un notable desarrollo en la actualidad es porque tampoco ha desarrollado una noción de libertad tal como existe en Occidente.

Al respecto, su interpretación de los sucesos de Bagua lo lleva a afirmar que a pesar de que el gobierno se hubiera esforzado por informar a las comunidades selváticas acerca del contenido de las leyes que fueron motivo de protesta, el resultado habría sido el mismo. Es decir, Vargas Llosa niega la posibilidad de que los pobladores que se verían afectados por esos decretos pudieran entender a cabalidad lo que tales leyes estipulaban. Pero lo más grave está en su valoración de las responsabilidades por la masacre. Vargas Llosa sostiene que se trata de una conspiración del gobierno de Hugo Chávez quien desea desestabilizar la democracia en América Latina, ampliando su radio de influencia a nuestro país, ya que su patrocinado Ollanta Humala no pudo llegar al poder. En este sentido, no hace más que darle la razón al presidente García y a todos aquellos que analizan la masacre de Bagua solo en términos de infiltración senderista o de conspiraciones comunistas o chavistas. La posibilidad de que exista un plan concebido desde Caracas para desestabilizar al Perú no es descabellada, pero sí lo es creer que toda aquella población estaba adoctrinada y de que se trató de milicias disciplinadas ideológicamente con el objetivo de tumbarse la democracia. Hoy nos queda más claro de que se fue la imprudencia de algunos líderes nativos, la incompetencia de la ministra de Interior y de los oficiales a cargo de la operación y la negligencia de un gobierno que es incapaz de defender la integridad de sus fuerzas policiales a quienes expone a la muerte para valerse de ella una vez que les sirve para exaltar un patrioterismo de lo más ruin.

Por todo ello, no me explico cómo es que Vargas Llosa, quien años atrás escribiera "Una montaña de cadáveres", carta abierta dirigida a Alan García a propósito de la matanza de El Frontón, hoy en día no exhiba la misma indignación para señalar los desaciertos que mostró este gobierno para enfrentar el Baguazo.

A nivel internacional, tuvo mucha resonancia su visita a Caracas con motivo de un encuentro internacional de intelectuales liberales. La posibilidad de un debate frente a Hugo Chávez captó la atención de la prensa internacional. Visitar Venezuela en aquellas circunstancias fue un acto de integridad y valentía, puesto que sabía que su estancia no iba a ser nada fácil (tanto él como su hijo Álvaro Vargas Llosa fueron detenidos un par de horas en el aeropuerto), pero también hubiera deseado que protestara con la misma vehemencia cuando en el Perú la gran mayoría de medios de comunicación por voluntad propia se rinden ante el gobierno y le allanan el camino cuando surge algún suceso adverso como el rebrote del terrorismo en el VRAE. Lo que hace Chávez en Venezuela es totalmente censurable, pero existen otras formas muy sutiles de veto en los medios de comunicación y el más peligroso es la autocensura y ello es lo que viene sucediendo en nuestro país: a diferencia de lo que sucedió durante el Fujimorato, ahora los medios no los compran, sino que ellos mismos se venden.

¿Empeñará Vargas Llosa sus convicciones ahora que preside la comisión del museo de la memoria? ¿Claudicará sus críticas al gobierno en aras del compromiso adquirido? Pequeño gran dilema. Así como en el slogan de la películoa Alien vs Depredador, "sea cual fuera el resultado, siempre perderemos un poco" si es que Vargas Llosa abandona este proyecto o si silencia sus discrepancias para seguir adelante con él.

domingo, septiembre 13, 2009

Zeitgeist. El espiritu del nuestro tiempo

A 8 AÑOS DEL ATAQUE A LAS TORRES GEMELAS

Peter Joseph escribió, dirigió y produjo el documental Zeitgeist que desde su aparición en 2007 viene siendo difundido por Internet a través de Google video y Youtube. Todo el documental puede ser bajado desde su sitio web. La primera vez que lo vi fue cuando hace un par de meses Hildebrandt lo puso en "El perro del hortelano". Puso la segunda parte correspondiente al ataque a las Torres Gemeles el 11-s. La hipótesis del director es que el ataque fue producto de una conspiración de grupos de poder al interior del gobierno de los EEUU para justificar la invasión de Afganistán, Irak e Irán y, de esta manera, manipular a la opinión pública para satisfacer sus propósitos: perpetuarse en el poder, dar al mundo la imagen de que pueden influir decisivamente en la política internacional y engrosar sus ingresos económicos mediante la industria bélica.

En muchas partes, este documental comparte la postura de Michael Moore en Farenheit 11/9. Sin embargo, Peter Joseph añade pruebas más contundentes como los testimonios de sobrevivientes que señalan haber oído una gran explosión en el sótano del edificio minutos antes del impacto del avión contra el edificio. Tal explosión habría debilitado los cimientos de la torre. A ello se agrega que expertos en explosivos indican, luego del análisis de las estructuras, que es muy poco probable que las columnas que sostenían las torres se hayan derretido por efecto del combustible de los aviones. Afirman que solo la acción de potentes explosivos podrían haber derretido las estructuras tal como quedaron después que se derrumbaron. Testigos también confirman haber oído detonaciones cuando los pisos se desplomaban.

Algo que me sorprendió fue conocer que existió un pequeño edificio que se derrumbó del cual los medios poco o nada hablan. Se trata del edificio 7. Según el documental, por las características del derrumbe, fue una demolición controlada. La misma explicación se aplica para explicar el derrumbe de las Torres Gemelas.

Pasarán muchos años para que por fin sepamos la verdad de lo ocurrido. Teoría de la conspiración, complicidad pasiva o calculada, o ataque artero de los terroristas de Al Qaeada, cualquiera fuera la respuesta cada vez nos debe quedar más claro que la sociedad civil, conforme los grupos poder económico son más influyentes en las decisiones políticas, estás indefensa y va perdiendo terreno ante las corporaciones y los estados-franquicia, especie extensiones a manera de sucursales de aquellos conglomerados económicos que pueden decidir la bancarrota de un estado no alineado o la inserción de una economía domesticada al primer mundo.

Sin más preámbulo, los invito a ver Zeitgeist (2007)







viernes, julio 10, 2009

Cuando la muerte y el poder conspiran contra la verdad

Carlos Arturo Caballero

En "Los dados eternos", Vallejo escribió que la Tierra es un dado roído cuyo destino es un hueco de inmensa sepultura. En ese poema, sugiere que la muerte iguala a todos los seres humanos, puesto que es nuestro destino común. Y es cierto porque la acción democratizadora de la muerte no se detiene y en las últimas semanas hemos comprobado cómo la muerte del rey del pop, de la princesa del folklore, de la otrora rubia de cabellera aleonada y ex angel de Charly, y del estilista de moda en Lima conmueven a la opinión pública al punto de inmovilizar la crítica y el análisis de la coyuntura política cotidiana.

En mi análisis, me llama profundamente la atención las siguientes cosas. La sociedad en su conjunto es cada vez más dependiente de la agenda que establecen los medios de comunicación. Es decir, la discusión de las cuestiones de fondo tales como los sucesos de Bagua, el escándalo de corrupción de los petroaudios y la excarcelación de Rómulo León, la falta de propuestas claras de parte de la oposición y la desarticulación de los movimientos regionales han pasado a un segundo plano. Ciertamente, la muerte de Michael Jackson y Alicia Delgado el mismo día cayó como anillo al dedo al actual gobierno y le dio el respiro suficiente para que los medios de comunicación, en su gran mayoría, dediquen sendos reportajes y exploren la truculenta vida de estos personajes famosos. De esta manera, Bagua, el paro nacional, los conflictos sociales y los escándalos de corrupción dejaron de formar parte de la agenda mediática diaria para dar paso al espectáculo, al show de la información. Los medios banalizan la discusión política al convertirla en un producto de consumo para el entretenimiento. Por ello, no debe sorprendernos la elevada sintonía que obtiene El especial del humor cuando Álvarez y Benavides interpretan los faenones de Rómulo Léon y Alberto Químper: para gran parte de la opinión pública resulta más gratificante hacer escarnio del corrupto, reírse de él o con él, o, eventualmente, admirarlo de alguna manera ("qué buena que la hizo").

