viernes, julio 11, 2008

Ser gay o lesbiana no tiene nada de malo



Iván Bruno Bartolo

Ha transcurrido mucho tiempo desde que la gente pensaba que los homosexuales eran una minoría insignificante en el mundo, pero en el tiempo en que vivimos es una realidad que se ve en todos lados. No hay una cifra exacta que nos indique a cuánto asciende la población homosexual en nuestro país; sin embargo, lo cuerto que existen y exstirán pese a quien le pese.

Hace poco se realizí el corso gay en Lima, donde se apreció a todo tipo de personas, no solo gays, sino también, heterosexuales que apoyaron espontáneamente esta marcha.

Era la tarde del 28 de junio del 2008, con plumas, lentejuelas y mucha música se celebraba el "Día del orgullo gay", con símbolos, banderolas en mano que enarbolaban los colores propios del arcoris y carteles que decían "somos iguales a todos", "viva el mundo homosexual", "no a la discriminación".

Los símbolos utilizados por el movimiento homosexual son diversos, pero el más popular es el de la bandera que se aprecia en el corso cuyos colores poseen un significado individual: el rojo representa la vida; el anaranjado, la salud; el amarillo, el sol; el verde la naturaleza; el azul, el arte; el lila, el espíritu; el rosado, la sexualidad y el índigo para la armonía.

Durante este desfile no solo se podía observar estos emblemas, sino también a personas disfrazadas, en su mayoría travestis, que, colocándose peluca multicolores, con extremo maquillaje en sus rostros, cejas postizas y lentes de contacto, formaban parte del show que nos ofrecía la marcha.

No todos eran gays en la marcha, también estaba presente un gran grupo de lesbianas, las que me acompañaron durante el recorrido. Debora, de 22 años, una joven estudiante de la Universidad de Lima con la que pude hablar, me contó que en otras oportunidades había asistido a esta clase de eventos. Ella siente que la sociedad limeña los discrimina mucho, le han arrojado cosas por andar con su enamorada de la mano, no depende del lugar, esto puede ocurrir en el más "ficho" de Lima como en el más marginal. La reacción de los homofóbicos es impredecible.

Según la psicóloga Ana María Castañeda, muchos homofóbicos han sufrido abuso sexual en la infancia o intento de abuso y por ello, una forma de descargar su resentimiento es maltratando al homosexual. Otra razón es por una cuestión de rechazo al padre o a la madre dependiendo de cuál sea el conflicto. Este rechazo suele ocurrir por el autoritarismo del padre, lo cual genera violencia y a la vez resistencia contra todo lo establecido o contra aquello que represente la autoridad.

Sin embargo, el homosexual ¿nace o se hace? Esta es una pregunta típica que se suele hacer y las respuestas son variadas, pero Ana María Castañeda comenta que hay dos posturas fundamentalmente: una es la biológica que consiste en determinadas alteraciones hormonales en el feto durante la gestación las cuales presdisponerían al sujeto hacia una orientación sexual distinta al sexo biológico. De otra parte se encuentra el factor cultural, donde es la soceidad misma y las vivencias las que influyen en la adopción de determinada orientación sexual.

Rodrigo de 18 años también era parte de la marcha. Él siente la discriminación de la sociedad limeña, comenta que espera que algún día Lima y varios países de Latinoamérica cambien su manera de pensar respecto a los homosexuales y que la opinión pública adquiera una mentalidad más abierta para que ellos puedan sentirse como personas normales.

Todos los seres humanos vamos en búsqueda de la felicidad, y por ser "diferentes" esa búsqueda no quiere decir que sea incorrecta, la iglesia no aprueba este tipo de relaciones tampoco algunos estados. El haber conocido a Rodrigo y Debora me lleva a pensar que el ser homosexual no equivale a ser "raro", físicamente son jóvenes como cualquier otro y solo tienen una opción distinta al común denominador de la población. Sin embargo, la decisión está en todos nosotros, la eliminación del rechazo es urgente, nuestros propios familiares y amigos más cercanos pueden serlo. Por ello, debemos tomar conciencia de nuestros actos.

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