Sin embargo, no solo se trivializan los problemas de fondo que merecen un análisis más reflexivo: también se infunde pánico en la opinión pública, o sea, se diseña una estrategia para atemorizar, intimidar y recordar que nadie está libre de morir repentinamente. Esto se comprende mejor en la medida que los protagonistas de las muertes recientes son celebridades públicas a quienes sus seguidores rodearon de un aura que los colocaba por encima de cualquier desgracia y que los inmunizaba, aparentemente, contra todos los males a los que era vulnerable el resto de mortales. Parte de la sociedad se siente muy impactada por la pérdida de sus iconos culturales que fueron símbolo de una época y cuya trayectoria profesional impregnó con éxito todo aquello que llegaba a sus manos. Me refiero a que se convirtieron en paradigmas vivientes, en referentes para validar ciertas formas de vida que la sociedad de consumo -que los vio crecer y que los alimentó (y que también los ignoró en sus inicios)- considera ejemplares para el resto de individuos.

Entender el shock que produjeron en la opinión pública mundial la muerte de Michael Jackson, del Papa Juan Pablo II o de la princesa Diana es indesligable de la angustia que experimenta el ser humano frente a la difícil idea de aceptar la inevitabilidad de lo efímero dentro de la sociedad de consumo. (Paradójicamente, si bien la muerte de una celebridad provoca una gran consternación, también hay regocijo en el escarnio por la exposición cruda de sus imperfecciones. De otra manera, no podríamos entender el éxito de un programa como Magaly TV quien colocó a las estrellas de la farándula local al nivel de cualquier ciudadano de a pie: los famosos lloran y sufren como nosotros los desconocidos de siempre). Los fans desean perpetuar la imagen de su personaje favorito a quien le niegan la posibilidad de experimentar las vicisitudes propias de sus admiradores: ellos son perfectos, bellos, exitosos, buenos, sobrehumanos. Los extrañamos porque en parte son nuestra creación y sin nuestra veneración colectiva ellos simplemente no existirían. Se trata de un nuevo tipo de culto consumista posmoderno: el caudillo político y el intelectual del ayer han sido reemplazados por los iconos pop del momento. Las adopciones de Madonna, los viajes de la pareja Pitt-Jolie al África o los conciertos organizados por Bono de U2 a favor de las víctimas de Sarajevo demuestran que hace mucho tiempo la acción político-social se delibera y trasciende más desde los escenarios y menos desde los escritorios de un burócrata.

Al momento que escribo estas líneas, el estilista Marco Antonio ha sido hallado muerto en su departamento en circunstancias muy similares a las que rodearon la muerte de Alicia Delgado hace unas semanas. Esta noche la parrilla televisivaa de hecho que brindará una cobertura ad hoc a este terrible suceso y continuará postergada la verdad acerca de los sucesos de Bagua y de las oscuras conexiones del tráfico de influencias de Rómulo León. La muerte y el poder conspiran contra la verdad y a la vez se construye una verdad acorde a las circunstancias. ¿Es acaso sintomático que las víctimas de estos crímenes hayan mantenido relaciones de pareja homosexuales? ¿Por qué se clasifica un crimen contra un homosexual como necesariamente pasional? Una vez puesta en circulación, la ideología genera creencias y actitudes en los individuos. Se nos expone que los homosexuales son más propensos a los crímenes pasionales, que los famosos no tienen la vida comprada (sufren, enferman, se mueren) y que su muerte puede convertirse en un espectáculo rentable.

En este marco, la gripe porcina pone su cuota de apoyo, ya que, sumada a lo anterior, mantiene a raya a la población para que se ocupe más en su salud y en lamentar la desaparición de sus ídolos que en indagar acerca de lo que se está jugando detrás de las esferas del poder. Me pregunto que hará el gobierno cuando las muertes de los famosos no le sean tan propicias. ¿Se animará a crear el escenario oportuno?

jueves, junio 11, 2009

Bagua: todos somos víctimas

Arturo Caballero

A casi una semana de la masacre ocurrida en Bagua, la opinión pública recién va comprendiendo la dimensión de esta tragedia. Y es que en nuestro país tiene que morir mucha gente y de manera absurda y cruel para que nos sintamos condolidos, al menos en parte, por el sufrimiento ajeno. No basta que un puente intransitable se derrumbe al paso de un grupo de escolares, que un bus de transporte interprovincial se incendie y mueran calcinados todos los pasajeros, que semanalmente contemplemos atónitos que muchas personas mueren absurdamente en accidentes de tránsito y que las autopistas se tiñan de sangre, de todas las sangres, sino que tenemos que contemplar cuerpos mutilados, torturados y otros tantos regados en el pavimento como si se tratara de animales. El sufrimiento de los deudos no distingue lengua, etnia o clase social: así lo atestiguan el drama de las madres de los nativos muertos durante la refriega en Bagua y de los familiares de los policías asesinados. Todo ello ante la incompetencia de este gobierno cuya clase política, como en muchas otras oportunidades y tal vez peor que nunca, no está a la altura de su investidura. Sobre todo el Presidente de la República, Alan García.

Y es que todos somos víctimas en esta tragedia. Los pobladores de la Amazonía lo fueron de la incompetencia y el abuso de este gobierno respecto al manejo de los conflictos sociales. "Nativos, indígenas, chunchos, salvajes..." así los llamamos desde la metrópoli limeña, tan cultivada, aséptica y civilizada cuando se trata de valorar todo aquello que se encuentra fuera de sus límites. Tuvieron que pasar más de cincuenta días para que los reclamos de la población amazónica, directamente involucrada e ignorada por los decretos legislativos promulgados por el Congreso, recibieran la atención de los medios de comunicación, la opinión pública y el Ejecutivo. Tuvieron que morir salvajemente asesinados más de 20 policías y aún un número indeterminado de manifestantes para que el país prestara atención a lo que acontecía en aquel rincón olvidado donde habitan, según el presidente García, ciudadanos que no son de primera clase. Tanto el Congreso como el Ejecutivo dilataron irresponsablemente la solución de un conflicto anunciado. Importó más para ellos asegurar la imposición de una ley, a todas luces, incompatible con el derecho internacional que salvaguarda la propiedad de las comunidades nativas respecto a las tierras que ocupan. Fue más importante para Alan García y sus ministros derribar cualquier tipo de resistencia social ante una medida que no fue explicada satisfactoriamente a los pobladores directamente afectados, ello bajo una malentendida concepción del principio de autoridad.

Por otra parte, la policía fue víctima de la improvisación de sus mandos superiores (sobre todo políticos) quienes los expusieron al igual que en Pómac y en Vizcatán sin ningún tipo de resguardo. Y son víctimas cotidianas del desprecio de sus superiores, es decir, de los mandos políticos que recurren a ellos para que resuelvan por la fuerza aquello que son incapaces de resolver por la razón. Desprecio que se manifiesta también en la remuneración vergonzosa que recibe un policía quien tiene que ofrecerse como vigilante de establecimientos particulares para procurarse un ingreso digno o costear el gasto de un nuevo uniforme para lucir presentable durante las cumbres internacionales o en el hecho de que quienes se llenan la boca afirmando que defienden a la policía brillen por su ausencia durante los sepelios de los policías asesinados. A Mercedes Cabanillas, Mercedes Aráoz, Rosario Fernández, Antero Florez y Alan García (no menciono a Yeude Simon porque, simplemente, no existe) - al oficialismo aprofujimontesinista de derecha en general- la muerte de los policías es tan o más rentable que dialogar y prever la violencia: ¿qué hicieron para detener la masacre de los policías una vez enterados de que estaban secuestrados?

¿Y quiénes son los victimarios? La indiferencia de un enorme sector de la sociedad que mira hacia otro lado cuando la violencia no toca a su puerta, al igual que durante el terrorismo. Luego de Tarata, el terrorismo dejó de ser un problema que amenazaba a la pobre gente de la sierra o a los estudiantes de universidades públicas para convertirse en un problema que requería de una respuesta inmediata y ejemplar. Y ahí tuvimos, pues, La Cantuta. Ni el Informe Final de la CVR ni Putis ni Los Cabitos ni Huancasancos ni Accomarca ni Barrios Altos ni 20 años de violencia terrorista del Sendero Luminoso y del MRTA y del Estado han logrado sensibilizar a la mayor parte de la opinión pública sobre lo que significa ser testigo indolente del dolor ajeno. ¿Si todo ello no fue suficiente, qué lo será realmente? ¿El descubrimiento de fosas comunes en Bagua o de cadáveres calcinados o envueltos en sacos y arrojados de los helicópteros?

Del mismo modo actuaron -y lo vienen haciendo aún- los medios alineados con el gobierno que de manera cómplice y vergonzante ignoraron, ocultaron y minimizaron durante más de un mes lo que sucedía en la selva. Fabrican realidades y maquillan el horror de esta desgracia o la exhiben descarnadamente no con ánimo de denuncia sino de un regodeo comercial e infame. Sabemos más acerca de Bagua por intermedio de agencias internacionales que por nuestras propias fuentes. Expreso, La Razón y Correo seguirán exigiendo que se aplaque por la fuerza las manifestaciones en el interior del país argumentando que lo contrario, es decir negociar, dialogar o rectificar sería una muestra de debilidad. Y a nuestro presidente le fascina demostrar que él es quien manda. Quedó muy claro en la matanza de El Frontón y en la guerra sucia contra Vargas Llosa en el 90. Ivcher precavido como el que menos, olvidó muy pronto que el fujimorismo lo persiguió y lo despojó de su canal; ahora no duda en blindarse con Lúcar (el que acusó a Paniagua de recibir dinero de Montesinos), Aldo Mariátegui (quien considera que capacidad intelectual se corresponde con el manejo de una lengua), Jaime Bayly (el que indultaría a Fujimori) y Mónica Delta (la periodista que nunca opinó y que se tragó el sapo de su jefe Schütz), todos ellos sicarios mediáticos dispuestos a lavar los trapos sucios de este régimen.


Los etnooportunistas y nacionalistas también aportaron su cuota de violencia. Actuaron irresponsablemente y quieren sacar provecho ahora. Azuzaron a los pobladores y encendieron los ánimos. Lejos de explicar los alcances y las limitaciones de los decretos, se prestaron al juego fácil de la revolución. Vieron en Pizango a un potencial Evo Morales, seguramente, o tal vez Pizango se vio a sí mismo en el espejo del presidente boliviano. Fueron los tontos útiles que sirven de coartada a la triple alianza aprofujiderechista que los necesita para convencer al país de que existe algo peor que García, Keiko y Lourdes juntos.

Sin embargo, el gran victimario es Alan García. La patada al orate fue el gran anticipo de lo que tenía preparado ante cualquier obstáculo, grande o pequeño, que le saltara al frente. Después de calificar de comechados y sinvergüenzas a los maestros, en "el perro del hortelano" nos advirtió lo que pretendía hacer con los recursos naturales: por la razón o por la fuerza había que ponerlos en valor y todo aquel que apelara a la conservación del medio ambiente u objetara la llegada de la modernidad a aquellas localidades, alegando que podría dañar la integridad de las comunidades, era un retrógrado. Luego exhortó a los empresarios a que inviertan sin temor porque un presidente podía impedir que llegue al poder alguien que no es de su agrado (lo cual ya había sido demostrado). Hoy, sin ningún empacho, dice que los pobladores de la selva no son ciudadanos de primera clase que puedan decidir qué hacer con las tierras que poseen.

Durante el "Arequipazo", el APRA apoyó abiertamente la protesta contra la privatización de EGASA y EGESUR y promovió la vacancia presidencial de Alejandro Toledo. Al final, obtuvieron la cabeza de Fernando Rospligiosi. Ahora, ni siquiera contemplan la posibilidad de defenestrar a Mercedes Cabanillas (no todos en el gabinete tienen la decencia de la ex ministra de la Mujer). Como siempre, los compañeros preferirán tragarse los sapos que les manda su líder -Mantilla sabe mucho de esto- en lugar de discrepar abiertamente.

A García y el aprofujiderechismo esta masacre les va explotar en la cara el 2011. Si el Perú se suma a la órbita chavista, se lo deberemos a ellos.


Para entender un poco más los sucesos del Baguazo
Testimonio de sobrevivientes
“El informe de inteligencia que me dan a mí no es muy detallado” - Entrevista a Mercedes Cabanillas

lunes, junio 08, 2009

Liberalismo, Neoliberalismo y Socialdemocracia

Apuntes breves para algunas distinciones y otros puntos de encuentro

La página del profesor Francisco ha sido un grato descubrimiento no solo porque compartimos la idea de que entre liberalismo y neoliberalismo existen diferencias sustanciales, sino también porque consideramos que aquellos que merecen ser llamados liberales hoy (en la acepción clásica) son los socialdemócratas. En los personal, como mencioné en varias oportunidades, veo posible conciliar lo mejor del liberalismo clásico y del socialismo dentro de una propuesta socialdemócrata que, a fin de cuentas, tiende a ser un liberalismo socialista, socioliberalismo o liberalismo de izquierda.

En anteriores artículos y comentarios, expuse diversos argumentos que sostenían la posibilidad de un liberalismo de izquierda. Al respecto, soy conciente que en el Perú esta opción político-económica no tiene arraigo en la opinión pública, debido a que está muy extendida la idea de que todo aquello que provenga de la izquierda es subversivo, terrorista, antisistema, estatista o caduco después de la caída del socialismo en 1989. No se reconocen los matices que distinguen a la izquierda democrática o a la socialdemocracia del totalitarismo comunista tipo Stalin, Mao, Pol Pot, pensamiento Gonzalo u otros similares. Prueba de ello ha sido la enorme resistencia a considerar que tal opción podría ser una alternativa a los excesos del libre mercadismo (que en realidad se está convirtiendo en la impunidad del mercado y de los inversionistas: mercado libre = mercado impune) sobre la base del desprestigio histórico de la izquierda y de los logros alcanzados por el paradigma neoliberal.

Parece difícil aceptar que una ideología por sí sola no puede dar cuenta de todos los fenómenos de la realidad y que si complementa su perspectiva con otras aproximaciones se enriquece y no se pervierte o corrompe. Tampoco pierde en originalidad ni significa una traición a sus convicciones que algún intelectual que defendió posturas extremistas en el pasado, hoy en día, se manifieste a favor del respeto de los Derechos Humanos, el Estado de Derecho y la pluralidad cultural. Ello significa que no se trata de un individuo ajeno a los cambios históricos y que no persiste en actitudes anacrónicas y que, sobre todo, posee la capacidad de rectificarse ante las evidencias. (El teórico marxista Raymond Williams manifestó que conoció mejor el marxismo tomando distancia de él y ensayando su aplicación heterodoxa en otros fenómenos de la realidad distintos a la economía, tales como la cultura de masas o la cultura popular. El resultado fueron los Estudios Culturales que, en un principio y hoy un poco menos, representaron el ala académica que cuestionaba los métodos tradicionales de investigación de las ciencias sociales).

Veamos, en primer lugar, cuáles son las diferencias entre liberalismo y neoliberalismo.


Desde una visión histórica el “liberalismo” es el movimiento que nace al final del antiguo régimen (primero en Inglaterra) que se opone a las ideologías “conservadoras del sistema previo”. Durante años, liberalismo político (aumento de los derechos individuales y de las libertades políticas) y liberalismo económico (libre mercado contrario al proteccionismo) formaron parte de un mismo movimiento que se oponía tanto a los “conservadores” como a los “marxistas” .

Pero las cosas cambiaron. Desde que apareció la socialdemocracia, la explicación anterior queda totalmente fuera de lugar. Los socialdemócratas eran liberales en el terreno político, partidarios de la democracia y de los derechos individuales, pero en economía NO eran partidarios del libre mercado absoluto, NO creían que el libre mercado pudiera autoregularse gracias a la metafórica "mano invisible" que aludió Adam Smith. Estos defendían un “intervencionismo” en la economía distinto del “intervencionismo” proteccionista, pero dentro del capitalismo (precisamente por estas diferencias rompieron con los marxistas de inspiración leninista).
De esta forma podemos definir socialdemocracia como aquella doctrina que defiende medidas de intervención en la económica desde el estado. El intervencionismo se hace para "mejorar" el capitalismo evitando los desequilibrios derivados de la libertad total de mercado; sobretodo aquellos relacionados con la concentración de capital y el aumento de la polarización. En conclusión, la socialdemocracia es un intervencionismo que se hace para lograr una redistribución de la riqueza más justa. La primera manifestación generalizada de socialdemocracia (pero no la única) es la de tipo keynesiano (desde la 2ª Guerra Mundial hasta la crisis de los 70) aunque anteriormente ya se habían aplicado estas medidas a menor escala.

Por todo ello, después de 1945, no se puede usar el término liberal para referirse sólo a los defensores del liberalismo político y económico. Ya que hay otros partidarios del liberalismo político contrarios al liberalismo económico (entre los que me incluyo). Por eso apareció la palabra “neoliberalismo”, para evitar estos errores. Mientras que el liberalismo es un concepto mixto (política-economía) neoliberalismo es un concepto únicamente económico. Por eso en esta web jamás se denigra el término “liberalismo”.

Evidentemente hay personas que sí están interesadas en mantener la confusión y siguen usando el término “liberalismo”. Primero los marxistas y demás ideologías totalitarias. Ya que de esta forma, pueden “rechazar” el aspecto político (la democracia) destacando el aspecto económico (el neoliberalismo). Igualmente los neoliberales están muy interesados en seguir llamándose a sí mismos “liberales” (no hay más que ver como llaman a sus medios de comunicación). Por la razón inversa de los anteriores; pueden “rechazar” la crítica que se hace a sus políticas económicas, desatacando el aspecto político (los que no los apoyan “son partidarios del totalitarismo”). Invito a todas las personas que creen en la democracia y que son contrarias al neoliberalismo a que no caigan en esta “trampa”. Que jamás llamen “liberal” o “liberalista” a un defensor del neoliberalismo.

Es muy fácil encontrar contradicciones entre los que se autodenominan “liberales” cuando pones de manifiesto que aquellos países donde se han aplicado con más intensidad sus “medidas neoliberales” son aquellos donde menos “libertad individual” existe. Esto se debe a que la polarización social la hace imposible. De modo que si hay que llamar liberal a alguien, deberían ser a los socialdemócratas.

De lo anterior, debe quedar claro que los liberales de fines del 19 y los socialdemócratas de mediados del 20 tenían algunos puntos de encuentro, entre ellos, el equilibrio entre libertades políticas y libertades económicas. Inmanuel Wallestein en Después del liberalismo, apunta que la clásica oposición derecha/izquierda no era tal sino más bien una tríada compuesta por conservadurismo (derecha), socialismo, marxismo, comunismo (izquierda) y liberalismo quienes se oponían por igual a los dos anteriores. Entonces, dentro de este panorama, a lo largo del siglo XX, ocurrieron algunos reacomodos que llevaron a acentuar algunos encuentros y desencuentros entre las partes de esta triada.

En la medida que los ideales liberales se extendían, los conservadores nostálgicos por el Antiguo régimen hacían algunas concesiones al lado económico del liberalismo y muy pocas al político. He ahí el antecedente del neoliberalismo: acentuación de un aspecto del liberalismo clásico (lo económico) en perjuicio del otro (el político)


jueves, mayo 28, 2009

¿Quién dijo liberalismo?

Cuatro razones por las cuales Aldo Mariátegui no es un liberal

Frecuentemente, Aldo Mariátegui, desde su columna diaria en Correo, sostiene fervientemente que es un liberal y que el término neoliberal carece de sustento, además de llamar ignorantes a quienes lo utilizan. En esta oportunidad, intentaré demostrar por qué el director de Correo no es, de ninguna manera, un liberal y cómo, más bien, sus posturas son próximas al neoliberalismo, del cual niega su existencia, y a las doctrinas del pensamiento único. El título de este artículo es una paráfrasis del libro del filósofo esloveno Slavoj Zizek: ¿Quién dijo totalitarismo?. Cinco tesis equivocadas sobre el mal uso de una noción que se acomoda muy bien a los propósitos que articulan este post.

La integridad del liberalismo: equilibrio político-económico

Un liberal íntegro y consecuente defiende la igualdad de derechos para todos los ciudadanos, no la perpetuación de privilegios. La diferencia entre el Antiguo régimen y la democracia liberal es que el primero concibe a un grupo social de manera estamental (clases sociales fijas y nítidamente diferenciadas) en el que la movilidad social es difícil, sino imposible, salvo por la aparición de súbitas fortunas o el ascenso social a través del matrimonio con un miembro de la clase más alta. Asimismo, el individuo que compone el estrato más bajo, como sucedía dentro del feudalismo, se encontraba en desigualdad de oportunidades frente a la nobleza feudal o al clero, puesto que dicha sociedad estamental organizó las relaciones entre clases sociales en base a privilegios y no en derechos. Es decir, en base a ventajas que se entendían como naturales o de facto, mediante las cuales se legitimaba, por ejemplo, que el señor feudal tuviera la preferencia de la primera noche con una sierva recién casada de su feudo (ius primae nocte). De esta y otras maneras, se legitimaba la desigualdad al grado de naturalizarla y darle un sentido de inevitabilidad. Es más, las clases dominantes consideraban una potencial amenaza cualquier intento de cambiar las reglas sociales de juego, porque, desde la actitud paternal de la nobleza feudal y de la jerarquía eclesiástica, el súbdito o siervo no necesitaba más que protección a cambio de la sumisión total de su voluntad individual, vale decir, de la anulación total de su libertad individual.



La caída del Antiguo régimen y el ascenso de la democracia liberal cambiaron el panorama. Los privilegios cedieron lugar a los derechos y, en consecuencia, los siervos se convirtieron, progresivamente, en ciudadanos. Resalto lo de progresivamente porque los primeros liberales eran muy reticentes a extender la plena ciudadanía a todos los individuos en lo que respecta a la participación democrática para elegir a sus representantes. Sin embargo, ello fue cambiando a través de la historia y, actualmente, cualquiera que se precie de ser liberal no podría afirmar alegremente que la ciudadanía está restringida a un sector social en virtud de su ideología política, credo, raza, sexo, edad o grado de instrucción. Y es que el ser ciudadano, dentro de la democracia liberal, significa estar en la capacidad de ejercer todos los derechos y cumplir las obligaciones sin ningún tipo de restricción no contemplada por la ley vigente. De allí que la igualdad de derechos ante la ley -en buena cuenta el liberalismo es el imperio de la ley- sea la marca distintiva de la democracia liberal.

Esta breve digresión histórica ha sido necesaria para explicar por qué Aldo Mariátegui no es un liberal, puesto que el contenido de sus declaraciones sobre Hilaria Supa y el acontecer político, social y económico nacional y mundial están en la otra orilla de lo que defendería un liberal íntegro: equilibrio entre libertades políticas y libertades económicas. Esto nos conduce a desarrollar otra idea que sustenta la dificultad de calificar al director de Correo como un liberal en el sentido más amplio de término (porque, de cierta forma, lo es, pero en el sentido más reducido, distorsionado e incompleto).

Supremacía moral de la democracia sobre dictaduras y autocracias




Un liberal consecuente defiende el Estado de Derecho y la democracia, por imperfecta que esta sea, y no claudica en esta defensa ante ningún asomo de autoritarismo por más bienintencionado que este se presente ni bajo el pretexto del desarrollo económico. Esto quiere decir, como mencioné líneas arriba, que un liberal íntegro asume que la libertad es una sola y que no es coherente establecer jerarquías entre libertades políticas (democracia, elecciones, libertad de expresión, igualdad de derechos de las minorías ante la ley, etc.) y libertades económicas (libre mercado, libre competencia, propiedad privada, etc.). Tal integridad se fundamenta, precisamente, en cubrir ambos aspectos de la libertad como un todo con el fin de evitar el condicionamiento del desarrollo de una en perjuicio de la otra.

Al respecto, Aldo Mariátegui ha mostrado en sus editoriales un tratamiento diferenciado a las libertades políticas y a las libertades económicas. Al referirse al gobierno de Alberto Fujimori, tiene la convicción de que la lucha antisubversiva estuvo bien dirigida y que los mayores aciertos de esa gestión fueron la recuperacíón económica y la derrota del terrorismo. Desde su óptica, son méritos suficientes para proponer un balance positivo sobre el fujimorato, a pesar de la corrupción liderada por el ex asesor presidencial Vladimiro Montesinos, el tráfico de armas con las FARC, la colaboración y extorsión a los capos del narcotráfico en el Alto Huallaga (como el caso "Vaticano"), los asesinatos selectivos del grupo Colina en Barrios Altos y La Cantuta, la ejecución extrajudicial de presos rendidos en el penal de Castro Castro, la tortura y desaparición de agentes del SIE (caso Leonor La Rosa y Mariela Barreto), el autogolpe del 5 de abril, la millonaria indemnización por tiempo de servicio a Vladimiro Montesinos, la compra de congresistas tránsfugas y de las líneas periodísticas de la mayoría de canales de televisión, y la vergonzosa renuncia de Fujimori a la presidencia de la República vía fax desde el Japón. Para Aldo Mariátegui, la reinserción del Perú en el sistema financiero internacional y la reducción de la inflación no deberían ser opacados por los casos, antes mencionados, de corrupción y atropello contra los derechos humanos. Es así como se comprueba que el desequilibrio entre las libertades políticas y las libertades económicas forma parte de la propuesta "liberal" de Aldo Mariátegui.

Sostener conscientemente tal desequilibrio entre lo político y lo económico es una actitud moralmente censurable, un desliz que un liberal consecuente con los principios del liberalismo clásico no podría permitirse sin rectificarse en el acto. Colocar los resultados, las cifras, los índices, las estadísticas, en suma, los números (lo económico) como valores por encima del respeto al Estado de Derecho y la vida (valores jurídicos y éticos) demuestra que quien asume tal postura posee un concepto muy pobre del ser humano, pues valora el progreso de una sociedad exclusivamente por la cantidad de bienes materiales disponibles, explotables y comercializables, y no por el grado de bienestar social reflejado en situaciones tan cotidianas como obtener justicia, sobre todo durante el gobierno de Alberto Fujimori cuando los poderes del Estado se utilizaron para entorpecer investigaciones como la amnistía concedida a los integrantes del destacamento "Colina", el caso del narcoavión, la sospechosa retractación del narcotraficante "Vaticano", entre otros.

Respeto irrestricto a los derechos humanos

Para el tipo de liberalismo asumido por Aldo Mariátegui, propiamente, neoliberalismo, los valores éticos, humanistas y las libertades políticas representan un estorbo y son prescindibles si es que en una coyuntura se opusieran a la lógica del mercado: costo-beneficio, utilidad-pérdida, oferta-demanda. De esto se sigue que el neoliberalismo promueve una empobrecida definición del ser humano, al cual no toma como finalidad, sino como medio para lograr el desarrollo, es decir, en lugar que el fin supremo de la sociedad sea su realización sin perjuicio de la manera en que aquel elija para cumplirla (aquí radica el pleno ejercicio de su libertad individual, inclusive para elegir mal)para el neoliberalismo el motor del desarrollo social y económico es el mercado, por ende, si se asegura el libre mercado y la inversión privada, las demás libertades, están convencidos, caerán de maduras, sobrevendrán como lógica consecuencia. Por ello defienden primero la libertad económica, pues es el resto son efectos secundarios de aquella.

Los derechos humanos, componente fundamental de las libertades políticas asumidas por el liberalismo, no forman parte de la agenda neoliberal. Una de las más graves implicancias del neoliberalismo, de acuerdo al desequilibrio entre lo económico y lo político, es la eventual intrascendencia de los derechos humanos si es que devienen obstáculo para el mercado. En tal sentido, neoliberales como Aldo Mariátegui no se sobresaltan porque existan Estados que exhiban altos índices de crecimiento económico, celebren tratados de libre comercio, bajísimos niveles de inflación, mercados abiertos a la inversión privada, pero, simultáneamente, graves denuncias por violación de derechos humanos y censura contra medios de comunicación (Chile, Taiwán, China, Corea del Sur, Singapur, etc.) El llamado a la aplicación de la pena de muerte y al retiro del Pacto de San José, así como la periódica descalificación del Informe Final de la CVR y de sus comisionados proviene de la derecha liberal que, como señalé anteriormente, es liberal en lo económico, pero conservadora y confesional en lo político. Las editoriales de Aldo Mariátegui sobre los sucesos de Bagua ilustran completamente lo prescindibles que son los derechos humanos para alguien que en la Amazonía solo observa recursos naturales para explotar y no riqueza y diversidad cultural que legítimamente tiene el derecho a defender su modo de vida. Reconocer esto no implica dispensar a quienes cometieron la masacre contra policías desarmados. La trampa en la que quieren envolver a la opinión pública periodistas como Andrés Bedoya Ugarteche y Aldo Mariátegui es que el reconocimiento de los derechos humanos vulnera el principio de autoridad y que otorga una extraterritorialidad jurídica a quienes los ampara. Ello guarda relación con el siguiente punto a tratar.

Pluralismo y tolerancia. Valores constitutivos del liberalismo clásico

El pluralismo se ubica en la antítesis del pensamiento único. Ser plural significa reconocer que existe diversas formas de "ser" y "hacer". Es admitir la alteridad (otherness) no como una amenaza, sino como una realidad y que para ello es indispensable cultivar la tolerancia. Este valor fue pensado por John Locke, el gran ideólogo e inspirador de la revolución liberal inglesa, en su Carta sobre la tolerancia (1692), notable alegato en favor de la tolerancia religiosa y de la libertad de conciencia, donde, además, rescata la defensa de las libertades individuales y crítica las grandes concentraciones de poder.

El concepto de identidad cultural ayuda a comprender el pluralismo y la tolerancia liberales. Contrariamente al consenso existente durante el Antiguo régimen, el ser humano no está determinado inexorablemente por su lengua, credo, raza, nacionalidad, género u otra variable identitaria, pues la identidad es una categoría que insertada dentro del pluralismo admite flexibilidad ante la voluntad individual. Esta incorporación del pluralismo cultural es regularmente reciente en la historia del liberalismo político y de hecho no estaba totalmente cuajada dentro de las reflexiones de los ideólogos del liberalismo clásico; sin embargo, John Locke y John Stuart Mill (Sobre la libertad, 1859) sentaron las bases de un reconocimiento a la diversidad cultural al defender la diversidad religiosa y el derecho que le asistía a cualquier ciudadano de escoger aquella que lo satisfaga. De igual modo, trasladando este principio al resto de variables de la identidad, tenemos que no existe razón para sostener que un individuo o colectivo sea excluido de la ciudadanía en función de su identidad cultural. Es más, el pluralismo cultural aportó al liberalismo la idea de una identidad multicultural que socava el etnocentrismo y la fanática lealtad a una identidad lingüística, nacional, religiosa, sexual, etc., donde cada una busca dominar un espacio exclusivo en perjuicio del resto de manifestaciones de la identidad. En suma, se plantea que cualquier ciudadano, por ejemplo en nuestro país, puede reclamarse como hombre,peruano,castellanohablante,católico,homosexual,socialista, etc. y eventualmente si fuese su voluntad, cambiar o agregar más variables a su identidad multicultural. El reconocimiento de identidades múltiples y la crítica a la definición única de identidad es desarrollada por Amartya Sen, un liberal muy singular, en Identidad y violencia (2007). Cabe resaltar que estos principios promovidos por el liberalismo cobran gran importancia y actualidad en la realidad latinoamericana, cuya heterogeneidad cultural no necesita mayor demostración.

No obstante, Aldo Mariátegui ha dejado constancia de su intolerancia frente a la diversidad cultural y su pertinaz ignorancia sobre cuestiones que atañen a la realidad cultural de nuestra nación en su tristemente celebre artículo "Supa no supo" en el que sostiene que el dominio de la variedad académica escrita del castellano es signo indubitable del desarrollo intelectual que serviría para discriminar la idoneidad de un congresista de la República. Las réplicas a esta postura han sido ampliamente desarrolladas por especialistas (al respecto, sugiero leer el acertado post de la lingüista Nila Vigil). De mi parte, debo añadir que para el director de Correo su observación fue netamente funcional y práctica, pero no reparó en una de las más graves implicancias de su editorial: que la representación política solo es extensible a los ciudadanos competentes en la variedad académica del castellano. Nada más lejos del pluralismo y la tolerancia liberal.



PARA SABER MÁS












domingo, mayo 03, 2009

Los comunistas liberales según Slavoj Zizek (y según este blogger)


Desde esta tribuna digital, hemos sustentado la posibilidad de un liberalismo de izquierda como alternativa a la vieja izquierda radical y extremista, y a la derecha ultraconservadora, promercado y antiderechos humanos. Personalmente, considero que ninguna doctrina, ideología o teoría agota por sí sola una explicación de los fenómenos que intenta abordar; por ello, me inclino por una solución integral y más ecléctica que contemple lo mejor de cada una de las doctrinas en cuestión (o de todas aquellas que puedan aportar algo), ya que, en lo que respecta al socialismo y al liberalismo, estos tienen, en sus fundamentos iniciales, varios puntos de encuentro que podrían dar lugar a una síntesis en tiempos en los que, por un lado, luego de la caída del Muro de Berlín, del derrumbre de la Unión Soviética y del giro hacia el capitalismo salvaje dirigido por el Partido Comunista chino, y, por el otro, del actual colapso financiero mundial producto del laissez faire ultraliberal en el cual el Estado, hasta hace unos meses, no debía intervenir, tanto el socialismo como el liberalismo contemporáneo (lo llamaré en adelante neoliberalismo) deben repensar su lugar en el nuevo orden mundial.

Del socialismo se ha dicho mucho desde 1989: que ya no tiene nada más qué decir porque la Historia ha demostrado que sus postulados son inviables o que, entusiastas como Francis Fukuyama, la historia ha terminado y ha comenzado el imperio de la globalización en clave neoliberal caracterizado por un mundo unipolar en el que, en cuestión de tiempo, todos los Estados mundiales acabarán por asumir, tarde o temprano, el nuevo paradigma político, social y económico imperante, la democracia liberal, en detrimento de las utopías socialistas de principios y mediados del siglo XX.

Aquellos que desde 1989 hacia adelante saltaron sobre la tumba del socialismo posiblemente hoy están experimentando el mismo drama de aquellos izquierdistas de viejo cuño que ante la evidencia de la realidad no les queda otra opción que reacomodarse en el nuevo orden de manera que el choque no sea tan traumático. La diferencia radica en que el cargamontón que recibieron aquellos que se autodenominaban socialistas (luego de la caída del Muro de Berlín y del derrumbe del socialismo en Europa occidental muy pocos tuvieron las agallas de aceptar abiertamente que lo eran, so pena de lucir como piezas de arqueología política) no se compara al que hoy en día recae sobre los defensores del liberalismo económico global (neoliberalismo). Estos últimos tienen a su favor, aún, que el sistema financiero mundial ha resistido, aunque endeblemente, este primer embate de la crisis. Y digo primero porque, según los especialistas, todavía no es posible avizorar si ya tocamos fondo o si algo peor está por venir. También los favorece que los Estados del primer mundo agrupados en estas asociaciones numéricas tipo G8, G10, G20, APEC, ALC-UE y demás no contemplan otra salida que perpetuar el modelo económico cuyo aplicación ortodoxa y convenida en algunos países, ha ocasionado la actual crisis económica mundial. ¿Acaso alguna de estas sociedades interestatales inició una cruzada para salvar al bloque socialista de la debacle que la amenazaba? Por supuesto que no, ya que la caída del socialismo a nivel mundial allanaba el camino para la expansión global del neoliberalismo.



Sin embargo, a pesar que la tercera vía del liberalismo de izquierda se perfila como una alternativa al fracaso del socialismo y del liberalismo absolutos, un intelectual de izquierda como Slavoj Zizek es muy escéptico frente a esta extraña síntesis postmoderna y postideológica a la cual califica de tibia y cómplice de la derecha. Zizek es un radical en el mejor sentido de la palabra: no va con medias tintas y desconfía abiertamente de opciones como la tercera vía o el socioliberalismo (liberalismo de izquierda o izquierda liberal). En ¿Quién dijo totalitarismo? fustiga a la socialdemocracia europea que luego del derrumbe del socialismo se allanó completamente a la agenda de la derecha liberal al punto de ser cómplice de sus tropelías y traicionar los principios que distinguían a la izquierda de la derecha. Zizek entiende el radicalismo de una manera diferente como tradicionalmente podríamos asumirla. El radical, para Zizek, es aquel que no negocia sus convicciones según las circunstancias y que muere en su ley, pese a que el contexto no le es favorable. Zizek los llama en su libro "radicales libres". Critica a la nueva izquierda que se avergüenza de su pasado y que en aras de no lucir totalitaria, acata todos los preceptos que el imperio neoliberal impone como políticamente correctos, so pena de parecer totalitario si es que la contradice.

De otra parte, en "Los comunistas liberales de Porto Davos", Zizek enfila sus baterías contra los comunistas que asumen el liberalismo como signo de actualidad y progreso a la vez que los sindica como oportunistas que quieren ganar un poco de espacio en el mundo político. Prueba de ello sería que no tienen reparos en participar de las cumbres antiglobalización como en las cumbres del G8, G20 o similares. Estar en Porto Alegre y lanzar vivas contra la globalización no se contradice, para estos comunistas liberales, con asistir a una cumbre en la que se discute sin éxito, el presupuesto mundial para reducir las emisiones de CO2, el desarme nuclear, la transición urgente de la industria a energías renovables o la despenalización de la migración ilegal. Es decir, estar en Lima durante la ALC UE y afirmar que más importante que declarar el libre tránsito de productos sería declarar el libre tránsito de seres humanos, en virtud de una ciudadanía mundial y globalizada, no sería incompatible, para estos comunistas liberales, con participar de la directiva de retorno que dos semanas después aprobó el parlamento europeo, en la cual los países de la Unión Europea penalizaban la migración ilegal con cárcel.

Aunque Zizek lo desconozca, estos comunistas liberales a los que alude bien pueden encajar para algunos en la denominación local de "caviares" con la que algunos medios, políticos, bloggers y comentaristas de blogs han denominado al sector político-académico que representa en nuestro país "lo políticamente correcto", es decir, la defensa de los Derechos Humanos, la importancia del Informe Final de la Comisión de la Verdad, la judicialización de casos contra militares implicados en crímenes de lesa humanidad y el reconocimiento a la sentencia condenatoria a Fujimori, entre otros aspectos. Zizek, en pocas palabras, critica el oportunismo y la frivolidad con que se abordan los asuntos político de partes de estos comunistas liberales a la europea.

Considero aceptable la crítica de Zizek en la medida que la socialdemocracia europea se ha replegado tanto que en su ánimo de lucir moderna, no radical, es decir, de desprenderse de todas las etiquetas que heredó del viejo socialismo, ha claudicado ciertos principios en aras de no perder vigencia y conservar espacios de protagonismo: la reducción progresiva del Estado de Bienestar y apoyo a las leyes antimigratorias o endurecimiento del régimen migratorio son algunos ejemplos de cómo la socialdemocracia europea, en sintonía con los sectores más conservadores y con el clamor de la opinión pública, está ignorando aquellos principios que sentaron las bases de su origen. Sin embargo, es también muy peligrosa la demanda del intelectual esloveno: invocar el radicalismo conlleva el riesgo de despertar aquellas bajas pasiones que soliviantaron el holocausto estalinista, maoísta, polpotiano y gonzalista. Por supuesta que hacer una invocación como esta en Europa no es lo mismo que hacerla en Latinoamérica o África: allá a los manifestantes que protestan contra los despidos o a los sindicatos que paran los ferrocarriles un par de días en Inglaterra o Francia no los llaman "salvajes" ni "bárbaros"; contrariamente, el gobierno y las empresas negocian y procuran llegar a un acuerdo; en cambio, por estos lares, se les acusa de ser obstáculo para el progreso y de no ser interlocutores válidos para el debate, puesto que no son "ciudadanos de primera clase".

Los comunistas liberales de Zizek no equivalen a los tan denostados "caviares" locales. De que hay frivolidad en algún sector de la intelectualidad y de la política peruana de centroizquierda, sí la hay, pero no es exclusividad de ellos, sino propio de cualquier individuo dedicado a este quehacer. Por ello, es injusta esta denominación en muchos casos porque se viene utilizando para descalificar la actuación de aquellos intelectuales y políticos que han tenido una participación decisiva en el cambio de percepción acerca de los derechos humanos (no son solo de los terroristas, sino de todos los ciudadanos), recuperación de la memoria (buscar la verdad, no ocultarla ni olvidar, para hacer verdadera justicia), señalamiento de responsabilidades (todos fuimos víctimas y no hay victimario bueno o justificado: FFAA y terroristas), reparación a las víctimas sin mezquindades por mencionar algunos temas.

El político o intelectual de coctel que asiste a los Foros Mundiales sobre la pobreza y que apoya a la vez el endurecimiento de las leyes migratorias es el verdadero caviar. De hecho, este apelativo surge en los años 60 cuando en las reuniones más distinguidas de las altas esferas de la burocracia socialista de Europa Oriental, el aperitivo más frecuente eran los huevos de esturión. De allí el término de gauche caviar para referirse a esta izquierda de refinado paladar. Tales comunistas no tienen lugar en nuestro país, primeramente porque no tenemos comunistas. (No escucho a ningún político ni siquiera a los más extremistas vociferar a los cuatro vientos que es comunista; tal vez, y eso se lo dejo a los politólogos y científicos sociales, el "comunista" ha sido reemplazado por el "nacionalista" término que recoge del primero el ímpetu radical y confrontacional y que, a la vez, atenúa todos las significaciones monstruosas que contiene el primero: la valoración de la identidad nacional puede unificar a tirios y troyanos contra un enemigo común, de ahí que el nacionalismo sea tan transversal a las ideologías políticas).

Si bien es cierto que la centroizquierda peruana hizo posible la discusión pública de ciertos temas a partir del Informe Final de la CVR y del accionar de algunas ONG's y centros de investigación, se necesita que todo ello se traduzca en acción política organizada que convoque la participación ciudadana. De lo contrario, todas aquellas buenas intenciones se quedarán en eso: intenciones. La dificultad que percibo es que el amplio espectro de la izquierda peruana es tan disperso que dudo puedan elaborar un proyecto común (Ollanta, el padre Arana, Susana Villarán y Javier Diez Canseco no caminan necesariamente por la misma vereda política); y lo otro es que percibo muy poca disposición de los nuevos cuadros políticos de la centroizquierda para involucrarse en un proyecto político; más bien los veo interesados en adherirse a plataformas más amplias o establecer alianzas estratégicas. ¿Acaso hay temor por ensuciarse un poco las manos? lo digo en el sentido de exponerse a la crítica y de "bajar al llano", no de apoyar causas nefastas.

Esperemos que la izquierda peruana, al menos aquella que ha sido autocrítica, tome conciencia de la responsabilidad que tiene frente a la sociedad y se decida de una vez por todas a deliberar con el ciudadano común y corriente. Un primer paso ha sido el IF CVR; ahora toca tomar decisiones políticas desde el Estado y limpiarse la cara un poco. Están en deuda con todos.

Próximamente: ¿Cuál es la deuda de la izquierda peruana con la sociedad?

"A mí Humala no me parece de izquierda"



Hace dos semanas, Hildebrandt entrevistó a Manuel Benza Pflucker quien fuera diputado por IU entre 1985-1990 y ahora secretario de la democracia cristiana del Perú que forma parte del FREPUP (Frente de Fuerzas Populares del Perú) partido por el cual es ahora precandidato a la presidencia de la Región Lima. Este frente se encuentra integrado por "ciudadanos progresistas y demócraticos de ideas cristianas, descentralistas, socialistas antineoliberales,nacionalistas y patrioticas". Según lo que consignan en su blog buscan "la organización política frentista y unitaria de los demócratas, patriotas, nacionalistas, socialistas, cristianos, izquierdistas y progresistas en la Región Lima.


A pesar de la brevedad de la entrevista, Benza Pflucker tuvo algunos comentarios que merecen destacarse. El primero tiene que ver con la importancia de las elecciones primarias dentro de un partido político que aspira a participar de alguna elección. Para que la democracia trascienda la formalidad de asistir periódicamente a una urna y se convierta en una práctica de convicciones, el ciudadano debe atestiguar que el partido al cual pertenece el candidato de su preferencia es democrático en sus procedimientos para elegir a sus representantes. Tal cual viene sucediendo en Chile con los partidos de izquierda cuyos precandidatos participarán de elecciones primarias con miras a las presidenciales, algo similar debería suceder aquí en el Perú. Me agradó la afirmación de que no creía en las candidaturas naturales. El mesianismo político sirve de base para sostener a los caudillos, vengan de izquierda o de derecha; por ello, nada más perjudicial que considerar a un candidato como el líder natural del partido sin que su representación haya sido producto de una elección democrática. Al respecto, en una eventual plataforma de izquierda (muy hipotética por cierto) tendrían que debatir Susana Villarán, Javier Diez Canseco y Ollanta Humala como precandidatos y no, como ha venido siendo, que a su alrededor se diseñe la plancha presidencial. ¿Es que acaso Ollanta Humala fue elegido como representante del Partido Nacionalista mediante voto? ¿No debería someterse a elecciones su representación para las presidenciales del 2011?

Benza Pflucker hizo un llamado a que los demás partidos de democraticen interiormente y a que convoquen a elecciones sino primarias, al menos internas para que se deliberen propuestas y haya debate: "En el Perú, nada se debate", dijo. "Por ejemplo, no se ha debatido qué es el neoliberalismo". Esto último es muy importante porque la formación política del ciudadano hace mucho que no depende de los partidos políticos y mucho menos de los intelectuales, sino de los medios de comunicación que tienden a banalizar la discusión política convirtiéndola en un producto de entretenimiento. Resulta más atractiva para la gran mayoría de la teleaudiencia la imitación y el escarnio de Jorge Benavides y Carlos Álvarez sobre Rómulo y Luciana León que la necesidad de informarse medianamente sobre el particular. Pero volviendo a lo expresado por Benza Pflucker, la discusión sobre lo que se entiende por neoliberalismo es de actualidad porque subsiste una gran confusión en torno a sus diferencias frente al liberalismo clásico, su hegemonía actual en el mundo, sus limitaciones éticas, el posible inicio de su debacle y el análisis e interpretación de su desarrollo como paradigma económico durante las últimas décadas. (Desde esta tribuna hemos contribuido en el esclarecimiento de algunos aspectos). Tales precisiones son necesarias para comprender que la concepción original del liberalismo ha sido pervertida hacia su vertiente pragmatista, utilitarista y económica, la cual define el accionar humano en términos de costo/beneficio u oferta/demanda. (Pronto, publicaremos un artículo sobre el particular).


Finalmente, otra de las afirmaciones de Benza Pflucker que merece destarcarse es que a él Humala no le parece de izquierda con la cual concuerdo plenamente. De manera contraria a lo que generalmente se dice en los medios o es aceptado por la gran mayoría de la opinión pública, la propuesta del Partido Nacionalista dista mucho de ser representativa de una izquierda moderna y democrática (aunque resulta evidente que Humala ha moderado enormemente su discurso etnocacerista-nacionalista distanciándose del radicalismo de su hermano Antauro hasta aproximarse cada vez más al centro) porque el internacionalismo, la conformación de una ciudadanía planetaria, el ecologismo y la pluralidad (cultural, étnica, religiosa, de género, etc.) son algunos temas presentes en la agenda de esa izquierda con la cual el nacionalismo humalista no dialoga o esquiva. El nacionalismo, luego de la caída del Muro de Berlín, resucitó con fuerza en los países de Europa Oriental y sirvió para que los comunistas de ayer remozaran sus discursos totalitarios amparándose en la identidad cultural como punta de lanza de sus propuestas políticas. La izquierda democrática no puede ser (no debería serlo) nacionalista porque aquella reconoce la importancia de la diversidad en todos los ámbitos del acontecer humano y el nacionalismo, enfocado desde una óptica reduccionista, aislacionista, de identidades en conflicto con otras o de culturas enfrentadas, niega el valor de la diversidad.

Democratización de los partidos políticos, debate de propuestas y esclarecimiento de lo que significa ser de izquierda hoy son algunas demandas que, a mi modo de ver, resultan inaplazables, sobre todo cuando las elecciones generales están tan cercanas.

La Real Cárcel de Arequipa a fines de la Colonia: 1780-1824


Por Víctor Condori

Historiador

Universidad Nacional de San Agustín

Cuando se fundaba una ciudad española, como tantas que se fundaron al momento de la conquista, el lugar elegido siempre fue la plaza principal, porque, precisamente allí se encontrarían los principales edificios de la nueva urbe como son: la Catedral, el Cabildo (hoy Municipalidad) y la Cárcel.

Arequipa, no fue una excepción. Su fundación se realizó en el mismo lugar donde hoy se halla la plaza principal, llamada de “Armas” y no, donde algunos poco documentados la imaginaron, es decir, en el antiguo pueblo de indios de San Lázaro.

Así, después de su fundación, se construyeron en la plaza principal los edificios más importantes de la ciudad: La Catedral, sede del poder eclesiástico; el Cabildo, centro del poder civil y la Real Cárcel, símbolo de la justicia del hombre.

Ubicación y descripción

La Real Cárcel de Arequipa se hallaba ubicada en la plaza de armas de la ciudad, a un costado del Cabildo (hoy portal de la Municipalidad), y servía para la reclusión solo temporal de los reos, quienes luego de recibida la sentencia condenatoria, normalmente eran enviados a cárceles de la capital del virreinato.

Hacia fines del siglo XVIII, luego de muchas reconstrucciones realizadas, como consecuencia de los numerosos terremotos que asolaron la región, la Real Cárcel se hallaba constituida por seis calabozos, dos patios interiores, un cuarto para el carcelero, una celda subterránea destinada a los presos de alta peligrosidad y una capilla, para la administración de la liturgia.

A principios del siglo XIX, la cárcel de Arequipa llegó a alcanzar su mayor aforo, albergando cerca de 70 presos, entre algunos locales y muchos “de aquellos que venían de La Paz y Cochabamba”. Siendo los encargados de su administración, el Diputado de Cárcel, el Alcaide y un Carcelero, quien dormía dentro del presidio sin ningún tipo de resguardo policial; y solo a fines del periodo colonial recibieron el “alivio de una guardia de soldados”, manifestaba un funcionario.

Condiciones de seguridad

La Real Cárcel de la ciudad fue saqueada el 15 de enero de 1780, durante la mítica “Rebelión de los Pasquines”; luego, destruida por el terremoto de 1784 y reconstruida durante el gobierno del intendente Antonio Álvarez y Jiménez (1785-1796).

No obstante el empeño puesto en esta última reconstrucción, las condiciones de seguridad fueron siempre deplorables, dando la impresión que en ella “era tan fácil entrar como salir”. No sorprende entonces, las frecuentes fugas de los reclusos. Como aquella ocurrida la noche del 16 de enero de 1821, cuando el reo Romualdo Quispe, condenado a muerte por asesinato, en compañía de otros presos, fugó de la cárcel “escalando y rompiendo una de las puertas”.

Luego de realizarse un reconocimiento de los hechos y circunstancia de la fuga, se llegó a establecer que los reos, pese a su alta peligrosidad se hallaban demasiado libres, ni siquiera estuvieron engrillados, y además:

“Las dos puertas de reja que se desquiciaron para la fuga, estaban flojas, descompuestas y solo como de apariencias, de tal modo que encerrar a los presos con aquellas puertas defectuosas era lo mismo que dejarlos en el patio”.

Actitudes y comportamientos

En general, a fines del periodo colonial, la precariedad de las cárceles fue una normalidad antes que la excepción a la regla, en algunas ciudades del virreinato. Sin embargo, en el caso de Arequipa fue más que una normalidad, debido a que este problema venía desde hacía muchos años atrás. Ya en 1810, el Cabildo de la ciudad discutía “la necesidad urgente de repararla con puertas, llaves y cepo”. No obstante, una década después el carcelero Manuel Barrantes continuaba “haciendo presente muchas veces esta falta” al diputado de la cárcel de entonces, regidor Bruno Llosa. Curiosamente, tal regidor se negaba mandar componer tamañas averías afirmando que los presos “no eran pajaritos para volar por unas paredes tan altas como las tiene la cárcel”.

Dicha actitud bastante despreocupada y hasta negligente del diputado de la cárcel para la seguridad de los presos, no debe ser considerada un hecho excepcional, sino, un comportamiento bastante habitual entre las autoridades carcelarias de la época, llámese alcaide o carceleros. Así, por ejemplo, en julio de 1789 fugó de la cárcel el reo Ignacio Zegarra, en medio de una situación tan absurda que parecía sacada de alguna de las mejores películas del genial Chaplin. La narración de lo sucedido la hizo el propio alcaide, Buenaventura Velásquez:

“Con motivo de haber cumplido años el día de ayer, se le ofreció (el reo) Ignacio Zegarra para festejarlo, trayéndole música. Que el declarante admitió tal ofrecimiento con la mayor sinceridad y en su virtud hizo traer por la noche arpa y guitarra, sacándolo para el efecto de bailar y divertirse del calabozo donde se hallaba a mi sala; que cantando, tocando y bailando hasta muy tarde en la noche, lo echó de menos a cosa de las dos de la mañana, y saliendo en su solicitud no lo encontró”.

Dentro de la misma línea de insensatez, en mayo de 1810 se extendió la orden de prisión contra Nicolás López, quien fuera nada menos que el carcelero de la Real Cárcel de Arequipa, por haber sido descubierto liberando peligrosamente a algunos presos bajo la ingenua condición de que regresen voluntariamente en las noches. Al ser cuestionada su actitud, el carcelero declaró en su defensa que:

“Saca al alto a aquellos presos que no provienen del delito para la seguridad de su persona y la cárcel...y que en algunas ocasiones que se ve ahogado por alguna diligencia se ha acompañado de alguno de estos presos, creyendo que en ninguna manera contravenía a su responsabilidad y mandatos.”

Condiciones de salubridad

Siendo la higiene una cualidad muy poco extendida entre las sociedades Pre-capitalistas, se entiende entonces por qué, las condiciones de salubridad e higiene de la cárcel arequipeña marchaban a la par con las de seguridad. En este sentido, tampoco fue de extrañar que muchos reos viviendo en tales estados de reclusión, enfermasen permanentemente o lo que es peor, murieran. Así les sucedió a Gregorio Mosqueira y Bartolomé Flores, acusados del brutal asesinato de un comerciante, quienes en 1802 murieron del “mal de angina” y “evacuaciones de sangre” respectivamente, luego de dos años de reclusión esperando la sentencia. También, y del mismo modo, ocurrió en diciembre de 1800, cuando la india Ventura Guaita, cómplice de un asesinato, falleció en el hospital de San Juan de Dios “a donde fue llevada enferma desde la cárcel”.

Un medio para la fuga

Paradójicamente, una situación tan lamentable como la experimentada en el único penal arequipeño, favorecía indirectamente la fuga de los reos. En vista de que al ser trasladados por enfermedad al principal hospital de la ciudad, los susodichos aprovechaban la falta de vigilancia del nosocomio para evadirse. Así sucedió con los reos Matías Alpaca e Hilario Quispe, cómplices de un robo a la caja de comunidad del pueblo de Paucarpata, quienes en abril de 1804, fugaron mientras eran conducidos al hospital. De igual manera, tenemos el caso de José Carpio, condenado a un año de destierro al presidio del Callao, quien en febrero de 1802 “profugó del hospital San Juan de Dios en donde se le había puesto a curar”

Con el paso de los años y de las décadas, tales condiciones carcelarias no han variado sustancialmente en el Perú, todo lo contrario diríamos; y hoy pese a contar con sistemas de vigilancia muy avanzados y el rótulo de “Cárceles de Máxima Seguridad”, a dichas instalaciones ingresan y en ella circulan las más diversas e inimaginables mercancías y objetos. Increíblemente, ya no es necesario salir de ellas para realizar algún acto criminal, pues estos se pueden fácilmente organizar desde dentro, con la activa o pasiva complicidad de algunas autoridades penitenciarias.